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Marisa ha volado a la Casa del Padre

 

El 8 de agosto de 2009, en la clínica Columbus, la vidente y estigmatizada Marisa, Víctima de la Eucaristía, acompañada por Nuestra Señora, la Madre de la Eucaristía, por S. José, Custodio de la Eucaristía y por su madre, voló al Paraíso, donde era esperada por la Santísima Trinidad y fue acogida y agasajada por los ángeles y santos
De la misma manera que Jesús en la cruz, en el momento de la muerte estuvo acompañado solo por su madre, por S. Juan y por algunas pías mujeres, también Marisa expiró en total soledad. Jesús le había pedido que lo imitara también en el último momento. De hecho, a su lado, además de los personajes celestes citados antes, estaba sólo Titti, un miembro de la comunidad que la asistía con amor y dedicación durante el último trayecto de su vida y una enfermera, contratada por nosotros para ayudar a Titti durante la noche. A causa de la agudización de los dolores y del empeoramiento de salud, su hermano Obispo había decidido hospitalizarla en la Columbus para darle un poco de alivio y asegurarle una asistencia médica continua y competente.
Durante todo el tiempo que estuvo en la clínica fue continuamente asistida y atendida durante el día también por los miembros de la comunidad que no la dejaron nunca sola ni siquiera durante un minuto con turnos organizados para que viera a su alrededor personas conocidas que le demostraban afecto y participación en sus sufrimientos.
A veces la habitación parecía una capilla donde se dirigían oraciones y súplicas a Dios, para que pusiese fin a su martirio de amor.
Todos nosotros, miembros de la comunidad, éramos conscientes de que Marisa se estaba acercando al momento de la partida, pero no pensábamos que ocurriría tan rápida y repentinamente.
Quien la vio el ocho de agosto, último día de su vida, incluso constatando que sufría mucho, porque las curas médicas ya no surtían ningún efecto, nos dijo que la encontró lúcida y dueña de sí.
Sin embargo, hacia las 22 horas, de repente, empezó a empeorar y después de una breve agonía, se durmió tranquilamente en el Señor: eran las 23:05. Cerró los ojos a la realidad terrena y los abrió a la celeste. Estamos seguros de que en bilocación inconsciente estaban al lado de su lecho el Obispo y otras personas. También S. José, visto sólo por su amada esposa y por su hijo Jesús, estaban presentes bajo la cruz para sostener y consolar a la Madre de la Eucaristía. Algunas semanas antes del desenlace, cuando todavía estaba en casa, Marisa había querido saludar uno por uno a los miembros de la comunidad; muy probablemente, pensamos, que ya conocía la fecha de su muerte.
El 21 y 22 de junio recibió en pequeños grupos a los adultos de la comunidad que saludó uno por uno; para dejarles un recuerdo, se dejó fotografiar con todos. Con los jóvenes quiso que el adiós estuviese acompañado por la oración. Bajo sugerencia de la Virgen, el día 22 de junio se celebró la ceremonia de los saludos por parte de nuestros jóvenes: éstos vivieron una página del Evangelio, como cuando los dos apóstoles, escogidos por el Maestro, prepararon la sala del Cenáculo, donde Jesús celebraría su última Pascua e instituiría los dos grandes sacramentos: el del Orden Sacro y el de la Eucaristía.
Los jóvenes ordenaron y arreglaron del mejor modo posible el salón de su casa, adornando el altar provisional que dispusieron elegantemente con plantas y flores, prepararon los vestidos litúrgicos más hermosos y los vasos sagrados más preciosos. Quisieron ponerse los vestidos más elegantes y fueron a recoger a Marisa a su habitación.
También Marisella quiso prepararse para el encuentro con sus hijos de la mejor manera. Decidió ponerse el vestido blanco, hecho precisamente para cuando volara al Paraíso y permitió a las chicas que la arreglaran como a una novia.
A la Vidente, que desde hacía mucho tiempo ya no era capaz de subir o bajar ni siquiera un escalón, Dios le permitió bajar las escaleras, cogida del brazo del Obispo. Fue conmovedor para los jóvenes ver a sus padres espirituales bajar las escaleras y acercarse al salón, donde todo estaba preparado para la ceremonia de los saludos.
Precedida por la oración y por cantos, empezó la celebración de la Santa Misa, al término de la cual, su hermano Obispo administró el sacramento de los enfermos a Marisa.
A continuación, y ésta fue la parte más conmovedora, empezaron los saludos por parte de los jóvenes. Cada pareja casada y cada joven no casado se acercaron a Marisa para darle las gracias por las enseñanzas recibidas y por el amor demostrado de mil maneras a cada uno de ellos.
