Eucharist Miracle Eucharist Miracles

Año social 2000-2001

3.000.000.000 de almas convertidas

El año social 2000-2001 será distinto de los que lo han precedido y recordado como "el año de los tres mil millones de conversiones".

Nos damos cuenta de que personas mediocres espiritualmente o que no viven ni siquiera la más modesta relación con Dios frente al anuncio de Jesucristo de la conversión de tres mil millones de personas, pueden torcer la boca, hacer comentarios irónicos y mostrar incredulidad. Jesús ha precisado que ha ocurrido gracias al valor y a la fuerza del obispo, gracias a la inmolación de la vidente, a las adoraciones eucarísticas, a los sacrificios y a los ayunos de los miembros de nuestra pequeña comunidad.

Somos conscientes de nuestra debilidad y poquedad, pero "Dios ha elegido lo que en el mundo es necio para confundir a los sabios, ha elegido lo que en el mundo es débil para confundir a los fuertes" (1 Cor. 1, 27).

En la segunda mitad del año social, las conversiones de las almas en particular, se han multiplicado con una rapidez tan impresionante que nosotros mismos, a duras penas, conseguíamos mantener en la mente las informaciones que a través de Jesús y la Virgen, benignamente, nos comunicaban.

Hay que precisar que las conversiones, increíblemente, sucedían más numerosas entre los miembros de otras religiones que entre los cristianos, más numerosas entre las otras confesiones cristianas que entre los cristianos, más numerosas entre las otras confesiones cristianas que entre los católicos y más numerosas entre los fieles laicos que entre los sacerdotes, los obispos y los cardenales de la Iglesia Católica.

Los eclesiásticos son los más reacios a convertirse y la lentitud de sus conversiones ha ralentizado las intervenciones de Dios para hacer renacer la Iglesia.

El futuro Papa para hacer resurgir a la Iglesia y conducirla de nuevo al espíritu originario, tiene que poder contar con un número consistente de sacerdotes y obispos, cuyo único objetivo sea dar gloria a Dios y salvar a las almas.

El Antiguo Testamento está lleno de invectivas por parte de Dios contra los sacerdotes. "Mis vigías son ciegos, ninguno sabe nada; todos son perros mudos, incapaces de ladrar; ven visiones, se acuestan, amigos de dormir" (Is. 56, 10).

"Tanto el profeta como el sacerdote se han vuelto impíos, en mi misma casa topé con su maldad" (Jer. 23, 11).

"¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No deben los pastores apacentar el rebaño?. No habéis fortalecido a las ovejas débiles, no habéis cuidado a la enferma ni curado a la herida, no habéis tornado a la descarriada ni buscado a la perdida, sino que habéis dominado con violencia y dureza. Y ella se han dispersado por falta de pastor y se han convertido en presa de todas las fieras del campo" (Ez. 34, 2-5).

"Ya que tu has rechazado el conocimiento, yo te rechazaré de mi sacerdocio" (Os. 4, 6).

"Si no escucháis y no os tomáis a pecho dar gloria a mi Nombre, yo lanzaré sobre vosotros la maldición" (Mal. 2, 2).

Por desgracia, muchos sacerdotes se encuentran en las mismas condiciones espirituales que los sacerdotes del Antiguo Testamento y las palabras fuertes y duras de Dios valen también en lo que se refiere a sus comportamientos.

Algunos obispos y cardenales han afirmado: "Las apariciones de la Madre de la Eucaristía no son verdaderas porque la Virgen no puede hablar mal de sus hijos predilectos". La directa interesada ha replicado: "Yo no hablo mal de los sacerdotes. Deseo que cesen de ofender a mi Hijo Jesús, sufro y oro, para que se conviertan. Pido a las almas escogidas que ofrezcan sus oraciones y sufrimientos para la conversión de mis hijos predilectos". La Madre de la Eucaristía, en el pasado, nos hacía conocer poco a poco el número de los sacerdotes, obispos y cardenales que se convertían, pero desde hace cerca de un año no ha indicado nada más al respecto y esto nos hace pensar y temer que las conversiones se hayan detenido o por lo menos ralentizado.

El 17 de septiembre, el obispo ha reunido a todos los jóvenes y en presencia de Marisa, les ha confiado diversas noticias reservadas que conciernen a su futuro y al de la Iglesia.

Si ha decidido hablar de acontecimientos futuros, capaces de cambiar el curso de la historia de la Iglesia, es porque ha previsto que en un futuro los jóvenes podrán testimoniar que el Señor había preparado durante años a nuestro obispo para asumir en la Iglesia tareas y responsabilidades importantes y delicadas.

Apenas ha terminado de hablar el obispo, la Virgen, ha aparecido y ha afirmado: "Lo que ha dicho el obispo es absolutamente verdad. Falta una sola indicación: la fecha de cuando sucederá todo esto".

Don Claudio ha vinculado a los jóvenes al secreto más absoluto; no pueden decir ni una sola palabra con nadie de cuanto les ha sido revelado.

El nuevo año social ha empezado cargado de preocupaciones. Don Claudio estaba ya muy cansado y postrado por la fatiga y por el sufrimiento y Marisa esta presa de dolores naturales y sobrenaturales.

La Madre de la Eucaristía, el 25 de septiembre, se apareció a Marisa sollozando, ha dicho: "El satanismo está en gran auge. Por todas partes se hacen misas negras. El mundo va hacia atrás y la fe disminuye".

El 1º de octubre, la Virgen ha dado a la vidente y al obispo un mensaje secreto, sobre el cual, éste último sólo ha dicho: "Es muy triste y preocupante"

Don Claudio ha continuado estando solo para llevar adelante la gran misión, a su lado no había ni siquiera un sacerdote. Las arrugas del rostro de nuestro obispo se han vuelto cada vez más marcadas y numerosas, revelando el gran sufrimiento que estaba deteriorando su físico.

La salud de Marisa ha continuado empeorando, se han añadido nuevos y delicados problemas que, junto a los precedentes, han creado un cuadro clínico extremadamente preocupante.

A continuación del gran milagro eucarístico, ocurrido durante la celebración de la misa del obispo, el 11 de junio del 2000, la oposición y la persecución por parte de los eclesiásticos, enemigos de la Eucaristía, se ha vuelto más encarnizada y dura.

La persecución, la soledad, el cansancio y el derrumbe de la salud, han destrozado tanto a Don Claudio y a Marisa que han pensado en cerrarlo todo. Pero ante Jesús y la Virgen que lloraban, han engullido sus lágrimas y afirmado por enésima vez: "Fiat Voluntas Dei".

Una vez más se ha repetido la historia de Pilato y Herodes que "se hicieron amigos, pues antes estaban enemistados" (Lc. 23, 12): nos hemos enterado que los dos sacerdotes directores de Radio Mater el uno y Radio María, el otro, se han convertido en solidarios en las transmisiones en las que se han expresado negativamente sobre los milagros eucarísticos ocurridos en el lugar taumatúrgico, las apariciones de la Madre de la Eucaristía, con la vidente Marisa Rossi y Mons. Claudio Gattti, obispo ordenado por Dios.

"Padre Livio, a través de una radio católica, habla mal de este lugar, del obispo y de la vidente, Radio María está en contra vuestra. En un futuro ¿qué tendrán Padre Livio, Camilo Ruini y todos los otros que les siguen?. Ahora ellos se alegran porque ejercen el poder, lo tienen todo, pero en un futuro ¿qué tendrán?". [1]

El 7 de octubre, fiesta de la Bienaventurada Virgen María del Rosario, empezaron los encuentros bíblicos del nuevo año social. Con ocasión de esta festividad mariana, que recuerda en la victoria de Lepanto (1571) el retroceso de la gran expansión del imperio romano, la Madre de la Eucaristía ha querido que el obispo hiciese conocer a la comunidad los complots y los atentados organizados por los enemigos de la Eucaristía, entre los cuales están numerosos sacerdotes, obispos y cardenales, para destruir moralmente y eliminarlos físicamente a él y a Marisa.

Como la poderosa flota otomana no pudo obtener la victoria sobre la débil flota cristiana, así los fuertes adversarios de la Eucaristía no podrán eliminar al obispo de la Eucaristía y a la víctima de la Eucaristía; en el primer y segundo casos, los débiles desbaratan a los poderosos, por intervención divina.

Han vuelto a venir a orar al lugar taumatúrgico grupos de peregrinos extranjeros, que han escuchado con viva emoción y fuerte participación la catequesis del obispo y la narración de las experiencias de Marisa.

El flujo de peregrinos italianos, en cambio, ha disminuido, porque para desanimar a los propios fieles que viene a orar al lugar taumatúrgico, los obispos han repetido las calumnias difundidas por su presidente, card. Ruini: el lugar está endemoniado, los milagros eucarísticos que han ocurrido en via delle Benedettine, son obra del demonio, Don Claudio se ha inventado que ha sido ordenado obispo por Dios, por esto está fuera de la Iglesia.

Los mensajes del mes de octubre, han repetido a menudo que Dios está esperando que la mitad de la población mundial se convierta, antes de empezar sus intervenciones. Desgraciadamente a los hombres de la Iglesia les interesa sólo organizar reuniones oceánicas para dar desahogo a su propia vanidad y soberbia. "Es inútil que los periodistas escriban que millones y millones de personas se han reunido durante un día y después todo se acaba". [2]

Nuestra obispo nutre, desde siempre, en lo que se refiere a S. José, un inmenso amor, traspasado también a los miembros de la comunidad. El gran santo, esposo de la Virgen María, muchas veces ha traído importantes cartas de Dios para toda la comunidad. Frecuentemente se ha dirigido sólo al obispo, al que también se le ha aparecido una vez, puesto que Marisa lo ha solicitado: "San José, déjate ver siempre por don Claudio". "Cuando Dios querrá, me verá siempre", ha sido la respuesta de S. José. [3]

Como que las precarias condiciones de salud, impedían a Marisa bajar a la capilla y participar en la Santa Misa, el Señor, entonces, le ha permitido estar presente en bilocación cada vez que el obispo celebraba la Santa Misa, del cual, de manera incompresible para nosotros, recibía también la Santa Comunión.

