Bilocación: reflexiones y experiencias
"Mi Padre no deja de trabajar y yo también trabajo" (Jn, 5, 17)
Esta afirmación de Jesús conserva inalterada su validez a lo largo de los siglos. Dios actúa libremente en el interior de Su Iglesia y obra cómo y cuándo quiere. Nadie puede imponer límites o prohibiciones a Dios; el solo hecho de pensar en esto significa ofenderLe y pecar gravemente. Dios no tiene que pedir a nadie, ni siquiera a la autoridad eclesiástica, permisos o autorizaciones para realizar sus designios.
Cristo ha instituido los Sacramentos, pero no está ligado a ellos para obtener los efectos sacramentales. Los que afirman que Dios no puede ordenar obispos o consagrar la Eucaristía se oponen a Dios y se convierten en aliados del demonio.
¿Quién es el hombre para pretender imponer reglas a Dios en su continuo obrar?
La autoridad eclesiástica tiene que limitarse a reconocer y aceptar la acción de Dios; cuando no es capaz de hacerlo quiere decir que no está unida a Dios.
Sólo el que está sostenido por la gracia y es guiado por el Espíritu Santo está capacitado para reconocer y acoger anonadado la intervención de Dios, cualquiera que sea.
Dios ha intervenido muchas veces y de maneras diferentes en el lugar taumatúrgico y ha concedido dones y carismas al Obispo Claudio Gatti y a la Vidente Marisa Rossi; uno de éstos es la bilocación.
Dios posee la ubicuidad, es decir que está presente en todas partes, mientras que el hombre puede poseer la bilocación, es decir estar presente, por intervención divina, al mismo tiempo en dos lugares, incluso muy distantes entre sí. La bilocación es consciente o subconsciente.
El que tiene el don de la bilocación consciente es conocedor de lo que hace en los dos lugares, incluso en estados diversos: descansa donde vive y actúa donde está en bilocación. La bilocación consciente está siempre ligada al don de la videncia. Los videntes son personas que ven, escuchan, tocan, es decir tienen contactos físicos, sensibles, certificados por los sentidos, con Jesús, la Virgen y otras personas del mundo sobrenatural. El que tiene el don de la bilocación consciente es siempre vidente, pero no todos los videntes experimentan la bilocación.
Sin embargo el que tiene el don de la bilocación subconsciente no se da cuenta de lo que Dios le hace hacer, pero llega a saberlo o por medio de locuciones interiores o por personas que tienen el don de la bilocación consciente.
Con este propósito, el Obispo ha contado dos episodios significativos que se refieren a él.
El primero ocurrió hace varios años en un santuario del extranjero. Había terminado de decir la acción de gracias después de haber celebrado la S. Misa y se estaba preparando para salir, junto a Marisa, cuando se le acercó una señora que se dirigió a él, demostrando que lo conocía bien, y empezó diciendo: "Que gusto volverlo a ver, Don Claudio, tengo que agradecerle una vez más por los consejos que me dio el año pasado, cuando lo encontré en este santuario". El Obispo trató de hacer comprender a la señora que ciertamente lo estaba confundiendo con otro sacerdote, porque era la primera vez que había ido a aquel santuario. Cuanto más se esforzaba Don Claudio en repetirle que no se habían visto nunca, más insistía la señora en afirmar lo contrario. La engorrosa situación se terminó cuando Marisa le susurró al oído: "Dios te mandó en bilocación el año pasado a este santuario para aconsejar a esta señora y a otras personas necesitadas de ayuda". A aquel punto no le quedó otro remedio al Obispo que saludar con una gran sonrisa a la señora y pedir excusas por haberse olvidado que la había visto.
