Un momento de Paraíso...
El 29 de junio de 2011, expusimos sobre el altar de la Basílica de la Madre de la Eucaristía las hostias de algunos Milagros Eucarísticos ocurridos en el lugar taumatúrgico, donde se conservan.
Cuando el Señor concede dones no se acaban con quiénes los reciben, sino que tienen efectos benéficos también sobre los que los saben acoger con humildad y benevolencia. Tales dones no tienen efecto sólo en el momento inmediatamente después de su realización, sino que se propagan en el tiempo. Pensemos en los grandes milagros que Jesucristo ha realizado durante su vida pública y que, después de dos mil años, todavía aportan beneficios a la comunidad cristiana y son ocasión de conversión.
Nuestra comunidad, única bajo este punto de vista, ha recibido numerosos dones de Dios. En primer lugar ha sido partícipe de las apariciones de la Madre de la Eucaristía, por medio de nuestra querida hermana Marisa: almas alejadas de Dios se han convertido, fieles que vivían la oración y la santa Misa de manera indiferente, han aprendido a saborear su belleza con recogimiento y silencio interior; muchos fieles han encontrado el camino del Señor, en Italia y en el resto del mundo, aprendiendo a amar a la Iglesia y a la Eucaristía hasta la muerte, luchando contra todo y contra todos.
Hemos sido testigos de numerosos milagros eucarísticos, algunos de los cuales con efusión de sangre. Cristo se ha ofrecido una vez más a sí mismo dándonos su cuerpo en las especies eucarísticas, imprimiendo así un carácter único a nuestra pequeña comunidad. Cristo ha redimido al mundo a través de la pasión, muerte y resurrección, misterio que se realiza y actualiza en cada santa Misa que es celebrada a cada hora en todas las partes del mundo, misterio que tiene la misma eficacia del primer sacrifico ocurrido hace ya dos mil años.
El primer milagro eucarístico ocurrió el 14 de septiembre de 1995, durante la procesión realizada con ocasión de la fiesta de la Exaltación de la Cruz, a éste le han seguido otros 190 de los cuales 12 con efusión de sangre.
Don Claudio y Marisa nos han enseñado a vivir y a apreciar estos milagros con el debido respeto, no como dones reservados exclusivamente a nuestra comunidad, sino como ofrenda que el Señor ha hecho al mundo entero porque la acción del Señor no tiene límites ni de espacio ni de tiempo. El Señor consigue siempre sorprendernos y asombrarnos con su infinito amor. En los locales de nuestro Movimiento conservamos en un lugar adecuado algunos de los milagros eucarísticos que el Señor ha realizado en el lugar taumatúrgico. Estos son, por orden de tiempo:
1. 18 Febrero 1996
2. 22 Marzo 1998
3. 17 Mayo 1998 (1er sangrado) y 6 Junio 1999 (2° sangrado)
4. 11 Noviembre 1999 (1er sangrado) e 18 Mayo 2000 (2° sangrado)
5. 16 Mayo 2000 (1er sangrado), 6 Abril 2002 (2° sangrado) y 30 Diciembre 2003 (3er sangrado)
6. 15 Enero 2004
Los miembros de la comunidad conocen muy bien la hostia que sangró el 22 de marzo de 1998, porque el Obispo, cada tercer domingo del mes, después de la S. Misa, había dispuesto la bendición de los enfermos con esta hostia traída por Jesús. Los fieles conocen perfectamente bien la hostia que ha sangrado por dos veces: el 17 de Mayo de 1998 y el 6 de Junio de 1999 porque la hostia está colocada en un ostensorio de alabastro que se entroniza sobre un soporte y es llevado solemnemente en procesión cuando son las fiestas de Jesús, de la Virgen y en las fiestas particulares de nuestra comunidad.
Ya que está bien refrescar cada tanto la memoria de la visión, además de la mental, hemos pensado en organizar una jornada enteramente dedicada a estos milagros eucarísticos en los que todos pudiesen admirar, disfrutar y adorar el cuerpo de Cristo en su presencia real en cuerpo, sangre, alma y divinidad en la Eucaristía.
