Oración pronunciada por S.E. Mons. Claudio Gatti el 8 de diciembre de 2008
Jesús, cuando en el Cielo la Madre de la Eucaristía pronuncia Tu dulce y poderoso nombre, toda rodilla se dobla, el Paraíso estalla de luz y alegría, la Creación se reanima y las potencias infernales tiemblan, porque Tu eres Dios. Nosotros nos inclinamos reverentes, confiados y alegres ante Ti, Jesús Eucaristía, realmente presente en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.
A Ti, único mediador entre Dios y el hombre, nos dirigimos. Estamos seguros de que en este momento, Tu Madre, nuestra Madre, se une a nuestras oraciones. Las madres están siempre de parte de los hijos más débiles, más frágiles, más necesitados de cuidados y atenciones y por esto estamos seguros de que ella está aquí con nosotros y Te ruega, a Ti, su Hijo, por nosotros, tus hermanos. Jesús, Tu eres Dios, pero también eres hombre y por esto Te aclamamos y Te reconocemos Hermano. Tu eres nuestro divino Hermano.
Tu eres Dios infinito y nosotros pequeños hombres, Tu eres Creador y nosotros criaturas, Tu eres Redentor y nosotros redimidos, Tu eres Amor y nosotros egoísmo. Tu eres el primero, el más grande, el más importante Hijo de María y Te pedimos que le presentes a cada uno de nosotros. Ella nos conoce muy bien, conoce cada pensamiento, cada sentimiento, cada emoción, cada reflexión que está dentro de nosotros. Ella ha llorado cuando por debilidad nos hemos alejado de Ti, y se ha alegrado cada vez que ha hecho estrechar nuestra mano temblorosa a la Tuya poderosa. Querida Madre, antes que nada deseamos que se realice cuanto antes tu gran deseo: ver renacer la iglesia, que ha sido confiada a tus cuidados, que está protegida por tu manto materno, y está sostenida y vive por la Eucaristía que es Sangre y Carne de tu Hijo y por tanto sangre y carne tuya.
Madre, como has sufrido cuando has visto las heridas y la sangre sobre el cuerpo destrozado de tu hijo, así ahora lloras y gimes, porque ves tantas almas que se alejan del Cuerpo Místico de Jesús.
En la Iglesia hoy no hay amor. La Eucaristía, que por intervención divina ha sido llevada al centro de la Iglesia, no es todavía verdaderamente amada. Si los hombres de la Iglesia, Te amasen, Jesús Eucaristía, nos amarían también a nosotros, tus hermanos.
Nosotros no somos amados por los hombres de la Iglesia, pero lo que nos hace sufrir más es que Tú no eres amado. Jesús, te suplicamos: apresura tus intervenciones, ilumina la Iglesia con la luz que sale de Tus heridas. Sumérgela en Tu costado, para que pueda renacer y convertirse en Madre y Maestra de toda la humanidad. Los hombres de la Iglesia tenían que llevar a tus hermanos hacia Ti, y sin embargo los han llevado ante sus tronos, donde se sientan llenos de orgullo y de soberbia.
Jesús, no nos toca a nosotros decirTe lo que tienes o no que hacer, pero es el amor el que nos empuja a hablar. Tu deseas más que nosotros que la Iglesia renazca y nosotros osamos esperar que el inicio de este renacimiento pueda ocurrir en el año de la Fe que empieza hoy: 8 de diciembre del 2008. Sabemos a quien has confiado la tarea de limpiar Tu Iglesia y te suplicamos, Jesús, da a aquel que has escogido, sin mérito suyo, la fuerza, el valor, la luz necesaria para llevar a cabo la tarea de limpiarla.
Madre de la Eucaristía, Madre de la Iglesia, Madre nuestra, como has acelerado con tus poderosas intercesiones la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles, acelera así con tu poderosa intercesión ante Dios el renacimiento de la Iglesia.
Madre, abraza, besa y bendícenos a cada uno de nosotros. Mira nuestros afanes, seca nuestras lágrimas, da fuerza a los miembros del Cuerpo Místico adormilados y cansados. Nosotros tenemos necesidad de ser vigorizados, porque estamos bloqueados en una situación que no nos permite retomar airosamente el camino. Queremos retomarlo en tu compañía, Madre. Tu que eres Reina por gracia, ponte a la cabeza de nuestro modesto pelotón, para que a éste se puedan añadir progresivamente muchos hermanos hasta formar, como Jesús ha profetizado, un solo rebaño y un solo pastor.
Dios Papá, Dios Hermano, Dios Amigo, Dios Uno y Trino a Ti el honor y la gloria por todos los siglos de los siglos. Amén
Roma, 8 diciembre 2008
Fiesta de la Inmaculada Concepción