Fiesta de la Inmaculada Concepción
8 diciembre 2020
La Inmaculada Concepción abre la Historia y la Madre de la Eucaristía cierra la Historia
Dios creó a María santa, Inmaculada y llena de gracia. En ella no hubo nunca pecado y, desde el primer instante de su concepción en el seno de su madre, fue consciente y capaz de amar inmensamente. La voluntad de Dios para cada uno de Sus hijos es que sea santo y por eso nos ha dado a María como Madre, para que pudiera vivir a nuestro lado y nos llevara hacia el amor más alto, el que viene de la Eucaristía. La maternidad universal fue aceptada con alegría por María, que se abandonó a la voluntad de su Todo. Sólo a ella, la “llena de gracia”, podía serle confiada una misión tan grande. El Señor ha querido exaltar a los ojos de los hombres la grandeza de esta criatura humana tan perfecta, pero la compañía de María, que está llena de amor, cooperación, participación, solidaridad, íntima comprensión, dulzura y discreción, está activa y operativa en nuestra vida sólo si nosotros lo queremos.
María, Inmaculada Concepción, se convirtió en Madre de la Eucaristía porque Dios quiso quedarse en medio de nosotros en la presencia eucarística. Entre la Inmaculada Concepción y la Madre de la Eucaristía existe, por tanto, un hilo conductor que atraviesa la historia. Como confirmación de esto, el 17 de julio de 1994 Marisa, por primera vez, vio a dos Vírgenes: La Inmaculada de Lourdes y la Madre de la Eucaristía. La misma Virgen varias veces en los mensajes nos ha revelado este designio divino diciendo: “La Inmaculada Concepción abre la Historia y la Madre de la Eucaristía cierra la Historia”. Esto no significa que en las apariciones de la Madre de la Eucaristía no existan otras con otros nombres, pero que entre todos los títulos que le han sido o le serán atribuidos, por más hermosos y grandes que sean, el más significativo seguirá siendo siempre Madre de la Eucaristía.
Hasta la institución, por voluntad de Dios, de la fiesta de la Madre de la Eucaristía, celebrada el 24 de octubre, la fiesta de la Inmaculada Concepción era considerada por nuestra comunidad la fiesta mariana más importante y, como cada año, junto a todo la Iglesia, la celebramos solemnemente.