Carta di Dios
Roma, 17 diciembre 2006 - h. 10:30 a.m.
Nuestra Señora - Sea alabado Jesucristo, mis queridos hijos.
Hoy es el tercer domingo de Adviento, que puede definirse como el domingo de la alegría, del amor hacia todos. Cuatro personas no tienen alegría, sino sufrimiento; pero también quien sufre tiene que vivir en la alegría. Por esto os digo: sumergíos en la alegría, sed sonrientes, porque el dolor y el sufrimiento no pasan sin la alegría, que tiene que estar siempre presente en vuestros corazones. Las personas que están a vuestro lado tienen que ver que estáis alegres. Este pequeño cenáculo, muy apegado al lugar taumatúrgico, tiene que vivir con alegría; mientras estéis en la Tierra, siempre habrá penas, sufrimientos y choques con las personas. Yo, vuestra Madre, ¿qué puedo deciros? Vivid con alegría y seréis felices. Esto lo digo especialmente por Pablo, el gran Pablo, que viene a este lugar taumatúrgico. Cantad cantos de alegría y de amor, para los que están en el hospital, para los que tienen que trabajar, para los que están enfermos en casa; vosotros manifestad alegría siempre. La alegría os lleva directamente a mi Hijo Jesús, a la Madre de la Eucaristía y a todos los ángeles y Santos. Gracias.
Junto a mi santo Obispo y vuestro os bendigo, a vuestros seres queridos, vuestros objetos sagrados. Os traigo a todos junto a mi corazón y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.
Marisa - Se han ido cantando, estaban alegres.