Eucharist Miracle Eucharist Miracles

LA CATEQUESIS DE DIOS

Presentación de los mensajes

Estos mensajes abrazan un arco de cinco años. La Virgen se ha presentado como la Mamá que participa en la vida de sus hijos: "Yo soy vuestra Mamá, no puedo dejaros" (Mens. 4 jul. 1993). Estos mensajes son exhortaciones, reclamos, enseñanzas, son catequesis, la Catequesis de Dios (Mens. 4 sep.1993). La Virgen repite más veces que los mensajes no son suyos, son de Dios, ella los comunica en nombre de Dios. La Virgen, Madre y maestra, nos toma de la mano y poco a poco nos ayuda a crecer. Sus enseñanzas presentadas siempre de manera sencilla y comprensible a todos, trata de llevarnos a un estilo de vida cada vez más comprometido, a una formación cada vez más robusta y a un testimonio cada vez más generoso. La Virgen desea llevarnos de la conversión a una vida estable y de fuerte unión con Dios, vida que se realiza con los sacramentos y sobretodo con la Eucaristía: "Vivid de la Eucaristía, sin Eucaristía no hay amor" (Mens. 6 feb. 1993). Habla extensamente de la oración y explica su esencia íntima: orar es estar en gracia de Dios: "Todo se convierte en oración cuando se ama y se está unido a Dios" (Mens. 5 sep. 1992). Nos invita a conocer, a poner en práctica el Evangelio: "Allí está todo" (Mens. 4 jul. 1992). Nos exhorta a ser dóciles al sacerdote: "Dejad al sacerdote la responsabilidad de guiaros" (Mens. 29 jul. 1990). Nos prepara para el apostolado: "Orad y obrad por la salvación de las almas de vuestros hermanos" (Mens. 5 feb. 1989). Su petición más repetida es: "poner a Dios en primer lugar". No habla de sí, no dirige sobre sí la atención, sino que habla de su Hijo y nos acompaña a su Hijo. Como Mamá, desea hacer conocer a su Hijo, hacer amar a su Hijo. Me permito hacer una sola recomendación: leer los mensajes con humildad.

Don Claudio Gatti

Roma, 8 de diciembre de 1993

Roma, 2 de octubre de 1988 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, os he elegido para ayudaros y para conduciros de la mano poco a poco hacia la santidad.

Cada primer domingo de mes os daré enseñanzas para haceros crecer en la escuela de mi Hijo Jesús.

Empezad el día con la señal de la Cruz, hecha lentamente y cada vez meditad lo que decís. Haced la oración de la mañana, orad despacio, muy despacio, sin correr y sobre todo orad con el corazón.

Durante el día recitad lentamente una parte del Santo Rosario, pararos en cada misterio y meditadlo.

Comprometeos cotidianamente a recitar también el Santo Rosario con vuestros hermanos, tiene más valor en cuanto que Jesús ha dicho: "Donde están reunidos dos o más personas en Mi nombre Yo estoy en medio de ellos".

La oración comunitaria os distrae menos que la oración que hacéis solos. La oración hecha con los seres queridos, parientes, amigos

o con los miembros de una comunidad es más potente y más agradable a Dios.

No dejéis la Santa Misa cotidiana ni la Santa Comunión. Cuando participáis en la Santa Misa yo estoy con vosotros cerca de mi sacerdote predilecto. Cantad, cantad, el canto es dar gloria a Dios, orar dos veces e invitar a los hermanos a vivir la fe de modo gozoso y todo esto alegra mi corazón. Organizad bien vuestra jornada para encontrar tiempo de recibir en vuestro corazón a Jesús, que os dará mucha fuerza para afrontar la jornada con amor, caridad, generosidad, altruismo, pero sobretodo para aceptar la cruz. No os avergoncéis de que os vean orando y dad buen ejemplo en familia y a las personas con las que tenéis contacto.

Amaros el uno al otro, así los otros reconocerán y apreciarán el empeño que ponéis en vuestro crecimiento espiritual.

El grupo que yo he elegido, y no le he elegido al voleo, se reunirá una vez al mes para orar y escuchar la catequesis del mensaje. Acordaos siempre que sois libres.

Dad gracias a mi Hijo Jesús por el sacerdote que os ha puesto a disposición: Jesús y yo hablamos a través de él.

Todos los sacerdotes han sido elegidos por Jesús y son nuestros predilectos, desgraciadamente no todos corresponden al carisma que se les ha dado.

Orad, orad mucho por los sacerdotes que están lejos de la santidad.

Mis queridos hijos, cuanto os he dicho al principio os parece difícil, pero luego os daréis cuenta que todo se volverá más fácil y sentiréis el gran deseo de orar cada día hasta tres horas como mi hijo Jesús quiere. Os repito: orad lentamente y con el corazón; el primer lugar reservadlo a Dios. Si no crecéis en la vida espiritual será porque no querréis.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 6 de noviembre de 1988 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Cada jueves vendré a orar con vosotros y daré mensajes extraordinarios o personales para quién quiera crecer en la vida espiritual.

Hoy quiero hablaros otra vez del mensaje que os he dado sobre la oración. Os ruego que lo leáis cada día con calma y lo pongáis en práctica. Si os dejáis guiar por mí y por el sacerdote llegaréis poco a poco a realizar aquello que mi Hijo Jesús desea.

No os desaniméis si os parece que os pido demasiado. No os afanéis, tratad de hacerlo todo con calma, y vivid abandonandoos completamente a Dios.

Amaos recíprocamente y orad por los que sufren y por los que os hacen sufrir.

Cada uno de vosotros tiene su cruz, pero antes que vosotros y más pesada que la vuestra la hemos llevado mi Hijo Jesús y yo.

Mis queridos hijos, al igual que distribuís la comida en momentos diferentes de la jornada, para tener siempre las energías necesarias, distribuid así la oración durante la jornada y no la acumuléis para el mismo momento.

Que vuestra jornada sea una oración continua. Consagradme vuestra familia y vuestra comunidad para que pueda ofreceros a Dios santos e inmaculados.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 24 de noviembre de 1988 - h.5:45 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, os invito a intensificar el amor hacia el prójimo y sobretodo el amor hacia los que os continúan haciendo sufrir.

Con el amor se vence la gran batalla del mal. Orad y amad. Amad y orad. Con la oración y el amor podéis realizar todo lo que os parece imposible.

Jesús os ama, yo os amo, y vosotros, mis queridos hijos, si queréis seguir nuestro camino debéis amar.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 26 de noviembre de 1988

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, he querido daros este mensaje extraordinario para ayudaros a caminar por el camino de la santidad.

Llegan para todos momentos de abandono, de soledad y de desánimo como ha vivido también mi Hijo Jesús.

Alzad entonces la mirada hacia Él y os daréis cuenta que cercano está. Cuando alguno os ofende y no sois capaces de perdonar, pensad cuantas veces Jesús ha sido ofendido y calumniado y ha perdonado siempre hasta en su Cruz cuando ha dicho: "Padre, perdónales que no saben lo que hacen".

Os invito a orar porque solo con la oración se encuentra la fuerza de perdonar a los que hacen sufrir.

Orad para ser capaces de amar a todos, para vivir en la paz con Jesús y los hombres que están a vuestro lado.

Mis queridos hijos, si conseguís vivir los mensajes que os doy, encontraréis a Jesús, fuente de paz y de amor.

Vivid siempre en el amor de Dios también cuando parece que todo se derrumba a vuestro alrededor.

Lo repito aún una vez más: meditad los mensajes que os doy y tratad, con todo el corazón, de ponerlos en práctica.

Si escucháis mis palabras os sentiréis animosos y fuertes para proseguir en el camino de la santidad a la cual todos sois llamados. Recordad que Dios respeta siempre vuestra libertad.

Hijitos míos, ayudadme a salvar a la humanidad que se encuentra viviendo en este tiempo tan duro, difícil y peligroso.

Os invito a la conversión, a la oración y a la penitencia. Todos tendréis paz solo cuanto hayáis encontrado a Dios.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 4 de diciembre de 1988 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, continúo invitandoos a orar. Os exhorto a no hablar mal el uno del otro y si tenéis algo que decir, hablad directamente con el interesado con amor y caridad.

La corrección fraterna se hace como enseña mi Hijo Jesús en el Evangelio.

Mis queridos hijos, os he elegido no porque sois mejores que los otros, sino porque vosotros habéis recibido más y como consecuencia debéis empeñaros en dar buen ejemplo y vuestro testimonio.

Como vuestra Mamá recurro a los reclamos maternos para ayudaros a mejorar en la vida espiritual.

Cada uno de vosotros sabe si se equivoca o no, Jesús os ha dejado libres de hacer el bien o el mal.

A menudo el mundo se aprovecha de los buenos, se comporta con ellos sin respeto y los trata con orgullo. Vosotros poned en práctica las enseñanzas de mi Hijo Jesús: "Sed sencillos como palomas y astutos como serpientes".

Jesús por medio mío os invita a recorrer su camino que es aquel mojado de su sangre e iluminado por su Cruz.

Si supierais qué alegría dais a mi Hijo Jesús si os consagráis a mi Corazón Inmaculado. Tratad de empeñaros en realizar los mensajes que os doy y vivid con amor vuestra consagración.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 22 de diciembre de 1988 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, os invito a dar a Jesús el primer lugar y no las miguitas o limosnas.

Os dirijo un reclamo materno: descuidáis todavía a mi Hijo Jesús, Jesús debe ocupar el centro de vuestra vida y después debe venir todo el resto. Tratad de hacer entrar este pensamiento en vuestro corazón: si conseguís poner a Jesús en el primer lugar os daréis cuenta que la jornada será más fácil y fluida.

Si os digo que os cubro a todos con mi manto materno quiero decir que os sigo en cada paso vuestro durante la jornada.

Deseo a todos "Buena Navidad" en el corazón de mi Hijo Jesús.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Medjugorie, 1 de enero de 1989 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, es el corazón apesadumbrado de vuestra Mamá el que os habla.

Os he dicho que con el ejemplo podéis hacer mucho, pero debéis estar unidos a Mi y a vuestro Jesús.

Recomenzad desde hoy una nueva vida, quitaos de encima todos los pecados y las imperfecciones que puedan alejaros de Dios.

Dios ha elegido a cada uno de vosotros porque quiere que le ayudéis a salvar a la humanidad; vosotros no podéis comprender cuan grandes e importantes sois a los ojos de Dios.

Orad y tratad de poner en práctica el Evangelio, porque allí está la verdad, porque allí está todo.

Querría que comenzarais este nuevo año con mucho amor hacia Dios y hacia los hombres.

Ayudad a quien quiere caminar por la vida de la santidad, orad por quien no quiere ir a Dios.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 5 de febrero de 1989 - h.5:45 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Hijitos míos, buscad la Palabra de Dios, es un gran tesoro contenido en la Biblia. Al igual que no podéis amar a una persona que no conocéis, tampoco podéis amar a Dios si no conocéis sus revelaciones.

Cuando estáis enfermos de cuerpo, os preocupáis y os curáis, ¿por qué cuando estáis enfermos o muertos espiritualmente no utilizáis los medios que mi Hijo Jesús ha puesto a vuestra disposición: los Sacramentos?. Meditad estas tres palabras que voy repitiendo desde los primeros mensajes: conversión, oración y ayuno.

No se puede hacer un camino de crecimiento cristiano y de santidad si no ponéis en práctica las enseñanzas que os he impartido, son las mismas que mi Hijo Jesús ha predicado y que están contenidas en el Evangelio.

Ayudad al prójimo que se encuentra en dificultades y en la necesidad aunque os cueste sacrificio; la caridad ocupa el primer lugar, las otras virtudes sin la caridad no sirven para nada.

Hijitos míos, preocuparos, orad, y actuad para la salvación del alma de vuestros hermanos, si cooperáis a la salvación de una sola alma, vosotros seréis preciosos a los ojos de Dios que os recompensará con el paraíso.

Meditad los mensajes, pero sobretodo, vividlos. No os desaniméis, abandonaos siempre a Dios y recordad que también en una habitación oscura puede entrar un rayo de luz.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 5 de marzo 1989 - h.5:45 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, es vuestra Mamá la que os habla con el corazón abatido y apesadumbrado. Os invito con más fuerza a la oración, orad, releed el primer mensaje y ponedlo en práctica.

Haced este camino poco a poco, lentamente, pero no volváis atrás. Orad en familia sin vergüenza, no es necesario tener vergüenza para orar. Orad juntos porque la oración comunitaria es más poderosa y más agradable a Dios.

Poned en lugar preferente en vuestras casas el Evangelio, que todos puedan ver que en casa leéis el Evangelio. Durante estos pocos días que quedan de la Cuaresma, orad, ayunad, haced penitencia, pero sobretodo, acercaros a los Sacramentos: Santa Confesión y Santa Misa.

Amad, que en cada acción vuestra esté la caridad, la caridad es la más grande virtud. Orad mucho, el corazón de mi Hijo Jesús sufre y sangra. Orad y yo estaré siempre con vosotros.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 2 de abril de 1989 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, abandonaos a Dios, hasta que no os abandoneis a Dios el camino será duro. Caminad poco a poco, sin deteneros, tratad de poner a mi Hijo Jesús en primer lugar. Si sois capaces de poner a mi Hijo en primer lugar, todo será más fácil en la vida y la jornada discurrirá en la paz de Dios.

Hijitos míos, creed en Dios y amad a Dios. Mi Hijo Jesús y yo os amamos a todos, uno por uno, amaos también vosotros uno por uno.

Os habéis parado un poquito a lo largo del camino, pensaba que después de la Resurrección habríais vuelto a retomar el camino, pero estáis parados. ¿Por qué? Retomad el camino y seguid adelante poco a poco.

Escuchad la Santa Misa y comulgad. Antes de recibir cualquier sacramento preparaos y después de haberlo recibido haced una adecuada acción de gracias.

