Christus vincit, Christus regnat, Christus imperat
El 10 de enero ppdo. la Madre de la Eucaristía dio un anuncio inesperado e imprevisto, capaz de cambiar el curso de la Historia.
Durante una aparición reservada al obispo y a la vidente les dijo: "Mis queridos hijitos, habéis conseguido vuestra victoria. Tu, Excelencia, has vencido por tu fortaleza y tu valentía al combatir a los que no viven en gracia. Tu, Marisella, has vencido por tu inmolación vivida en el silencio y en el ocultamiento".
Marisa vio delante de sí un gran escrito que reproducía en oro las siguientes palabras de Dios: "Mi sacerdote predilecto, mi obispo ordenado por Mi, ha obtenido la victoria".
Nuestra Señora ha añadido: "Muchas personas conocen esta victoria, te estiman y admiran tu valentía". Por último ha agradecido también a la abuela Yolanda por los sufrimientos que ofrece a Dios por el obispo y por la vidente.
Poco después en la aparición para los miembros de la comunidad dijo: "Vuestras oraciones han llevado a la victoria a mi hijo predilecto, a mi obispo, a vuestro obispo"
Durante todo el mes de enero, Nuestra Señora, ha hablado varias veces de la gran victoria: "La victoria es grandiosa y abraza a toda la Iglesia. Vosotros sabéis que la ROCA de esta victoria es vuestro obispo y quiero añadir, que también vuestra hermana, que ha pedido sufrir en silencio y en el ocultamiento. Mis mejores deseos al gran obispo, mis mejores deseos a ti, hija mía, mis mejores deseos a todos vosotros aquí presentes; la Virgen os da las gracias" (carta de Dios del 13 de enero de 2002).
"El obispo tiene miedo de decir que él es la roca de la Iglesia. Es la roca porque ha luchado muchos años, porque ha estado siempre sólo para luchar, para defender la verdad y sobre todo a la Eucaristía. La victoria ha sido obtenida justamente por su valentía y por su fortaleza" (carta de Dios del 17 de enero de 2002).
El día 20 de enero ppdo. El obispo satisfizo el deseo de la Virgen y explicó durante la catequesis dominical, que precede a la aparición, cuál es el exacto significado que se ha de atribuir a la expresión: "Haber obtenido la victoria".
La victoria se ha cumplido a través de dos fases.
Ante todo, se ha impedido que se realizarse el plan diabólico-masónico. Tal plan, llevado adelante durante decenios por los eclesiásticos masones con obstinación y determinación, consistía en la eliminación de la Eucaristía y en la abolición del culto eucarístico.
Por estos enemigos de Dios y de la Iglesia, la Eucaristía no tenía que ser considerada ni actualización y realidad del sacrificio de Cristo en la Cruz, ni presencia real del Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesús, sino sencillamente un recuerdo y una vacía conmemoración de un acontecimiento que dista varios siglos del presente.
Estos secuaces del demonio para llegar a su objetivo habían preparado un plan que tenía que realizarse gradualmente, recorriendo etapas intermedias.
Humanamente hablando, este plan diabólico-masónico tenía todas las garantías de realización, porque sus partidarios ocupaban cargos muy importantes en la Curia Romana, eran obispos de muchas diócesis en Italia y en el extranjero, eran colocados con antelación en importantes despachos a nivel central y periférico de la Iglesia y había numerosos presentes en la diplomacia vaticana.
Tal plan, inicialmente, preveía la abolición de los nueve primeros viernes de mes y de los cinco primeros sábados de mes. Después imponía hacer disminuir, hasta la desaparición, la catequesis y la predicación centrada en la Eucaristía. Sucesivamente ordenaba la desaparición de la adoración, desplazando la Eucaristía del altar mayor a altares o capillas laterales.
Además apoyaba la prohibición de celebrar la santa Misa, en el caso de que estuvieran presentes pocos fieles y sustituía la celebración de la Santa Misa en la Palabra de Dios, como si entre ellas fueran inconciliables.
En los seminarios, las enseñanzas presentaban a la Eucaristía como vacía conmemoración de la muerte de Cristo y en diversas parroquias los catequistas enseñaban a los niños que la Eucaristía "era un pan bendito".
La meta final de este plan diabólico-masónico consistía en eliminar completamente la Eucaristía.
La Madre de la Eucaristía ha dicho que los eclesiásticos afiliados a la masonería querían, además, abolir el III y el VI mandamientos.
Estos desventurados han profanado la Eucaristía celebrando misas negras. Muchas hostias, con los signos de la profanación o sustraídas a la profanación, han sido traídas por Jesús, por Nuestra Señora, por los ángeles y por los santos, al lugar taumatúrgico. Los nuevos Judas, no pudiendo manifestar públicamente su odio contra la Eucaristía, lo han dirigido contra el obispo y la vidente, que han recibido de Dios la misión más grande en la Historia de la Iglesia: hacer conocer, amar y triunfar a Jesús Eucaristía.
De hecho, han organizado complots y atentados para eliminar a Don Claudio y a Marisa, han luchado ferozmente contra las apariciones marianas y contra los milagros eucarísticos ocurridos en el lugar taumatúrgico, han orquestado campañas de calumnias y difamaciones contra el obispo y la vidente, han impedido a las personas que vinieran a orar con nosotros.
