La purificación
Desde 1990 la Madre de la Eucaristía ha anunciado que los tiempos de la purificación han empezado: el Señor ha intervenido en el mundo para tratar de convertir al hombre que se ha alejado de Él y que le ha dado la espalda, pretendiendo afirmar estúpidamente la propia autonomía.
Dios continúa velando sobre el hombre, ha enviado a su Madre por todos los rincones de la Tierra para redimirlo y está tratando de zarandearlo: aluviones, terremotos, huracanes y otras muchas desgracias ocurren en el mundo, pero el hombre todavía no se convierte. "Dios espera la conversión de las almas, no quiere destruir nada, pero como dije hace tantos años, la purificación ha empezado y el hombre lo entiende y empieza a convertirse sólo cuando le toca personalmente" (Carta de Dios, 4 octubre 1997).
El Señor no quiere castigar al hombre; con ocasión del terremoto ocurrido en las Marche (región de Italia central) en 1997 Jesús ha revelado: "Este terremoto es un signo: Dios ha salvado muchas, muchas persona. El terremoto era tan fuerte que lo habría destruido todo y hubiera muerto mucha gente, pero una vez más Dios ha tenido piedad. Es verdad, ha habido muchos muertos, pero se han muerto sólo los que podían salvar el alma, de otro modo, ¡cuántos, cuántos habrían muerto sin estar en gracia! Dios no castiga, envía la purificación, desde hace ya muchos años; pero ¿habéis notado algún cambio en el mundo?" (Carta de Dios, 28 septiembre 1997)
La purificación ha empezado desde hace años a causa de las continuas guerras, de los innumerables abortos, de las discordias en las familias, de la falta de paz en la Iglesia y en el mundo; las misas negras continúan siendo celebradas y las hostias consagradas son mancilladas. "Los grandes hombres políticos no se aman y solo quieren poder. Los grandes hombres de la Iglesia no aman a mi Hijo Jesús ni a las almas" (Carta de Dios, 1 julio 1995)
El período de la purificación se está convirtiendo cada vez más duro, porque el hombre se muestra insensible y hostil a las intervenciones de salvación de Dios: "Me hace sufrir el comportamiento de las criaturas que no responden. ¿Por qué no vienen a este lugar declarado taumatúrgico por Dios Padre? Aquí han ocurrido muchos milagros, a cual más grande que el otro, especialmente el último, cuando la Eucaristía ha derramado mucha, mucha sangre. Se trata de mi sangre, mis queridos hijos, la he derramado por los sacerdotes y por las criaturas, pero los sacerdotes, las hermanas y los laicos no responden. ¿Por qué esta cerrazón? ¿No os dais cuenta cuántas desgracias ocurren y cuanta purificación hay en el mundo? Cuanto más avanza será más fuerte. ¿Qué esperáis para comprender la importancia de orar delante de Jesús que ha derramado sangre? ¿Cuando todo salte en pedazos, como dijo mi Madre y vuestra, entonces correréis arrastrando las rodillas por el suelo hasta llegar delante de Jesús sacramentado. ¿Por qué llegar a este extremo?" (Carta de Dios, 3 junio 1998)
Lo que ha ocurrido en el sudeste asiático a partir del 26 de diciembre pasado pertenece a la purificación, en aquella hecatombe han muerto los pequeños, los humildes, los pobres, pero también personas acomodadas del mundo occidental. El Obispo Claudio Gatti ha afirmado que es inútil preguntarse el motivo de todo lo que ha ocurrido, tendríamos, sin embargo, que preguntarnos si podía haber sido evitado.
Los hombres de la Iglesia tienen una grandísima responsabilidad porque no han aceptado a Cristo, ni a sus obras, ni tampoco han hecho su voluntad; si hubiesen escuchado la voz de Dios, muchas catástrofes y tragedias para la humanidad, no habrían ocurrido.