Marisa estaba serena, sonriente y escuchaba con atención lo que sus hijos le decían; ninguno de ellos pudo contener las lágrimas.
Todos abrazaron y besaron a Marisa que dirigió a cada uno de ellos palabras que, ciertamente, conservarán celosamente en el corazón.
Después el Obispo se puso a hablar y recordó algún episodio de su vida y expuso algunas visiones de Marisa que hacían referencia a su futuro.
Estaban presentes la Virgen, S. José, la abuela Yolanda, los últimos Papas, otros santos, los ángeles y los niños que Marisa había asistido durante sus desplazamientos en bilocación por el mundo y que habían muerto en sus brazos.
De repente se manifestó Dios, que comunicó una tremenda noticia: estaban castrando y extirpando los órganos de 500 niños y jovencitos, con la complicidad de personas que se calificaban de cristianas. Dios Padre pidió a Marisa que sufriera la pasión para reparar esta masacre. El Obispo y los jóvenes se unieron al sufrimiento de Marisa con la oración que prolongaron durante toda la noche. Cuanto más pasaban las horas estaba más que claro que Dios había pedido a Marisa nuevos y mayores sufrimientos para salvar al mundo, que está yendo hacia una impresionante autodestrucción, para el renacimiento de la Iglesia y para nuestro Obispo.
Todo esto comportaba necesariamente una vez más el aplazamiento de la fecha de su muerte.
El 17 de julio, Marisa fue hospitalizada en la clínica Columbus, de donde levantó el vuelo para el Paraíso el ocho de agosto.
Comunicamos la desaparición de Marisa sólo a los que creen en las grandes obras que Dios ha realizado en el lugar taumatúrgico, porque quisimos evitar las interferencias e impedir que vinieran a pronunciar palabras ofensivas y juicios malévolos en lo que a ella se refiere, por parte de sus enemigos, como efectivamente ha ocurrido, cuando después de mucho tiempo, han sabido que estaba muerta.
El Señor nos ha ayudado a vivir el final de Marisa en la paz espiritual y en total abandono a su divina voluntad.
Esto no habría ocurrido si hubiésemos difundido a través de nuestra página de Internet la noticia de la partida para el Paraíso de nuestra hermana.
A nosotros no nos importa saber cómo, los enemigos de las apariciones de la Madre de la Eucaristía y de los milagros eucarísticos, ocurridos en el lugar taumatúrgico, se han enterado de que Marisa estaba muerta, nos entristece solo que hayan ofendido gravemente no solo a la Vidente estigmatizada, sino también a Dios porque han faltado a la caridad y ofendido a la verdad.
Se han manifestado también como unos necios, porque no saben que ahora Dios está a punto de empezar sus intervenciones para que triunfe la verdad, el Obispo y nosotros, que lo seguimos con convicción y sentido de responsabilidad.
Nuestro Obispo está perfectamente al corriente de lo que en el Vaticano, en el Vicariato, en diversas curias episcopales y en casas privadas, los enemigos de Dios han dicho y organizado cuando todavía vivía Marisa, porque la Vidente, en bilocación y sin ser vista, estaba presente y a continuación le contaba al Obispo todo lo que había ocurrido en aquella camarilla.
Aquellos señores pensaban que hablaban con plena libertad y en total secreto, pero Dios ha tirado por la borda sus planes y ha hecho conocer sus conversaciones que también trataban sobre otros asuntos, como el reparto de poder, de los cargos y del dinero. En vez de servir a la Iglesia cultivaban sus intereses; lo ha reconocido varias veces también el Papa Benedicto XVI; para tener la confirmación es suficiente consultar algunos de los discursos pronunciados por él durante este año y mencionados en la página del Vaticano en Internet.
Nadie, ni siquiera el Obispo, sabe cuándo o cómo tendrá lugar el renacimiento de la Iglesia, pero esto cuenta poco, lo importante es que la Iglesia renazca y los pastores indignos sean destituidos.
Está escrito en todos los volúmenes que publican las cartas de Dios, que para realizar esta gran misión, Dios ha escogido al Obispo que Él mismo ha ordenado y que será ayudado, además de la Santísima Trinidad, también por la Madre de la Eucaristía, por S. José, por los Santos Pedro y Pablo, por la abuela Yolanda y por su hermana Marisa.
Para realizar este trabajo, que hace temblar al sólo pensamiento, la Madre de la Eucaristía ha dicho muchas veces que todos los ángeles y los santos del Paraíso, llamados por ella, rezan continuamente delante de Dios. Nosotros esperamos con serenidad y confianza que Dios realice cuanto ha prometido e invitamos a todos los hombres de buena voluntad a unirse a nosotros en esta espera, ofreciendo a Dios oraciones, súplicas, florilegios y sacrificios.