Desde hace mucho tiempo, circulan mensajes, atribuidos a verdaderos o presuntos videntes, que anuncian fechas o circunstancias de intervenciones de Dios que tendrían que invertir y transformar la situación actual, triste y preocupante, en un renacimiento luminoso y maravilloso de la Iglesia.

La Madre de la Eucaristía nos ha puesto en guardia ante el pulular de estos extraños mensajes: "Dios no ha dicho nada al propósito. Quiero deciros a vosotros aquí presentes que Dios no ha dicho nunca a ningún vidente de la Tierra cuando llegará el fin de todo. No ha hablado nunca de los tres días de oscuridad y de todo lo que se deriva de ello. Dios sólo ha pedido oraciones, para que se conviertan al menos la mitad de los hombres de la Tierra. Hoy los sacerdotes continúan retirándose y teniendo miedo, todavía no tienen el valor de reunir sus fuerzas y decir a todos: "Despertad. Estáis cayendo hacia abajo, a lo hondo"". [4]

Durante la misma aparición, Marisa ha pedido a la Virgen: "¿Por qué no te dejas ver por Don Claudio?". "Don Claudio, tu me has visto estilizada y no te has contentado. ¿Quieres verme cómo has visto a mi amado esposo José?. ¿No pretendes demasiado?. Me verás, me verás cuando Dios querrá. Ahora confórmate con haberme visto estilizada"

En este punto, queremos recordar que Nuestra Señora, circundada por los ángeles y los santos, será vista en el lugar taumatúrgico también "por todos". No sabemos si el "todos" sobreentiende a los miembros de la comunidad, o también a las personas de fuera.

El mes de octubre se ha cerrado con una extraordinaria aparición de San José que, como ha dicho él mismo, ha traído "una carta de Dios muy importante y penosa".

Los puntos tocantes de la carta son numerosos, presentamos algunos.

Ha hablado del año santo: "El Jubileo ha sido hecho sólo para atraer personas a Roma y por dinero. Cuántos y cuántos millones se han gastado. Se continúa celebrando el Jubileo por categorías de personas, pero no para todos los pobres del mundo. ¿Por qué no invitar a los pobres a Roma para el Jubileo? ¿Por qué no les dan de comer, una ayuda económica y espiritual? Aquellos que han hecho el Jubileo han elevado oraciones, si queremos llamarlas oraciones, sólo durante los días de permanencia en Roma, porque una vez vueltos a casa han vuelto a la vida normal: la carrera, el dinero, el trabajo y la diversión, poniendo a Dios en último lugar".

Nuestra Señora ha hablado también de las tribulaciones que padecen las almas elegidas por Dios y de la justicia divina que derribará su situación dolorosa. "Las almas elegidas por Dios continúan sufriendo y siendo perseguidas dentro y fuera de casa, por todas partes, pero al final la gloria será de ellos. Cuando llegue la justicia divina, la situación será triste para los que no han amado cuando podían amar". La carta termina con una cálida recomendación: "Atención: Satanás se puede infiltrar de cualquier manera".

El 1º de noviembre, como ya ha ocurrido otras veces, la Santísima Trinidad, se ha manifestado a Marisa, bajo la apariencia de los tres Jesús, circundada por Nuestra Señora, por los ángeles, por los santos y por las almas salvadas. Después, de repente, la Santísima Trinidad ha desaparecido, rodeada por una nube luminosísima, de la cual ha salido la poderosa voz de Dios Padre que ha tenido un breve coloquio con Marisa y le ha dicho: "Tratas de verme, hija mía, pero no me ves, no puedes verme". Marisa: "Sí, ya lo sé, el obispo me ha explicado que ningún hombre, mientras está en la Tierra, puede ver a Dios. Oigo tu voz, pero no te veo. ¿Te veré algún día?". Dios Padre: "Claro, me verás pronto, como me verán todos los hombres de buena voluntad, todos los hombres que han aceptado mis reclamos".

Después Dios Padre se ha dirigido a los que se oponen a sus designios: "Ay de los que ofenden este lugar taumatúrgico; ay de los que destruyen este lugar taumatúrgico; ay de los que destruyen al obispo, ay de los que no creen en las apariciones eucarísticas. Yo soy Dios y puedo hacer lo que quiera". Esta triple amenaza de Dios se abatirá sobre sus enemigos laicos y eclesiásticos, cuando, terminado el período de la misericordia, si en el intervalo no se han convertido, empezará el de la justicia.

Dios Padre ha revelado también que: "Los hombres de la Iglesia han leído los mensajes y se han apropiado sea del título "Madre de la Eucaristía", sea de todas las ideas que vuestro obispo ha tenido y ha puesto por escrito. Hacen como que no creen, pero la mayor parte de los sacerdotes creen en este lugar taumatúrgico".

Al final, Dios se ha dirigido a nuestro obispo: "Excelencia, ánimo. Como Jesús, también tu pareces un fracasado, pero no lo eres. Como Jesús ha vencido al mundo, también tú vencerás y llegarás donde te he prometido".

El obispo ha comprendido perfectamente lo que Dios Padre ha dicho en lo que a él se refiere e interiormente ha temblado y murmurado: "Fiat voluntas tua".

También los hijos más jóvenes del obispo están en conocimiento de este secreto que pesa enormemente sobre sus espaldas y un día tendrán que dar testimonio de que pertenecía a los designios de Dios.

La resistencia a aceptar la ordenación episcopal de Don Claudio ha crecido vertiginosamente y en exceso, Don Claudio ha sido definido por los hombres de la Iglesia como : "exaltado, loco, herético, cismático, diabólico". Una oposición feroz ha sido orquestada por el demonio: "Mi querido obispo, que Dios ha llamado Excelencia, sé que para ti es un momento muy duro, pero sé fuerte, no dejes vencer a Satanás; Satanás no tiene que vencer sobre nadie. Prepárate para abandonarte completamente a Dios". [5]

Tanto sufrimiento ha generado nueva vida espiritual.

En América, en Australia y en Africa están creciendo grupos de oración y además nuevas comunidades religiosas que se denominan "Grupo o comunidad de la Madre de la Eucaristía" y se inspiran en las cartas de Dios traídas al lugar taumatúrgico.

Lo que ha nacido poderosamente en el extranjero, es impedido en Italia y sobretodo en Roma por la extrema oposición que tiene en el card. Ruini a su máximo exponente.

Dios ha tomado la defensa del obispo que Él ha ordenado, reafirmando no sólo que esta ordenación episcopal la ha hecho Él, sino que además es más importante que las ordenaciones de los hombres.

Lo ha explicado la Virgen de manera sencilla y convincente: "Entre el obispo ordenado por Dios y el Papa ordenado por los hombres, ¿quién es más grande?. Cuando San Pedro fue ordenado Papa por Jesús fue considerado un gran hombre; vuestro obispo ha sido ordenado por Dios, pero no es considerado un gran hombre. Los importantes, los obispos y los cardenales, no quieren comprender que quien es ordenado por Dios es mucho más grande que quien es ordenado por los hombres. ¿Cómo ha llegado vuestro obispo a esta grandeza?. Con la obediencia a Dios, no podía decir no a Dios". [6]

Y para enseñar que hacia Don Claudio, los miembros de la comunidad tienen que mostrar respeto y obediencia, la Madre de la Eucaristía se ha expresado así: "Deseo tanto que Don Claudio sea llamado Obispo o Monseñor: esto no es por vanagloria, sino para dar ejemplo a los otros, a las personas que vienen". [7]

La Madre de la Eucaristía ha continuado hablando de la extraordinaria ordenación episcopal de Don Claudio: "Dios lo ha ordenado obispo y esto da mucho fastidio porque si fuese reconocido obispo por el Papa, todos tendrían que venir aquí. Vendrán, pero cuando sea demasiado tarde". [8]

Nuestra Señora nos ha hablado muchas veces "del último golpe de Satanás". No sabíamos en qué consistiría, ni cuando sería inferido, sino sólo que sería muy duro y golpearía ferozmente al obispo y a la vidente.

Nosotros pensamos, es una opinión nuestra, que el efecto más doloroso del último golpe de Satanás será el resquebrajamiento de la Iglesia, al cual seguirá un período muy difícil para los hombres, como ha anunciado más veces la Madre de la Eucaristía: "Se resquebrajará la Iglesia. Habrá verdaderamente tanto, tanto, tanto llanto e irán arrastrando las rodillas hasta delante de mi Hijo Jesús pidiendo misericordia, pero será demasiado tarde". [9]

De todos modos la Iglesia, después de la prueba bastante dolorosa y después de que sus mejores hijos hayan derramado sangre y lágrimas, renacerá fuerte, pura y pobre.

Un futuro Papa dará a los pobres la riquezas de la Iglesia, abolirá los títulos honoríficos eclesiásticos, suprimirá el colegio cardenalicio, reservará al colegio episcopal la elección del Papal, reformará el Código de Derecho Canónigo y finalmente hará conocer a Jesús Palabra y amar a Jesús Eucaristía a los fieles.

Don Claudio ha dicho que este programa de un futuro pontificado se extrae leyendo las cartas de Dios, comprendidas aquellas, por ahora secretas, que la Madre de la Eucaristía, en nombre de Dios, ha comunicado.

