Texto de la Adoración Eucarística del 13 enero 2019
16° Aniversario del anuncio del triunfo de la Eucaristía
El 10 de enero del 2002 la Madre de la Eucaristía dio un anuncio inesperado. Durante una aparición reservada al Obispo y a la vidente, les dijo: “Mis queridos hijitos, habéis obtenido vuestra victoria. Tú, Excelencia, has vencido por tu fuerza y el valor de combatir a los que no viven en gracia. Tú, Marisella, has vencido por tu inmolación vivida en el silencio y en el ocultamiento”.
En otra ocasión, durante el mes de enero del mismo año, la madre de la Eucaristía habló de la gran victoria en estos términos: “La victoria es grandiosa y abarca toda la Iglesia. Sabéis que la roca de esta victoria es vuestro Obispo y, quiero añadir, que también vuestra hermana ha pedido sufrir en el silencio y en el ocultamiento. Felicidades al gran Obispo, felicidades a ti, hija mía, felicidades a todos vosotros aquí presentes; la Virgen os da las gracias”. (Carta de Dios del 13 de enero del 2002).
La victoria del Obispo y de la vidente consiste en haber contribuido al “Triunfo de la Eucaristía” ya que, gracias a su inmolación, han impedido que se realizara el plan diabólico–masónico con el cual se quería dejar de lado la Eucaristía, relegándola a un mero culto de conmemoración.
En el documento del Concilio Vaticano II “Presbyterorum Ordinis” está escrito que: “En la santísima Eucaristía está encerrado todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir el mismo Cristo, nuestra Pascua y pan vivo que, mediante su carne vivificada por el Espíritu Santo y vivificante, da la vida a los hombres”. A pesar de que en el Concilio se hable claramente de la Eucaristía como de Cristo vivo en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, el culto eucarístico, sin embargo, en la Iglesia tenía un papel secundario y marginal, pero gracias a las apariciones de la Madre de la Eucaristía y a los milagros eucarísticos, ocurridos en el lugar taumatúrgico, la Iglesia ha restablecido la centralidad de la Eucaristía en su magisterio. Todo esto ha ocurrido por mérito de Dios, que ha intervenido restableciendo lo que estaba en Su voluntad. Como el nacimiento de Jesús ocurrió en el ocultamiento y en presencia de dos sencillas y humildes criaturas, las cuales eran María y José, el triunfo de la Eucaristía ha ocurrido en el silencio y gracias a la contribución de dos almas que han dicho “Sí” a Dios, el Obispo de la Eucaristía y Marisa, la víctima de la Eucaristía. Nuestra comunidad es testigo de todo esto y por eso nos sentimos privilegiados, como lo han sido los pastores en Belén al ver al Niño Jesús.
Estamos aquí delante de Ti, Jesús Eucaristía, y te damos las gracias porque sabemos que Tu Triunfo ha ocurrido, pero a menudo en nuestras parroquias asistimos a tanta falta de respeto hacia ti. Las personas entran en la Iglesia a menudo por costumbre y no te buscan, están distraídas o peor aún, hablan entre ellas creando confusión. A veces sucede que se asiste a adoraciones eucarísticas hechas sin amor y con poco recogimiento y a causa de esto sufrimos, porque percibimos que te dejan de lado. Queremos rogarte para que la Iglesia y en particular los sacerdotes puedan amarte para transmitir a los fieles el amor y el respeto hacia ti y Tu Madre, la Madre de la Eucaristía, aquella que ha sido el primer sagrario viviente. Queremos, oh Jesús, que nuestras Iglesias puedan transformarse en pequeñas “Belén”, para que la gente pueda venir a adorarte con el mismo espíritu que movieron a los Reyes Magos al venir a buscarte. Nosotros hemos sido afortunados porque nuestro Obispo nos ha enseñado el respeto y el recogimiento que tenemos que tener cuando estamos delante de Ti, Jesús Eucaristía. Te rogamos para que podamos ver Tu Triunfo realizarse como ha sido descrito en el prefacio del libro “La Eucaristía Triunfará”: “La Eucaristía entrará con poder en Roma y en el mundo, todos sus hijos la acogerán con fe renovada y vigorosa. María asistió a la entrada triunfal de Cristo en Jerusalén con tristeza, porque sabía que del Hosanna ocurriría el Crucifica. La Madre de la Eucaristía participará con intensa alegría a la entrada de la Eucaristía en Roma, en la Iglesia y en el mundo, porque sabe que finalmente los hombres acogerán a Jesús Eucaristía para que sea renovado interiormente por su poder de amor. La Eucaristía se convertirá en el corazón de la Iglesia”.