Las llamadas de Dios Padre en defensa del Obispo
Esta es la verdad sobre el último golpe de satanás
Roma, 15 de diciembre de 2002 - h. 10:30 a.m.
Carta de Dios
Marisa - Querría hacerte muchas preguntas, pero me resulta difícil. Te encomiendo muchas personas enfermas, pero tu que lo sabes todo y conoces los pensamientos de los hombres, sabes quién me pide oraciones. Alguno te pide tener la moral alta y estar alegre, incluso cuando el sufrimiento es muy fuerte. Todos te pedimos que pasemos una Navidad de espiritualidad y armonía en familia y con los amigos; es muy importante.
Nuestra Señora - Sí, Marisella, es muy importante pasar la Santa Navidad en armonía, con la familia, con los parientes, con los amigos; pasar la Santa Navidad orando y también comiendo, porque yo también sé el proverbio: el saco vacío no se sostiene de pie.
Pero pensad, sobre todo, en estar unidos al Niño Jesús. Hoy empezáis la novena de preparación a la Santa Navidad y empezáis a confeccionar el famoso ajuar al Niño Jesús.
No penséis solamente en los regalos y en los adornos. ¿Queréis hacer un regalito? Hacedlo, pero tiene que salir del corazón y si de la otra parte no es aceptado, no os importe. Este es otro proverbio: ojos que no ven corazón que no siente.
Marisa - ¿Tienes ganas de bromear esta mañana?
Nuestra Señora - Sí, tengo ganas de bromear y me gustaría bromear siempre así, pero como bien sabes, Marisella, y como sabéis perfectamente todos vosotros, la guerra continúa y la maldades de los hombres se vuelven cada vez más graves.
Cuando alguno tiene un sufrimiento tiene que tratar de vencerlo y de no hacerlo recaer sobre los otros, es necesario aceptarlo todo y soportarlo todo. Pueden salir las lágrimas, pueden venir momentos de desaliento, pero tienen que ser solo momentos.
Para prepararse a la venida del Niño Jesús es suficiente orar y hacer pequeños sacrificios y florilegios.
El Niño Jesús viene para todos, acompañado por los niños salvados, por los angelitos y por todas estas personas que ahora están a mi lado, por todo el Paraíso.
Marisa - ¿Dónde vas? ¿Te vas? ¡Hablabas tan dulce y ahora te has ido!
Dios Padre - Yo Soy Dios y he venido para deciros pocas, poquísimas palabras. Mi amor por este lugar taumatúrgico es grande.
El que ha mandado la carta reduciendo al estado laical al mas grande obispo de todo el mundo, tendría que ser excomulgado.
Recordad que para reducir al estado laical a un sacerdote es necesario hacer los siguientes graves delitos: volverse apóstata, herético, cismático; profanar la Eucaristía; usar la violencia física contra el Papa; cometer determinados graves pecados contra el VI mandamiento.
Vuestro obispo no ha hecho nunca nada de todo esto
Yo, Dios, de nuevo una vez más declaro que Don Claudio es obispo con todos los poderes y ningún hombre de la tierra, ninguno, desde el Papa para abajo, puede quitarle su episcopado.
Naturalmente se requiere fuerza y valentía, es necesaria vuestra ayuda, vuestra oración.
Cuando tengáis un pequeño sufrimiento o aunque sea grande, pensad un poquito en lo que está sufriendo vuestro obispo. Cuando alguno os dice: "Don Claudio ha sido reducido al estado laical", sabed responder, sabed decir cuáles son los motivos para la reducción al estado laical y después marchad sin hacer otros comentarios.
Yo soy Dios y no hay otro Dios fuera de Mí; Yo he creado el cielo y la tierra; Yo he creado al hombre; Yo puedo hacer lo que quiera, pero veo que los hombres de la Iglesia se aprovechan de Mi Bondad y hacen lo que quieren. Sí, es verdad, tratan de obtener el mayor poder posible, se divierten yendo con mujeres, hacen lo que les gusta, y tienen el valor de reunirse para hablar mal de mi obispo, del obispo que yo he ordenado.
Es hora de terminar. Sed fuertes, sed fuertes como los apóstoles, luchad y no os aflijáis.
Os repido: cuando alguno os dice: "No vayáis a Via delle Benedettine porque aquel sacerdote ha sido reducido al estado laical", responded: "No, no es verdad, tu estás mintiendo, vete a informar". Jurídicamente para reducir al estado laical es necesario que un sacerdote haya cometido determinados delitos. Basta uno de los enumerados por el C.I.C. para ser reducido al estado laical. Pero los señores de la Iglesia ¿qué han hecho? No sabiendo qué poner en los documentos, porque no podían acusar a Don Claudio de haber cometido ni siquiera uno de los delitos previstos por el C.IC., no han puesto ninguno.
Tenéis un ángel entre vosotros que tiene necesidad sólo de Mi, y de vuestras oraciones.