No tengáis prisa, no miréis el reloj, esos 5 ó 10 minutos de más que dais a Dios os darán una hora de más, una hora de felicidad y de paz en familia.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 29 de abril de 1989

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, deseo daros un mensaje extraordinario para ayudaros a vivir bien el mes dedicado a mi. Comenzad con el abandono total a Dios, todo lo que tenemos es un don Suyo.

Debéis empeñaros en descubrir a Dios en todo, incluso en la más pequeña florecilla dispersa por el bosque.

Con la oración y la sumisión total a la voluntad de mi Hijo podéis obtener las gracias que pedís.

Os invito al ayuno; el mejor ayuno es el de pan y agua, a éste añadid la televisión y el tabaco y haced aquellos pequeños florilegios tan agradables a mi Hijo Jesús. Muchos florilegios forman una flor y muchas flores forman una corona que vuestro amor puede ofrecer a Dios.

Recordad: las oraciones no son nunca inútiles aunque no obtengan lo que vosotros pedís, porque Dios conoce mejor que vosotros vuestras necesidades y lo que os hace falta.

En este mes uníos cotidianamente a mi Hijo y a mi con la Santa Misa, Comunión y Rosario.

Confesaos para obtener la gracia de Dios y ayunad para vigorizar vuestro espíritu.

Vuestro programa espiritual se puede encerrar en dos palabras: Amor y Oración.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 1 de mayo de 1989 - h.5:45 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, no tengo un mensaje que daros, poned en práctica el del 29 de abril de 1989. Leedlo con calma y con el corazón, allí encontraréis como se vive la vida espiritual: amor y oración; oración y amor.

Mis queridos hijos, junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 4 de junio de 1989 - h.11:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, he venido para deciros que tengo necesidad de vuestra colaboración, pues no he escogido este "Pequeño Cenáculo" al voleo y os he dado un sacerdote que os guíe hacia la santidad. Os pido empeño en las cosas pequeñas, hacedlas con el corazón. Dad buen ejemplo a vuestros parientes y amigos, debéis ser como "llamitas" y llevar la luz, la paz, el amor y la conversión. Debéis ser un signo para los otros.

Cuando os encontréis con un alma dejad de lado vuestros problemas para ayudar a las personas cercanas. Dad la ayuda con una sonrisa porque yo estoy con vosotros, dejad a vuestra mamá todas las dificultades. Vivid los mensajes y orad, orad, orad especialmente en este mes dedicado a mi Hijo Jesús.

Gracias por todo lo que haréis por mi Hijo Jesús y por las almas que tienen más necesidad.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 6 de julio de 1989 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Jesús, Dulce Maestro

Mis queridos hijos, gracias por estar aquí presentes, qué alegría dais a nuestros Corazones. Poco a poco si queréis podéis seguir adelante. Cuando oráis con el corazón obtenéis de Dios todo lo que queréis.

Si supierais cuanto os amo, amaos también vosotros, no me cansaré nunca de repetiroslo: amaos el uno al otro.

Os recuerdo que sois libres, libres. Si escogéis seguir este camino, los otros deben ver vuestro cambio, vuestro amor hacia todos, incluso hacia los que os hacen sufrir.

Mi Madre y Yo estamos con vosotros, os amamos, os bendecimos y bendecimos a vuestras familias.

Os he dicho que con el ejemplo podéis hacer mucho, pero debéis estar unidos a Mi, a vuestro Jesús. Mi Madre y Yo no nos cansaremos nunca de repetiros: amaos. Cada vez que hagáis la Santa Comunión y me recibáis dentro de vosotros Yo os daré la gracia y la fuerza para afrontar cualquier situación. Mis queridos hijos, creed en nuestro amor y dad vuestro amor a quién os es cercano, se que a veces es difícil, pero podéis hacerlo con nuestra ayuda.

Os bendigo junto al sacerdote. Id en la paz de Dios padre, de Dios Espíritu Santo y de Mí, Dios Hijo.

Roma, 31 de julio de 1989 - h.6:45 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, debéis estar unidos entre vosotros como están unidos los puntos que forman un círculo. Daos recíprocamente un buen ejemplo para caminar en la vida espiritual. Si veis un alma que avanza en el campo espiritual id detrás, o mejor, poneos a su lado, si uno no avanza, no lo critiquéis sino que lo tenéis que ayudar con la oración y con la caridad.

Yo imploro por vosotros siempre misericordia de mi Hijo Jesús.

Poned en práctica los reclamos que os hago con tanto amor materno. Escuchad al sacerdote, él es el instrumento que os puede guiar hacia mi Hijo Jesús y a mi.

Buenas vacaciones y... atentos al demonio.

Releed el mensaje del jueves 6 de julio de 1989.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 1 de octubre de 1989 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, gracias por estar aquí presentes. Hay quien se ha vuelto atrás, hay quien se ha detenido y hay quien trata de seguir adelante.

Yo ayudo a los primeros, a los segundos y a los terceros, no puedo abandonaros, porque soy vuestra Mamá. Os invito a todos a la santidad. No os olvidéis de dar gracias a Dios por los dones que os hace cada día, aunque no os deis cuenta, en cada instante que respiráis Dios os da alguna cosa. Animo, no digo que recomencéis el camino, sino que continuéis el camino.

Al volver a vuestras casas abrazad a vuestros seres queridos, especialmente a los niños y a los enfermos y besadlos de parte mía. Gracias por haber venido aquí.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Chiavari (GE), 5 de noviembre de 1989 - h.11:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, venir en medio de vosotros es para mi una gran alegría. Todos tenéis necesidad de cambiar y vosotros podéis convertiros con la oración y el abandono a Dios, porque solo Él puede conduciros a la salvación, a la santidad y a la gloria.

La vida sin amor no es nada. Las obras sin caridad no son nada. Mis queridos hijos, os recomiendo la prudencia y la discreción. Yo, vuestra mamá, a veces os hago reclamos, pero no obstante éstos, no sois capaces de cambiar. Mejorad vuestro modo de ser. Amaos. Caminad hacia Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, entonces habrá paz y alegría en vuestros corazones.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 3 de diciembre de 1989 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, he esperado este día para venir en medio de vosotros. Debéis tener más caridad y menos pietismo, la caridad es verdad, es sinceridad, es pureza. Habéis empezado el Adviento para preparar vuestro corazón para la venida de mi Hijo Jesús; preparadlo con amor y con pequeños gestos de caridad. Creed, hijitos míos, no os pido grandes cosas; os he pedido que hagáis el examen de conciencia, os he pedido que os confeséis y os he pedido que améis. Os he enseñado a hacer el signo de la Cruz, no quitéis la mano como si alejaráis algún mosquito, haced bien la señal de la cruz, con calma, haced cada cosa con calma.

Ahora os dijo una cosa hermosísima que vuestro sacerdote después os explicará: aprended a hacer silencio interior, el silencio interior. Ahora orad conmigo y decid: Madre de la Eucaristía ora con nosotros.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 7 de enero de 1990 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, vivid en la alegría y en la paz de la Santa Navidad. No me cansaré nunca de repetiros: "Convertíos y abandonaos a Dios.

No juzguéis porque ninguno puede hacerlo. No murmuréis porque ninguno debe hacerlo. Observad los mandamientos. Todas las cosas que hagáis en el nombre de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo se transformarán en aquellas florecillas de las que os he hablado y que volarán y emanarán un perfume de amor cerca del Tabernáculo.

Tratad de no olvidar y poned en práctica cuanto os he dicho y os diré todavía.

Mis queridos hijos, dad buen ejemplo y testimonio a las almas que encontréis en vuestro camino y antes de todo a vuestra familia. Amaos recíprocamente; por vuestro modo de comportaros comprenderán que sois hijos de Dios.

¿Cuánto tiempo podré todavía ayudaros?

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 4 de febrero de 1990 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, cuando oráis con el corazón, la oración es espontánea, es maravillosa.

Todavía hoy estoy en medio de vosotros con alegría, la misma alegría que debéis tener cada uno de vosotros cada vez que recibís en vuestro corazón a Jesús Sacramentado.

No dejéis pasar ningún día sin acoger a Jesús en vuestro corazón. Mis queridos hijos, os lo suplico, seguid a mi Hijo Jesús que es Camino, Verdad y Vida, sólo así llegaréis a la verdadera conversión.

Ofreced a mi Hijo Jesús vuestras penas, vuestras amarguras, vuestros sufrimientos.

Ahora os tengo que hacer de nuevo un reclamo que es siempre el mismo: no habléis a las espaldas. Si hay algo que decir decidselo al interesado o al sacerdote. Fuera el orgullo, fuera la maldad, fuera el deseo de sobresalir, son armas que destruyen a quien quiere hacer un verdadero camino... y destruyen a este pequeño "cenáculo" que tanto amo.

Gracias a los aquí presentes. Si alguno de vosotros consigue llevar un alma a mi Hijo Jesús ya tiene asegurado el Paraíso. Mis queridos hijos orad conmigo.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 4 de marzo de 1990 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, os doy continuamente signos y demostraciones de mi amor. Cuantas veces os habéis preguntado: ¿Por qué a nosotros y a los otros no?, ¿Por qué reunirnos para las apariciones a escondidas, casi como los primeros cristianos?".

No os preocupéis de todo esto, mi Hijo Jesús sabe todo, dispone cada cosa, vosotros agradecedselo porque os ayuda a amar y a perdonar.

Mis queridos hijos, estáis entrando en el período de la pasión. Cada uno de vosotros está viviendo momentos de sufrimiento moral, físico y espiritual, estas pruebas son muy dolorosas, pero sirven para fortaleceros y acercaros más a Dios. Todo este sufrir, el día de mañana se cambiará en alegría, en gran alegría. Jesús Sacramentado debe ser vuestra arma que, junto al Santo Rosario, destruye a Satanás. El demonio está siempre dispuesto a hacer caer a las almas débiles y titubeantes en el amor de Dios.

Permaneced siempre unidos en la oración, en el amor, aceptad las pruebas con serenidad y abandono porque éstas os ayudarán muchísimo a crecer en la santidad y a convertir a vuestros hermanos.

Amad a mi Hijo Jesús, tiene necesidad de vuestros sufrimientos y vuestras oraciones.

Amaos recíprocamente y amad a este pequeño "cenáculo" como yo lo amo. No me cansaré nunca de repetiros: orad; ¡si supierais cuantas almas tienen necesidad de vuestra ayuda!.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 1 de abril de 1990 - h.6:00 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, os invito en este último período de Cuaresma a intensificar vuestra oración. La oración no está completa hasta que no es alimentada por el amor, por el sacrificio, por el sufrimiento y por la humildad.

Es hora que os apresuréis a alcanzar el vivir la verdadera conversión, porque solo entonces podréis ayudar a las almas que están a vuestro lado a convertirse. Vivir con mi Hijo Jesús es hermoso, incluso si comporta sufrimiento, pero este sufrimiento, sabéis muy bien, sirve para ayudar a vuestro prójimo, el prójimo más cercano.

Orad, orad, orad, yo estoy mendigando oraciones por amor a las almas para conducirlas a Dios, porque deseo su salvación.

Os suplico y os pido con todo el corazón: permaneced siempre en gracia de Dios. Si recibís cada día a Jesús Sacramentado en vuestro corazón, entonces estaréis en gracia de Dios, seréis fuertes para afrontar cualquier cosa que os pueda suceder y estaréis gozosos y serenos, incluso en la tempestad.

Os recuerdo que cada uno de vosotros tiene un ángel custodio, oradle que os acompañe a lo largo de la jornada.

Si ponéis en práctica las enseñanzas de mi Hijo Jesús y mis mensajes, ¿qué puede hacer Satanás contra vosotros? Nada.

Vivid este último período de Cuaresma aceptando cada cosa con amor, no todos estáis llamados a hacer grandes cosas, tratad de hacer bien las pequeñas.

Como Mamá os doy todo mi amor, estoy siempre con vosotros y os sigo paso a paso. Mis queridos hijos, podéis todavía dar, podéis dar mucho, no os escondáis, no cerréis dentro vuestro foco, no penséis solamente en vosotros y en vuestros seres queridos. ¿De los otros, de todas las almas que os circundan, quién se preocupa?

Yo no pienso solo en vosotros, sino en todos. Mis queridos hijos, amaos y ayudaos los unos a los otros. Daos la mano, formad un círculo, edificad este cenáculo de amor y seguid adelante.

La pasión es dura, Jesús sufre y sufre mucho. Yo os pido oración y sacrificios porque Jesús y yo tenemos grandes cosas que hacer. ¿Por qué os pido a vosotros, justamente a vosotros, pequeño grupo, "Impegno e Testimonianza"? Porque yo os he llamado uno a uno, quiero llevaros hacia Jesús y quiero acompañaros a lo largo del camino de la santidad.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Gracias porque estáis aquí presentes. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 29 de abril de 1990 - h.10:00 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, vengo para daros un pequeño menaje para el mes dedicado a mi. Orad, aceptad el sufrimiento, haced sacrificios y el que no pueda haga florilegios y pequeñas renuncias.

Orad, orad en este mes, a quién orará con el corazón yo le daré gracias particulares.

Vivid en la fe, virtud que debe ser acompañada de las obras.

Vivid en la esperanza, virtud que ayuda a caminar con los hermanos hacia la santidad y la vida eterna.

Vivid en la caridad, virtud que une a todos y lleva a Dios.

Ahora oremos juntos, después os daré mi bendición materna.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Gracias porque estáis aquí presentes. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 6 de mayo de 1990 - h.6:00 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, ya es tiempo de que viváis seriamente los mensajes que os he dado hasta hoy.

Vivís en el entusiasmo del momento, vivís el entusiasmo de la catequesis bíblica, vivís el entusiasmo del encuentro de oración y después no ponéis en práctica las enseñanzas y los mensajes.

Que vuestra vida sea una oración continua, trabajo serio y comprometido, porque a Satanás le es suficiente un pequeño vacío espiritual para infiltrase en vosotros.

Comportaros con cada persona que encontréis durante la jornada como si os encontraseis con Dios. Haced silencio dentro de vosotros y en torno a vosotros, murmuráis demasiado, con mucha facilidad faltáis a la caridad.