El segundo episodio ocurrió en Roma. El Obispo y la Vidente acababan de salir de una tienda de artículos religiosos, cuando fueron rodeados por un grupo de hermanas que con la sonrisa estampada en el rostro, recordaban la belleza y la profundidad de los ejercicios espirituales que había predicado el entonces sacerdote Claudio Gatti a bastantes hermanas, pertenecientes a diversas instituciones. Nuevo estupor por parte del Obispo que, sin embargo, a diferencia de la vez anterior, interrogó enseguida con la mirada a Marisa que estaba a su lado y al gesto afirmativo de esta última se limitó a decir que estaba feliz de haberlas encontrado y que llevaran sus saludos a las demás hermanas.
Sabemos que numerosas veces el Obispo ha ido en bilocación subconsciente a realizar actividades y misiones que Dios le confiaba.
Dios ha mandado a Marisa en bilocación a ver a diversos eclesiásticos de Roma y de fuera de Roma. A los buenos y honestos ha dirigido palabras de aprecio y de ánimo, a los deshonestos y endurecidos pecadores, reprensiones e invitaciones a la conversión. Algunos de éstos últimos han reaccionado de manera violenta y vulgar. A veces Dios ha permitido al Obispo Claudio que escuchara y grabara lo que Marisa decía a los eclesiásticos, ante los que había ido en bilocación. De hecho, Marisa, presente en su habitación de manera ordinaria, repetía simultáneamente en voz alta lo que decía en bilocación a alguno. El que tiene el don de la bilocación puede también no ser visto por las personas a las que ha mandado Dios a realizar misiones. Esto ocurre por motivos de reserva, de prudencia y de seguridad; por el momento no podemos añadir nada más.
Dios ha mandado a Marisa en bilocación a ver a los últimos Papas. De hecho ha ido al Palacio Apostólico, vista sólo por los interesados y no por los colaboradores, para encontrarse con Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II, a los que ha comunicado los mensajes que Dios le había confiado; por el momento no podemos decir los contenidos de las conversaciones que ha tenido con estos Papas, pero el Obispo nos ha asegurado que en el momento oportuno serán conocidas y difundidas.
Marisa, junto a la Virgen y a S. José, ha acompañado también y protegido a Pablo VI y Juan Pablo II durante sus viajes apostólicos. La Madre de la Eucaristía ha revelado que la Vidente en Manila impidió que la puñalada, inferida a Pablo VI por un desequilibrado, le pudiera provocar una herida peligrosa. Por otra parte, también en S. Pedro bajó el arma de Alí Agca, de manera que desvió la trayectoria de la bala e impidió que se dirigiese al corazón de Juan Pablo II.
Por otro lado ha asistido, sin ser vista por sus colaboradores, a Juan Pablo II en los últimos días de vida. Sólo el Papa la ha visto y ha hablado con ella con el pensamiento. Marisa sabe perfectamente lo que ha pensado y qué ha intentado pronunciar Juan Pablo II. Ha repetido muchas veces mientras le apretaba débilmente la mano: "Reza y sufre por la Iglesia. La Iglesia renacerá de la sangre de sus hijos, y de manera particular de la tuya y de la del Obispo ordenado por Dios que siempre me han impedido ver". Marisa ha acompañado a Juan Pablo II a la Casa del Padre junto a la Virgen.
Marisa, siempre en bilocación, ha estado varias veces al lado de miembros de la comunidad. Esto ha ocurrido cuando ha ido a ayudarlos mientras estaban sufriendo delicadas intervenciones quirúrgicas o tenían que afrontar un parto que se presentaba arriesgado. Por otra parte ha estado al lado de muchas personas en el momento de la muerte; en estos casos se limitaba a orar junto a la Virgen, para que la persona pudiese morir serenamente.
Dios dispone de las personas que tienen la bilocación de manera libre y soberana, y les hace hacer misiones de altísimo valor y de grandísima importancia en la Iglesia.
El Obispo y la Vidente han estado en bilocación en muchas naciones, sobre todo en aquellas devastadas por la guerra y duramente probadas por el hambre, por la sed y la falta de medicinas.