Al inicio del nuevo año social, Nuestra Señora ha dicho: "Los hombres han creado a los cardenales, a los monseñores y otras cosas. Dios, sin embargo, ha ordenado obispo a los apóstoles, a continuación Papa a Pedro y los apóstoles han ordenado obispos a los hombres; han sido los hombres los que han cogido todo lo que han querido nombrando a los cardenales y a los monseñores". [10]

Nuestra Señora ha vuelto a hablar del sufrimiento del obispo y de la vidente: "El respeto por la sacrosanta verdad, el gran amor a la Iglesia y sobretodo a Dios, la obediencia a Dios, ponen siempre al obispo en la tribulación. Vuestra hermana está sufriendo la pasión. Sus estigmas son invisibles, porque ha sido ella la que no ha querido que fuesen vistos, alguna vez Dios se los hace visibles para hacer comprender al hombre cuan grande es su sufrimiento". [11]

El Vicariato y otros eclesiásticos continúan acusando a nuestro obispo de ser desobediente, sosteniendo sin embargo, que Padre Pío ha obedecido siempre. Marisa ha preguntado al santo esta pregunta: "Di la verdad, Padre Pío, ¿cuándo el superior te dijo: "Te ordeno que me des el dinero", has dicho sí?". Y le ha respondido: "Es verdad, he desobedecido, he dicho no". [12]

El 26 de noviembre, fiesta de Cristo Rey, ha aparecido Jesús. Ha hablado de la escasa respuesta por parte de los hombres y del fuerte antagonismo de los sacerdotes, de los obispos, de los cardenales, ante los milagros eucarísticos, concluyendo: "De todas las intervenciones de Dios, lo que más molesta es haber dado el episcopado a Don Claudio. Entonces, ¿tenemos que hacerlo Papa?. Molestaría lo mismo".

Hemos vivido el último mes del año santo aplastados por enormes y dolorosas pruebas, acentuadas por el cansancio y profunda amargura. Lamentos, gemidos y lágrimas han subido hacia Dios con la repetida súplica: "Dios mío, ten piedad y compasión de nosotros. Ven en nuestro socorro, sino pereceremos".

La Madre de la Eucaristía ha indicado muchas veces el sufrimiento de Marisa. "Ningún hombre de la Tierra, fuera de tu obispo, puede comprender lo que has padecido. Los dolores y la pasión que vives son muy fuertes". [13]

"Marisella, tus sufrimientos, especialmente los de éstos últimos días, físicos, humanos, morales y sobrenaturales son para el bien de muchas personas". [14]

Dios nos ha comunicado que "Este ha sido un año muy duro, durante el cual ha pedido muchas oraciones y muchos sacrificios". [15]

Don Claudio no ha demostrado nunca adhesión al dinero; este desprendimiento de la riqueza ha sido evidenciado por Nuestra Señora: "Excelencia, tu has ofrecido tu vida a Dios; para ti el dinero no cuenta. Tu amas mucho y no pides nada a cambio. Si al menos una parte de los sacerdotes diese lo que da vuestro obispo a las criaturas que tienen sed, que tienen necesidad de saber y conocer, el mundo iría mejor". [16]

Ya que la expectativa de llegar a los tres mil millones y medio de conversiones estaba convirtiéndose en cada vez más extenuante y agotadora para todos, pero especialmente para el obispo y la vidente, ésta última ha confesado cándidamente a Dios Espíritu Santo, durante la teofanía ocurrida el día 3 de diciembre: "Nosotros, pobres criaturas, estamos siempre a la espera. Estamos peor que Nuestra Señora cuando esperaba al Niño Jesús".

Durante las apariciones del mes de diciembre, Marisa ha visto a menudo al lado de Nuestra Señora a un "futuro Papa" del cual no podía revelar la identidad. Sabemos sólo que es el Papa que renovará la Iglesia y le restituirá el espíritu de los orígenes. Aunque Nuestra Señora ha hablado de él: "El actual Santo Padre no tiene la fuerza de reconoceros, pero llegará el que os reconocerá y todos sabrán donde está la verdad. Mi Papa lo sabe todo, pero no quiere ponerse contra los cardenales y los obispos". [17]

El ocho de diciembre habíamos festejado la Inmaculada Concepción; para la ocasión vinieron muchas personas, miembros de nuestros grupos de oración, de Liguria, Lombardía, Veneto, Cerdeña, Marche, Abruzzo y otras regiones.

Durante la aparición, Marisa ha visto dos Vírgenes: La Inmaculada Concepción y la Madre de la Eucaristía. Marisa nos ha revelado que el rostro de las Vírgenes era el mismo, sólo se diferenciaban en la expresión. La primera estaba más sonriente, la segunda más seria, con la Eucaristía en la mano.

La Madre de la Eucaristía ha defendido enérgicamente el episcopado de Don Claudio, rechazado y escarnecido por los hombres de la Iglesia: "El obispo no es un hombre cualquiera, no tiene que ser tomado en broma, ni calumniado. El que no ha aceptado su episcopado, no puede aceptar la Eucaristía, porque Jesús primero le ha dado el episcopado y después ha obrado en sus manos el gran milagro eucarístico del 11 de junio del 2000, diciendo "Todo está cumplido". ¿Es tan difícil ser humildes y sencillos y decir: "Dios ha dicho que lo ha ordenado obispo y yo lo creo, porque creo en Dios y tengo confianza en Él?". Después de San Pedro, Dios ha elegido a Don Claudio, y esto no es aceptado, especialmente por los sacerdotes". [18]

San José, hacia el cual nuestro obispo tiene un amor y una devoción particular, ha demostrado tener preocupación por el cansancio de Don Claudio: "Excelencia, ¿podría pedirte que te sentaras un poquito?. También tu estás muy cansado y probado" [19]. Y se ha mostrado paternalmente solícito y también en lo que se refiere a Marisa, a la que ha tratado de consolar. "Marisella, sólo Jesús sabe lo que sufres. A pesar de todo, consigues sonreír y hablar, aunque las lágrimas riegan tu rostro y el dolor es tanto. Basta de llorar. No estáis solos, tenéis a vuestro lado personas que os quieren y estamos también Nosotros los del Cielo". [20]

La carta de Dios del 17 de diciembre es muy importante, por lo que hemos pensado ponerla íntegramente.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Vosotros sabéis que con el último milagro Eucarístico todo ha sido cumplido y el episcopado ha sido confirmado. En la carta de Dios está escrito algo muy fuerte: los que creen y no pueden venir al lugar taumatúrgico porque se les ha prohibido, pero oran por el obispo y por su gran misión, un día vendrán y se salvarán; en cambio los que no creen, calumnian y difaman a quién está muy unido a mi Hijo Jesús no se salvarán. Aquellos que continúan diciendo: "No vayáis allá arriba donde aquel loco", así han definido a vuestro obispo; pero también Jesús ha sido llamado loco. Dicen con ironía: "Sólo los que van allí se salvan"; oh no, se salvan todos los que creen, oran y no calumnian ni difaman. Son tantos, tantos los que no creen y no se callan sino que calumnian y difaman con mucha facilidad. Esos son los grandes hombres de la Iglesia, seguidos de sus párrocos y vice párrocos. Si el obispo habla mal, los sacerdotes hablan mal, si el párroco habla mal, los vice párrocos hablan mal. Y bien, esos no podrán salvarse, porque profanan la Eucaristía. El milagro eucarístico del 11 de junio 2000 ha sido demasiado evidente, ha ocurrido bajo los ojos de todos. Si ven girar el sol, quizás por un efecto óptico, creen en el milagro, en cambio si ven salir sangre de la Eucaristía durante la consagración en la Santa Misa no se convierten. Vosotros creéis porque habéis visto, pero alguno que ha visto no lo cree, porque el párroco no cree.

¿Pero cómo es posible escuchar a las personas que calumnian y difaman? Desgraciadamente vuestro obispo todavía no es comprendido hasta el fondo ni siquiera de los que dicen que lo aman y vienen aquí cada día. Vosotros no podéis comprender su grado de preparación, su sacrificio y su estudio, Don Claudio se recluye en su estudio para daros lo mejor porque quiere llevaros a la santidad. Ha compuesto novenas y oraciones y cuando necesita recitarlas juntos, nadie tiene la hoja a mano. Esta es una grave falta de respeto, porque no habéis comprendido cuanto os da vuestro obispo, cuantas horas transcurre preparándose y estudiando para daros lo mejor; ningún sacerdote hace esto, ninguno emplea horas en prepararse para darlo todo a las almas. Cada vez que vienen aquí grupos oigo decir: "Benditos vosotros que tenéis un obispo tan preparado y disponible". Vosotros que lo tenéis no lo apreciáis. Tenéis un flaco amor, muy débil. Incluso cuando escucháis los mensajes, al momento os conmueve, pero luego cuando salís todo se acabó y empieza de nuevo la envidia, los celos, y los cotilleos.

El gran milagro eucarístico del 11 de junio es conocido en todas partes del mundo. ¿Por qué la mayor parte de los extranjeros cree mientras que los italianos continúan hablando mal? ¿Cómo va a vencer el demonio a Dios? ¿No es el más fuerte de todos? ¿No puede hacer lo que quiere? ¿No puede tomar a vuestro obispo y ensalzarlo? ¿No puede hacer lo que quiera con todos los hombres de buena voluntad, con los que aman verdaderamente? Gozad, alegráos, cantad porque el que sigue este camino, el que hace lo que el obispo dice, porque Dios habla a través de él, tiene el camino preparado para el Paraíso, para la santidad.

Esta carta de Dios es muy importante. Quien viene aquí y luego chismorrea no se comporta como verdadero cristiano. Las personas que frecuentan este lugar son siempre las mismas, las otras no vienen, aún habiendo leído todas las cartas con las que han sido invitados, porque el vicario del Papa ha prohibido que vengan; ha dicho que lo que sucede aquí es fruto de magia y por intervención diabólica. Por miedo, todos están atentos, ninguno se atreve a contradecir al cardenal, porque dicen: "Dios habla en él". ¿Dios puede hablar a uno que ha profanado a la Eucaristía?. No olvidéis nunca que el vicario del Papa ha ordenado que tirase la Eucaristía que ha sangrado y ha dicho esta frase: "Es todo un fenómeno de feria y efecto del demonio. Ellos están endemoniados". Exactamente como han tratado a mi Hijo Jesús, así se han comportado con vuestro obispo. Primero acusaban a la vidente y decían que estaba loca, herética, cismática, endemoniada, ahora acusan al obispo. ¿Qué resorte hay en estas personas? Los celos, la envidia y el miedo que todas las personas se vuelvan a vuestro obispo y vengan aquí. Pero la gente llegará aquí, incluso impreparada, porque ninguno les ha hablado de la Eucaristía. Nadie les habla en términos muy sencillos y comprensibles de la Trinidad.

