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Texto de la Adoración Eucarística del 8 de diciembre 2013

Fiesta de la Inmaculada Concepción

Hay un hilo invisible que une las apariciones de Lourdes, Fátima y Roma

"La Inmaculada Concepción abre la historia, la Madre de la Eucaristía cierra la historia" (Roma, 11 de febrero 1995. Carta de Dios). El Obispo Claudio Gatti nos explicó el significado de esta frase: Hay un hilo invisible que une las apariciones de Lourdes, pasando por las de Fátima, hasta las de Roma en el lugar taumatúrgico. Ningún título que se le dé en el futuro a la Virgen será más importante y agradable a Dios que el de "Madre de la Eucaristía": en este sentido se "cierra la historia". Las apariciones de la Madre de la Eucaristía, en Roma, son las más importantes y las más combatidas de la historia de la Iglesia.

Nuestra Señora - Os he dicho muchas veces que éstas son las apariciones más reñidas y las más combatidas, pero las más hermosas y las más importantes. No quieren que el nombre "Madre de la Eucaristía" triunfe, no quieren escuchar los mensajes, no quieren tener entre las manos aquella pequeña imagen que ayuda a rezar y a recibir las gracias de las que cada uno tiene necesidad (Roma, 4 de marzo 1995. Carta de Dios).

Los hombres no han aceptado los llamamientos de Dios, de hecho, han ido contra Su voluntad y Él ha confiado una gran misión a sus dos hijos predilectos: llevar a Jesús Eucaristía al centro de la vida de la Iglesia a través de su inmolación, amor y sufrimiento.

La Eucaristía, en los últimos años, había sido relegada y marginada de la vida cristiana y, para colmo, había un plan masónico-diabólico para disminuirla y para reducir la consagración a una simple conmemoración de la Última Cena. El Señor, sin embargo, no lo permitiría nunca: de hecho, el proyecto de Dios, de llevar la Eucaristía al centro de la vida cristiana, empieza en Lourdes, pasa por Fátima y llega a su plenitud en el lugar taumatúrgico en Roma con el Triunfo de la Eucaristía, que se produjo el 10 de enero de 2002.

En Lourdes, en 1858, la Virgen se apareció a Bernadette como la "Inmaculada Concepción" invitando a todos a la conversión y a volver a Dios a través de la vida en gracia y la penitencia. A continuación, en 1917, la Virgen se apareció en Fátima a los tres pastorcillos y se empezó a delinear así el proyecto de Dios para devolver la Eucaristía al centro de la vida de la Iglesia. Los tres pastorcillos, que todavía no habían hecho la Santa Comunión, reciben la Eucaristía del ángel que lleva el pan y el vino consagrados y se inclina en adoración ante Jesús Eucaristía, imitado por Lucía, Francisco y Jacinta. Sabemos, por otra parte, a través de la revelación privada, que una parte del tercer secreto de Fátima hace referencia al Obispo ordenado directamente por Dios y también esto es un importante elemento que une las apariciones de Fátima a las de Roma, otra preciosa pieza que se coloca perfectamente en el designio de Dios

Y veremos en una inmensa luz qué es Dios: "algo semejante a cómo se ven las personas en un espejo cuando pasan por delante" un Obispo vestido de blanco "tuvimos el presentimiento de que era el Santo Padre". Otros varios obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subiendo una montaña empinada, en cuya parte superior había una gran Cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque con la corteza; el Santo Padre, antes de llegar, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezaba por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; al llegar a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varias rondas de armas de fuego y de flechas.

El Señor nos comunicó que el tercer secreto de Fátima no ha sido revelado enteramente y nos ha dicho que el Obispo vestido de blanco es el Obispo ordenado directamente por Dios.

Jesús Eucaristía, que estás aquí presente, queremos pedirte para que los hombres de la Iglesia, sobre todo los que ocupan cargos importantes, tengan el valor de decir la verdad a los fieles.