Ya sé que sufres al no verme, Marisella, pero no puedes verme. Yo te veo y os veo a todos vosotros. Os bendigo a todos. Tratad, en estos días de la novena, de ser más buenos y amaros mutuamente y amar, sobretodo, a vuestro obispo. Creéis en Dios y si creéis en Dios, tenéis que creer también que vuestro obispo es un santo. Los hombres de la Iglesia lo atacan y dicen calumnias y difamaciones, por celos y por envidia.
Felicidades a todos de parte de Dios.
Nuestra Señora - Mis queridos hijos, soy vuestra Madre. Tiemblo todavía, después de haber oído la voz de Dios tan potente. Bastan sus palabras para haceros comprender lo que han hecho los hombres de la Iglesia y lo que está sufriendo vuestro obispo. Ánimo, la Madre está con vosotros. Dad gracias a Dios por el gran don que os ha hecho: hablaros Él mismo. Ánimo.
Marisella, veo que te sientes mal: sé fuerte, sé fuerte, sé fuerte. Tu no hablas, no dices nada, no te lamentas, callas y los otros no siempre pueden comprender o no quieren comprender o hacen como que no comprenden lo que estás sufriendo. No temas.
Mis queridos hijos, empezad esta santa novena como Dios os ha dicho y amaos el uno al otro.
Junto a mi obispo y vuestro os bendigo, a vuestros seres queridos, a vuestros objetos sagrados. Os traigo a todos junto a mi corazón y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.
Os recuerdo que vendré el jueves a las 20:30 y el domingo y las otras fiestas a las 10:30, siempre después que hayáis cantado el Magníficat. Es necesario ser puntuales, porque a Dios le gusta la puntualidad.
Adiós, hijitos míos, adiós a todos.
Marisa - Oye, cuando vayas con Dios, dale las gracias de parte nuestra, porque ha venido en persona a decir la verdad sobre nuestro obispo.
Roma, 16 de enero del 2003 - h. 8:30 p.m.
Carta de Dios
Marisa - ¡Dios mío, quién te esperaba!.
Dios Padre - ¿Os maravilláis de que Yo, Dios, haya venido?. Ya es hora de cambiar, son demasiadas veces que dejo mi trono para venir a hablaros. Y vosotros ¿qué hacéis?. Continuáis sin dar ejemplo ni testimonio, continuáis viviendo encerrados en vuestro reducto. ¿Quién ha dado testimonio?. Un niño de 7 años, Jacobo, ha sabido hablar de lo que sufre vuestra hermana, ha sabido explicar sin miedo todo lo que ocurre en el lugar taumatúrgico. Vosotros tenéis miedo de encontraros con las personas, tenéis miedo de hablar; esto concierne a los jóvenes adultos y a los adultos.
Yo soy Dios y estoy cansado de esta situación, estoy cansado de todo lo que ocurre en la Tierra, estoy cansado de vuestras mentiras y embustes y están cansados también mis dos queridos hijitos. Vuestro obispo está ofreciéndolo todo, pero es atacado por los sacerdotes masones, que lo tratan mal por teléfono y le dicen frases tan malvadas que ni siquiera un ateo diría. Vuestro obispo ha tenido siempre la valentía de responder con calma, saludar y colgar el teléfono. Aquellos que se comportan de esta manera son masones. Mis dos hijos ya sabían que el sacerdote que hoy, por teléfono, ha ofendido muy gravemente al obispo era un masón; se ha enfurecido de tal manera, se ha enconado de tal manera y ha dicho palabras tan malvadas que será difícil que entre en el Reino de los Cielos.
¿Vosotros qué hacéis por vuestro obispo?. Sí, algunos hacen adoración, oran y Yo, Dios, les doy las gracias por esto, pero otros, dentro de casa y fuera de casa, lo hacen sufrir. ¡Es hora de terminar!. Don Claudio es un sacerdote que ha dado 40 años de vida por las almas; a algunos de vosotros os ha dado 16, 14, 12 y ¿qué habéis hecho?. Habéis continuado haciéndolo sufrir. Lo habéis invitado a pasar unos días con vosotros, durante los cuales ha padecido solamente sufrimiento, sufrimiento y sufrimiento. Dios se puede cansar también de todo esto y mandar un segundo castigo universal; Dios no puede continuar soportando todas estas maldades. El que es malvado que siga malvado y se vaya, el que es bueno tiene que amar al sacerdote, al obispo ordenado por Mi. Los sacerdotes están celosos, tienen envidia de que Yo, Dios, lo haya ordenado obispo. Los celos, la envidia y el orgullo le hieren a muerte. No hacen otra cosa que reunirse para hablar mal de mi obispo, hacen competiciones a ver quién la dice más grande. Estas personas no entrarán en el Reino de los Cielos, donde Yo, Dios, quiero personas buenas, puras, santas, como niños; no quiero personas que no sepan amar y que hacen sufrir voluntariamente.