Vosotros habéis recibido mucho. Recordad: más se recibe, más se debe dar. Si recibís diez debéis dar cien. En cambio recibís y dais uno; no, esto no es para el Señor.

Esta es la carta de Dios, a la que vuestra Mamá ha añadido alguna cosa. Amad, amad, amad, amad, amad. El amor lo vence todo, pero el amor verdadero, sencillo, sincero y leal. Entonces seréis verdaderamente hijos de Dios.

Animo, Excelencia, la Trinidad y la Madre de la Eucaristía estamos con vosotros. La Madre de la Eucaristía está con vosotros. El pequeño está a mi lado y ora por sus padres.

Invitamos a todos a leer atentamente esta carta de Dios, porque describe con precisión el comportamiento de la autoridad eclesiástica en lo referente a las grandes obras de Dios: los milagros eucarísticos y la ordenación episcopal de Don Claudio.

Los hombres de la Iglesia por celo, por envidia y por miedo de que todas las personas se vayan con el obispo, han continuado burlándose de él, humillándolo, calumniándolo y condenándolo.

Algunos sacerdotes de Roma han afirmado públicamente que Don Claudio "Ha hecho una Iglesia suya personal".

Hacemos hincapié en que uno de los sufrimientos más grandes del obispo es el de ser acusado de arruinar a la Iglesia.

Sin embargo, son los enemigos de la Eucaristía, los que ocupan lugares de responsabilidad que han acumulado mucho dinero y enorme poder, los que trabajan en la sombra y a escondidas para resquebrajar a la Iglesia. Han marginado al Papa, al que le escriben los discursos y le imponen las nominaciones.

Dios continúa teniendo paciencia y aplaza sus intervenciones, pues quiere que al menos tres mil millones y medio de hombres se conviertan y al menos la mitad de los sacerdotes se salven.

La campaña denigratoria organizada por el Vicariato ha obtenido sus frutos: en efecto, las personas que vienen a orar al lugar taumatúrgico han disminuido.

Ha sido triste ver, en la noche y el día de Navidad, muchos bancos vacíos, a diferencia de los años anteriores.

Jesús ha evidenciado esta dolorosa situación: "En las naciones extranjeras, en los otros estados sois conocidos y amados, mientras que aquí, en Italia, donde imperan celos y envidia, malísimas enfermedades, sois combatidos. Creen, imprímelo en la mente, Excelencia, en el gran milagro, porque ninguno puede dudarlo. También los que te hacen la guerra cada día, creen en el gran milagro, pero como arden de celos y envidia, quieren destruir este lugar taumatúrgico.

Sois pocos a frecuentarlo: para vosotros esta es una Navidad de sufrimiento, pero tenéis que ser fuertes". [21]

La noche de Navidad, la Madre de la Eucaristía, ha hablado de un grave problema que tendrá que ser resuelto por el nuevo Código de Derecho Canónigo, que será promulgado por el futuro Papa, que Marisa ve a menudo, al lado de la Virgen.

"A ningún sacerdote le puede ser quitada la Santa Misa sin un motivo grave. Muchos sacerdotes, por nada, o por despecho, o venganza son suspendidos. Los sacerdotes deben celebrar siempre la Santa Misa; todos los sacerdotes suspendidos a divinis deben decir la Santa Misa, si no hay motivos muy graves".[22]

El día de Navidad hemos sido los únicos en todo el mundo que han gozado de la aparición de Nuestra Señora, como ella misma ha afirmado: "Hoy no aparezco e ningún otro lugar del mundo. No he buscado la masa, los millares de personas, os he buscado a vosotros, porque Dios me ha dicho: "Ves con el pequeño rebaño al lugar taumatúrgico, en aquella basílica hecha, no de paredes, no de toldos, sino de almas que aman a mi Hijo Jesús Eucaristía". También el día de Navidad, Dios, a través de Nuestra Señora, nos ha comunicado que había aplazado la clausura de nuestra Puerta Santa. "Aprovechadlo para ganar la indulgencia, las indulgencias son importantes"; éste ha sido el aliento de la Madre Celeste.

En la última carta de Dios del año 2000, Nuestra Señora, nos ha abierto y manifestado su fuerte dolor: "A veces, Marisella, no tengo el valor de venir a la Tierra, porque sufro al ver tantas injusticias, tantas maldades, al ver cuantos de mis hijos predilectos no aman a Jesús. Las grandes iglesias podrían vender su oro y los tesoros para sanar, dar de comer y vestir a los pobres.

Cuando te he llevado conmigo para atender a los niños, tu has visto en que miseria vivían y cuantos morían en nuestros brazos". [23]

La Madre ha querido dar a sus hijos una nota de esperanza y de alegría: "Cuando tenga que venir a traer la alegre nueva, la gran nueva, no esperaré ni siquiera una hora, ni un minuto, sino que llegaré como el viento impetuoso". [24]

Ha iniciado el nuevo milenio, ha iniciado el nuevo siglo, ha iniciado el nuevo año.

El tercer milenio, a diferencia de los precedentes, será "intensamente eucarístico". Aunque los que habrían tenido que servir a la Iglesia, la han devastado y saqueado, no podrán impedir la realización de los designios e intervenciones de Dios.

La Iglesia, después de la prueba y el sufrimiento, renacerá, los nuevos pastores la gobernarán con espíritu de servicio, los fieles conocerán la Palabra de Dios y amarán a la Eucaristía.

La primera recomendación de la Madre de la Eucaristía al inicio del nuevo año, ha sido: "Orad, para que la Iglesia se renueve. Dios mantendrá su promesa". Después ha descrito la triste situación actual de la Iglesia. Nos ha confiado que en un primer momento, muchos hombres se han convertido, pero sucesivamente, a causa del comportamiento escandaloso de los sacerdotes, se han vuelto atrás espiritualmente. Ha citado el caso del cardenal de Nápoles que "ha sido absuelto porque los hombres de la Iglesia tienen un poder más fuerte incluso que el de los políticos. Muchas personas que no han creído en él, le han dado crédito sólo por dinero o por interés". Ha recalcado la importancia de los encuentros bíblicos: "Lo que hoy sabéis, hace pocos años lo ignorabais". Por este motivo "hoy sabéis más que muchos sacerdotes y estáis a la altura de poder hablar y conversar con los que han estudiado teología. Los fieles, ante los escándalos provocados por los sacerdotes dicen: "Si ellos se comportan mal, ¿por qué tengo que comportarme bien yo?" y se retiran". [25]

El nuevo año ha visto al obispo particularmente abatido: "Ya lo sé que estás desmoralizado, mi querido obispo, y sé que el sufrimiento moral es más duro que el físico, pero si tu te derrumbas, se derrumbarán tus jóvenes y junto con ellos el pequeño rebaño. Estos momentos de desánimo llegan, es natural".

El obispo sufría a causa de la campaña difamatoria organizada por el Vicariato y por los sacerdotes de Roma: muchas personas, de hecho, habían abandonado la comunidad y entorno a ella se estrechaba cada vez más un círculo de hostilidad y maldad.

La fiesta litúrgica de la Epifanía conmemora la venida de los Magos "desde oriente a Jerusalén para adorar al rey de los Judíos" (cfr. Mt. 2, 1-2).

Este año, el 6 de enero, fiesta de la Epifanía, han venido al lugar taumatúrgico desde el extremo oriente, exactamente desde Hong Kong, una veintena de chinos para adorar la Eucaristía que ha sangrado. Los magos afrontaron un largo viaje par adorar al Rey de los Judíos y los sacerdotes no han hecho ni siquiera unos pocos kilómetros para ir a dar homenaje al Mesías. Los fieles, para adorar la Eucaristía que ha sangrado, han venido desde muy lejos y los sacerdotes de Roma no se han movido de sus butacas para cumplir el mismo gesto.

En el discurso de acogida, el obispo ha subrayado esta coincidencia y ha transmitido a los corazones ya abiertos a la gracia un fuerte amor a la Eucaristía.

Diversos miembros de la comunidad han demostrado una cierta impaciencia y un notable disgusto por el modo en el que es tratado nuestro obispo por sus hermanos y se han llegado a preguntar: "¿Cómo es que en las reuniones de los obispos no es invitado el único obispo ordenado por Dios después de Pedro y de los apóstoles?". Jesús ha respondido esta pregunta en un modo un poco sibilino, sólo para quien no conoce ciertos secretos: "Gozad de este momento silencioso, porque llegará el día en que no podréis ver ni siquiera a vuestro obispo". [26]

Algunos párrocos que han sentenciado: "Nuestra Señora no puede ser la Madre de la Eucaristía, de otro modo tendría que ser Madre también de los otros sacramentos", han sido acallados por una respuesta inteligente e irónica de los miembros de nuestra comunidad: "La Virgen es Madre de Cristo, no del agua o del aceite".

El demonio ha continuado tentando a Marisa de todos los modos y ha llegado también a golpearla duramente. El once de enero, después del Santo Rosario, se le apareció a Marisa con los vestidos de Nuestra Señora, con una mirada malvada y un rostro duro. Marisa ha manifestado repulsión y el obispo que estaba presente, comprendió la situación y con autoridad ha exigido: "En nombre de Dios, te ordeno que te vayas". Apenas dada la orden, han intervenido los ángeles para expulsarlo. Apareció entonces Nuestra Señora para decir: "Marisella, quédate tranquila, no caerás nunca entre los brazos del demonio. Te tienta en todo y con todo, pero a pesar de que no puedes orar demasiado por el gran sufrimiento, la prueba y todo lo demás, sé fuerte, tu amas a Dios, Nos amas a Nosotros los del Cielo".

Desgraciadamente diversos videntes han aprovechado su situación para perseguir la riqueza y vivir en la comodidad y en el lujo. Algunos de ellos han llegado a hacer creer que todavía tienen apariciones de Nuestra Señora, a pesar de haberse terminado.

Esto es lo que ha dicho la Madre de la Eucaristía el 14 de enero: "Os invito a orar también por los videntes, que tratan de tener riquezas y lujos y no dan nada. Algunas personas ya no son videntes pero son seguidas por mucha gente a causa de sus continuas declaraciones: "Nuestra Señora ha dicho que hagamos esto o aquello", mientras que yo no he dicho nada.