Tanto el uno como la otra han cumplido los cometidos confiados. Monseñor Claudio ha bautizado a niños y adultos, bendecido matrimonios, ha hecho Confirmaciones, escuchado las confesiones, celebrado la S. Misa y distribuido la Eucaristía a personas que no tenían la asistencia de sacerdotes. Marisa ha asistido a los moribundos, dado de comer a los niños, consolado a las madres y curado a los heridos.
Algunas veces Dios ha concedido al Obispo y a la Vidente estar en el río Jordán, en cuyas riberas los esperaban Jesús, la Virgen, S. José y la abuela Yolanda. Jesús pescaba los peces del río con las manos y se los entregaba a la Virgen y a la abuela Yolanda para que los cocinasen sobre un improvisado brasero.
El dulce Maestro desplazaba ágilmente dos grande piedras, les quitaba la aspereza y los convertía en cómodos asientos.
En fin, abrazando al Obispo, se alejaba para dialogar con él, a un lugar apartado.
También Marisa aprovechaba el tiempo necesario para la cocción del pescado para hablar con los huéspedes celestes y sobre todo para cantar con ellos. Las voces se fusionaban de manera maravillosa. Cuando los pescados estaban cocidos, la Virgen llamaba a Jesús y a Claudio, para que vinieran. Antes de comer, Jesús bendecía el alimento y los presentes cantaban himnos y salmos.
Atendiendo a un vehemente deseo de Marisella, Jesús ha permitido a los pequeños sobrinitos: Jacobo, Samuel, Emmanuel, Sara y Mariasole que estuviesen presentes alguna vez en el Jordán en bilocación subconsciente. Los pequeños primero jugaban, tirando piedras en el río, y después en el momento de la oración, oraban con las manos juntas o alargadas y la mirada dirigida hacia lo alto.
Frecuentemente todos se han desplazado del Jordán a otros lugares de Tierra Santa, ligados a la memoria de la vida privada y pública de Jesús. Uno de los lugares más visitados ha sido el Huerto de los Olivos.
El Obispo y la Vidente aman de manera particular el Getsemaní, donde Jesús se inflingió a sí mismo la gran prueba de no sentirse amado por el Padre, padeció la experiencia de la soledad, fue traicionado por Judas, hecho prisionero por los enemigos y abandonado por los apóstoles. Monseñor Claudio y Marisa continúan viviendo las mismas dolorosas experiencias, a la espera de que la situación cambie por intervención de Dios.
La Vidente Marisa tiene el don de la bilocación consciente y el Obispo Claudio tiene el de la bilocación subconsciente.
Dios Papá ha dicho que el Obispo empezará a darse cuenta, a ver y sentir lo que hace en bilocación, a la muerte de Marisa, cuando la Vidente levantará el vuelo hacia el Paraíso, acompañada por la Virgen, S. José, por la Abuela Yolanda, por otros santos y por los ángeles.
También el Obispo Claudio se unirá a este cortejo celeste y acompañará a su hermana al Paraíso, donde verá y sentirá lo que Dios querrá.
Después de haber gozado de la experiencia del Paraíso, el Obispo besará a Marisa y volverá a la Tierra para completar la última misión que Dios le ha confiado: hacer renacer la Iglesia.
Para el renacimiento de la Iglesia, Monseñor Claudio Gatti necesitará colaboradores honestos, llenos de amor por Dios y por las almas, dispuestos al sacrificio, despegados del dinero y no amantes del poder. Dios desde hace tiempo ha indicado al Obispo los nombres de los cardenales y de los obispos que estarán a su lado en la gran misión. Por otra parte ha comunicado los nombres de algunos sacerdotes italianos y extranjeros a los que el Obispo ordenado por Dios conferirá la ordenación episcopal.
El 28 de mayo del 2007 Dios Papá, durante una teofanía reservada a Monseñor Claudio y a Marisa, ha anunciado que en la Iglesia había ocurrido un gran evento del que hablará la Historia.
Éste es el anuncio: "Excelencia, hijo mío, en bilocación has ordenado a 51 obispos y 77 sacerdotes. Estas ordenaciones han ocurrido en todos los continentes. La Madre de la Eucaristía te contará los particulares de las ordenaciones".