Mis queridos hijos, deseo tanto que seáis pequeños apóstoles para llevar paz y amor.

Preocuparos si estáis sinceramente convertidos y no os limitéis a escandalizaros del mal que hay en el mundo.

Meditad el mensaje del 29 de abril de 1990.

Os ha sido dado y enseñado verdaderamente mucho, no os queda más que ponerlo todo en práctica.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Gracias porque estáis aquí presentes. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 19 de mayo de 1990 - h.6:00 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, mis mensajes vienen de Dios y deben ser bien comprendidos. Si no los comprendéis pedid explicaciones al sacerdote escogido por mi, una vez comprendido el mensaje, ponedlo en práctica con voluntad de mejorar.

Mis queridos hijos, mi lenguaje es humilde, sencillo, adaptado a todos, pequeños y grandes; el que no lo comprende es porque no quiere ponerlo en práctica.

Si no os convertís, no podéis convertir a vuestros hijos, a vuestros hermanos y a vuestros amigos.

Convertíos antes que nada y amad; amad sin reserva.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Gracias porque estáis aquí presentes. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 3 de junio de 1990 - h.6:45 p.m. - Domingo de Pentecoste

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, la paz esté siempre con vosotros. Poned a Dios en primer lugar y dad de más a Dios. Si le dais cinco minutos a Dios, Él os restituirá una hora de paz en familia como ya os dije en el mensaje del 2 de abril 1989. Si estoy obligada a repetiros los mismos consejos es porque no ponéis en práctica cuanto os vengo diciendo hace tiempo. Nosotros os amamos, amadnos también vosotros y amaos los unos a los otros. En este mes dedicado al Corazón de mi Hijo Jesús creced en el amor y reforzaos en la fe para impedir a Satanás que os derrote.

Pensad en el cielo donde gozaréis de Dios por la eternidad. Nosotros en el cielo estamos siempre felices. Vosotros seréis más felices cuando en vuestros corazones esté la gracia, la alegría y la paz.

A veces en las apariciones lloro y me voy llorando para que vosotros podáis comprender que el más grande mal que aflige al mundo es el pecado.

Convertíos y orad por la conversión de todos.

Repetid durante este mes: Corazón de Jesús, tu sabes, tu puedes, tu ves, provee nuestras necesidades, ayúdanos con tu gracia.

Haced que este pequeño lugar se vuelva un lugar de oración, aquí debéis venir para orar, orar y orar. La oración comunitaria bajo la guía del Espíritu Santo es más poderosa y a agradable a Dios.

Orad lo más que podáis y como podáis, pero en unión a mi Hijo Jesús. No oráis con el corazón si no amáis a Dios y a vuestros hermanos.

Haced un pequeño programa espiritual, dividid la jornada y reservad los espacios particulares a la oración. No acumuléis la oración en un solo espacio para después sentiros tranquilos y atender "a las cosas materiales".

Vosotros podéis llegar a orar más sin perjudicar vuestro trabajo, vuestro estudio, vuestras ocupaciones y vuestros informes, así conseguiréis hacer todo esto mejor, con más fruto y menos fatiga.

Invocad al Espíritu Santo que os ilumine. Recitad los 7 Padre nuestros, Avemarías y Glorias; ¿por qué vosotros, mis llamados, habéis dejado de recitarlos? Volved a recitarlos todos los días y si es posible juntos.

Gracias si me escucháis, gracias si amáis, gracias si tratáis de vivir los mensajes; los mensajes no son míos, sino que vienen de Dios. Signos, mensajes y apariciones pueden ayudar a caminar hacia la santidad.

No se salvan las almas remugando dentro de vosotros si la aparición es verdadera o no, sino con el amor hacia Dios y hacia los hombres.

Haced la clausura del año social, pero no dejéis nunca el "encuentro de oración" para el cual no debe haber nunca ninguna interrupción, ni vacaciones. Mis queridos hijos, os he dado un programa, vividlo.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Gracias porque estáis aquí presentes. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Medjugorie, 1 de julio de 1990 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, he venido para deciros que puláis un poquito vuestro corazón y que templéis vuestro espíritu.

Tenéis que orar con el corazón, orar con el corazón y no con la cabeza. Yo os amo, os amo inmensamente y por esto estoy aquí con vosotros y con todas las personas llamadas por mi; no tiene importancia el sitio, el lugar, tiene importancia que yo estoy con vosotros.

Hay mucho, mucho trabajo que hacer todavía. ¿Por qué os abatís con tanta facilidad? ¿Por qué?.

Cada uno de vosotros tome la propia responsabilidad y se deje guiar por el sacerdote. ¿Cuántas veces os he dicho: dejaros guiar por el sacerdote?.

Yo aparezco a este lugar para todas las personas, pobres y ricas, espiritualmente hablando, enfermos, jóvenes, sacerdotes, padres, pero en este momento estoy aquí por el "pequeño Cenáculo" al que tenéis que convertir en un "joyero", como ya os dije a su tiempo.

El "joyero" se ha de limar, limar, y limar, hay que quitar todas las impurezas que se vayan a ver, son muy pequeñas, pero impiden al joyero que brille en todo su esplendor.

Renovaos en el espíritu con la oración, con el ayuno y sobretodo con la Eucaristía, yo soy "Madre de la Eucaristía".

Mis queridos hijos, convertíos verdaderamente, convertíos con amor y con todo el corazón.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Gracias porque estáis aquí presentes. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 17 de julio de 1990

Mensaje de Nuestra Señora

Hijitos míos, gracias por vuestra presencia en este "pequeño Cenáculo".

He deseado tanto esta reunión, querría que se terminara con el encuentro de oración en esta tarde.

Yo estoy con vosotros siempre y os sigo uno a uno. Pulid todavía vuestros corazones para que sean claros, puros y límpidos.

Vosotros no podéis imaginar qué alegría dais a mi Hijo Jesús al estar aquí reunidos y yo, la Mamá, estoy muy feliz.

Os recuerdo aún que el "joyero" se ha de limar, limar y limar; hay que quitar las impurezas, aunque sean pequeñas. Quitadlas, porque podéis hacerlo y así daréis gloria a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo. Este gran misterio, que los hombres no son capaces de comprender, dentro de poco, con la Eucaristía entrará dentro de vosotros y os dará mucha fuerza, mucho ánimo y mucha gracia.

Hijitos míos, no os desaniméis y continuad adelante.

Yo querría llamaros "mis pequeños apóstoles", id a llevar la alegría a los corazones de vuestros seres queridos y de las personas que encontréis. Amad a todos y amaos los unos a los otros.

Una vez más, gracias por este retiro, por esta Santa Misa, que he deseado tanto, estaré con vosotros hasta el final del retiro.

Oro con vosotros, estoy unida a vosotros y cuando Jesús Eucaristía vendrá también a mi corazón estaré aún más fundida con vosotros y dentro de vosotros con mi Hijo Jesús.

Hijitos míos, os amo tanto y una vez más gracias por lo que estáis haciendo. Pensad cuantas personas corren al mar y a la montaña, está bien que sea así también esto, pero ¿quién, en un día tan caluroso, tan lleno de dificultades, ora a lo largo del día, hace el retiro y está en compañía de mi Hijo Jesús? Yo que soy vuestra Mamá tengo el deber de agradeceroslo, gracias, mis pequeños apóstoles, gracias.

Continuemos orando juntos y después durante la celebración de la Santa Misa, estaré cerca del sacerdote, siempre unida a vosotros.

Deseo que oréis por mi Papa, por vuestro Papa, por todos los sacerdotes, porque todos han sido llamados predilectos, como sabéis, pero solo pocos responden a esta llamada.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Gracias porque estáis aquí presentes. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 29 de julio de 1990 - h.10:00 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, hoy he venido para dar un mensaje extraordinario. Este es un momento crítico y duro para muchas familias, para la sociedad, para el mundo.

Es justo en este momentos que Satanás intenta infiltrarse entre vosotros, porque os encuentra muy débiles, muy probados y la prueba es dura.

Vosotros revestíos de ánimo y orad porque con la oración se consigue amar y con el amor se consigue orar.

Mis queridos hijos, os he dicho "Yo soy Madre de la Eucaristía" y querría que mi imagen fuese puesta en lugar preferente en vuestra casa, porque la Madre de la Eucaristía es la Madre de todos, es la Madre del mundo entero.

Mis queridos hijos, conozco cada instante de vuestro sufrimiento, de sacrificios y de dolor.

Orad, no debéis cansaros de orar aunque sea por el calor y por todos los diferentes sufrimientos que os circundan; a veces os dejáis llevar.

Sed un "pequeño Cenáculo", mis pequeños apóstoles, que yo he elegido para ayudaros a volveros santos y para ser instrumento de salvación para muchas almas.

¿Tanto os cuesta amar? Para amar debéis olvidaros de vosotros mismos, no debéis pensar en vosotros, si pensáis en vosotros no adelantáis.

Querría, incluso si esto cuesta un poco, sea el sacerdote o seais vosotros, que os reunáis para comentar el mensaje del 17 de julio de 1990.

Orad para tener la paz: la paz en vuestros corazones, la paz en las familias, la paz en el mundo entero. Cada uno de vosotros debe orar por la paz.

Dejad al sacerdote la responsabilidad de guiaros: "Si no os volvéis pequeños como niños no entraréis en el reino de los cielos" (Mt. 18, 3)

No es la edad lo que cuenta, incluso una abuela de 84 años, debe volverse niña para entrar en el Reino de los Cielos.

Yo no os he dejado nunca, pero vosotros a veces olvidáis a mi Hijo Jesús. Jesús en el tabernáculo os espera, os espera para entrar en vuestro corazón, en vuestra alma, pero el alma debe ser pura, bella, limpia y clara. Os lo repito una vez mas: todo será más fácil si vivís en compañía de mi Hijo Jesús.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Gracias porque estáis aquí presentes. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Prato Nevoso (CN), 5 de agosto de 1990 - h.6:15 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, acordaos que todos los mensajes vienen de Dios. Orad por el bien de vuestras almas y por este mundo que corre a la locura.

Debéis ayudaros recíprocamente porque cada uno de vosotros tiene necesidad del otro. Debéis orar para ayudar a vuestros seres queridos, a los amigo y a los enemigos.

Cada uno de vosotros debe hacer bien su propio deber en su casa, en el lugar de trabajo.

Debéis quereros, debéis amaros, al menos vosotros, y no seáis suspicaces. Cuando uno de vosotros hace un pequeño reproche es solo porque ama al otro.

Mis queridos hijos, debéis estar siempre preparados porque cuando llega la muerte, no advierte nunca, cuanto os ha ocurrido os sirva de enseñanza para comprender que en cualquier momento Jesús os puede llamar y si no estáis preparados, ¿sabéis lo que os espera?

Recordad que Dios es misericordioso, pero es también justo. Mis queridos hijos, la paz reine siempre en vuestros corazones. Cada uno de vosotros tiene una pesada carga que soportar, llevadla con alegría, llevadla con amor y abnadonándoos a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Gracias porque estáis aquí presentes. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 2 de septiembre de 1990 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, qué alegría encontrarme en medio de vosotros. Os he dicho que estoy siempre con vosotros, pero muchas veces no os dais cuenta

He pedido que oréis por el Santo Padre, porque tiene mucha necesidad. Orad por los sacerdotes, orad por los seminaristas, orad por los jóvenes y orad por todas las familias.

Cuantas oraciones os estoy pidiendo y vosotros podéis hacerlo cuando trabajáis, cuando descansáis, cuando estáis en la escuela y en otros momentos. Hace falta poco tiempo para decir: "Jesús, María, os amo, salvad almas, salvad a estos jóvenes que van a la deriva día tras día, ayudad a los jóvenes seminaristas a convertirse en santos sacerdotes". La iglesia necesita sacerdotes santos.

¿Os dais cuenta qué paciente es mi Hijo Jesús? es muy paciente con vosotros, es muy paciente con todos porque El os ama con un amor infinito, y yo también os amo muchísimo.

Mis queridos hijos, cuando recibís a mi Hijo Jesús, os lo repito una vez más, no es solamente Él el que entra en vuestra alma, sino que es Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo y yo, como Mamá, estoy allí.

Os pido oración, os pido también el ayuno. El que pueda hacer el ayuno, debe hacerlo incluso si comporta algún sufrimiento. Tenemos necesidad para salvar las almas también del ayuno.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Gracias porque estáis aquí presentes. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 7 de octubre de 1990 - h.5:30 p.m. - Fiesta de Nuestra Señora del Rosario

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, es con gran amor que os repito esta recomendación: atentos al demonio.

Mi deseo más grande es protegeros contra las insidias del demonio, que trata por todos los medios posibles de infiltrarse dentro de vosotros para destruiros. No os digo esto para espantaros, sino solo para poneros en guardia.

Mis queridos hijos, poned toda la buena voluntad para hacer el camino que mi Hijo Jesús os enseña desde hace tiempo.

Confiad en la Divina Providencia.

Mirad siempre adelante y nunca atrás.

Caminar con mi Hijo Jesús no significa solo sufrir sino también estar alegres y podréis alegraros cuando hagáis su santa voluntad. Las alegrías de mi Hijo Jesús son duraderas, mientras que las alegrías terrenas se acaban. Os daréis cuenta que estáis más tranquilos y serenos cuando en vosotros haya amor y caridad.

Para salvaros de las insidias del demonio el medio más poderoso es acercarse a los sacramentos.

No descuidéis la confesión porque os purifica y aumenta en vosotros la gracia, participad en la santa Misa cada día y haced la santa Comunión con amor y fe.

El santo Rosario es otra arma poderosa contra el demonio; a esto añadid también el ayuno que genera energías espirituales.

Orad, orad, orad, porque podéis orar en cualquier sitio que os encontréis.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Gracias porque estáis aquí presentes. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 4 de noviembre de 1990 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, debéis amaros no lo olvidéis nunca. Para amaros, debéis alegraros con quién está alegre, sufrir con quién sufre, llorar con quién llora y sonreír con quien sonríe.