Como ya hemos mencionado anteriormente, el maravilloso designio de Dios, para volver a llevar a Jesús al centro de la vida cristiana, alcanza su plena realización en Roma, el 10 de enero de 2002. De hecho, leemos en la Carta de Dios del 10 de enero de 2002: "Mi Obispo, ordenado por Mí, ha obtenido la victoria". La Eucaristía ha triunfado, el plan diabólico-masónico de disminuir la importancia de este sacramento reduciendo la consagración a una simple conmemoración de la Última Cena ha sido frustrado. Todo esto ha sido posible gracias a la inmolación de dos almas escogidas por Dios: el Obispo de la Eucaristía y la Víctima de amor. En estos años muchas veces la Virgen nos ha hablado de la fuerte atadura que une Lourdes y Roma, de hecho Ella misma ha definido a menudo al lugar taumatúrgico como "Mi pequeña Lourdes". El 11 de febrero de 1995 Marisa dijo: "Ahora veo dos Vírgenes, la Inmaculada Concepción y la Madre de la Eucaristía. Bernadette está al lado de la Inmaculada, yo estoy al lado de la Madre de la Eucaristía". Esta afinidad entre Lourdes y Roma se manifiesta también a través del gesto de Bernadette que comió la hierba y que la Madre de la Eucaristía pidió también a Marisa que hiciera lo mismo. El Señor, así, nos ha hecho comprender que también este lugar es santo y taumatúrgico. Por otra parte el lazo entre Lourdes y Roma se refuerza con el "Sí" a la gran misión querida por el Señor, ocurrido justamente en Lourdes en 1973, pronunciado por Marisa y por el futuro Obispo ordenado por Dios. Un "Sí" sufrido pero que cambiaría el curso de la historia de la Iglesia.


La entrada de la Madre de la Eucaristía en el Vaticano

"Hoy he entrado en el Vaticano y esta entrada continuará" (Roma 7 Diciembre 1997), Carta de Dios). Era el 7 de diciembre de 1997 y con este anuncio profético la Madre de la Eucaristía comentó la visita que la comunidad hizo al Vaticano: aquel día el futuro Obispo y la vidente, acompañados por los miembros del Movimento Impegno e Testimonianza, habían llevado a la plaza de San Pedro un estandarte que representa la Madre de la Eucaristía sobre cuyo cáliz, por intervención divina, se había adosado la Eucaristía. Juan Pablo II, una vez que se asomó a la ventana de su estudio para el habitual ángelus dominical, fijó los ojos sobre el estandarte y Te adoró a Ti, Jesús Eucaristía. Y nosotros, en estos años, hemos visto en las iglesias de Roma florecer las adoraciones eucarísticas y realizarse lo que profetizó Dios en una de sus cartas, es decir, el triunfo de la Madre de la Eucaristía, el título más querido por Dios Padre, triunfo que nosotros hemos celebrado el 26 de octubre de 2003. Este título continúa siendo conocido en todo el mundo y pronto ocupará el lugar que le corresponde también en la Iglesia. De hecho el mismo Papa Wojtyla, el 13 de junio de 2001, en la vigilia del Corpus Christi, terminó su catequesis diciendo: "María, Madre de la Eucaristía os proteja a todos". Ésta es la prueba de lo que tantas veces nos ha dicho la Virgen: "Yo soy Madre de la Eucaristía y poco a poco todos me conocerán bajo este nombre" (Carta de Dios, 11 febrero 1992).

Querido Jesús, nuestra comunidad se ha dirigido de nuevo a San Pedro hace pocas semanas y hemos recordado aquella lejana e importantísima entrada de la Madre de la Eucaristía en San Pedro, presencia que se está volviendo cada vez más importante. Hemos querido testimoniar también que estamos cerca de Ti y de tu Madre. Ha sido un hermoso día porque nos hemos unido para saludar al Pontífice y para los adultos y los niños presentes ver al Papa ha sido una alegría. Queremos rezar por el Papa Francisco y por el trabajo que está llevando a cabo, para que triunfe completamente la Eucaristía y la verdad incluso en el interior de la Iglesia y entre las filas de la jerarquía eclesiástica. Tú, Jesús, en el día de tu circuncisión, has dado el título más importante a tu Madre, diciendo: "Yo soy Dios, tú eres la Madre de Dios, yo soy el Pan de vida, yo soy el Pan vivo bajado del cielo, yo soy la Eucaristía, tú eres Madre de la Eucaristía". En aquél mismo día, como leemos en el libro de la vida de la Virgen, Dios Padre le habló a su alma diciéndole: "María, mi dulce María, hija predilecta: desde la eternidad has sido escogida y elegida para hacer grandes cosas, algunas dolorosas y otras además incomprensibles a la razón humana. Todo lo que te sucederá no será ni inútil, ni se desperdiciará. De ti tomarán ejemplo todas las criaturas". Estas palabras evocan tantas emociones y no podemos dejar de hacer una comparación con tus dos hijos predilectos que han sido los mayores artífices de Tu triunfo y del de tu Madre. A los ojos de los hombres parecen vencidos, como vencido parecía Jesús en la cruz, pero tú actúas así porque sólo de la cruz florecida con el amor, el sacrificio, los sufrimientos y las oraciones se obtiene la victoria.

