29 de junio de 1997
El 29 de junio, como expresamente ha pedido Jesús, hemos hecho la clausura del año social en el lugar taumatúrgico.
Despuntado el día de la clausura del año social, se ha renovado el gran milagro eucarístico: catorce formas han sido depositadas en el cáliz de Jesús Dulce Maestro, nueve formas eran visibles sobre el Niño Jesús, apoyadas en su corazón, una hostia grande sobre la estatua de la Madre de la Eucaristía y nueve formas sobre la estatua blanca. Jesús ha dicho: "Quiero que en este día de clausura del año social tengáis todo: la Trinidad, la Eucaristía, la Madre de la Eucaristía"
Se ha manifestado la Santísima Trinidad, Marisa ha exclamado: "Veo los tres Jesús" y todos los presentes, de rodillas han inclinado la cabeza en señal de adoración.
La madre de la Eucaristía ha invitado a Marisa a alzarse, a subir por las gradas del altar y a colocarse delante del crucifijo; después, vuelta hacia los presentes ha dicho: "Mantened el silencio en vuestros corazones, olvidad todas vuestras preocupaciones, vuestras ansiedades y adorad a mi Hijo Jesús".
Apenas la Virgen ha terminado de hablar, del costado del crucifijo ha salido una forma que volando como una blanca mariposa al interior de la caja de vidrio puesta como protección de la imagen taumatúrgica, ha pasado a través de las paredes del cristal sin romperlo y una vez atravesado se ha apoyado en el mismo para ser tomada por Marisa. Jesús ha dicho: "Una vez más la Eucaristía ha salido de mi costado; la Eucaristía, y los otros sacramentos han salido de mi costado. Amad la Eucaristía, la Eucaristía hace la Iglesia" y ha invitado a Marisa a bendecir a todos los presentes con la Eucaristía.
A Marisa, que ha preguntado: "¿Puedo dar la Eucaristía al sacerdote? ¡Bendícele!, Jesús ha replicado: "El sacerdote está sobre todos, el sacerdote es algo grande, es un don de Dios que vosotros no podéis ni siquiera imaginar, pero Yo te ha dado a ti la Eucaristía y tu las has tomado al vuelo. Bendice, hija mía".
Quizás algún buen pensante reirá sobre el hecho que, presente el sacerdote, una laica haya bendecido a los presentes con la Eucaristía, pero ciertamente se escandalizará cuando Jesús, después de haber ordenado a Marisa que alce la Eucaristía por encima de la cabeza de Don Claudio, ha sentenciado: "Hijo mío, aunque no eres ni obispo, ni cardenal, ni Papa, eres el hombre fuerte de la Iglesia, eres el gran hombre de la Iglesia. Acepta con humildad mis palabras. Los presentes en este momento no comprenden, pero más adelante sabrán. El sufrimiento es grande, la lucha es difícil, pero Yo estoy contigo". Jesús se ha dirigido a los presentes, adultos y jóvenes y ha dado preciosos consejos y sugerencias a todos; después Jesús y también la Madre de la Eucaristía, San Pedro y San Pablo han hablado a los presentes.
Jesús ha terminado así su mensaje: "Mis queridos hijos, tratad de vivir este día tan grande y tan hermoso. Jesús Eucaristía, la Trinidad, la Madre de la Eucaristía y la hostia que ha salido de mi costado han estado presentes aquí. ¡Cuantas cosas grandes! Notad: todo ha ocurrido en la sencillez, en la humildad,; no hay grandes periodistas, no hay operadores televisivos, Yo no los he buscado, he venido aquí por vosotros".