Además han podido bloquear servicios televisados y artículos periodísticos que se habían expresado de manera respetuosa sobre los hechos de Via delle Benedettine y han pagado a los periodistas para que difundieran calumnias en lo que se refiere a Don Claudio y Marisa.
La victoria del obispo y de la vidente no consiste solo en haber impedido la realización del plan diabólico-masónico, sino también en haber generado un fuerte impulso, una renovada atención, una ardiente fe y un extraordinario amor en la Iglesia hacia la Eucaristía.
De hecho, hoy los sacerdotes, los obispos y los cardenales hablan cada vez más frecuentemente de la Eucaristía, con respecto al pasado. Hacen catequesis más claras y profundas, por lo que los fieles han comenzado a comprender el punto central, la importancia y la necesidad de la Eucaristía en la vida individual, de la familia, de la comunidad religiosa, de las Iglesias particulares y de la Iglesia Universal.
La participación en la santa Misa de los fieles es cada vez más consciente y convencida, no solo en las fiestas de precepto, sino también en los días feriales. Ha sido intensificada con éxito la adoración eucarística que ve como, cada vez más numerosos, los jóvenes se estrechan alrededor de la Eucaristía.
Han sido restauradas también la vigilas nocturnas eucarísticas. Se han multiplicado los congresos eucarísticos, son cada vez más frecuentes las procesiones eucarísticas y cada vez más seguidos los debates, las mesas redondas, los seminarios sobre la Eucaristía.
En las universidades eclesiásticas, donde estudian los futuros sacerdotes, los profesores imparten lecciones sobre la Eucaristía menos frías y elaboradas, sino más vivas y participativas.
Por último se ha realizado lo que Don Claudio ha definido "La obra maestra de Dios". De hecho, los sacerdotes, los obispos y los cardenales masones han sido obligados, para no ser descubiertos, a alinearse con los defensores de la Eucaristía y a mostrar atención y adhesión hacia la Eucaristía.
Para demostrar que las regañinas de la Madre de la Eucaristía no iban dirigidas a ellos, se han transformado en predicadores, animados de celo y fervor eucarístico.
Aunque no aman a la Eucaristía, han organizado jornadas eucarísticas, han presenciado los congresos eucarísticos, han hablado y escrito con convicción sobre el misterio eucarístico. Para sus homilías y para sus escritos han utilizado los mensajes de la Madre de la Eucaristía y los pensamientos y las reflexiones tomadas de las catequesis del obispo, sin citar nunca la fuente.
Estos eclesiásticos, a los cuales se les adecua muy bien el término de "hipócritas", cuando son entrevistados en la TV asumen comportamientos devotos y píos, con los cuales ciertamente no pueden engañar a Dios, pero inducen a los fieles a estar recogidos.
Don Claudio nos ha confesado que cuando ve estos lobos con vestidos de cordero en las emisiones televisivas, o lee sus homilías en los periódicos, no puede dejar de sonreír complacido, porque solo Dios es capaz de servirse de sus enemigos para hacer difundir el conocimiento y el amor a la Eucaristía.
Todo esto lo dijo Don Claudio en la catequesis del día 20 de enero ppdo. La Madre de la Eucaristía, apareciendo después de la catequesis, dijo: "Mis queridos hijos, lo que ha dicho el obispo es muy importante. Tratad de comprender y poner en práctica cuanto ha dicho".
Finalmente ha iniciado el período más intensamente eucarístico de la Historia de la Iglesia. Oremos a Dios para que los nuevos pastores de la nueva Iglesia compartan, continúen e intensifiquen la acción que deriva del corazón del obispo y de la vidente.
Nuestra Señora nos ha comunicado también que las luchas y los sufrimientos no se han terminado: "Ciertamente el demonio continuará tentando y algún hombre de la Iglesia continuará fustigando, porque el último golpe de Satanás no ha llegado, a menos que vuestras oraciones, adoraciones, ayunos y florilegios puedan llegar a evitarlo" (carta de Dios del 13 de enero de 2002).
Por esto Don Claudio nos ha exhortado a no dormirnos en los laureles, sino a defender la verdad y a proteger a la Eucaristía, también a costa del honor, de la fama, de la salud y, si fuese necesario, de la misma vida.
Estamos dispuestos a luchar y a sufrir una vez más, porque nos sostiene la certeza de que "Christus vincit, Christus regnat, Christus imperat (Cristo vence, Cristo reina, Cristo comanda)".
Queremos concluir este artículo transcribiendo las palabras que la Madre de la Eucaristía nos dirigió el día 7 de febrero de 2002: "La victoria que habéis obtenido es una victoria sobrenatural, pero se volverá también victoria humana, porque por todas partes se oye hablar de la victoria del obispo ordenado por Dios, de la vidente y de vosotros que estáis siempre presentes aquí para orar. No celebréis la victoria haciendo suntuosos banquetes y grandes fiestas profanas. La victoria de Cristo os lleva a alturas estupendas, a alturas vertiginosas y os lleva a gozar de Dios. Todo esto lo debéis a vuestro obispo por la valentía que ha tenido al enfrentarse a todo y a todos y continuar adelante con la misión él solo. Vosotros sabéis muy bien que han venido sacerdotes con la intención de tomar su lugar, pero ya que no lo han conseguido, se han retirado, e incluso, alguno se ha comportado muy mal. Todavía pido ayuda para mis sacerdotes predilectos" (carta de Dios del 7 de febrero de 2002).