El vínculo que une las apariciones de Lourdes, Fátima y Roma
Estamos en el 2005 y nos encontramos todavía en la condición de tener que defender los dones de Dios: las apariciones y los milagros eucarísticos que han ocurrido en Roma, que son un don de Dios y son los más importantes de la historia de la Iglesia. Las apariciones de la Madre de la Eucaristía durarán hasta la muerte de la vidente Marisa Rossi, después, probablemente, ya no habrá más apariciones marianas en ninguna otra parte de la Tierra. Si miramos a las tres grandes apariciones de nuestro tiempo: Lourdes, Fátima y Roma, podemos notar que hay una conexión y un desarrollo impresionante de la obra y de la acción de Dios.
Con Lourdes (1858) empieza a manifestarse el designio de Dios. La Virgen dice a Bernardette: "Yo soy la Inmaculada Concepción". La Virgen en Roma se ha revelado a Marisa como "Madre de la Eucaristía". "La Inmaculada Concepción abre la historia, la Madre de la Eucaristía cierra la historia" (Roma, carta de Dios del 11 de febrero 1995). Como nos ha explicado Mons. Claudio Gatti, Obispo ordenado por Dios, eso significa que ningún otro título que sea dado a la Virgen en el futuro será más importante que el que le ha dado Jesús en el momento de su circuncisión diciéndole: "Tu eres Madre de la Eucaristía". En el pequeño pueblo francés de Lourdes la exhortación más frecuente es: "Convertíos" es decir acercaos cada vez más a Dios cambiando vuestro modo de pensar a través de la penitencia. Sin penitencia, sin la vida en gracia no se puede llegar a Dios. Bernardette en Lourdes hace un gesto que la Virgen le pedirá también a Marisa: comer la hierba, para hacer comprender que aquél es un lugar santo. La Virgen ha llamado a menudo al lugar taumatúrgico de via delle Benedettine "Mi pequeña Lourdes".
En las apariciones de Fátima de 1917, empieza a manifestarse el designio de Dios en lo referente al triunfo de la Eucaristía. Los tres pastorcillos, que todavía no habían hecho la Comunión, reciben la Eucaristía del ángel. El ángel lleva el pan y el vino consagrados y se inclina en adoración ante Jesús Eucaristía, imitado por los pastorcillos. La Eucaristía empieza a ocupar de nuevo en la Iglesia el puesto dominante que Le espera. En Fátima empieza el plan de Dios para hacer volver al centro del corazón de los fieles a la Eucaristía. Este maravilloso designio del Señor tiene su cumplimiento en Roma, con el anuncio del triunfo de la Eucaristía, dado en la carta de Dios del 10 de enero del 2002: "Mi Obispo, ordenado por Mí, ha obtenido la victoria".
La Virgen ha dicho que las verdaderas apariciones pueden ser reconocidas auténticas si tratan dos temas: la Eucaristía y la Iglesia, es decir el triunfo de la Eucaristía: fe, amor y conocimiento del Santísimo Sacramento y el renacimiento de la Iglesia, su retorno a los orígenes, mediante el cambio de los hombres de la Iglesia. La Madre de la Eucaristía ha dicho muchas veces que no ha sido revelado todavía el tercer secreto de Fátima, pero ni siquiera el primero ni el segundo han sido revelados completamente. De esto destaca que hay un resquebrajamiento en el interno de la Iglesia. Hay dos grupos contrapuestos que se enfrentan por la Eucaristía: cardenales, obispos y sacerdotes que aman la Eucaristía y La defienden y los que, en cambio, son enemigos de Dios y continúan combatiéndola. Esta rotura en el futuro será mucho más evidente. El Obispo de la Eucaristía Mons. Claudio Gatti, que un día conocerá el secreto, piensa que no se ha revelado porque hace referencia a esta lucha en el interior de la Iglesia.
Las tres apariciones y sus protagonistas tienen en común el gran sufrimiento. Marisa, de hecho, continúa sufriendo la pasión cada noche y a menudo también durante el día, para el renacimiento espiritual de la Iglesia. Juan Pablo II en Fulda, Alemania, en noviembre de 1980 proféticamente dijo: "La Iglesia renacerá de la sangre de sus hijos"