La Madre de la Eucaristía ha pedido que cada año sea celebrada su fiesta, el 24 de octubre, día en que sus apariciones fueron de domino público.
Ya que este año la fiesta de la Madre de la Eucaristía caía en sábado, pensamos en aplazarla para el domingo siguiente para que los miembros de los grupos de oración de fuera de Roma, tuvieran la posibilidad de venir y pudieran unirse a nosotros. Quisimos unir en la misma celebración a la Madre de la Eucaristía y a la Víctima de la Eucaristía: Marisella "que ahora es como un ángel delante de Dios".
El 24 de octubre los jóvenes de la comunidad, junto a algunos adultos, prepararon una hermosísima, conmovedora e inteligente vigilia en la que hablaron:

El Obispo decidió publicar lo que dijeron los jóvenes y los adultos en nuestra página de Internet, en uno de los próximos boletines y en el volumen que recogerá las cartas de Dios que la Vidente ha recibido durante su último año de vida.
Esperamos que al menos una parte consistente de nuestros enemigos pueda tener otra oportunidad, quizás la última, para arrepentirse del mal realizado, pedir perdón a Dios y salvar su alma. A Dios nada le es imposible, pero la palabra de San Agustín nos advierte: Dios te ha creado sin pedir tu consentimiento, pero no te salva sin tu consentimiento.
El 25 de Octubre, domingo, antes de la celebración de la S. Misa, llevamos solemnemente en procesión a la Eucaristía que sangró 3 veces. Fue colocada sobre un palanquín, llevado a hombros por los jóvenes, ministros extraordinarios de la Eucaristía. La procesión estaba encabezada por la estatua de la Madre de la Eucaristía para indicar que ella nos ha guiado, a través de la Vidente, durante todos los años en los que ha aparecido en el lugar taumatúrgico.
Detrás de la estatua de la Virgen ondeaban las banderas, llevadas por los miembros de la comunidad para indicar que la Madre Celeste ha conseguido su triunfo en la Iglesia y su título de "Madre de la Eucaristía" ya es conocido en todo el mundo.
Ciertamente alrededor de Jesús Eucaristía estaban presentes en profunda adoración la Virgen, S. José, la abuela Yolanda, Marisella, los ángeles, otros santos y los últimos Papas.
Después que todos los presentes se colocaron en los bancos de la basílica, los abanderados dispusieron un tapiz, con flores esparcidas por encima, sobre el que pasaron la Madre de la Eucaristía y Jesús Eucaristía para indicar que su triunfo es una consoladora realidad; ahora Dios tiene que realizar el triunfo del Obispo que coincidirá con el renacimiento de la Iglesia.
Mons. Claudio entronizó a Jesús Eucaristía en el altar. Siguieron cantos y oraciones espontáneas, al término de las cuales empezó la S. Misa, celebrada por el Obispo y compartida por los fieles con fe, amor y emoción.
Durante el beso de la reliquia de la Virgen, se distribuyeron a los presentes el testamento espiritual de Marisa y unas gasas empapadas de la sangre que surgía cuando se le abrían los estigmas de la pasión.
También de esta doble y solemne celebración dimos la noticia solo después de haberla realizado, para evitar ser molestados por cualquier malintencionado o exaltado, como ha ocurrido alguna vez en el pasado.
No hemos escondido nunca nada de lo que ha ocurrido o ha sido dicho en el lugar taumatúrgico, justamente porque lo hemos publicado todo, sin censurar nada, hemos sido machacados con juicios cargantes, llenos de ironía, de palabras vulgares y condenas injustas.
Quien nos acusa de ser una secta tiene mala fe, habla sin conocimiento de causa, porque los miembros de las sectas trabajan en secreto y en la sombra, mientas que nosotros abrimos las puertas a todos, permitimos que se grabe todo lo que se dice y no hemos censurado nunca, ni siquiera una palabra de las cartas de Dios.
Será triste y desalentador cuando Dios empiece sus intervenciones, ver las reacciones de los enemigos, sobre todo de los que han formado parte durante períodos más o menos largos de nuestra comunidad.
No querríamos encontrarnos en su lugar cuando Dios intervenga para hacer triunfar al Obispo y la verdad. La Virgen ha dicho: "aunque se arrastren de rodillas por el suelo hacia el sagrario para pedir perdón, será demasiado tarde". Ahora es el momento de la misericordia, cuando llegue el de la justicia, Dios será justo juez.