Sabedlo, si alguien quiere hacer cualquier cosa, que no lo pida en nombre de Nuestra Señora; ya sé que es más fácil pedir en nombre mío, pero vosotros no lo hagáis nunca".

Hemos sabido que algunos obispos, siguiendo el ejemplo del card. Ruini, han prohibido a sus sacerdotes que tengan cualquier clase de relación con Don Claudio.

Es doloroso admitir que los sacerdotes han respetado la orden recibida por miedo o por interés y han alardeado a diestro y siniestro de que han obedecido a su obispo. Sin embargo, no sólo no han practicado la virtud de la obediencia, sino que han faltado gravemente a la virtud de la caridad. Ningún superior puede imponer, por obediencia, faltar a la caridad; en este caso es necesario ignorar las órdenes recibidas.

Uno de los objetivos que los enemigos de la Eucaristía se han propuesto abatir es la virginidad de María.

El obispo y la vidente, desde hacía tiempo, habían sido informados por Nuestra Señora de esta batalla subterránea llevada a cabo con tenacidad y obstinación por diversos eclesiásticos. Los miembros del Movimiento se han quedado estupefactos cuando Nuestra Señora ha dicho: "Después de dos mil años, todavía hoy el hombre no cree en mi virginidad. Quieren quitar las palabras : Bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Después de dos mil años de historia, continúan combatiéndome. No puedo decir el motivo de esta lucha contra mi virginidad. Yo he sido virgen antes, durante y después del parto, como decís justamente en la letanías que vuestro obispo ha compuesto: Madre siempre virgen de Dios Hijo". [27]

En la misma aparición, la Madre de la Eucaristía, ha hablado una vez más del sufrimiento del obispo y de la vidente: "Continúan haciendo su deber apretando los dientes, incluso llorando y lamentándose con Él que es todo para ellos. Continúan abrazando esta cruz tan pesada, tan llena de espinas y de dolores". Pero en medio de tantas tinieblas ha despuntado un rayo de sol, en medio de tanto fango ha nacido un lirio, entre tantas espinas, una rosa. De hecho el 21 de enero ha nacido Enmanuel, el hijo de Yari y Laura, dos jóvenes de nuestra comunidad, el primero es sobrino de la vidente y la segunda del obispo.

El 25 de enero Marisa presentó al sobrinito a Nuestra Señora, que ha dirigido un mensaje particular a los padres y después ha dicho a la comunidad entera: "Seguid adelante, aceptad la gran prueba de Dios con amor y sufrimiento, porque la vida del planeta Tierra reserva dolores, pero también alegrías, como el nacimiento de Enmanuel, Dios con nosotros. Hoy, entre vosotros, tenéis una nueva criatura. No podrá seguir el encuentro bíblico, y no pudiendo hablar con los grandes hablará con los ángeles. Los ángeles hablan con los recién nacidos".

Marisa que ha empezado a padecer la pasión, en bilocación, junto a Nuestra Señora ha ido a diversos hospitales, también de Roma, a visitar y confortar a los enfermos.

Pero el último día del mes de enero ha sido obligada a ir al hospital para hacer comprobaciones clínicas. Puesto que la espera de las intervenciones de Dios se habían aplazado y los miembros de la comunidad empezaban a mostrar una cierta impaciencia y desilusión, la Madre de la Eucaristía ha intervenido para infundir nueva fuerza y valor: "Es inútil preguntarse porqué la espera es tan larga. Los porqués de Dios no se pueden comprender, pero seguramente de una gran amargura, de una gran desilusión, de un gran sufrimiento, nacerá la alegría. Creedme, Dios no ha defraudado nunca a ningún hombre de la tierra, especialmente a sus hijos". [28]

Finalmente han empezado a verificarse nuevas conversiones. "Hoy he dicho a vuestra hermana que se han convertido veinticinco millones de almas. Vuestra victoria se acerca, según los tiempos de Dios. Se han salvado veinticinco millones de almas por el sufrimiento de mis dos queridos hijitos, de la abuela Yolanda y de alguna otra pequeña alma que ha sufrido y sufre en silencio". [29]

Pocos días después, la Madre de la Eucaristía, nos ha comunicado que se habían convertido otros cinco millones de almas. "Las conversiones han llegado a treinta millones, gracias a las grandes tribulaciones de algunas personas y por vuestros sacrificios y oraciones. Poco a poco os acercáis a la meta establecida por Dios". [30]

En la misma circunstancia hemos conocido otra consoladora realidad: "Algunos sacerdotes han empezado a aceptar de lleno todo lo que Dios ha hecho en este lugar".

No sabemos si entre los sacerdotes, hay algunos de Roma; lo esperamos vivamente.

El 18 de febrero hemos celebrado el quinto aniversario del milagro eucarístico, ofendido y ridiculizado por los medios de comunicación, por orden de algunos eclesiásticos masones.

Aquel día a Marisa le fue entregada una hostia consagrada, sustraída a la profanación, que nosotros todavía conservamos y no muestra, después de cinco años, ningún signo de descomposición.

Nuestra Señora ha querido conmemorar el milagro eucarístico y otros acontecimientos que lo han precedido y seguido.

"Recordad lo que ocurrió el 18 de febrero de 1996: primero vuestra hermana, obedeciendo a Dios, ha comido hierba, después ha bajado la Trinidad y finalmente la hostia se ha apoyado en sus manos. Todos os habéis alegrado de esto, pero algunos hombres, que no estaban en gracia, han calumniado y difamando inmediatamente. Hoy celebráis este milagro eucarístico, pero ¡cuántos sufrimientos habéis soportado por la Eucaristía!".

El 19 de febrero, previa llamada telefónica, la periodista De Marchi, de la redacción de "Milagros" de Rete 4, ha venido a hablar con el obispo, la vidente y algunos jóvenes "de todo lo extraordinario y milagroso que había ocurrido en Via delle Benedettine".

La entrevista fue larga. Hablaron todos los presentes y el obispo se ha detenido de manera especial en ilustrar el milagro del 11 de junio del 2000, ocurrido mientras celebraba la Santa Misa. Ha entregado a la periodista también el vídeo que contiene el citado milagro.

La periodista hizo preguntas inteligentes, ha escuchado con atención las respuestas, ha escrito todo en su agenda y ha terminado así: "No depende de mi emitir el servicio, sino del director".

El día después, la periodista ha llamado por teléfono al obispo para decirle que al responsable de la transmisión de "Milagros", Sr. Vigorelli, no le interesaba transmitir los servicios sobre los milagros eucarísticos. Era una excusa pueril, dado que algunas semanas después, el propio Sr. Vigorelli transmitió servicios que reproducían milagros eucarísticos ocurridos en Corea y en la India.

El verdadero motivo había que atribuirlo a uno de los expertos teólogos que colaboran con Vigorelli, que es un declarado enemigo y difamador de los milagros eucarísticos ocurridos en Via delle Benedettine.

La Madre de la Eucaristía ha hecho una comparación entre nuestra espera, de apenas un año, y la larga espera que se refiere al tercer secreto de Fátima, todavía no revelado íntegramente.

"Mis queridos hijos, el momento de Dios está cerca, según sus tiempos. Vosotros sabéis perfectamente que en 1917 Dios había dicho que tenía que ocurrir algo muy grande, pero todavía no se ha verificado todo. Esto también porque el mensaje de Fátima no ha sido revelado íntegramente, se han escondido los puntos más importantes. Diferentes Papas han tenido el secreto en la mano y no lo han revelado. El secreto no consisten en lo que han querido hacer saber.

Cuántos años han pasado y se continúa todavía falsificándolo todo, mientras vosotros esperáis sólo desde hace un año algo grande y hermoso". [31]

Nuestra Señora ha elogiado a nuestro obispo por su desapego al dinero: "Vuestro obispo no se ha enriquecido con las apariciones, ha mantenido el camino simple y escondido de antes. Los apóstoles han permanecido humildes, sencillos, pobres, han continuado viviendo en la misma pobreza que cuando eran pescadores y alcabaleros". [32]

También en la misma ocasión, Nuestra Señora ha dicho que desgraciadamente muchos videntes se han enriquecido con las apariciones y también los sacerdotes, los obispos y cardenales piensan en acumular dinero.

La Madre de la Eucaristía, ha terminado así con su desahogo materno: "Este modo de comportarse no es bonito, ni cristiano, no es el estilo de vida que mi Hijo Jesús ha enseñado al Papa Pedro".

El sufrimiento ha acompañado a Marisa durante el mes entero. Nada le ha sido ahorrado; los dolores físicos, morales y sobrenaturales le han destrozado y aniquilado. Ha repetido, mientras vivía la pasión, junto a su divino esposo: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?, e inmediatamente después: "Que se haga Tu voluntad, Dios mío".

En el mes de marzo las conversiones de las almas han registrado una notable aceleración, propiciada por el grandísimo sufrimiento del obispo y de la vidente y compartido por toda la comunidad. En el mismo mes hemos empezado a preocuparnos mucho por la salud del obispo, notando la insistencia con la cual Nuestra Señora y San José pedían a Don Claudio que tuviera cuidado, que se repusiera, y a nosotros que oráramos. A Marisa, el Señor le ha pedido que viva frecuentemente la pasión. El obispo ha confesado que cada vez que ha asistido a Marisa durante la sudoración de sangre de Getsemaní, la cruel flagelación, la coronación de espinas, la perforación de los clavos, el golpe de lanza y la agonía de la cruz, se ha quedado descompuesto por la atrocidad de los dolores.

Mientras este océano de sufrimientos se abatía sobre la víctima de amor, de sus labios salían estas palabras: "Gracias, Jesús".

