"Cristo será glorificado en mi cuerpo"
Durante la celebración de una misa dominical en el lugar taumatúrgico, nuestro obispo nos ha invitado a leer atentamente un fragmento tomado de la carta de Pablo a los Filipenses: "Tengo la seguridad, ahora como siempre, que Cristo será glorificado en mi cuerpo, por mi vida, o por mi muerte. Porque para mi la vida es Cristo y la muerte, una ganancia. Pero si el vivir en la carne, significa para mí trabajo fecundo, no sé que escoger. Me siento apremiado por las dos partes: por una parte, deseo partir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor, pero por otra parte, quedarme en la carne es más necesario para vosotros. Y persuadido de esto, sé que me quedaré y permaneceré con todos vosotros para progreso y gozo de vuestra fe; a fin de que tengáis por mi causa un nuevo motivo de orgullo en Cristo Jesús, cuando yo vuelva a estar entre vosotros" (Fil. 1, 21-26).
El obispo ha evidenciado la fuerza y la intensidad de aquel fragmento, donde la riqueza y la profundidad del pensamiento de Dios se expresan a través del corazón y la mente de Pablo. La afirmación: "Cristo será glorificado en mi cuerpo" es propia de cada persona que vive en gracia de Dios. El obispo nos ha explicado que cuando recibimos la Eucaristía, nuestro cuerpo se vuelve tabernáculo eucarístico y es santo porque es santificado por la presencia y la acción divina, por tanto es un cuerpo que glorifica a Dios. Quien vive y obra en gracia se ha de considerar una obra maestra del artista divino. En esta acción poderosa del Señor se tiene que integrar la acción sacerdotal que tiene una eficacia en cuanto que Dios la ha sedimentado en el sacramento del orden.
Durante el período de nuestra vida terrena no podemos conocer a Dios completamente, tenemos de Él, solamente, una imagen deformada que será sustituida por la real en el momento de nuestra entrada en el Paraíso. Nuestro cuerpo vive un doble momento: éste glorifica a Cristo durante la vida terrena, pero se manifestará en toda su belleza como obra maestra de Dios en el momento de la Resurrección, cuando el alma y el cuerpo estén de nuevo unidos, entonces el amor limitado humano, pero real, estará frente al Amor infinito divino.
Pablo refleja su propia vida y afirma que para él el morir es una ganancia con respecto al vivir, porque solo con la muerte podrá gozar de la visión beatífica de Dios y abandonará la realidad terrena, a menudo dolorosa. Pablo, sin embargo, se encuentra ante una elección dolorosa y angustiosa: él querría unirse definitivamente a Cristo en el Paraíso, pero por su amor de padre y su ansia apostólica de llevar a sus hermanos a Jesús, está dispuesto a escoger el quedarse en la Tierra para continuar la obra de la predicación y de la formación para que sus hermanos puedan tener una ventaja para su crecimiento espiritual. Esta inmolación total debería ser la elección de todo sacerdote.
El obispo, sin embargo, ha evidenciado que todo esto puede ser comprendido sólo si está presente el amor, sin éste puede existir ironía, sarcasmo, rechazo; el mundo huye frente a la realidad misteriosa de la muerte, en cambio para el cristiano, ésta constituye el momento de su máxima aspiración: ser un todo con Cristo. Durante la vida terrena esta realidad es posible, pero en la vida ultraterrena está sublimada y aquella unión con Dios que en la tierra era real, pero débil, se vuelve fuerte en el Paraíso, donde no correremos más el peligro de ser separados del Señor.
Esta carta ha sido escrita por Pablo en una de sus diversos encarcelamientos; él se encuentra en un momento crucial de su vida: está en proceso de ser juzgado y quizás condenado, sin embargo está todavía tan cargado de amor por sus fieles que casi se violenta a sí mismo por creer que no obstante al encarcelamiento, será liberado y continuará su obra de apostolado ("Y persuadido de esto, se que me quedaré y permaneceré con todos vosotros para progreso y gozo de vuestra fe"). Por otra parte, los Filipenses seguidores de Pablo se vanagloriaban de ser sus discípulos y él en esta carta los exhorta a parecerse cada vez más a Cristo, para que esta vanagloria suya pueda aumentar.
El obispo ha subrayado que en todas la cartas de este gran apóstol hay una profunda unión con el Santo Evangelio, esas son las explicaciones y las presentaciones, la Palabra de Dios está expresada a través del amor inspirado por Pablo.