Eucharist Miracle Eucharist Miracles

La Sagrada Familia

Carta di Dios, 28 de diciembre de 2003

Roma, 28 de diciembre de 2003 - h. 10:30 a.m. (Carta de Dios)

Sagrada Familia

Nuestra Señora - Sea alabado Jesucristo, mis queridos hijos.

Como bien sabéis, hoy es la fiesta de la Sagrada Familia, es la fiesta de vuestra familia y de todas las familias del mundo; diciendo familia quiero decir también la comunidad y los institutos religiosos. Formar parte de una familia significa amar a sus miembros, incluso en el sufrimiento y en la tribulación, significa amar a los que os hacen sufrir, a los que abusan de vuestra bondad y perdonar, sobre todo perdonar.

José, María y Jesús Niño vivían tranquilos y serenos porque amaban, oraban y hacían el bien a las personas vecinas o a los jóvenes que estaban con Jesús. Éstos venían a orar y pedían a Jesús que les explicase la Palabra de Dios. Jesús hablaba y gozaba de cuanto decía a estos jóvenes que no conocían nada y que después se convertían. Vosotros sois más afortunados que todos. Cuantas hermosas palabras ha dicho vuestro obispo, explicándoos el S. Evangelio y las cartas de S. Pablo. Bastaría una sola de sus explicaciones para llegar a la conversión. Algunos dicen que la conversión es difícil. No, para convertirse es suficiente hacer la voluntad de Dios. Vosotros no habéis encontrado grandes sufrimientos, el dolor verdadero es el que ha sufrido Jesús en la cruz y que han sufrido algunos santos que han tenido los estigmas de Jesús. No os enfadéis por tonterías y orad el uno por el otro.

Marisa - Virgencita, deseo encomendarte a algunos niños enfermos que tienen necesidad de tu ayuda y a todas las personas que están en los hospitales y que en estos días de fiesta están solos.

No tienen parientes, no tienen a nadie, pero si quieres, tu puedes hacerles compañía.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, imitad a la Sagrada Familia y ayudaros mutuamente el uno al otro; orad el uno por el otro, amaos como mi Hijo Jesús ha amado, desde el nacimiento y hasta la muerte en cruz, a todos los hombres de la Tierra.

Gracias por vuestra presencia. Junto a mi Obispo y vuestro os bendigo, a vuestros seres queridos, vuestros hijitos y nietos; bendigo vuestros objetos sagrados. Os traigo a todos junto a mi corazón y os cubro con mi manto materno.

Marisa - ¡Mamá, mamá, cada vez estás más hermosa!. Que alegría verte con los dos nietecitos al lado. Virgencita, ¿no habla la mamá?

Nuestra Señora - Hoy Dios no le ha dado permiso, pero hablará, no te preocupes. Mira la alegría de tu madre, que ha vivido con serenidad, con bondad y con generosidad.

Marisa - Adiós, mamá, te mando un beso, después, cuando Dios te diga que hables, hablarás, como has hecho la noche de Navidad y por la fiesta de la Inmaculada. Adiós.

Nuestra Señora - Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Marisa - Adiós. Adiós, amor, adiós cariño.

Se ha ido. Estaba también mamá, pero no ha hablado.

Obispo - Hablará otro día.