El Obispo del Evangelio, el Obispo de la Eucaristia... el Obispo de los jovenes
Nosotros, jóvenes del "Movimento Impegno e Testimonianza - Madre dell'Eucaristia", con ocasión del 38° aniversario de la ordenación sacerdotal del obispo Mons. Claudio Gatti, hicimos a él un pequeño don, fruto del amor y del vínculo que nos une a nuestro padre espiritual.
En el Evangelio de Lucas está escrito: "No hay árbol bueno que de frutos males, ni árbol malo que de frutos buenos. Cada árbol se reconoce por sus frutos" (Lc. 6, 43-44). Gracias, obispo ordenado por Dios, por habernos llevado al árbol del amor que es Jesús Eucaristía y gracias por habernos hecho conocer y amar la raíz de este árbol, que es la Madre de la Eucaristía. Sus potentes rama nos han ofrecido refugio en las dificultades de la vida. En la nuestra han brotado frutos maravillosos, porque tu, nuestro amado sacerdote, nos has llevado por el camino de la Eucaristía donde hemos encontrado a María Madre de la Eucaristía, que nos ha conducido de la mano hacia la vida de la gracia. Donde hay desánimo nos das la esperanza, donde hay tristeza, la sonrisa, donde hay error la ayuda y guía segura; donde estamos nosotros, estás tú también, en los momentos en los que nuestro vuelo hacia Cristo se hace más fatigoso, tu, nuestro querido obispo, estás allí para empujarnos hacia adelante y con la fuerza de tu inmenso amor reemprendemos el vuelo juntos al contacto de las alas.
Miramos tus ojos y los vemos puros como diamantes, escuchamos tus palabras y nos iluminan el camino, seguimos tus pasos seguros y no encontramos obstáculos, estamos a tu lado y vemos gestos de amor. Nos hablas de Cristo, indicándolo como Maestro, nos dices que es a Él a quién debemos seguir. Un Maestro de amor, esto nos ha lado la gracia de Dios.
Tu has sido plasmado por Dios, como arcilla en sus manos, abandonándote completamente a Él, a tu Todo, tanto es así que en cada palabra tuya y en cada gesto tuyo resplandece el rostro de Jesús, dulce maestro, que obra por medio tuyo.
En la debilidad y la fragilidad humana se esconden la grandeza y la omnipotencia de Dios, en los ojos limpios de un sencillo y humilde obispo se esconde el amor infinito de Dios; gracias Don Claudio porque con tu ejemplo hemos comprendido qué es el amor y que quiere decir ser verdaderos cristianos, gracias por habernos dado una nueva vida.
Gracias por habernos ayudado a formar familias cristianos, cuyos fundamentos se apoyan en el amor eucarístico, la sinceridad, la sencillez y la generosidad. Tus enseñanzas estarán siempre presente como recuerdo de transmisión de padre a hijo.
Gracias a ti, ahora comprendemos que en el pan eucarístico está presente Jesús, verdadero hombre, que se abandona en las manos del sacerdote volviéndose "prisionero" de la humanidad así como se entregó al pueblo de Israel para ser crucificado, y verdadero Dios, que es fuente de gracia, de fuerza y de amor, consecuencia de su resurrección. Este es el misterio que se cumple y se renueva en cada celebración eucarística, centro y cumbre de la verdadera evangelización de la Iglesia. Y cuyo conocimiento y aceptación por parte del hombre son el corazón de la misión que Dios te ha confiando. Tu misión será rayo de luz que iluminará y guiará la nueva Iglesia en el auténtico Espíritu de Cristo.
Felicitaciones también a ti Marisa que completas, como víctima, el sacerdocio del obispo y que te inmolas por la conversión de las almas.
Con amor, tus jóvenes