Nuestra comunidad, el día 29 de Junio ppdo. Vivió, por tanto, un momento de Paraíso. Gozar del Paraíso y gozar de la visión beatífica de Dios, es saborear el amor infinito de Dios y nosotros, los del Movimiento Impegno e Testimonianza Madre dell'Eucaristia, hemos gozado una vez más, desde un punto de vista terrenal, de este amor infinito.
Toda la comunidad se ha regocijado con el anuncio de esta jornada pregustando el esplendor de un momento espiritual que encerrase amor y sacrificio, alegría y sufrimiento, pasión, muerte y resurrección. Los organizadores han pensado en disponer todas las hostias sobre el altar en la basílica, posicionándolas sobre pedestales de madera creados a propósito; algunos miembros de la comunidad han embellecido el altar con el mantel más hermoso y adornado los pedestales con centros armoniosamente bordados. El conjunto se ha completado con adornos florales, con la exposición de las banderas de algunas naciones del mundo, con la bandera con el escudo Papal y aquella en la que están retratados Marisa y Don Claudio con ocasión de su investidura episcopal.
A continuación detallamos el desarrollo de los hechos acaecidos el 29 de junio ppdo.
10.00 h - Lauda Jerusalem Dominum
La basílica se ha abierto completamente para mitigar parte del fuerte calor, típico del verano; los amigos de la comunidad no se han acobardado por las condiciones atmosféricas porque todos querían agruparse en torno a Cristo sacramentado y pedir las gracias que cada uno necesitaba.
"Dejad que los niños venga a mí"
Para la función hemos involucrado también a los niños, Samuel, Emmanuel, Sara y Mariasole que, con mucha alegría, han querido participar vistiendo la camisola blanca típica de los ministros extraordinarios de la Eucaristía, para llevar los cirios que acompañaban a Cristo a la Basílica.
"La entrada triunfal de Cristo en Jerusalén"
Seis de los ministros extraordinarios de la Eucaristía, nombrados por el Obispo en junio del 2000, por turno y respetando el orden temporal en que han ocurrido los milagros, han llevado en procesión a Cristo desde la capillita hasta el altar de la Basílica; los niños, han sujetado los cirios con amor y concentración. Cada ministro extraordinario de la Eucaristía, lentamente y en oración, ha acompañado a Cristo a la Basílica, pasando por el corredor central mientras todos los fieles estaban recogidos y de rodillas; al llegar al pie del altar, los ministros han mostrado, sosteniéndola en el aire, la hostia a todos los fieles y han entronizado la Eucaristía en el respectivo pedestal presente sobre el altar. Cada pequeña procesión eucarística que se ha realizado por el jardín, ha sido acompañada por música y por la narración de cómo ha ocurrido cada uno de los milagros. Una vez entronizados todos los milagros eucarísticos, han sido elevadas al Señor oraciones y cantos en señal de agradecimiento y fe por los dones que el Señor nos ha hecho durante tantos años. Al final de la adoración eucarística, que ha sido caracterizada por momentos de profundo silencio, para permitir que cada uno de nosotros tuviéramos un coloquio íntimo con Cristo, todas las hostias han sido mostradas a los fieles de la comunidad pasando lentamente por el corredor central de la Basílica y a continuación llevadas al lugar de procedencia.
Las emociones que se han desencadenado en esta jornada han sido fuertes e intensas. Cada milagro eucarístico que era llevado en procesión era Cristo que, una vez más, pasaba entre nosotros, cada ostensorio que era sostenido era Cristo que nos tomaba de la mano y nos decía: "Ánimo", cada hostia que era entronizada era Cristo que triunfaba en la Iglesia y en el mundo. Cada uno de nosotros ha sentido sensaciones extraordinarias y ha vuelto a casa con el corazón lleno de amor. Seguramente también Don Claudio y Marisa, como la Virgen, San José y la abuela Yolanda, habrán participado en este triunfo eucarístico preparado con amor y entrega.
Una vez más hemos de dar gracias a Dios porque hemos podido gozar en la Tierra de un momento de Paraíso.