No he venido sólo por vosotros, he venido por el mundo entero, que en este momento no me oye, pero al que vosotros podéis dar testimonio y decir: "Hermanos, acabemos con esta maldad, acabemos de atacar a un sencillo obispo, sólo porque ha sido ordenado por Dios, esto es solamente maldad". A estos malvados se le añaden las personas que viven en casa y las personas que vienen a este lugar taumatúrgico. Yo he elegido este lugar, he querido que fuese un rincón del Paraíso y vosotros, ¿qué estáis haciendo?. ¡Oh, cuántos tienen que decir mea culpa, mea culpa, mea culpa!. Vuestro obispo no busca nada, no busca dinero, no quiere el poder, no se viste de gran pompa, busca sólo las almas y las ama.
Hijitos míos, no hagáis sufrir más a vuestro obispo. Yo, Dios, estoy cansado; mi Hijo Jesús está cansado, el Espíritu Santo está cansado; la Madre de la Eucaristía, vuestra Madre, que os ha seguido paso a paso, está cansada. Formáis parte del Movimiento Impegno e Testimonianza, y ¿quién demuestra compromiso y testimonio?. Tenéis miedo de dar testimonio de que Yo soy Dios y no hay otro Dios fuera de Mi y que Yo he ordenado al obispo. Es hora de terminar y de hacerle la vida difícil, de hacerle sufrir por vuestras tonterías, por vuestro llorarle encima. ¿No veis cómo están reducidos estos dos hijos míos?. Ofrecen su sufrimiento por la Iglesia, por vosotros, por la paz, por las personas que tienen necesidad; están siempre dispuestos a sufrir para salvar a las almas. Está también la abuela Yolanda que sufre mucho y ora mucho. Y vosotros, ¿qué hacéis?. Me dirijo a vosotros, pero ciertamente sabed que hablo a todo el mundo, a todos los hombres, a los grandes hombres de la Iglesia, a los grandes políticos, que se pelean, discuten y además se pegan. Tienen dinero, tienen riquezas y podrían ayudar a muchos niños que están muriendo, sin embargo, no, tienen que hacer la guerra, tienen que vencer, tienen que acumular mucho dinero, tienen que ser más poderosos.
¿Por qué tenéis miedo de decir: "Dios ha hablado y yo, que soy hijo de Dios, tengo que obedecerle"? ¿Por qué?. Yo a vosotros no os he dado el sufrimiento que he dado a mis dos hijos, no intentaría ni siquiera daróslo, porque como dijo un día vuestra hermana, no podríais soportar ni siquiera por un segundo lo que ella sufre continuamente.
Cuando Dios habla, habla con autoridad. Cuando sea el juicio será muy severo, ahora todavía tengo paciencia y uso misericordia y vosotros os habéis habituado a esta misericordia, pero recordad que al final seré justo y entonces los malvados irán al infierno, para siempre, los buenos vendrán Conmigo a gozar, junto a los niños, a los ángeles y a los santos. Tengo un pequeño a Mi lado. ¿Recordáis lo que dice el Evangelio: "Si no os volvéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos"?. Esto no se refiere a la edad civil; los pequeños son los buenos, los sencillos, los humildes y los que saben amar. ¿Cuántas veces la Madre os ha traído Mi carta donde hablaba de amor, de amor, de amor?. ¿Dónde está este amor?. Amor no significa hacer la guerra, odiarse, hacer llamadas telefónicas ofensivas y hablar con maldad al obispo que Yo, Dios, he ordenado. ¿Dónde está el amor, dónde está la caridad, dónde está la ayuda al propio hermano?.
Marisa - Ahora los ángeles se han ido todos con Dios.
Nuestra Señora - Sí, Marisella, me he quedado yo, vuestra Madre. poned en práctica cuanto os ha dicho Dios; Dios ha hablado a todos, Dios se ha hecho sentir para todos. Tratad de comprender, de poner en práctica lo que Dios ha dicho y de no tener miedo. Dios os ha hablado; no lo habéis visto, ni siquiera vuestra hermana lo ha visto, pero habéis oído, a través de Marisella, lo que ha dicho. Yo quiero ayudaros a poner en práctica todo lo que Dios Padre ha dicho.
Junto a mi obispo y vuestro, al gran obispo ordenado por Dios, os bendigo, a vuestros seres queridos, vuestros objetos sagrados. Os traigo a todos junto a mi corazón y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.
Marisa - Adiós. Adiós, pequeño. Don Claudio, ¡madre mía!. He visto iluminarse todo y a todos los ángeles y santos postrarse en adoración y he oído Su voz que todavía oigo en mis oídos. ¿Has visto?
Obispo - Nadie puede ver a Dios.
Marisa - Tampoco yo lo he visto, pero ¿has oído?.
Obispo - He oído.