Oración pronunciada por S.E. Mons. Claudio Gatti el 26 de octubre de 2008
Delante de Ti, Dios Uno y Trino, yo me inclino reverente y Te adoro. Te reconozco como a mi Creador, mi Redentor, mi Santificador y Tu, ciertamente, nos reconoces a cada uno de nosotros aquí presentes, como a hijos; hijos que, a pesar de la fragilidad y de la debilidad causada por tantas adversidades, se esfuerzan en amarte y serte fieles.
Después de haberme inclinado ante Ti, Dios mío, me dirigo a Aquélla que nos has dado como Madre. Delante de nuestros ojos hay una composición floral muy hermosa, que hace venir a mi mente el célebre Canto 33º del Paraíso. Bernardo, no pudiéndose elevar directamente hacia Dios, busca una intermediaria y la intermediaria eres tú, Madre de la Eucaristía. El Santo se dirige a ti para que tú intercedas ante Dios por nosotros. Es verdad, nosotros hemos tenido la suerte de tener con Dios una relación verdaderamente filial, porque nos ha permitido llamarlo Papá, Hermano y Amigo, los nombres más dulces que dirigimos a las personas con las que tenemos las más estrechas relaciones humanas, las más sólidas y afectuosas. Si no nos dirigimos directamente a Ti, Dios mío, no es por temor, sino porque sabemos que las oraciones de la Madre de la Eucaristía son inmensamente más fuertes y más poderosas que las nuestras. Estas flores simbolizan nuestras oraciones que suben a ti, oh Madre de la Eucaristía. Te pedimos que las deposites en aquél cáliz que estrechas con amor y que las presentes a Dios Padre, a Dios Hijo y a Dios Espíritu Santo en nuestro nombre.
Oh Madre, tu que estás a nuestro lado, que compartes con nosotros los muchos sufrimientos y las escasas alegrías, tu que de día en día nos sostienes, porque no podemos caminar, tu que lloras por nuestras tribulaciones y suplicas continuamente a Dios que las abrevie, extiende tu manto sobre nosotros y protégenos de todo mal. Continúa, sobre todo ahora, ejerciendo tu dulce labor materna. Cuando los hijos están cansados, enfermos, débiles, la actividad de la Madre se multiplica para llevarlos a la situación de antes, cuando eran fuertes y valerosos. Sí, ninguno de nosotros se puede definir fuerte y valeroso físicamente en este momento. El alma gime, pero, incluso estremeciéndose continúa bebiendo el amargo cáliz, mientras el cuerpo, Dios mío, está cansado, está debilitado. Eh ahí porque sólo ella, la Madre, que es también médico espiritual, nos puede ayudar, sostener y llevarnos cada vez más cerca de Ti, Dios mío. Muchas veces nos sentimos lejos, gritamos tu nombre, estamos deshechos por el sufrimiento y por el dolor; a veces, permitidmelo decir, nos haces partícipes del momento del abandono de Tu Hijo. Sí, como Jesús, en Getsemaní no se ha sentido amado por Ti y éste ha sido el sufrimiento más grande que ha experimetnado durante la pasión, así también nosotros, tus pequeñas criaturas, a veces, experimentamos el sufrimiento de sentirnos abandonados por Ti. Tu conoces, Jesús, este sufrimiento, es tremendo, es paralizante, y sofocante, eh ahí porque, hermano Jesús, te suplicamos que muestres al Padre tu sufrimiento de aquel momento para mitigar y, si es posible, hacer desaparecer progresivamente todos nuestros sufrimientos.
Nos has prometido la alegría, la victoria, el triunfo y ninguno de nosotros duda de que todo esto se realizará, pero es "el cuando" lo que nos atormenta. Oh sí, la Madre nos ha enseñado a no preguntarnos tantos porqués, pero ella sabe perfectamente que en el momento en el que nos hace esta recomendación nosotros, porque somos criaturas humanas, dotadas de inteligencia y de voluntad, continuaremos haciendo explotar en nuestro corazón, sobre todo en ciertos momentos, esta palabra: "Porqué". Y ya que estamos hablando de palabras; aquél "basta", aquella palabra que para los otros no significa nada, pero que para nosotros lo significa todo, ¿cuándo será pronunciada? Jesús, ciertamente te acuerdas de que el 29 de junio a mi pregunta de darnos una palabra que se pareciera al basta, Tu me has dicho: "Querías una palabra que se parezca al 'basta'? hela aquí: 'pronto'". Ya sé que sobre esta expresión nosotros pensamos de diferente manera: para nosotros el pronto es un momento cercano, para vosotros el pronto a veces es un momento distante. ¿Sería posible, Dios mío, que pudiéramos llegar a usar las palabras que tengan el mismo significado? ¿Es posible que vuestro pronto, indique lo que nosotros pensamos y esperamos? Tu no permites que tu ayuda nos falte, aunque a veces llega in extremis, al final. Te lo ruego: no llegues al extremo, mi Dios, llega antes, porque de esta manera no podremos conservar aquellas energías que de otro modo se quemarían. Querido Jesús, yo hoy te he llevado en procesión, pero no era yo el que Te sostenía a Ti, eras Tú el que me sostenías a mi. Sabes lo que te estoy diciendo y sabes porque lo estoy diciendo. A mi no me gusta citar a los hombres, me es más que suficiente citar el Evangelio y Tu Palabra, pero hoy hago una excepción y cito al Beato Antonio Rosmini. Él ha pronunciado y repetido en el lecho de muerte a su gran amigo Alejando Manzoni, tres palabras: "Adora, calla, goza". Dios mío, adorarte a Ti, Dios Uno y Trino, no nos cuesta mucho; callar nos cuesta un poco; gozar no lo conseguimos. Yo te he abierto mi corazón y Tú abrénos el tuyo porque tenemos necesidad de sentir el calor de Tu amor, la frescura de Tu afecto, la potencia de Tu gracia y la fuerza de Tu ayuda. Gracias, Dios mío, por haberme escuchado. A Ti sea dada, por toda la eternidad, la alabanza, la gloria de cada criatura que Tu has creado con un acto de amor.
Roma, 26 de octubre 2008
Fiesta de la Madre de la Eucaristía
+ Claudio Gatti
Obispo ordenado por Dios
Obispo de la Eucaristía