El 31 de mayo siguiente la Madre de la Eucaristía ha hablado de estas ordenaciones episcopales y sacerdotales a los que estaban presentes en la aparición: "Hoy he ido a ver obispos y sacerdotes que tu, Excelencia, has ordenado en bilocación; son muchos. Estaban todos contentos, radiantes y luminosos. Cantaban, daban gloria a Dios y oraban por ti. Cuando llegue el momento, los volverás a ver y te darás cuenta de la cosa tan hermosa y grande que has hecho".
Antes de que la Virgen hablase públicamente de estas ordenaciones episcopales y sacerdotales, el Obispo ordenado por Dios no lo había comentado con nadie, pero después del público anuncio de la Madre de la Eucaristía nos ha contado algunos detalles de este gran evento, único en la Iglesia y ocurrido por intervención divina.
El Obispo nos ha comunicado que han sido ordenados:
- en Brasil 4 obispos y 6 sacerdotes;
- en Argentina 5 obispos y 11 sacerdotes;
- en el resto de América Latina 5 obispos y 11 sacerdotes;
- en la República Democrática del Congo 3 obispos y 5 sacerdotes;
- en África Central 4 obispos y 5 sacerdotes;
- en otras naciones de las que no nos ha dicho el nombre 1 obispo y 1 ó más sacerdotes.
Nos ha especificado que en Italia no ha ordenado a ningún obispo ni a ningún sacerdote.
Monseñor Claudio Gatti no sabe si a éstas seguirán otras ordenaciones episcopales o sacerdotales, hechas en bilocación.
Todas las celebraciones de estas numerosas ordenaciones sagrados han ocurrido en la presencia de la población local, que han rodeado con afecto al Obispo ordenado por Dios y a los pastores sobre los cuales ha impuesto las manos.
Los obispos y los sacerdotes ordenados conocen muy bien quién es Monseñor Claudio Gatti, y cuáles son las misiones que en nombre de Dios ha llevado a cabo y está llevando en el interior de la Iglesia.
Están dispuestos a presentarse, cuando los convoque en Roma.
Mientras tanto desarrollan el ministerio en las poblaciones que les han sido confiadas, teniendo presentes las enseñanzas y los consejos que el Obispo ordenado por Dios les ha impartido. Podemos concluir diciendo que entre Monseñor Claudio Gatti y los obispos y sacerdotes que ha ordenado en bilocación se ha instaurado la misma afectuosa y respetuosa relación que ha caracterizado aquel que ha mediado entre Pablo y Timoteo y Tito.
En la voz de nuestro Obispo notamos siempre un punto de conmoción cuando nos encomienda: "Orad por mis obispos y por mis sacerdotes"
Estos obispos y sacerdotes son las primicias de los pastores que en el futuro guiarán la Santa Iglesia y representan la realización de la promesa de Dios: "Os daré pastores según mi corazón, que os apacentarán con inteligencia y sabiduría" (Jer. 3, 15)
Han habido muchas otras ocasiones en las que el Obispo y la Vidente han actuado en bilocación, pero nosotros, por el momento no podemos relatarlas todas. Nuestro trabajo será dar a conocer y completar este escrito, para que los hombres puedan tener la certeza de que Dios Papá está mucho más cercano de ellos de lo que enseñan los pastores de la Iglesia.
Lo que hemos escrito lo hemos sacado de las catequesis y de las confidencias del Obispo Caludio Gatti y de la Vidente Marisa Rossi que han sido autorizados por Dios para quitar el velo sobre un mundo desconocido para los hombres.
Roma, 29 junio 2007
Fiesta de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, patrones de la diócesis de Roma.
Celebración del VIII aniversario de la ordenación episcopal de nuestro Obispo, hecha directamente por Dios.
A cargo del Comité Cultural del "Movimento Impegno e Testimonianza - Madre dell'Eucaristia"