San Padre Pío, como lo llama Nuestra Señora, ha evidenciado el gran sufrimiento del obispo y de la vidente: "Hermanita mía, yo que soy tu hermano mayor, he sufrido mucho menos que tu y también mucho menos que tu, Excelencia. Lo que estáis haciendo por la Iglesia, no lo hace nadie y mucho menso los grandes hombres de la Iglesia; nadie ama verdaderamente a la Iglesia de Dios. Vosotros que la amáis, sufrís; porque amar a la Iglesia significa sufrir". [33]

La Madre Celeste ha animado a Don Claudio y a Marisa: "Ánimo, mis dos queridos hijitos. Jesús no ha muerto en vano, Jesús ha vencido al mundo y vosotros venceréis al mundo. Tenéis que aceptar este largo silencio de Dios, tener amor y paciencia, porque Él no defrauda". [34]

El 3 de marzo hemos asistido a una maravillosa conversación entre Madre e hija, de la cual se transparenta el gran amor de Marisa, dispuesto al extremo sacrificio, en lo que se refiere al hermano espiritual.

Nuestra Señora - Tus dolores, la pasión que has vivido en estos días es fuerte. ¡Si tu supieses cuántas almas se convierten por tu sufrimiento!

Marisa - ¿Puedo decir una cosa?

Nuestra Señora - De todas formas la dices siempre.

Marisa - ¿Para mi todos los sufrimientos?. Repartamos un poco para cada uno. No hablo de compartirlos con el obispo, él ya tiene mucho él solo. Si quieres, yo puedo ofrecer de nuevo la vida por él. Pero alívialo un poco, ayúdalo, dale un poco fuerza. No te pido tanto, pido sólo que lo ayudes. Pero ¿no te da pena?. ¿No ves como está?.

Nuestra Señora - Yo veo como tu lo miras y controlas todo. Esto es hermoso, pero no te hagas notar del obispo. Su misión es tan grande que a veces las fuerzas le faltan. Tiene necesidad de vuestra ayuda, tiene necesidad de los hermanos cercanos".

La Madre de la Eucaristía ha acogido la nueva oferta de Marisa de inmolarse por el obispo. De hecho, durante toda la noche, Marisa ha recorrido el trayecto de Getsemaní al Calvario, bebiendo hasta el fondo el amargo cáliz del dolor. El obispo ha asistido orando y socorriéndole como podía. La luz ha permanecido encendida en la habitación de Marisa toda la noche y las primeras luces del alba han sorprendido al obispo de la Eucaristía y a la víctima de la Eucaristía mientras ofrecían a Dios la sangre derramada y las lágrimas surgidas.

"La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos", ha escrito Tertuliano, y es verdad. De hecho, la Madre de la Eucaristía, ha comunicado a la víctima de amor: "Marisella, esta noche has salvado once millones de almas. Mis queridos hijos, os invito a orar por ella, para que cada día pueda aceptar la cruz que es muy pesada. Durante esta Santa Cuaresma, continuaré pidiéndoos oraciones por la gran misión. A vosotros os parece que todo esté parado, pero la gran misión de mis dos queridos hijitos está actuando". [35]

Lo que nos ha sorprendido y maravillado en todo momento ha sido el constatar como el obispo y la vidente, a pesar de ser golpeados con continuas maldades, calumnias y mentiras, recibiendo duros golpes de los poderosos hombres de la Iglesia y viviendo en el completo aislamiento, querido por el Card. Ruini, son capaces de mostrar siempre un equilibrio increíble, una lucidez perfecta y una serenidad envidiable.

Cualquiera que viviese como Don Claudio y Marisa manifestaría depresión y desequilibrio. Ésta es la señal de que Dios está con ellos.

Nosotros siempre hemos notado en ellos la serenidad, la fuerza de luchar, bromear y reír, incluso si a veces, la sensación de que todo se hubiese derrumbado o estuviese derrumbándose, era muy fuerte.

La vigilia del aniversario de su ordenación sacerdotal, Don Claudio recibió la invitación de participar en el encuentro anual de los sacerdotes compañeros de seminario, ordenados en 1963, presidida por el card. Canestri, antiguo director espiritual durante los años de formación sacerdotal.

Don Claudio ha decidido no participar por los siguientes motivos:

§ Ha escrito muchas cartas al card. Canestri, pero no ha recibido nunca ni siquiera una línea por respuesta.

§ Los compañeros de Seminario de Don Claudio han estado siempre muy alejados de nuestro obispo, no se han presentado, ni siquiera cuando ha sido injustamente suspendido a divinis; no han aceptado su ordenación episcopal hecha por Dios, ni el milagro eucarístico ocurrido en sus manos del día 11 de junio del 2000, fiesta de Pentecostés.

Con estas premisas ¿qué iba a hacer en medio de personas que han rechazado treinta años de su sacerdocio?.

Las causas de este rechazo han sido indicadas por la Madre de la Eucaristía:

§ Miedo de represalias por parte del card. Ruini;

§ Envidia de la fortaleza, de la valentía, de la notoriedad en la Iglesia del único obispo ordenado por Dios, después de Pedro y de los apóstoles.

Los miembros de la comunidad han acogido la invitación de la Virgen: "Preparad la fiesta de vuestro obispo, celebradlo con cantos, con alegría, aunque a veces tengáis deseos de llorar" y se han apresurado para prepararlo todo con amor, dedicación y sacrificio.

Ha precedido a la fiesta un triduo de tres días de oración, ayuno, florilegios y una vigilia, organizada y guiada por algunos de nuestros jóvenes.

La noche previa al día del aniversario ha sido particularmente dura y sufrida para Marisa, que ha vivido de nuevo enteramente la pasión.

Cuando ha llegado el nuevo día, Marisa estaba tan probada y acabada, que no tenía fuerzas para levantarse de la cama y ha sido necesario sostenerla para que pudiera hacer incluso un solo paso.

Nuestra Señora ha felicitado a su obispo: "Las felicitaciones más emocionadas van dirigidas a mi obispo, al obispo de la Eucaristía, al obispo del amor, al obispo de los jóvenes. Estas felicitaciones son hechas por una madre que, como vosotros, sufre y espera pacientemente el triunfo de la verdad. Felicidades, Excelencia, de todo el Paraíso. Recuerda que tu estás en Jesús, Jesús está en ti y sois uno solo". [36]

El domingo 11 de marzo, hemos celebrado la fiesta del sacerdocio, que coincide con el aniversario de la ordenación sacerdotal de Don Claudio. Durante todo el día hemos elevado a Dios plegarias y acciones de gracias por haber dado a sus hijos el sacerdocio, gran Sacramento, que hace presente a Cristo en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad y actualiza el sacrificio de la cruz en todo tiempo y lugar. Además, los que lo reciben tienen que anunciar la Palabra de Dios y celebrar los otros Sacramentos.

El 14 de marzo, Marisa tuvo una grave crisis cardíaca y si no hubiese intervenido Dios, habría muerto. Nuestra Señora dijo: "Dios ha salvado a esta criatura, no por sí misma, sino porque tiene necesidad de ella. Tienen necesidad los hombres de la Iglesia que continúan ocupando cargos de poder y acumulando dinero. Dios ha elegido a estos dos hijos míos predilectos de Roma y les ha confiado una gran misión, rica en sufrimiento. Mis queridos hijos, vosotros no lo podéis entender ni habríais podido soportarlo. Vuestro obispo se pregunta: "¿Con tantos hombres sobre la Tierra, por qué Dios nos ha elegido a nosotros pobres criaturas?". Y yo os digo: "Con tantos sacerdotes sobre la Tierra, no hay ninguno cerca de él". Muchos se burlan de él, pero pecan gravemente. Mis dos queridos hijitos para vivir en gracia sufren continuamente, lloran cuando están solos, para no dejarse ver y hacerse pesados a los demás". [37]

Para hacer comprender la importancia del episcopado dado directamente por Dios a Don Claudio, Nuestra Señora, repetidamente, ha utilizado la expresión "el gran obispo".

El 19 de marzo, día de su fiesta, San José, nos comunicó: "Hoy son 90 millones las personas convertidas". Y añadió: "Si continuáis así, mis queridos hijos, creo que llegaréis al número establecido por Dios antes de lo previsto".

San José, el santo venerado con amor particular por nuestro obispo, ha mostrado siempre solicitud en lo concerniente a Don Claudio, hasta preocuparse por su salud: "Excelencia, siéntate, por favor. Estoy de acuerdo con la Virgencita de que tienes que tener cuidado; tienes que hacer lo que está consentido al hombre, ya basta de ir adelante sin cuidarse. Marisella, digo sólo que el obispo tiene que cuidarse, proveer su salud. Es hermoso que se dedique a las almas y dé todo de sí mismo para ellas, pero es muy importante su salud, de otro modo no podrá hacer nada".

Nuestra Señora, siempre ha informado a Don Claudio y Marisa sobre la situación real de la Iglesia y en particular, de las diócesis de Roma, que son masonas; algunos los conoce personalmente.

La Madre de la Eucaristía ha repetido frecuentemente que son numerosos los sacerdotes que creen en los milagros eucarísticos ocurridos en el lugar taumatúrgico, pero tienen miedo de afirmarlo.

Don Claudio ha tenido confirmación de esto por algunos párrocos, los cuales le han hecho saber que no vienen a adorar la Eucaristía que ha sangrado, para evitar los castigos y las suspensiones con que ha amenazado el card. Ruini. Don Claudio se ha limitado a comentar: "La Iglesia no tiene necesidad de Don Abbondio, sino de Padre Cristoforo".

El 22 de marzo, San José, en nombre de Dios, nos ha dicho: "Dios recomienda no recibir a los periodistas, hasta que Él lo diga. Habéis obedecido siempre, sed obedientes también en este momento: decid que no y basta. Dios os ha dicho que se estaba tramando algo a escondidas, ésta es una de las "escondidas"

Para los presentes, estas recomendaciones de Dios han resultado incomprensibles, ignorando los hechos que lo habían provocado, pero para el obispo y la vidente ha sonado como clara aprobación de cuando habían decidido.

El 15 de marzo, había llamado por teléfono un periodista del Canal 5, preguntando por Monseñor Gatti. Estando el obispo ausente durante un tiempo, el periodista telefoneó muchas veces, mostrando estar bastante interesado en una conversación con Don Claudio.

Después de varias tentativas en vano, Giuseppe Di Feo, que así se llamaba el periodista, consiguió hablar con el obispo, al cual de manera insistente, pero educada, le pidió que le permitiera entrevistarlo.