Mis queridos hijos, la catequesis que os he hecho es buena para todos, pequeños y grandes y no me refiero a la edad, sino a la vida espiritual. Yo deseo que dentro de vuestro corazón haya paz, mucha paz, aunque en torno haya mucha tempestad.

Gustad la alegría de mi venida en medio de vosotros y de nuevo una vez más o repito: os amo, os amo mucho. Yo estoy con vosotros, os he enseñado muchas cosas, ahora ponedlas en práctica de una vez. No es necesario hacer grandes cosas, las grandes cosas las hacen tan solo Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo.

Creced en la santidad y para crecer en la santidad vuestro yo, vuestro egoísmo y vuestros celos deben morir.

Si queréis podéis llegar a la santidad incluso a través de todas las contrariedades de la vida. Cada uno de vosotros tiene su carga que soportar, pero recordad que la carga más grande la lleva el sacerdote, porque como ha dicho en la homilía de hoy que aunque él no os ha creado, sino que os ha creado Dios, él es vuestra "nodriza" que debe guiaros, corregiros e instruiros.

Este es un mensaje un poco particular, hijitos míos, y me dirigo a vosotros con todo mi amor materno.

Nosotros en el paraíso estamos siempre alegres, nos alegramos y cantamos porque Dios está con nosotros, pero Dios está también entre vosotros, está presente en la Eucaristía, y yo, la Madre de la Eucaristía, estoy cerca de mi Hijo. Recordad: yo estoy siempre presente cerca del sacerdote cuando celebra la Santa Misa; este don no es dado a todos los sacerdotes.

En mensajes que ya os he dado hay toda una catequesis y está indicado un camino espiritual.

¿Qué más debo deciros todavía, qué más debo deciros? Quiero repetiros solo que os amo, hijos míos, y os amo mucho.

¿No os dais cuenta también vosotros que cuando os amáis el uno al otro estáis serenos y os sentís más contentos y más ligeros?

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Gracias porque estáis aquí presentes. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 2 de diciembre 1990 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, estoy de nuevo en medio de vosotros para orar con vosotros. Es el corazón doloroso de la Mamá el que os habla y que os pide que oréis por la paz en el mundo.

La oración debe estar hecha con el corazón, con el corazón significa dialogar con Dios, abandonarse a Dios.

La oración no consiste solamente en ir a Misa, hacer la Comunión, recitar el Rosario, la oración ha de ir acompañada por la acción y el sacrificio.

Yo continuaré viniendo en medio de vosotros para ayudaros, pero vosotros debéis ser dóciles, más dóciles. Debéis vivir los mensajes, si no los vivís yo hablo en vano, el sacerdote habla en vano.

¿Qué otros, aparte de vosotros, están recibiendo en este período tantas gracias, ayudas y enseñanzas?

Atención porque Satanás sigue adelante, es fuerte. Nosotros hacemos de todo para alejarlo de vosotros, pero vosotros debéis colaborar, debéis orar, orar y orar, y unir a la oración la acción y el sacrificio.

Animo, hijitos míos, deseo que seáis fuertes.

Alejad de vosotros a Satanás y caminad por el camino de la paz.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Gracias porque estáis aquí presentes. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 6 de enero de 1991 - h.7:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, a menudo pido oración por la paz del mundo, pero primero de todo deseo la paz en vuestro corazón y esta paz debéis participarla incluso a vuestros seres queridos.

Los hombres no quieren la verdadera paz y usan la inteligencia para no encontrarla.

Orad, orad mucho para que el mundo cambie, para que el hombre comprenda que necesita amar a los propios hermanos.

A la oración diaria, a la Santa Misa, a la comunión y al rosario, añadid también sacrificios por la paz en el mundo.

Participad a la santa Misa y haced la santa comunión cada día, al menos vosotros llamados, para crecer en la vida espiritual.

Yo no puedo violentar vuestra voluntad, pero puedo deciros: orad, mis queridos hijos, orad y orad.

Salvad un alma, que cada uno de vosotros salve un alma, lleve una criatura a mi Hijo Jesús.

No viváis solo de entusiasmo y de emociones, sino empezad verdaderamente a hacer conocer a mi Hijo Jesús primero en vuestras familias y después fuera de ellas. ¿Cuántas veces deberé repetiros todavía: yo estoy con vosotros si vosotros estáis con mi Hijo Jesús?

Atención a Satanás porque está dispuesto a tentaros en cualquier momento del día, arrojadlo y haced entrar a Jesús en vuestro corazón y entonces tendréis el Paraíso dentro de vosotros.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Gracias porque estáis aquí presentes. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 2 de febrero de 1991 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, os invito a orar por la paz en el mundo. Muchas veces os he dicho: orad por la paz en el mundo, porque Satanás es poderoso y su gran deseo es inducir al hombre al pecado para destruirlo y destruir la vida en el planeta Tierra sobre el cual vivís. La Santísima Trinidad os ama y desea ayudaros, pero todavía no estáis convertidos como Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo quieren. Todavía os preguntáis demasiados porqués, se cuestiona demasiado y se pone en práctica poco.

Participad en la santa Misa y haced la santa Comunión cada día. Vivid siempre en gracia y acudid frecuentemente a la Santa Confesión. Recitad el Santo Rosario. Los Sacramentos y la oración pueden obtener grandes milagros y aliviar los secretos.

No esperéis la gran tempestad para tomar conciencia, sino que debéis prepararos con tiempo como las vírgenes prudentes y ser instrumento de salvación y de paz para vuestro prójimo con la oración, el sacrificio, el ejemplo y el amor. Yo permanezco todavía con vosotros como mi Hijo Jesús desea, pero vosotros ¿deseáis esta presencia mía?. Mi deseo es que no traicionéis mi venida en medio de vosotros. Recordad: el bien de las almas y la paz en el mundo dependerán también de vuestro empeño.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Gracias porque estáis aquí presentes. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 2 de marzo de 1991 - h.5:40 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, tendréis dones orando con el corazón. Solo orando con el corazón tendréis a Dios y la paz en vuestros corazones. Dios da paz, Dios es paz. Vivid en gracia y tendréis la alegría, la felicidad de gozar de la presencia de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo en vosotros.

Vivid cada día con Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo, especialmente en este período de Cuaresma durante el cual sois tan probados, así Satanás no podrá haceros caer. Recordad: la carne es débil. Amad a Dios sin reserva. No habléis de amor y de paz, sino practicar el amor y la paz y dad la paz a vuestros hermanos como yo os la doy.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Gracias porque estáis aquí presentes. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 6 de abril de 1991 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, os invito a vivir con el corazón la Resurrección de mi Hijo Jesús. La Resurrección es Amor. Después de la tempestad viene la calma, después de la muerte la Resurrección. La Resurrección en vuestros corazones tarda en venir, si no os abandonáis completamente a Dios no resucitaréis nunca.

¿Es tan difícil poner a Dios en el primer lugar? ¿Es tan difícil decir: Dios te amo, te amo con todo el corazón? Solo amando a Dios con todo el corazón conseguiréis amar al padre, la madre, al esposo, la esposa, el hermano, la hermana, al hijo, la hija y a vuestro prójimo.

Mis queridos hijos, Satanás se sirve de pequeñas cosas, de tonterías para induciros al mal ¿Queréis esto?

Cuando se ora con el corazón, se ama y se da ejemplo. Satanás no puede vencer, Satanás cae y vosotros resurgís con mi Hijo Jesús.

¡Dios te amo!. Cuando consigáis decir a Dios te amo con el corazón, orar con todo el corazón, dar ejemplo con todo el corazón, entonces podréis comprender que amáis verdaderamente a Dios. Si no amáis a Dios no podéis amar al hombre y si no amáis al hombre que veis, ¿cómo podéis amar a Dios que no veis?

¿Cuántas horas dais a Dios y cuantas al hombre?

Yo os quiero más vivos, cristianos sin miedo. Hablad al hermano sin miedo, pero con caridad.

Entonces resurgiréis junto a mi Hijo Jesús y podréis gritar: Dios te amo, te amo, te amo.

Gracias, mis queridos hijos, porque estáis aquí presente. Gracias si ponéis en práctica cuanto os vengo diciendo hace tiempo. Gracias.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 5 de mayo de 1991 - h.10:00 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, os he hecho una catequesis sencilla, humilde y adaptada a todos; si no hay sencillez, si no hay humildad en la catequesis, no hay amor.

No puede haber amor sin sencillez y sin humildad. Echad fuera el falso misticismo que no gusta a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo, debéis ser sencillos como palomas y prudentes como serpientes.

Mi sencillez y mi humildad me han llevado a una elevada grandeza, la sencillez es amor, la humildad es amor y el amor abraza a todos: pobres, ricos, enfermos de espíritu y de cuerpo, sufridores.

Os he dicho: abrid el Evangelio y allí encontraréis todas las respuestas. Si no os volvéis pequeños como niños, sencillos como niños, ¿cómo podréis entrar en el reino de los cielos?.

Este es un mensaje extraordinario, porque con la Resurrección-amor todo había acabado, todo había sido dicho en los mensajes, pero veo que hay todavía necesidad de hablar y de ayudaros para haceros caminar.

Os repito: no hay edad para caminar, para volverse santos; puede convertirse en santo un niño y puede convertirse en santo un adulto. Todos, todos debéis aspirar a la santidad.

Mis queridos hijos, sencillez y humildad es igual a amor. Cuando seáis sencillos y humildes comprenderéis que os amáis y amáis a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Gracias porque estáis aquí presentes. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 1 de junio de 1991 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, os he dicho que si no os volvéis pequeños como niños no entraréis en el reino de los cielos; así lo ha dicho mi Hijo Jesús y así está escrito en el Santo Evangelio, pero vosotros habéis tomado al pie de la letra esta enseñanza y os comportáis de modo pueril.

Leed los mensajes, vivid los mensajes, en ellos está todo, son para todos, porque todos pueden vivir los mensajes y ponerlos en práctica. En ellos no hay nada de duro y difícil. Vividlos.

Orad, orad, orad. No os dais cuenta que el demonio está siempre preparado, gira siempre en torno a vosotros porque su alegría es la de haceros caer siempre.

Intensificad vuestra oración en familia, en comunidad, durante el trabajo y en el viaje, os daréis cuenta que estaréis siempre con mi Hijo Jesús.

A cada uno de vosotros le han sido dadas gracias. Yo estoy aquí con vosotros solo por vosotros. Querría que dedicarais con amor este mes a mi Hijo Jesús. Mi Hijo Jesús sangra, sufre por la falta de amor y de fe tan grande que hay en el mundo. No es necesario tener miedo de los secretos, sino tener miedo de no estar en gracia de Dios.

Mis queridos hijos os invito aún una vez más a orar, a orar y a orar.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Gracias porque estáis aquí presentes. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 6 de julio de 1991 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, todavía no conseguís "amar", amar significa "dar". Cuando daréis amor dentro de vosotros habrá una gran alegría, cuando daréis a los otros os enriqueceréis vosotros mismos. Dios es amor y da amor.

Estos momentos son muy duros, muy difíciles para los hombres, porque en el mundo no hay amor.

Orad, orad mucho porque este mundo va a la deriva. Aunque me apareciese en todos los lugares de la tierra no convertiría a los hombres porque los hombres no desean convertirse. El que se ha de convertir, debe convertirse ahora, cada momento, cada instante es adecuado para la conversión.

Cuando vayáis de vacaciones pensad en mi Hijo Jesús, no lo dejéis solo. Orad por las personas que están cerca de vosotros, orad por los jóvenes, orad por mi Papa, orad por mi Iglesia, orad por la paz. Orad por el mundo entero.

El amor es grande porque os enriquece a vosotros mismos, pero amar significa también sacrificarse por el hermano.

Mis queridos hijos, mi Hijo Jesús dijo que vosotros debíais ser como un pequeño capullo que poco a poco crece, forma muchos pétalos y manda rayos luminosos sobre aquellas almas que esperan estos rayos para ser convertido.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Gracias porque estáis aquí presentes. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Longiarù (BZ), 3 de agosto de 1991 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, la paz esté con vosotros. Hay tanta necesidad de paz: paz en vuestros corazones, paz entre vosotros y paz en el mundo entero. En un mensaje dije: "Resurrección igual a Amor", el amor comprende todas las virtudes, el amor lleva a Dios.

Amad y estad contentos de amar, orad y estad contentos de orar. Mis queridos hijos, ved cuanto sufrimiento, cuanta miseria, cuantas incomprensiones, cuantas luchas están presentes en el mundo, por esto yo no hago otra cosa que repetiros que oréis, améis y sufráis.

Mis queridos hijos, yo amo porque hago la voluntad de Dios y vosotros si no conseguís hacer la voluntad de Dios, como podéis decir que amáis?

Animo, continuad adelante con la oración, con el amor y con el sacrificio.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Gracias porque estáis aquí presentes. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 7 de septiembre de 1991 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, es tiempo de pensar y actuar por la paz del mundo, no penséis en vosotros solos, sino pensad en los otros: en los hombres, en las mamás, en los niños que están sufriendo. Orad mucho por ellos, orad por la paz en el mundo, orad por cada uno de vosotros.

¿Qué puedo deciros todavía? Os pido que oréis y que os convirtáis profundamente, verdaderamente, hasta el fondo.

Orad por los jóvenes, orad por mi Papa, orad por la paz en el mundo. Éste no es un mensaje, es una oración, es una imploración, una llamada apesadumbrada de Mamá.

Orad, orad mucho y haced pequeños florilegios, pequeñísimos, no os pido mucho, no os pido el máximo, os pido poco: pequeños florilegios, pequeñas renuncias.

Ahora es el momento del demonio que está tratando de precipitarlo todo, pero Dios es fuerte y a Dios no se la juega. Mis queridos hijos, os repito una vez más: orad, orad por la paz.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Gracias porque estáis aquí presentes. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 5 de octubre de 1991 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, es el llanto apesadumbrado de Mamá el que os invita a orar, a hacer cualquier renuncia, cualquier florilegio para los grandes hombres de la tierra que continúan combatiéndose entre ellos sin preocuparse de la gente que muere.

Satanás ha conseguido infiltrarse entre estos hombres, entre estos grandes y poderosos que buscan solo su bienestar, que buscan solo de sobresalir y no respetan al hombre, sobretodo no respetan a los niños, a las mamás, y a los ancianos.

Esta invitación la dirijo sobretodo a los jóvenes porque de vosotros dependen muchas cosas; vosotros podéis vencer a Satanás con la oración, con la renuncia y con el sacrificio.

Amad, amad a todos porque el mundo se aleja cada vez más de Dios, Su mano continua suspendida sobre el mundo.

Mis queridos hijos, estoy muy dolorida porque la pasión de mi Hijo Jesús todavía continúa. Orad a fin de que Satanás caiga de una vez por todas, caiga definitivamente y no se vuelva a alzar más; pero necesito más que nunca de vuestras oraciones y de vuestro esfuerzo. Orad por mis intenciones, orad al Espíritu Santo a fin de que ilumine a los grandes y poderosos. Oremos juntos a Dios Padre a Dios Hijo a Dios Espíritu Santo por la paz en el mundo.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Gracias porque estáis aquí presentes. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 2 de noviembre de 1991 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, mi gran deseo es que con calma releáis todos los mensajes. Os dejo estas dos palabras: sufrimiento = amor.

No me cansaré nunca de deciros que el mundo se hunde y que Satanás se ha infiltrado en los hombres.

Vosotros, "mi pequeño cenáculo", orad por la paz del mundo.

Os he dicho todo lo que podía deciros, todo lo que puede decir una mamá a sus hijos.

Os ruego pongáis en práctica los mensajes, estoy segura que no os pido grandes cosas. Podéis convertiros en santos cumpliendo pequeñas cosas, cosas ordinarias, cosas sencillas. Ahora mis queridos hijos, oremos todos juntos por la verdadera paz en el mundo, pero os repito todavía una vez más, primero que todo la paz debe estar en vuestros corazones. Os invito a orar a vuestro ángel custodio.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro a todos bajo mi manto materno.

Gracias por estar aquí presentes. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 7 de diciembre de 1991 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, estoy todavía en medio de vosotros y con mucha fuerza e insistencia os ruego que oréis. Orad para comprender lo que Dios quiere a través de sus mensajes.

Orad con el corazón, porque orando con el corazón pueden llegar abundantes gracias de las que los hombres y el mundo tienen necesidad.

Mis queridos hijos, de vuestro corazón ha de salir mucho amor, tenéis que estar siempre dispuestos a afrontar cualquier situación que la vida os presente.

Orad por esta sociedad que no quiere conocer a Dios y si no conoce a Dios no hay esperanza, no hay conversión, no hay salvación y se precipita cada vez más abajo.

Orad según mis intenciones, ayudadme y Dios os bendecirá por vuestra constancia en la oración.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Chiavari (GE), 4 de enero de 1992 - h.11:00 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, estoy aquí en medio de vosotros con el pequeño Niño Jesús para suplicaros una vez más que oréis y seáis más constantes en la oración.

No debéis orar a Dios solo para vosotros mismos sino también por los otros hermanos.

Una vez más o pido, os suplico, con el corazón apesadumbrado: orad por mis intenciones. Estas oraciones yo las llevaré a Dios, juntos entrelazaremos una cadena grandísima a los ojos de Dios para colaborar a la salvación de aquellas almas que dicen que creen pero no creen.

Poned atención a Satanás que es muy listo, muy celoso y está devorado por una envidia tan malvada que trata de todos los modos posibles de esconderse en todas parte para hacer caer al hombre. Pero si vosotros permanecéis unidos a Dios, Satanás será aplastado y vosotros, mis queridos hijos, conseguiréis una completa victoria. Por tanto, orad, orad mucho, hoy más que nunca, los tiempos están cercanos, pero debéis orar, dar buen ejemplo, dar testimonio.

Corréis demasiado de prisa para las cosas profanas y no dais a Dios Padre, a Dios Hijo -que hoy está aquí como Niño Jesús entre mis brazos a Dios Espíritu Santo, vuestro amor.

Gracias si sois capaces de comprender la importancia de amar a Dios.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Gracias porque estáis aquí presentes. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 1 de febrero de 1992 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, es con alegría que me encuentro en medio de vosotros. Mi mensaje es este: orad, orad, orad; amad, amad, amad; vivid en la paz, vivid en la paz.

Ahora oremos por la paz del mundo, por mi Papa y por los sacerdotes.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 11 de febrero de 1992 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, cuando os encontráis juntos debéis tratar siempre de estar alegres, porque no sabéis si el hermano de al lado está sufriendo más que vosotros.

Yo cuando fui al Templo, por que según la ley de los hombres debía purificarme, sufrí mucho. José y el pequeño Jesús, Hombre-Dios, vieron mis lágrimas, pero los otros no, vieron mi alegría de amar a Dios, a mi Todo.

Cuando estéis junto a los otros, debéis estar alegres porque si recibís a mi Hijo Jesús, Él está con vosotros, os da gracia, fuerza, ánimo. Esto vale sobretodo, para los jóvenes, porque todavía no tienen grandes sufrimientos y son capaces de resistir las dificultades que la vida les ofrece, si están sostenidos por la gracia.

Es con gran alegría que vengo en medio de vosotros, en este momento estoy aquí con vosotros, solo por vosotros.

Os pido que oréis porque el mundo va a su ruina, porque los hombres no se aman y tienen miedo también de hacer pequeños sacrificios, pequeños esfuerzos.

Yo os he llamado y cada uno de vosotros tiene una tarea, un misión que cumplir para mi y vuestro Dios.

Yo deseo que seáis más fuertes, más santos, debéis conseguir la santidad con las pequeñas cosas, no os pido grandes cosas.

Hasta que no lleguéis a participar en la Santa Misa y acercaros a la Santa Comunión cada día no podréis comprender el amor de mi Hijo Jesús, porque no lo vivís.

Incluso la oración de dos o tres horas no es suficiente para transformaros, para convertiros verdaderamente si dentro de vosotros no está mi Hijo Jesús.

Abrid vuestros corazones a mi Hijo Jesús. Amad. Multiplicad vuestro amor por Jesús Eucaristía y permaneced siempre en su amor. Jesús es Dios, Dios es Todo, Dios es Infinito. El hombre solo ¿Cuánto vale? Infinito más diez. ¿Recordáis la explicación tan hermosa y tan entusiasmada que ha dado el sacerdote?

No os dejéis turbar por los sufrimientos, mientras estéis en la tierra no faltarán. Yo he tenido muchos sufrimientos y cuando leeréis el libro que cuenta mi vida comprenderéis tantas cosas y tantos por qués. Yo he hecho siempre la voluntad de Dios. Yo soy la Madre de la Eucaristía y poco a poco todos me conocerán bajo este nombre. Yo soy la Madre de la Eucaristía, la Madre de Jesús, el que ha sufrido, ha muerto, ha resucitado por todos los hombres. Yo soy la Madre de la Eucaristía, la Madre de Jesús, que hoy y siempre, para quien le quiere, para quien le busca, está presente en medio de vosotros en los tabernáculos de vuestras iglesias. Yo soy la Madre de la Eucaristía, pero no todos aceptarán este nombre que cierra toda la historia.

Surgirán envidias y celos y a causa de esto sufriréis, pero los hombres no podrán impedir a Dios que realice sus planes.

Cuando me invocaréis -Madre de la Eucaristía ora con nosotros- os concederé lo que pidáis si es conforme a la Divina Voluntad, ya han sido obtenidas gracias espirituales y físicas con esta invocación.

Ahora yo me arrodillo delante de mi Hijo y le pido humildemente que bendiga esta pequeña estatua y también yo bendigo esta estatua. A quien rece delante de ella con el corazón, a quién orará por el hermano, a quien orará por las personas que lo hacen sufrir, concederé gracias particulares.

Mis queridos hijos, ésta es la imagen de la Madre de la Eucaristía, llevadla, si queréis a vuestras casas y hacedla conocer.

Yo deseo ser invocada y amada como "Madre de la Eucaristía".

Amad a mi hijo Jesús, amad al sacerdote que representa al dulce Cristo en la tierra, amaos los unos a los otros.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 7 de marzo de 1992 - h.6:00 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, he demostrado cuanto os amo porque he esperado vuestra venida; esta es una fuete demostración que yo vengo por vosotros.

Hoy me es muy difícil daros el mensaje porque se que Dios Padre está tomando su decisión para el mundo.

He pedido muchas veces que oréis según mis intenciones, y todavía hoy os repito: orad según mis intenciones.

Hace pocos días ha sido proclamado: convertíos y creed en el Evangelio, pero ¿dónde están, dónde van, de qué se preocupan y se afanan los hombres, que mi Hijo ha redimido con su muerte y que ama con un amor infinito?. Yo os invito más que nunca a orar, a orar por el mundo, cada uno de vosotros debe tomarse la propia responsabilidad.

Los hombres no están convertidos como Dios Padre quiere. Dios Padre comienza su trabajo y yo, su hija predilecta, trato por todos los medios de frenarlo, de detener su mano.

Aquí han sido dadas gracias, grandes gracias espirituales y físicas, en modo espectacular o en modo discreto.

Querría que hicierais cualquier cosa por mi Hijo Jesús.

No os escondáis detrás de las excusas o pretextos cuando habléis con el sacerdote, porque él dice lo que debe decir, es a Dios a quién debéis rendir culto.

Cuando hagáis algo, hacedlo por el Señor, si esto no lo habéis comprendido habéis perdido el tiempo.

Yo, como Mamá, de todas formas, creo en vosotros, os ayudo y os amo. Mis queridos hijos, ¿Tanto os cuesta amar a Dios, amar a mi Hijo Jesús que ha dado su vida por cada uno de vosotros, amarme también a mi porque yo os amo a cada uno en particular?. Amar no significa que no debáis sufrir, amar significa sacrificio, significa donación.

Mientras estaréis en esta tierra los sufrimientos no faltarán.

Para ti, querida hijita, aunque me disgusta, continuará la abstinencia.

Os pido que oréis más durante esta cuaresma, haced florilegios y sacrificios, haced ver a los otros que os amáis. ¿Cuándo conseguiré haceros comprender cuán importante es el amor a Dios y a los hermanos?

Oremos por la paz en el mundo. Mis queridos hijos, os invito una vez más a la oración del corazón.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 4 de abril de 1992 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, el mundo no responde a la llamada de Dios, no acepta la paz de Dios. Mientras los hombres no vivan en gracia y no se acerquen a la confesión y a la Eucaristía, la paz no podrá llegar al mundo. Vosotros, mis queridos hijos, aunque seáis pocos, y pequeños, trabajad para hacer reinar esta paz en la familia, junto a los pariente, a los amigos y todas las personas que se acerquen, sin vergüenza ni temor.

Mi Hijo Jesús no ha tenido vergüenza y ha superado el miedo y la angustia cuando ha afrontado la pasión y ha sido crucificado por cada uno de vosotros, porque sabía que con su muerte, seguida de la Resurrección, reabriría el diálogo entre Dios Padre y los hombres y reabriría el mundo al amor del Espíritu Santo.

Mis queridos hijos no os he pedido nunca que hagáis grandes cosas, sino solo pequeños sacrificios, florilegios, gestos de caridad y de amor; Dios Padre sabe a quien pedir grandes sufrimientos para salvar las almas, por la paz del mundo y la paz llegará después de la purificación, que como sabéis, ya ha comenzado.

Mis queridos hijos, os pido que deis vuestro testimonio en todo para el Señor. Es mi gran deseo que me ayudéis a salvar las almas que están a vuestro lado, con humildad y caridad.

Os he repetido muchas veces que si me ayudáis a salvar aunque sea una sola alma, tendréis el paraíso asegurado.

A vosotros, mis queridos jóvenes, recomiendo que hagáis apostolado, que hagáis conocer a mi Hijo Jesús, vuestro Jesús, amadlo y hacedlo amar.

Os he hecho una catequesis sencilla y profunda, os he enseñado cómo debéis amar a Dios y al prójimo.

Si hacéis el examen de conciencia antes de dormiros os daréis cuenta sí verdaderamente amáis a Dios, y amáis a vuestro prójimo y comprenderéis que habéis cambiado interiormente cuando os comportéis con amor, cuando difundiréis amor entorno a vosotros.

Animo, hijos míos, yo no os abandono nunca.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 2 de mayo de 1992 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, en los hombres falta el amor, no hay amor; amor significa dar y no tomar, amor significa prevenir al otro.

Los hombres no se aman, por esto las luchas continúan, la sangre corre y los inocentes pagan.

Yo querría tanto haceros comprender la importancia de amar, de orar, de aceptar cualquier pequeño sufrimiento, de esperar el momento particular en el que Dios habla a cada uno de vosotros, pero debéis callar dentro de vosotros para escuchar a Dios. Mis queridos hijos, comprended, aceptar este mensaje mío.

Tengo tanta amargura, pero también esperanza de que vosotros comprendáis que amar significa también sacrificio; sacrificarse a sí mismo por los otros no es duro, no es imposible.

Yo he venido para estar con vosotros, para orar con vosotros y para haceros comprender la importancia de participar todos los días en la Santa Misa y acercaros a la Santa Comunión, confesaros frecuentemente, frecuentar los encuentros bíblicos, estar presentes en el grupo de oración y recitar cada día el Santo Rosario.

Gritad fuerte vuestro "Sí de amor" como lo he pronunciado yo, aún sabiendo que estaba lleno de sufrimientos y de dolores.

Esto vale para vosotros y para todas las almas que quieren hacer un camino espiritual comprometido.

Recordad que estos mensajes no son míos, sino de Dios. Dios no manda a los hombres a morir, a los enfermos a morir, Dios elige almas particulares a las que pide sacrificios y sufrimientos hasta la inmolación más completa.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 6 de junio de 1992 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, estoy en medio de vosotros con alegría. He venido para repetiros las enseñanzas que hace tiempo os digo y que son las mismas de mi Hijo Jesús; amad, orad, no retrocedáis frente al compromiso y al sacrificio y ayunad.

Yo os he elegido, mi pequeño cenáculo, porque sabía que podía contar con vosotros. Si hubiera querido recoger una gran multitud de personas, entonces hubiera hecho una cosa espectacular.

Yo os he elegido uno a uno, os he llamado con dulzura, con amor. Alguna vez habréis tenido que afrontar pequeños sacrificios para responder a mi llamada, pero habéis sido recompensados.

Os hago una confidencia materna, que ciertamente os gustará: Jesús y yo hemos leído juntos todos los mensajes que os he dado, ellos contienen todo lo que sirve para llegar a la santidad. La santidad es posible para todos, todos pueden estar íntimamente unidos a Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo.

Ahora orad conmigo por vuestros familiares, orad por las personas queridas, pero sobretodo por los sacerdotes y las almas religiosas, tienen mucha necesidad.

Animo, mis queridos hijos, yo estoy con vosotros, mi Hijo Jesús están con vosotros, pero vosotros comprometeos más.

Poned a mi Hijo Jesús en el primer lugar, esto no es una reprimenda, sino un reclamo hecho con mucho amor materno.

¿Por qué no sois capaces todavía de poner a Dios en el primer lugar?.

Esto para el cristiano es el más importante de todos los compromisos. Este mensaje es dictado por el amor de vuestra Mamá, hacedlo saber también a los ausentes, a las personas que no han podido venir por motivos justos. Tengo necesidad de vuestro compromiso y vuestra colaboración.

Orad, orad muchísimo al Espíritu Santo, hasta que descienda sobre vosotros, os ilumine y os de fuerza: "Ven Espíritu Santo, ilumina mi mente, inflama mi corazón y haz que arda siempre de amor por Ti y por mis hermanos".

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 4 de julio de 1992 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, este mensaje es para los que se irán de vacaciones. Yo, vuestra Mamá, os invito a no dejar la oración, la Santa Misa, la Santa Comunión, la Santa Confesión y el Santo Rosario y, cosa que para vosotros es muy difícil poner en práctica, el santo ayuno.

Permaneced tranquilos, Dios ayuda y asiste de modo particular a quien hace el florilegio del ayuno, si es compatible con la propia salud. Quien por válidos motivos no pueda ayunar, puede hacer pequeños sacrificios, estar disponible a la ayuda fraterna y perder menos tiempo delante de la televisión.

Orad, orad mucho dondequiera que os encontréis, comprometeos para impedir al demonio que se aproveche de ningún angulillo vacío de vuestra alma para penetrar en vosotros. Vuestra jornada sea una oración continua, incluso en la sana diversión y en el justo reposo.

A los lugares donde vayáis haced con amor y siempre unidos a Dios cualquier cosa que debáis hacer. Yo oro con vosotros cuando vosotros oráis a mi Hijo Jesús, yo estoy con vosotros cuando vosotros estáis con Dios. Observad los mandamientos de Dios, leed cada día una pequeña página del Santo Evangelio, allí está todo, todo lo que os he dicho hasta hoy. Orad por mis sacerdotes, sobretodo por mi Papa, orad por el mundo entero, el mundo va hacia la propia ruina, los hombres no se aman. Vosotros, mi pequeño cenáculo, tratad de amar con amor verdadero, sincero, que sale del corazón, mi amor por cada uno de vosotros sale del corazón. Por querer de Dios Padre recitad juntos el Magníficat. Oremos juntos por la paz del mundo.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 16 de julio de 1992 - h.10:00 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, hijitos míos he venido con alegría para daros ánimo para seguir adelante en este fatigoso y duro camino junto a mi Hijo Jesús, a mi y al Papa. He estado muy cercana de mi Papa en el momento crítico de la operación. El mérito para la feliz salida de la operación es atribuido a los médicos, pero quien ha guiado su mano ha sido Dios, porque humanamente hablando, para mi Papa no había salvación.

Hijitos míos, os pido que continuéis orando muchísimo por el Vicario de Cristo. Ofreced sacrificios, florilegios para mi Papa que ama mucho a su rebaño, su amor es correspondido por pocos y muy a menudo está solo con su dolor, como mi Hijo Jesús en Getsemaní.

No durmáis como los apóstoles, sino orad, sufrid por el Papa, amad al Papa, llenad su soledad y hacedle sentir que le estáis cercanos con amor filial y reconocimiento. Quien ama al Papa, ama a Jesús, me ama a mi.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Maen (AO), 1 de agosto de 1992 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, mi corazón está muy triste. Yo he dicho que han empezado los malos tiempos y dolorosos, ha empezado el tiempo de la purificación, pero lo hombres todavía no creen en todo esto, no creen porque para ellos es difícil creer en Dios.

Es desde hace tanto tiempo y en lugares diversos que yo me aparezco, pero nunca como ahora estoy tan triste y mi Corazón sangra porque veo que el Corazón de mi Hijo Jesús sufre y sangra por esta humanidad tan corrupta, tan pobre, tan sucia.

Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza, pero vosotros, hombres, ¿sois a semejanza de Dios? Yo estoy con vosotros, pero vosotros ¿estáis con mi Hijo Jesús? Yo oro con vosotros, pero vosotros ¿oráis con mi Hijo Jesús?

Este mensaje que va dirigido a todos es muy triste, es muy doloroso, hace sufrir.

Mi Hijo sufre, Dios Omnipotente sufre, yo, vuestra mamá, sufro. Se han iniciado los tiempos de la purificación, habrá todavía guerras y terremotos, habrá todavía sucesos feos, pero hasta que cada hombre no sea tocado está sordo a estos reclamos, no conoce a Dios, no ama a Dios.

Mis queridos hijos, yo quiero estar siempre con vosotros, sufro con vosotros y me alegro con vosotros. Os suplico desde el fondo de mi corazón que oréis por la paz en el mundo, que oréis por mi Papa, que oréis por mis sacerdotes.

¿Por qué mis predilectos que han sido escogidos por Dios a cumplir una gran misión continúan causando tanto dolor a mi Hijo, a mí, a Su y vuestra Madre?

Orad por este mundo tan corrompido; esta expresión "mundo tan corrompido" no la había pronunciado nunca antes y a vosotros, mis queridos hijos, os repito: orad, orad por este mundo tan corrompido.

Orar no significa recitar sólo rosarios, rosarios, rosarios, sino tener el alma en gracia, acrecentarla con los Sacramentos, ser sencillos, humildes, dóciles y aceptar con amor aquellos pequeños sufrimientos que Dios Padre os da.

Orad, orad, orad, sea cantando, sea hablando, sea en las diversiones, sea en el estudio, sea en el trabajo. Todo lo que debéis hacer en la jornada, hacedlo con la oración, hacedlo estando delante de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo.

Mis queridos hijos, una vez más os repito: yo estoy con vosotros, pero vosotros permaneced siempre con mi Hijo Jesús

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 5 de septiembre de 1992 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, deseo que vuestro sacerdote lea el mensaje del primer sábado de agosto, allí está todo mi amor, mi amargura, mi desilusión.

Yo os amo mucho y os necesito, necesito vuestras oraciones para ayudar a los hombres, a aquellos hombres que dicen que creen y después se comportan como los que no creen.

No debéis asustaros si la purificación ha comenzado, más bien debéis comprometeros en orar más.

Os he dicho que oréis durante las vacaciones, que oréis en el trabajo, en el juego y en la diversión; todo se vuelve oración cuando se ama y se está unido a Dios.

El amor con A mayúscula no es difícil, creedme, se requiere sólo un poco de esfuerzo y de oración.

Yo estoy muy afligida porque los hombres no se convierten.

Cada uno de vosotros tiene un pesada carga que llevar, llevadla con amor, con generosidad y os daréis cuenta que tenéis más fuerza al amar, al dar y al perdonar.

Yo estoy con vosotros; de manera particular bendigo y beso a los niños presentes para que crezcan verdaderamente como mi Hijo Jesús quiere; su crecimiento depende de los padres, todos los padres deben ser obedientes a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo.

Cuando el hombre está en gracia, tiene el Paraíso en el alma.

Mis queridos hijos, valor y ánimo.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 3 de octubre de 1992 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, todavía una vez más vengo a rogaros que ayudéis a Dios Padre a hacer que los hombres se conviertan y cesen las guerras, pero primero de todo que acabe la guerra en el corazón del hombre: el pecado.

El hombre continúa viviendo sin amar a Dios, sin amar al prójimo. Muy a menudo mis hijos dejan la Santa Misa y la Comunión dominical y esto hace sufrir mucho a mi Hijo Jesús; todos, grandes y pequeños, corren por todas partes, después cuando la jornada acaba no tienen más tiempo para ir donde mi Hijo Jesús, a participar a la Santa Misa.

Cuantos de mis hijos se acercan a la Santa Comunión en pecado, cuantos de mis hijos no están en gracia y van a tomar a mi Hijo Jesús por respeto humano.

Hace tiempo que ha comenzado la purificación, pero ¿quién se ha dado cuenta?. ¿Quién busca caminar por el camino recto?. Los secretos son duros solo para quienes no están en gracia, quien está con mi Hijo Jesús no debe temer nada.

Orad ahora conmigo por la paz, por mi Papa, por vuestro sacerdote y después recitad juntos el Magníficat.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 7 de noviembre de 1992 - h.5:45 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, es siempre con gran alegría que vengo aquí, entre vosotros, a orar con vosotros. Querría tanto llevaros todavía más alto, los designios de Dios Padre son muy elevados y muy hermosos.

Mi Hijo Jesús, sufre, sufre mucho porque el mundo continua alejándose y rechazándole.

Mis queridos hijos, mis pequeños hijitos, orad, orad a Dios Omnipotente para que se aplaque su ira contra los grandes, los poderosos que son causa de grandes sufrimientos, el amor de Dios es infinito, es misericordioso, pero es también justo.

Yo, vuestra mamá, estoy siempre con vosotros y quiero guiaros siempre, vosotros dejaros guiar.

Cuantas veces os he dicho: poned a Dios en el primer lugar, todavía dejáis con facilidad la Santa Misa y la Santa Comunión cotidiana, ésta es la primera oración, la oración más importante, la oración que da gloria a Dios Padre, a Dios Espíritu Santo, a Dios Hijo Encarnado.

Amad a las personas que os hacen sufrir, amad a mi Papa, orad por mi Papa, por vuestro Papa, sufre muchísimo.

Cuantas veces he tomado la mano de Dios Omnipotente y Le he dicho: "Concede todavía un poco de tiempo, Dios mío, todavía un poco de tiempo, mi Todo, aunque la purificación haya ya comenzado, da todavía tiempo a mis hijos para que puedan cambiar, amarte, ponerte en el primer lugar, Tu les has dado todo, les has dado a Tu Hijo Jesús".

Os invito todavía a orar con el corazón, a amar con el corazón.

Oremos todos juntos por la paz en el mundo, por aquellos niños inocentes que están muriendo de hambre y de frío por culpa de los grandes, de los poderosos.

Mis queridos hijos, junto al sacerdote os bendigo, llevad mi bendición a vuestras familias, a vuestros seres queridos, a vuestros amigos que están todavía alejados. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 5 de diciembre de 1992 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, yo vengo en medio de vosotros con todo mi amor, pero estoy muy triste, porque veo que mis hijos están aún muy lejos de mi Hijo Jesús. Mi Hijo Jesús ha dado todo de sí mismo, pero no todos responden como deberían a su llamada.

Respetad y amad al sacerdote, vuestro director espiritual que yo he llamado porque Dios lo ha querido así.

Soy mamá y como tal me repito a menudo, porque trato de hacer entrar el amor en vuestros corazones. Hay tanto todavía por caminar; mi Hijo Jesús está con vosotros, yo estoy vosotros, siempre que deseéis que Nosotros estemos a vuestro lado.

Nadie quiere comprender todavía que la purificación ha comenzado. Para acumular dinero se hacen muchos sacrificios, pero por amor a Dios se hace poco, muy poco.

Dios, Dios, Dios, ¿dónde ponéis a Dios?. ¿Por qué Le reserváis siempre el último lugar? Encontráis tiempo para todo, corréis por todo, ¿por qué no encontráis tiempo para mi Hijo Jesús, que ha muerto y resucitado para vosotros? ¿Por qué no corréis por las cosas de Dios? Vosotros podéis decir: la Virgen se repite. Si, me repito porque quiero conduciros a la santidad, a gozar de Dios; del resto, una mamá ¿cuantas veces al día repite a sus hijos la misma cosa?. Yo, vuestra Mamá, no quiero dejaros, no puedo abandonaros y, si me lo permitís, os llevaré conmigo delante de Mi Dios, de vuestro Dios. Si tenéis cualquier cosa que decir, decidselo, y me repito, decidselo al sacerdote o al interesado, con humildad, con respeto o comprensión; ayudar, corregir a un hermano es un gran y animoso acto de amor.

Hacia los sacerdotes debéis tener el máximo respeto, para mi Hijo y para mi es muy importante que respetéis a todos los sacerdotes; si hay algo que concierne a un sacerdote, decidselo, esto es caridad; esto es amor.

Si decidís hacer cualquier cosa por Dios, debéis hacerla con convicción, con amor y con la paz en el corazón. A Dios debéis dar con alegría, no con nerviosismo, con desagrado o por fuerza.

No debéis prometer primero que os vais a comprometer en alguna actividad y después retractaros de la promesa: "Quién pone la mano en el arado y se echa atrás no es digno para el reino del cielo", ha enseñado mi Hijo Jesús.

Yo continuaré amandoos, ayudandoos, protegiendoos, para continuar el camino que Dios os ha indicado a través de mi.

Si alguno quiere dejarlo porque no se siente dispuesto a comprometerse, que lo haga en silencio, sin hablar mal y sin criticar injustamente.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 8 de diciembre de 1992 - h.9:50 a.m.

Mensaje de Jesús, Dulce Maestro

Queridos hijos, cuando llegan desgracias no es Dios, no es mi Padre, no es el Espíritu Santo, no soy Yo, no es mi Madre que las mandamos, son los hombres que no se aman, que se matan uno al otro, que no se convierten, que lo provocan. ¿En qué entra Dios?

Dios os ha mandado a Mi, Su Hijo, para abriros el Paraíso. Cuando llega un dolor físico, no es Dios quien lo manda, Dios sabe a quien dar los dolores físicos y los da a pocas personas que han aceptado sufrir por la salvación de los hermanos.

Cuando alguno os calumnia, os hace sufrir, es malo con vosotros, no la toméis con Nosotros, Nosotros no tenemos ninguna responsabilidad de estos sufrimientos. Nosotros os amamos infinitamente y vosotros todavía no creéis en nuestro amor. Dios sabe lo que hace, ¿quiénes sois vosotros para decir: es culpa de Dios? Cuando dejáis de lado a Dios, porque tenéis miedo, temor de comprometeros, no la toméis con el sacerdote, tampoco él entra en nada, hace solo su deber, desarrolla su tarea que es la de hacer conocer el Evangelio, de hacer conocer a mi Mamá.

Meditad cuanto os ha dicho mi Madre el 5 de diciembre de 1992.

Junto a mi Madre y al sacerdote, os bendigo. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Espíritu Santo y de Mi, Dios Hijo.

Roma, 10 de diciembre de 1992 - h.5:00 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, os amo y os amaré siempre. Cuando el hombre se acerca más a Dios, cuando quiere darse todo a sí mismo a Dios, cuando trabaja y sufre para llevar las almas a Dios, a menudo se queda solo, los hombres entorno a él, con una excusa u otra se retiran.

La soledad es dolorosa, especialmente en el campo espiritual. Mientras estéis en la tierra el sufrimiento se hará sentir, no porque Dios quiere que sus hijos sufran, sino porque los hombres no viven según las enseñanzas de mi Hijo.

Se que el sufrimiento, la incomprensión y la soledad os hacen gemir y yo sufro con vosotros.

Recordad que sois libres. Si no sois capaces de continuar luchando, sabed que yo continuaré estando con vosotros, yo soy vuestra Mamá, no puedo abandonaros, no quiero abandonaros.

Vosotros sois mis hijitos, en un único abrazo os estrecho junto a mi corazón, a toda vuestra familia.

Vivid en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 1 de enero de 1993 - h.10:00 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, os invito a hacer junto a mi una revisión de vida del año que apenas acaba de terminar.

Permanezcamos en silencio y después oremos por la paz en el mundo. Todavía hoy estoy en medio de vosotros con el Niño Jesús. que alarga sus bracitos para abrazar a todo el mundo, a este mundo donde no hay paz, donde los hombres, si no son tocados personalmente por el sufrimiento, preocupaciones y problemas, oran siempre menos y donde muchos de los que oran, oran por tradición, van a la Santa Misa por tradición. Vosotros sabéis que yo me aparezco en muchos sitios como quiero y cuando quiero porque Dios Omnipotente lo quiere así, pero todavía no consigo hacer comprender cuan importante es orar, ayunar, dar testimonio, pero sobretodo cuan necesario es recibir a mi Hijo Jesús cada día en vuestro corazón para vivir bien en un mundo que se presenta no muy bien.

Al menos, vosotros llamados, haced algo en vuestra pequeñez. Veis cuantos he llamado: ¿Dónde están?. Mi Hijo Jesús hizo muchos milagros, pero ¿dónde estaban los milagreados cuando fue crucificado? Y la historia se repite cada día. Todavía hoy los hombres no se aman, en el mundo hay un odio tan fuerte y un orgullo tan potente que destruye al mismo hombre.

Los miembros de la propia familia, de la propia comunidad no se aman y los grandes hombres que tienen las naciones por la mano no se respetan porque en ellos hay orgullo, soberbia, y yo ahora me refugio en los pequeños, en los sencillos, en los humildes.

Os digo a vosotros: amad, orad, haced sacrificios, ayunad, el que no pueda ayunar a pan y agua, puede hacer obras buenas: saludar a una persona que os ha hecho sufrir, dar testimonio en el lugar donde os encontréis sin miedo, visitar a un hermano enfermo.

¿por qué tenéis miedo de dar a conocer que estáis con Dios, que sois de Dios?. Soy la Madre de Dios, vuestra Madre y vosotros sois hijos de Dios, hijos míos y os amo, os amo, os amo.

Se que puedo contar con vosotros. Mis queridos hijos, por todas partes hay tanta necesidad de comprensión, de ayuda, de perdón y de amor. Vosotros no me veis, pero yo estoy con vosotros y os he escogido porque quiero llevaros a la santidad.

Mi hijo mueve las piernecitas y alarga los bracitos para abrazaros a todos. Amad y dad testimonio.

Hay personas llamadas que pueden venir, pero que no viene, porque no han comprendido todavía la importancia de estos encuentros, durante los cuales, cada vez, en nombre de Dios, distribuyo las gracias que irán a beneficio de los hermanos que tienen más necesidad.

Hijitos míos, deseo a todos que empecéis bien este año con la oración y con el amor hacia el hermano que sufre.

Orad por mi Papa, orad por vuestro sacerdote, orad por todos los sacerdotes. Yo no quiero entristeceros, pero este nuevo año no se presenta bien, a menos que Dios intervenga. No me cansaré nunca de deciros: orad, orad mucho y dad ejemplo y testimonio, pocas palabras y mucho ejemplo, mucho testimonio.

Cuando mi esposo José y yo con el Niño Jesús nos desplazábamos de un lugar a otro no hablábamos mucho, pero dábamos mucho ejemplo y mucho testimonio.

Junto al Niño Jesús que agita sus bracitos para abrazaros, junto a mi esposo José, casto, bueno y humilde y junto a vuestro sacerdote os bendigo. Os cubro con mi manto materno, llevad mi beso y mi abrazo a vuestros seres queridos, sobretodo a los que sufren y a los niños y orad mucho. Orad por esta vuestra hermana, para que tenga fuerza de soportar todo lo que Dios querrá. Id en paz en nombre de este mi Niño que continua sonriendo.

Roma, 6 de febrero de 1993 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, mi invitación a la oración parte de lo más profundo del corazón.

Dios Omnipotente desea vuestra paz, paz a los hombres de buena voluntad. Todas las naciones están en guerra, no solo disparando, guerra es pecar, robar, mentir, ser deshonestos, calumniar y difamar. Volveos en torno vuestro y mirad que mal va el mundo.

Yo continuo cada vez, pidiendoos, suplicandoos que oréis, orad, orad, porque quiero llevar a los hijos de Dios a la conversión.

Vivid en la Eucaristía, sin Eucaristía no hay amor, no hay sinceridad, no hay honestidad, no hay sencillez.

Vivid en la Eucaristía, no esperéis el domingo, el día festivo para recibir a mi Hijo Jesús que os ama. Yo me pregunto: ¿Quién sois vosotros hombres para que mi Hijo os ame tanto?. ¡Qué grande es su amor por vosotros!. Os invito a cambiar, a cambiar y a amar.

El mío, quiere ser un mensaje repetitivo, el niño tiene necesidad de que se le llame la atención, de ser corregido continuamente.

Os invito al ejemplo, al testimonio porque Dios lo quiere así. ¿Respondéis vosotros a la llamada de Dios, que os ha escogido y os ha amado muchísimo? Os dejo con esta recomendación: abrid vuestro corazón y haced entrar a mi Hijo Jesús, Jesús Eucaristía.

Esta invitación la extiendo a vuestros seres queridos; no todos escuchan la Palabra de Dios, no todos se acercan a la Eucaristía.

Invitad a vuestros niños a orar, a orar. ¿Has visto, hijita, como los pequeños africanos oraban y cantaban? Yo bendigo a los niños, en modo especial a los niños pequeños y a los negritos que tu amas tanto.

Mis queridos hijos, junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Llevad mi abrazo a vuestros seres queridos.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 6 de marzo de 1993 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, antes de daros el mensaje querría invitaros a hacer un triduo de oración por vuestro sacerdote y por todos los sacerdotes; cuando digo sacerdotes, quiero decir desde el Papa al más pequeño y humilde sacerdote. Mi Hijo Jesús pide que el martes, después de mi venida, hagáis una hora de adoración por vuestro sacerdote y por todos los sacerdotes. Para algunos será un sacrificio no poder venir, para otros podrá ser un pequeño sacrifico venir, ofrecedlo a Dios por todos los sacerdotes del mundo, este sacrificio será muy agradable a mi Hijo Jesús.

Queridos hijos, gozad en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Os invito una vez más a la oración, al ayuno, a la penitencia. Enseñad a vuestros hijos a hacer algún pequeño florilegio por amor de mi Hijo Jesús.

Estad tranquilos que cuando estáis en gracia, el demonio no puede haceros nada. Puede tentaros, puede probaros, pero golpea contra un duro escollo porque mi Hijo Jesús está con vosotros, está dentro de vosotros. Orad mucho al Espíritu Santo para que descienda sobre vuestro sacerdote y sobre todos los sacerdotes; el sacerdocio es el don más hermoso, más grande que Dios puede hacer al hombre. Orad por los sacerdotes que aman, orad por los sacerdotes que no son capaces de amar.

Estad cerca de vuestro sacerdote, especialmente vosotros jóvenes.

Mañana daré cometidos particulares a las personas que deban ayudar al sacerdote y daré mensajes personales que el sacerdote os comunicará. Os repito que a cada venida mía en medio de vosotros, doy siempre gracias particulares, vosotros atesorad.

Un abrazo y un beso a todos vosotros, mis queridos hijos.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 28 de marzo de 1993 - h.10:05 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, hoy he venido para daros un mensaje extraordinario. Yo os he llamado uno a uno por vuestro nombre. Ninguno puede impedirme que haga lo que Dios me dice, a vosotros toca responder y caminar por el camino de la santidad. Este es un "pequeño cenáculo" que Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo aman inmensamente y también yo amo, como mi Hijo Jesús: uno a uno

A vosotros toca la elección de continuar caminando o volver atrás; no hay vías intermedias, o con Dios o contra Dios. Si se ama a Dios, es necesario amar a los hermanos, con sencillez; quien tiene miedo no ama a Dios. Dios es amor. Yo os quiero leales, sinceros, sencillos como palomas, pero fuertes, prontos a dar también la vida por mi Hijo Jesús; vuestro sacerdote os ha dado el ejemplo, no se detiene ante nada cuando se trata de la salvación de un alma. Este es el mensaje que Dios Padre me ha dictado: que os améis, que os respetéis, que digáis las cosas con sencillez, que os ayudéis recíprocamente.

Para el camino espiritual no hay edad, os lo repito, no hay edad, se puede cambiar de pequeño y de grande.

Dice Jesús, mi dulce Jesús: "Si no os volvéis pequeños como niños no entraréis en el reino de los cielos". Fuera el orgullo, fuera el yo, fuera la soberbia. Amor, amor con vuestro prójimo, entonces si vosotros amáis a Dios, es porque amáis a vuestro hermano.

Ahora oremos juntos por la paz, la paz en vuestros corazones, la paz en las familias, la paz en el mundo entero.

Junto a mi alzad los ojos a Dios y oremos.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 3 de abril de 1993 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, antes de daros el mensaje quiero daros las gracias por vuestra presencia. Muchos de vuestros hermanos están enfermos y obligado a estar en cama, pero están espiritualmente presentes aquí con vosotros, otros por desgracia, no responden a la llamada, no aceptan, no comprenden la caricia de una Mamá. Os repito que yo os he llamado y os he dado esta caricia en nombre de mi Hijo no porque seáis mejores que los otros. Algunos han respondido sí, otros no, porque tienen miedo de lo sobrenatural. Quien tiene miedo de lo sobrenatural no puede amar a Dios y al prójimo. Yo bendigo y mando mi beso a los enfermos, a los que ahora sufren porque no pueden estar presentes, a éstos haré una visita y me quedaré a su lado en el lecho de cada uno. Mis queridos hijos, es querer de Dios Padre que deis testimonio y ejemplo aquí, en esta capilla, en este cenáculo. Para algunos esta presencia comporta sacrificio, pero pensad cuanto amor os ha dado Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo; a cada uno de vosotros os han sido dadas gracias espirituales y materiales.

Vuestro sacrificio será transformado en amor, en gracia, en bendición por el bien de vuestros familiares, parientes, amigos y conocidos. Yo querría haceros sentir como pulsa de amor mi Corazón y el Corazón de mi Hijo Jesús por cada uno de vosotros.

Debéis estar siempre serenos, contentos, alegres, sonrientes, incluso frente a las dificultades de la vida. Estas dificultades son tantas porque el mundo está corrupto, es egoísta, es deshonesto.

No os debe parecer extraño que entre tantos hombres, Dios os haya escogido a vosotros, cuando Dios llama es porque sabe que el llamado puede responder, puede dar. Mi caricia ha llegado también a otros, pero desgraciadamente ha sido rechazada. No debéis tener miedo del sacrificio, del sufrimiento, vivís en un valle de lagrimas porque el hombre es egoísta, no sabe amar, no quiere amar.

Querría que en esta semana de pasión, de dolor, de sufrimiento llegaseis a comprender, a meditar cuanto vuestro sacerdote os ha dicho. Mi hijo Jesús ha sudado sangre, sí, porque no tenía a Dios, porque estaba lejano de Dios, ha querido probar este sufrimiento infinito, el sufrimiento de sentirse abandonado de Dios.

Mi Hijo Jesús comprende vuestro sufrimiento porque El ha pasado antes que vosotros, con inmenso amor, a través de cualquier sufrimiento.

Os invito a orar, a orar mucho por los que esperan la Resurrección de mi Hijo Jesús solo para hacer un banquete, o bien solo van a la iglesia por tradición y se acercan a la Santa Comunión y a la Santa Confesión sólo para cumplir el precepto Pascual.

¿Quién vive verdaderamente lo que mi Hijo Jesús ha enseñado?. ¿No os dais cuenta, hijitos míos, que cuando conseguís dar a mi Hijo Jesús un pequeño florilegio, un pequeño sacrificio, una pequeña prueba de amor, Él está dispuesto a recompensaros de inmediato en el trabajo, en el estudio, en todo?.

No decaigáis, no, no podéis dejaros llevar por el desánimo, mi Hijo Jesús os ama demasiado.

Se que este es un mensaje largo, pero tenía necesidad de comunicaros enseñanzas y consejos, muchos de los cuales han sido dados ya.

Todo lo que hacéis: oración, sacrificio, compromiso, testimonio, no se pierde, continuad haciéndolo con amor, con perseverancia, con confianza. Vuestro amor dirigidlo antes que nada a vuestra familia, vuestros parientes deben ver que en vosotros está Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo.

Junto al sacerdote os bendigo de manera especial a todos los enfermos. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 1 de mayo de 1993 - h.5:30 p.m. - San José Obrero

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, es una gran alegría para mí veros aquí reunidos en este día de fiesta, cuando la mayor parte de las personas se van fuera de la ciudad, van a divertirse. Vosotros habéis venido aquí conmigo y yo estoy contenta de estar junto a vosotros, en medio de vosotros, para orar con vosotros.

Os he comunicado muchas enseñanzas, muchos consejos, muchas palabras porque soy vuestra mamá; ahora verdaderamente no tengo otra cosa que deciros sino que oréis, que ayunéis, que hagáis penitencia y que os améis.

Yo me repito y me repito todavía hasta el infinito, porque os amo y quiero llevaros a Dios Omnipotente, a mi Todo. Hoy es gran fiesta, es la fiesta de mi amado esposo José. Esta mañana tu, mi querida hija, lo has visto y por primera vez te ha hablado. Yo querría tanto, pero tanto, llevaros a la santidad, la santidad en las pequeñas cosas, os repito una vez más, en las pequeñas cosas.

Mirad como los prados están en flor, están llenos de pequeñísimas margaritas que dan mucha gloria a Dios. Tomad una margarita, deshojadla y ved como sus pequeños pétalos vuelan hacia Dios. También vosotros debéis ser pequeñas flores que dan gloria a Dios, que se abren a Dios.

Os invito a orar, a orar, a orar, a orar mucho. No os aflijáis por las pequeñas cosas y todavía una vez más os repito: amaos mucho. ¡Oh qué grande es, qué hermoso es el amor puro, el amor santo, el amor verdadero, el amor con sacrificio, el amor de donación!. Amaos, hijitos míos, gozad cuando mi Jesús entra dentro de vosotros. Hay alguno que todavía no es capaz de poner en práctica todos los días lo que Jesús ha pedido, lo que el Espíritu Santo ha pedido, lo que Dios Omnipotente ha pedido, lo que el Espíritu Santo os ha hecho comprender: recibir cada día a mi Hijo Jesús, sólo Él os dará mucha fuerza.

Orad por vuestros hermanos, sobretodo por los hermanos que sufren, que están lejos y que tienen necesidad de vuestras oraciones.

Cada uno de vosotros tiene sufrimientos y alegrías, haced que todo se convierta en alegría y ofrecedla a Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo. Ahora escuchad a mi amado esposo San José.

San José: "Yo no te he hablado nunca antes de esta mañana. Digo a todos vosotros poquísimas cosas: humildad, sencillez, silencio interior y mucha fuerza, mucha fuerza interior"

Nuestra Señora: Mis queridos hijos, junto al sacerdote y a mi amado esposo, os bendigo, y os cubro con mi manto materno.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 5 de junio de 1993 - h.5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, vengo con tanta alegría entre vosotros, aunque lo que ocurre en el mundo me entristece mucho. No me cansaré nunca de repetiros: leed los mensajes, en ellos está todo, todo lo que sirve a un cristiano que quiere verdaderamente caminar. Estos mensajes deben ser leídos por todos.

Poned en práctica todo lo que Dios os ha dicho y amad a mi Hijo Jesús. Los hombres deben reconciliarse, deben volver a Dios, desgraciadamente continúan poniendo a Dios, no digo en el segundo lugar, sino en el último. Son presa de una vorágine tenaz, fuerte; todos corren, se afanan y no se dan cuenta que pierden terreno para ir a gozar de Dios.

Hijos míos, reconciliaos, amaos recíprocamente. Como ya os he dicho amar significa dar, comporta sacrificio, amar es prevenir a la persona con que uno se encuentra, ayudar al hermano que tiene necesidad. Una cosa os pido: cuando oréis y estéis unidos a mi Hijo debéis mostrar el rostro sereno, alegre, sonriente. Ahora, mientras os hablo, sonrío, pero mi corazón sangra como sangra el de mi Hijo Jesús, porque los hombres están devorados por un fuerte odio, sufren y mueren.

Hijitos míos, os invito a orar, orar, orar, no os dejéis turbar por todo lo que sucede en el mundo, pero tomad conciencia y comprometeros a dar vuestra contribución a la solución de los problemas que os circundan.

Hay quien no se da cuenta que el hermano sufre y se comporta como el sacerdote y el levita, no como el buen samaritano, que se inclinó hacia el herido para socorrerlo.

Pedid en este momento las gracias que necesitáis. Dios os concederá lo que pedís si es conforme a su voluntad.

Me dirijo de manera particular a los jóvenes, tratad de estar llenos de vida de esperanza, de alegría, sonreír, saltar, vosotros que podéis, porque este es vuestro tiempo.

Queridos hijos, yo estoy con vosotros si vosotros estáis con mi Hijo Jesús.

Gracias, hijitos míos, por vuestra presencia.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 20 de junio de 1993 - h.10:00 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Hijitos míos, es tiempo de hacer que lleguen grupos de personas a vosotros. ¿Por qué quieres echarte atrás ahora querida Marisella?.

Dios Padre lo quiere así después de veintidós años de silencio y de ocultamiento. Has hecho siempre lo que Dios, nuestro Todo, ha dicho, ¿quieres rechazarlo ahora?

No te desanimes, más bien anima a mí y a tu sacerdote, anima a Don Claudio.

Después de veintidós años, ¿no crees que ya es hora de salir del ocultamiento?

Escucha siempre el consejo de tu director espiritual (don Claudio Gatti).

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 27 de junio de 1993 - h.10:00 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, os invito a orar mucho por vuestro hermano sacerdote y por vuestra hermana. Su tarea es muy hermosa pero el sufrimiento le consumirá. Debéis orar para ayudarle y estarle muy cercanos. Esta vez no digo que sois libres de hacer o no hacer, esta vez os invito a ayudarlo.

Su tarea es muy hermosa a los ojos de Dios y será muy hermosa a los ojos de los hombres sencillos y humildes, pero a causa de los hombres orgullosos y soberbios será muy dura.

Mis queridos hijos, a su debido tiempo el sacerdote os lo dirá todo.

Os invito a hacer también pequeños sacrificios. Dios Padre no os pide grandes cosas, no os las ha pedido nunca, os ha pedido siempre pequeñas cosas. Esta vez os digo: debéis hacerlas, incluso si la conclusión es siempre la misma: sois libres.

Animo hijitos míos, si Dios lo ha decidido así después de 22 años de silencio y de ocultamiento, que se haga su voluntad.

Seguid adelante con coraje, con serenidad, con alegría, aunque los sufrimientos no faltarán nunca.

Ahora os invito a todos a orar por el mundo entero, las guerras desgraciadamente, continúan tranquilamente como si se jugase.

Mis queridos hijos, amad a todos vuestros hermanos y ayudadlos a convertirse, a creer en el Evangelio. Orad muchísimo según las intenciones de Dios Omnipotente, orad por la paz en el mundo, orad por vuestra bella Italia.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Follonica (GR), 4 de julio de 1993 - h.8:00 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, una vez más os invito a orar, a orar mucho y a poner en práctica cuanto Dios os ha enseñado a través mío. Tratad de comprender cuanto mi Hijo Jesús sufre. Os invito a estar unidos a mi Jesús, a orar intensamente al Espíritu Santo, a dar gloria a Dios Omnipotente.

Debéis mostrar e infundir seguridad en los otros por todo lo que habéis recibido; es inútil venir a la aparición del primer sábado, al comentario, a la catequesis si no estáis convencidos.

Volveos pequeños, sencillos como palomas, porque Dios os quiere pequeños y sencillos.

No me cansaré nunca de repetiros que oréis mucho. Amad a mi Hijo Jesús, no creo que cueste tanto amar a Jesús, no os puede costar, Él os ama con un amor grande, verdaderamente grande. ¿Cuántos mensajes os podré dar todavía?.

Mis queridos hijos, os he dicho todo y os he repetido muchas veces cuanto os he dicho, como hace una mamá con su niño. Yo soy vuestra Mamá, no puedo dejaros.

¿Qué más puedo hacer por vosotros?. Leed los mensajes, pero sobretodo ponedlos en práctica. Desde hace tiempo repito que la purificación ha empezado. ¿quién escucha este reclamo, quién pone en práctica cuanto digo?.

Yo os amo como mi Hijo Jesús os ama. Mis queridos hijos, amad también vosotros, como Mamá os invito a amar a todos. Los hombres no se convierten. Acordaos de la oración, el ayuno, el sacrificio, pueden salvar las almas, detener las guerras.

Yo estoy siempre con vosotros y no me echo nunca atrás. Alguno de vosotros cada poco titubea, se desanima, no os preocupéis no es esto lo que ofende a Dios. Dad a Dios todo vuestro amor.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Follonica (GR), 11 de julio de 1993 - h.10:45 a.m.

Mensaje de Jesús, Dulce Maestro

Mis queridos hijitos, he querido venir Yo para confirmaros que mi Madre y Yo queremos guiaros en la hermosísima e importante misión que Dios Padre, Dios Espíritu Santo y Yo, Dios Hijo, os hemos confiado, para repetiros que estamos junto a vosotros para daros coraje.

Desde hoy ya no os diré más: sois libres de aceptar o no, habéis gritado vuestro "si" a Dios Omnipotente. Desde hoy debéis andar siempre adelante, a pesar de las tempestades y los desánimos que puedan llegar.

Mi Madre y Yo os guiaremos cada vez y muchas veces al día si hubiera necesidad.

Soy Yo ahora quién os dice: Comparaos con vuestro Jesús, comparaos conmigo, a mi me han gritado: "hosanna" y luego "crucifícale".

Mis queridos hijitos, tendréis personas que os amarán y estarán dispuestas a ponerse con vosotros también contra familiares y amigos, como habrá personas que por celos, envidia u orgullo os criticarán, pero vosotros estáis con el Espíritu Santo, estáis conmigo, Dios Hijo y estáis con la Mamá del cielo y de la tierra, con vuestra "Madre de la Eucaristía".

Ahora decid: que se haga la voluntad de Dios y que así sea.

Mis queridos hijitos, es una grandísima misión la que Dios Omnipotente ha querido daros, abrazadla con amor, con humildad y con espíritu de sacrificio.

Os daréis cuenta que el sufrimiento salvará muchas almas.

Mensaje de Nuestra Señora

Hijitos míos queridísimos, yo vuestra Mamá, oro siempre con vosotros, junto a vosotros. Me da gran alegría veros orar en los lugares donde pocos oran y pocos dirigen la mirada a Dios, ni siquiera para darle gracias por haberos dado el sol, la luna, las estrellas, los montes, el mar y vosotros también orad incluso sumergidos en el mar.

Yo, y no lo pongáis en duda nunca, soy vuestra Mamá, cualquier cosa que ocurra yo estaré siempre con vosotros.

Ahora os confirmo lo que ya te he dicho a ti Marisella: Andrea, Stefano y Pascual están en el Purgatorio y esperan vuestras oraciones. Cuanto más oréis por ellos, antes entrarán en el Paraíso donde continuarán orando por vosotros.

Tenéis otras personas que oran en el Purgatorio y muchas otras en el Paraíso, donde sobretodo está Jesús, estoy yo, están los ángeles y los santos que intercedemos por vosotros.

No estaréis nunca solos, la vida terrena es muy dura para todos, especialmente para quien quiere caminar hacia la santidad y vosotros queréis llegar a ser santos.

Orad con el corazón, si no hay gracia no hay oración del corazón y todas las oraciones son inútiles. Animo, hijitos míos, animo.

Jesús: Yo, vuestro Jesús, junto a mi y vuestra Mamá y junto al sacerdote os bendigo.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Bisegna (AQ), 4 de agosto de 1993 - h.12:15 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, os invito a releer el mensaje del 8 de diciembre de 1992, allí hay una catequesis sencilla y profunda.

Yo, vuestra mamá, os invito a orar y a amar. Amaos los unos a los otros, entonces comprenderéis que amáis a mi Hijo Jesús.

Yo estoy con vosotros, oro con vosotros. Dios ha terminado los mensajes, os ha dicho y repetido muchas veces las mismas cosas, como hace una mamá a su niño. Tenéis el Paraíso con vosotros: la Eucaristía.

Yo soy la Madre de la Eucaristía y bajo este nombre deberán conocerme todos.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 4 de septiembre de 1993 - h.5:45 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, mi corazón se alegra por vuestra presencia. Gracias por todo lo que hacéis por mi Hijo Jesús, yo estoy contenta cuando amáis a mi Hijo Jesús.

Dios Padre ha terminado sus mensajes, su catequesis, pero yo continuaré viniendo, me quedaré con vosotros y oraré con vosotros.

Orad mucho por esta misión tan grande, orad por vuestro sacerdote. Orad a mi Todo, porque es su voluntad daros las gracias que pedís. Yo estoy con vosotros cuando sufrís y cuando estáis alegres. Cuando vengáis aquí, queridos hijos, venid con amor, con sencillez, no empujados por la curiosidad.

Yo, vuestra Mamá, os doy las gracias y agradezco de modo particular a los que han afrontado sacrificios para estar presentes, Dios os recompensará. Queridos hijos, os invito a orar por vuestro planeta y como hace una mamá con su hijo, os digo: orad por la paz en vuestros corazones, orad con el corazón, orad con mi Hijo Jesús.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.