Permítenos Jesús ahora que dirijamos una oración a nuestra Madre celeste: María, Madre de la Eucaristía continua llevándonos de la mano como has hecho en estos años y ayúdanos siempre a defender la verdad e intercede por tu Iglesia. Sabemos que amas mucho a esta comunidad que ha crecido contigo. Pero ayúdanos a seguir siempre adelante, de manera que podamos hacer fructificar las enseñanzas que hemos recibido en estos años.


El testamento espiritual de nuestra hermana Marisa

Querido Jesús, en el momento final de esta adoración queremos leer el testamento espiritual de Marisa, tu hija predilecta, a la que tú has amado tanto y que se ha dado a sí misma por Ti y por la Iglesia. Nuestra hermana se ha consumido de amor y por amor de las almas, no ha ahorrado nada por nadie.

Jesús - Tu vocación no es un sacramento, pero sostiene al sacramento (6 de junio de 1997, Carta de Dios).

Marisa con sus oraciones y sufrimientos ha sostenido a nuestro Obispo, a la comunidad y a todos los sacerdotes que han abierto su corazón a la conversión y ha contribuido a llevar innumerables almas a Dios a través de la constante, amorosa y materna guía de la Madre de la Eucaristía.


Roma, 5 de abril 2009 - hora 11:30. Carta de Dios

(Marisa lee su testamento espiritual a toda la comunidad)

Marisa - Queridos hermanos y hermanas, es con gran alegría que de nuevo leo esta carta para los que estaban ausentes el viernes pasado, día del encuentro bíblico. Sé que habéis hecho vuestra la invitación de Nuestra Señora de rezar por mi partida y que habéis escuchado la propuesta del Obispo, de empezar una campaña de oración también por la misma intención. Dios Padre está contento de esta iniciativa, la aprueba y la anima.

Jesús, mi dulce esposo, sabe que deseo ardientemente que pueda llegar junto a él cuanto antes, no solo porque ya estoy al final de mis fuerzas, que la salud ya no responde a las medicinas y que estoy cansada de sufrir, sino porque tampoco tengo ganas de vivir en este mundo sucio y corrupto.

Grito con Pablo: "Deseo morir para estar con Cristo".

Os doy las gracias por las oraciones que estáis haciendo y os suplico que continuéis haciéndolas con mayor insistencia. Éste es un hermoso gesto de amor hacia mi. Si Dios quiere, cuando esté en el Paraíso, os encomendaré a cada uno de vosotros y a vuestros seres queridos. Rezaré también por vuestras intenciones.

No me olvidaré de ninguno, porque habéis estado al lado del Obispo y de mi en los numerosos momentos dolorosos de nuestra misión. Cuando ya no esté, no abandonéis al Obispo, no lo hagáis sufrir y continuad estando a su lado, sobre todo cuando vuele a las alturas estupendas. No será fácil para él, como ha dicho la Madre de la Eucaristía, "entrar en la guarida de los lobos". En aquél momento tendrá más necesidad de vosotros, de vuestra ayuda, de vuestro amor y de vuestras oraciones. No tratéis de destacar, sentíos los últimos, porque los últimos serán los primeros, y vosotros tenéis que ser los primeros. No habléis a la espalda, no discutáis entre vosotros, sino amaos; aprended a amar, después rezad.

Llevo conmigo el rostro de cada uno de vosotros para que, de cualquier modo, podáis estar delante de Dios Papá, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo.

Si Dios me lo permite, vendré a buscaros a vuestras casas para recoger vuestras oraciones y llevaros sus gracias. No lloréis mi muerte, no vale la pena, sino más bien alegraos porque finalmente habré alcanzado la felicidad. Voy a prepararos un lugar en el Paraíso, donde os espero a todos. Termino como me ha enseñado mi mamá: "Os beso a todos tiernamente. Vuestra afectuosísima hermana Marisa"·