El obispo rogó al periodista que lo volviera a llamar después de algunos días, porque lo quería pensar bien, antes de darle una respuesta.

Don Claudio, nos ha confesado, que le asaltó esta sospecha: "¿cómo es que Canal 5, que había preparado un servicio televisivo compuesto por tomas del lugar taumatúrgico, con material ofrecido por nosotros y con entrevistas entregadas por él, por Marisa y por algunos jóvenes y adultos, no había transmitido nada y ahora volvía a la carga?."

Ya que no conocía la transmisión "Link" que tenía que acoger el servicio televisivo que nos concernía, ha pedido a nuestros jóvenes que hicieran una búsqueda por Internet para recoger información.

Lo que le han contado nuestros jóvenes, ha convencido definitivamente al obispo a no realizar la entrevista, ni permitir tomas televisivas. ¿El motivo?. Link es una transmisión que tiene también servicios erótico-sensuales.

Don Claudio, cuando el periodista le volvió a llamar, le dijo claramente que por el motivo antes citado estaba excluido que él o cualquier otro miembro de la comunidad realizaren entrevistas.

La prudencia de Don Claudio, ha evitado que cayésemos en la trampa organizada por los masones, sin que lo supiera el periodista, para desacreditar los milagros eucarísticos en el lugar taumatúrgico. Así se explica la recomendación de Dios, transmitida por San José, "de no recibir a los periodistas mientras Dios no lo diga".

Y ahora empezamos a hablar de uno de los sufrimientos más difíciles padecidos por el obispo y la vidente: la injusta condena hecha por la cúspide de la C.E.I., en lo que a ellos se refiere.

El card. Ruini, aprovechando su papel de presidente de la C.E.I., ha mandado a todos los obispos de Italia un comunicado oficial de la C.E.I., fechado el 12 de enero del 2001, pocos días después de la renovación de su mandato por tercera vez, con el cual ha condenado de nuevo al obispo, a la vidente y al movimiento (Anexo I).

Nuestra Señora, en nombre de Dios, ha dicho: "El comunicado está lleno de falsedad. Lo han tergiversado todo para haceros cerrar, para cansaros y llevaros a la muerte. Pero yo os he dicho que no conseguirán llevaros a la muerte, porque Nosotros estamos con vosotros. El card. Ruini, ha disfrutado mucho firmando el comunicado como presidente de la C.E.I. y no como Vicario del Papa; esto significa que ellos están avanzando, conquistando poder, acumulando dinero y vosotros, mis dos queridos hijos, sabéis quienes son". [38]

Don Claudio y Marisa han conocido el comunicado oficial de la C.E.I. que fue publicado en la revista diocesana de Roma, el 24 de marzo, tras la indicación de un sacerdote que trabaja en el Vicariato.

Cuando el obispo y la vidente lo han leído, han sufrido mucho, porque aman muchísimo a la Iglesia, y habían sido condenados precisamente por los hombres de la Iglesia.

El citado comunicado ha sido mandado también a todos los párrocos de la diócesis de Roma y algunos de ellos lo han colocado en la puerta de su iglesia con el mismo entusiasmo con el que Martín Lutero, en 1517, colocó sus famosas 95 tesis en la puerta de la iglesia del castillo y de la universidad de Wittenberg.

El 25 de marzo, fiesta de la Anunciación del Señor, ha habido una de las más largas apariciones de Nuestra Señora. En aquella circunstancia, Don Claudio y Marisa, han abierto su corazón herido a la Madre de la Eucaristía, que ha hablado largamente a sus dos queridos hijitos para infundirles la fuerza y el valor de continuar adelante.

Lo que han dicho Nuestra Señora, el obispo y la vidente es tan importante que hemos pensado poner enteramente la aparición por los hechos y elementos que formarán parte de la Historia de la Iglesia.

Marisa - ¿No has traído la carta de Dios?

Nuestra Señora - José, mi amado esposo, toma la Eucaristía y entrégala al pequeño Jesús. He traído la carta de Dios. Sé lo que queréis saber. Dios os pregunta: ¿qué debemos hacer nosotros?

Marisa - ¿Vosotros los de arriba?. ¡Yo que sé!

Puedes decir a Dios que he dicho muchos sí, muchos, pero ahora no puedo continuar diciendo más sí, porque no tengo la fuerza, no tengo el ánimo. Mi sí, pronunciado en 1973 y repetido cada vez, cuando aceptaba el sufrimiento que Dios quería, me concernía solo a mi. Pero ahora me he dado cuenta que han pasado casi treinta años y el sufrimiento concierne también a nuestro obispo. Vosotros le habéis ordenado a vuestro obispo que celebrara la Santa Misa en nuestra capilla, después de tres años y medio que no la celebraba, y él ha obedecido. Habéis dicho a nuestro obispo que continuara obedeciendo a Dios y hemos obedecido siempre.

Me miras con cara sonriente y triste, pero quiero todavía decirte que nosotros no hemos pedido nada. Dios ha decidido dar a nuestro sacerdote el episcopado; el ha dicho: "Te ordeno obispo para tener la plenitud del sacerdocio y te doy todos los poderes" y nuestro sacerdote con el llanto en el corazón y con amargura ha dicho sí, yo he dicho sí, todos hemos dicho siempre sí. Pero vosotros ¿qué habéis hecho para ayudarnos contra los hombres de la Iglesia? Todos hemos dicho sí, grandes y pequeños, sobretodo nuestro obispo.

Me desagrada hablar así, mi querida Mamá, me desagrada, pero estamos cansados. Quien no lo comprende se puede marchar también, pero nosotros estamos cansados de esta situación: cuanto mejor nos comportamos, más nos quedamos escondidos en nuestra pequeña iglesia, más somos condenados, difamados, calumniados. Y ahora ha llegado una carta llena de calumnias y difamaciones, escrita por los hombres de la Iglesia.

Discúlpame, perdóname, pero esta es la amargura y el llanto de tu hija que habla también en nombre del obispo. ¿Dónde se ha acabado todo el amor que decís que tenéis por el obispo? En el decir: "Te amamos, eres grande, eres obediente, eres honesto? Y mientras tanto llegan los mazazos de los hombres de la Iglesia. Nosotros estamos con la Iglesia y somos vapuleados por los hombres de la Iglesia; ¿qué debemos hacer? No lo sabemos. Te digo aún, Virgencita, que yo hoy he sido bajada porque nuestros jóvenes que han recubierto con tablas tres rampas de escalera para llevarme abajo. Seis, siete chicos me han ayudado a descender, en la silla de ruedas, para llevarme abajo, porque era tu fiesta. Yo he bajado sobretodo por ellos, por el trabajo que hicieron toda la tarde de ayer hasta la noche. Solo los jóvenes saben la fatiga que han tenido. Para ellos he bajado, me desagrada, porque no habría bajado por ningún otro motivo.

Yo, desde que era pequeña, siempre he obedecido, he dicho siempre sí, no te he dicho nunca no; ni tampoco el sacerdote. ¿Te acuerdas cuando por orden tuya ha dejado todas las "mariquitas" y los "lobitos" para ir donde tu nos mandabas? Eran cuatrocientos, los ha dejado y hemos ido donde Dios quería; hemos dejado muchas cosas para seguir a Dios, para obedecer a Dios. Hay tantas personas que pueden testificar que hemos obedecido siempre a Dios. ¿Y los hombres de la Iglesia que han hecho? Han difamado también el último milagro eucarístico, el milagro ocurrido en las manos de nuestro obispo el 11 de junio de 2000. Han difamado todo. Se que han ofendido sobre todo a Dios y a ti, pero a vosotros no pueden haceros nada, pero a nosotros si, a nosotros si. No podemos seguir yendo adelante. Que lo diga el obispo, yo estoy cansada y no quiero saber nada más de nada, de nada, de nada; no puedo más.

Esta es la carta que ciertamente vosotros los del cielo conocéis muy bien, que nos describe a nosotros como los que enseñamos a amar la Eucaristía, como los caínes, los asesinos. Nos acusan de hundir a las personas. No se que debemos hacer, yo no lo sé, no lo sé, y tal como me estás mirando entiendo que no lo sabes ni siquiera tu. ¿Qué debemos hacer? Nos envían espías, nos controlan por donde vamos y por la calle no nos saludan. Entramos en las tiendas y si alguna persona nos reconoce se marcha enseguida. También los doctores nos han reconocido y no nos han respetado como pacientes. ¿Qué debemos hacer para no morir en este planeta Tierra?. La nuestra es una cruz grandísima, yo no puedo más, créeme. Con todo el amor que te tengo, no puedo más. También nuestro obispo dice que no puede más. Ninguna de las personas que nos aman y que se han quedado a nuestro lado soporta ver nuestro gran sufrimiento. Cuantas personas se han ido después que los señores del Vicariato han hablado mal de nosotros. ¡Cuántas personas no han abandonado!. Sin embargo hemos dado a todos una palabra de ánimo, un gesto de amor, un signo de afecto.

¿Qué debemos hacer? Responde, ¿qué debemos hacer? ¿Qué debemos hacer? ¿No respondes? Ve a Dios, pregúntale a Dios que nos ha dicho que le obedeciéramos. Hemos hecho todo lo que nos ha pedido, le hemos dicho siempre sí. Hoy, querida Virgencita, digo no, no puedo más; tengo la carne amoratada, no puedo más. Yo he aceptado siempre todo: la pasión, el sufrimiento físico y el moral. Nunca ningún vidente ha sufrido lo que nosotros, es más, se han alegrado, se han engrandecido, han realizado diversas iniciativas. Nosotros estamos aquí. Estamos como antes. Somos como antes de las apariciones. ¿Qué tenemos de más?. El toldo, la Basílica que a Dios le gusta tanto. No tenemos poder, no tenemos iglesia, no tenemos nada, no pedimos nada, no queremos nada.

Te pido perdón, me disgusta hablarte de este modo, porque siempre te hemos amado, pero es mucho el sufrimiento. Son muchos los años que sufro y no tengo miedo del sufrimiento, pero me habías prometido que yo sufriría siempre y el sacerdote habría triunfado. En cambio todos lo condenan: grandes y pequeños. Mandan cartas a los párrocos y les amenazan: "Si vais allí os suspendemos a divinis". Los párrocos pasan la palabra a los vice párrocos y tampoco esos vienen aquí, porque sino son suspendidos. Sin embargo, se han convertido millones de almas, por nuestros sufrimientos, pero ¿dónde están?. Mándanos una, al menos para ayudar.

¿Por qué no me respondes?. Dinos qué debemos hacer. ¿Qué debemos hacer?

Cuando me has dicho: "Jesús quiere que vivas la pasión", he dicho sí, no me he echado nunca atrás. ¿Tenía que sufrir para salvar a un alma? He dicho sí, he dicho siempre sí, pero hoy no me pidas nada, porque no podría decir que sí.

Habla, te lo ruego, al menos tu, habla: manda cartas también tu. Los hombres de la Iglesia, ¿a quién han manado cartas llenas de calumnias y difamaciones?. A un pobre obispo. ¿qué hace de malo? Hace amar y conocer a la Eucaristía. Henos aquí, somos pocos, ¿qué hacemos de malo? ¿Porqué oramos?. Has visto que ahora muchos hacen la adoración eucarística, pero la hacen para hacernos aparecer mal. De hecho dicen: "No puede ser verdad que la Virgen nos tache de no amar la Eucaristía, porque hacemos la adoración eucarística". ¿Qué tenemos que hacer?. ¿Por qué el Papa no se mueve?. Quieren hacernos entender que el papa ha aprobado todo esto, aunque no salga a la luz su nombre. ¿Por qué el papa busca solo la masa? ¿Por qué le gustan las grandes galas? Aquellas personas invitan a cantantes para tener a muchos jóvenes.

Nuestra Señora - Gracias, Marisa, nuestra querida Marisella, gracias por todo lo que has dicho. Es verdad, es como tu has dicho, pero Dios no quiere matar a su hijos; no quiere una segunda arca de Noé, con la que puedan salvarse poquísimas personas; espera que haya las conversiones.

Marisa - ¿Y nosotros qué debemos hacer?

Nuestra Señora - Dios os ha dicho que sigáis adelante y que no os preocupéis de estas personas. Si el obispo quiere escribir a los obispos de Italia, respondiendo punto por punto a todas mentiras que hay contenidas en el comunicado oficial de la C.E.I. que lo haga.

Don Claudio - ¿Y de qué sirve?

Marisa - Pero no nos responderán y en cambio nos apalearán más. ¿Qué debemos hacer? Esperamos una respuesta tuya. No sé si obedeceremos a cuanto nos has dicho, déjanos libres de responder o no responder, déjanos hacer como lo sintamos.

Nuestra Señora - Está bien, Marisella, sois libres de hacer como lo sintáis.

Marisa - Pero me desagrada, hoy deberíamos celebrar a la Madre de la Eucaristía y nos hemos preparado mucho para esta fiesta, en cambio estamos todos postrados en esta dolorosa situación. Esperamos una respuesta decidida, segura, animosa; no creo que pretenda demasiado. Son años que no consigo dormir por los sufrimientos que ofrezco por la Iglesia y los hombres de la Iglesia. Pero ¿quién soy yo? Soy una simple laica; toma a los sacerdotes, conviértelos, hazles hacer a ellos lo que nos has hecho hacer a nosotros.

Nuestra Señora - ¿Puedo hablar, Marisella?

Marisa - Si, si.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, ante todo la escasa presencia de personas me hace sufrir mucho, porque significa que con tantos milagros que Dios ha hecho en este lugar taumatúrgico, también los que han venido aquí no han comprendido nada. Repito una vez más: "Es más fácil correr a ver una estatuilla que llora o sangra, que correr a ver a mi Hijo Jesús Eucaristía que sangra"

Vosotros estáis aquí para festejar a la Madre de la Eucaristía, ¡festejadla!. La carta que ha llegado es un comunicado oficial y está lleno de falsedad. Han tergiversado todo para haceros cerrar, para cansaros, para llevaros a la muerte. Pero yo ya os he dicho que no conseguirán llevaros a la muerte, porque nosotros estamos con vosotros. Es justo responder a este comunicado, Excelencia, porque así al final habrás dicho lo que pensabas, con verdad y honestidad, porque naturalmente, tu estás en la verdad, pero acuérdate que ellos no responderán.

Vosotros habéis esperado que éste fuese el último golpe de Satanás; oh, seriáis infelices si fuese el último golpe de Satanás, porque querría decir que ya no hay tiempo para más conversiones. Además lo que han añadido en el comunicado, en el fondo, hace comprender que están dispuestos a martirizaros, incluso actuando sin dejar huella, porque sin descubrirse nunca, mandan delante a los otros. El Card. Ruini ha disfrutado mucho, porque ha firmado el comunicado como presidente de la C.E.I. y no como vicario del Papa; esto significa que ellos están avanzando, conquistando poder, acumulando dinero y vosotros mis dos queridos hijos, sabéis quienes son.

Querido obispo yo no quiero ordenarte ni que escribas ni que no escribas, te dejo libre de hacer lo que tu corazón sienta. Yo puedo sólo aconsejarte: escribe para hacer que triunfe la verdad, y eso que escribirás quedará en las actas. Podéis hacer lo que han pensado Felipe y Marisella de ponerlo en el sitio de Internet. En el futuro todos tendrán que saber que estos mis dos ángeles han muerto por la Iglesia. Todos los presentes son libres de ayudarte.

Gracias, Samuel, de tus saludos, gracias, porque me has saludado. Y tu, Marisella, ¿no me saludas?

Marisa - Yo te amo y tu lo sabes, pero lo que tengo dentro debía decirlo, lo siento, pero tenía que sacarlo. Yo debo defender al obispo, debo defenderlo porque he dicho sí y él ha sufrido; si yo no hubiese dicho sí, él no habría sufrido; la culpa es mía porque yo siempre he dicho sí. Si yo no hubiese aceptado él no habría sufrido; yo he dicho siempre que sí sin pensar que él iba al encuentro del gran sufrimiento.

Nuestra Señora - Ahora basta, Marisella, basta. ¿Queréis participar a la Santa Misa como si fuese la última de vuestra vida? ¿Queréis festejar conmigo a la Madre de la Eucaristía, como podáis?. Yo os amo, no lo olvidéis nunca.

Marisa - Pero también te amamos nosotros, solo que no estoy de acuerdo con decir todavía más veces sí, porque yo me siento culpable de haber llevado a Don Claudio a la inmolación y a la destrucción, porque te he dicho siempre sí. Debía decir que no, pero no podía, me parecía feo decir que no a Dios, y he dicho siempre sí. Pero ahora no puedo más.

Espero que las personas presentes comprendan mi estado de ánimo.

Nuestra Señora - Sí que te comprenden, Marisella. El que no te comprende, quiere decir que no ha entendido nada de tu vida. Quédate tranquila, piensa en este momento en ti misma.

Marisa - ¿Ah si? ¿Es todo lo que he dado hasta ahora? Desde que he nacido, por un motivo o por otro, siempre he sufrido.

Nuestra Señora - ¿Oramos todos juntos a Dios Padre con la oración que Jesús ha enseñado a todos?. Animo, Marisella, alarga los brazos y mira hacia Dios Padre. Recitad la jaculatoria que le gusta tanto a Jesús: Corazón eucarístico de Jesús, tu sabes, tu puedes, tu ves, provee a nuestras necesidades, ayúdanos con tu gracia. Madre de la Eucaristía ora con nosotros.

Mis queridos hijos, perdonadme si os he hablado así, pero soy la Mamá del cielo y de la tierra, incluso yo debo obedecer a Dios; perdonadme, vuestra Mamá os pide perdón.

Marisa - No, tu no debes pedir perdón, solo queremos una ayuda más concreta; parecemos ovejas perdidas, no sabemos que más hacer.

Nuestra Señora - Junto a mi y vuestro obispo os bendigo, a vuestros seres queridos, a vuestros objetos sagrados. Os traigo a todos junto a mi corazón y os cubro con mi manto materno.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo. Marisella, el obispo ha comprendido lo que he dicho.

Marisa - ¿Has comprendido?

Don Claudio - ¿Qué debo comprender, que continúa el sufrimiento? ¿Puedo hacer una pregunta yo?. Dile si puedo hacerlo.

Marisa - ¿Te puede hacer una pregunta?

Nuestra Señora - Si, naturalmente.

Don Claudio - Hemos llegado a la situación que temía: ser condenados por los hombres de la Iglesia. Yo había pedido a Dios que no permitiera que se llegase a este punto; tener en contra toda la Iglesia Italiana, la congregación de la Doctrina de la Fe y la Congregación del Clero. ¿Qué significa para Dios este comunicado? Para mí significa una sola cosa: ser condenados por la Iglesia a la que tanto amamos y por la cual estamos dispuestos a dar la vida. No nos has dicho que debemos hacer. ¿Debo escribir a Ruini y perder más tiempo? ¿Escribir a los obispos de Italia que tienen miedo de su presidente? Yo comparto de lleno lo que ha dicho mi hermana. Si, es verdad, nos sentimos abandonados, arrojados a un mar borrascoso, sumergidos, aplastados por las olas. Y gritamos como los apóstoles: "Señor, sálvanos que perecemos". No he hablado nunca así delante de mis hermanos y de mis hermanas, pero siento que este es el momento de hacerlo. Estoy confuso, Dios me estira por un lado, la Iglesia por el otro. ¿Esto quiere Dios?. Yo no puedo continuar luchando y tu sabes el motivo: porque en los puestos de mando son todo hombres que ha puesto el Papa: en la Congregación de la Doctrina de la Fe, en la Congregación del Clero, en la presidencia de la C.E.I. Quiero una palabra clara de ti: ¿debo luchar contra estas personas que han sido elegidas por el Papa y que dicen que el Papa está con ellos y no con nosotros. ¿Puedes responderme?

Nuestra Señora - El Papa no está con ellos, el Papa ha sido engañado, como han intentado engañarte a ti. