23 de noviembre de 1997
La Madre de la Eucaristía ha depositado una hostia grande sobre el cáliz de Jesús Dulce Maestro y muchas hostias sobre una estrella de Navidad.
Nuestra Señora: "Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia y por vuestro amor, gracias a los que han recibido a mi Hijo Jesús en gracia, por los sacrificios que habéis afrontado; gracias por todo. Este día recuerda el 26 de noviembre de hace dos años, cuando Jesús vino entre vosotros, pero no fue comprendido.
Si todavía no habéis comprendido es porque, diría una mama, sois duros de mollera. Pero yo os amo, mis queridos hijos, os amo con todo el corazón y deseo llevaros a la santidad. Jesús ha dicho: "Venid a mi los que estáis cansados, fatigados, oprimidos y yo os restauraré". Juntos, vamos a Jesús; recibámoslo en nuestro corazón, hablemos con El, pidamos aquellas gracias de las que tenemos necesidad, siempre si son conformes a la voluntad de Dios. No lo olvidéis nunca: haced siempre la voluntad de Dios.
Hoy es la fiesta de mi Hijo Jesús, de Cristo Rey. No es rey con la corona en la cabeza, sino que tuvo la corona de espinas en la cabeza. El es rey como yo soy reina y vosotros sois todos príncipes, también vosotros sin corona, pero con mucho amor.
Humildad y caridad, así lo ha dicho. La humildad os lleva a la glorificación, la caridad a la santidad. ¿Queréis volveros santos?".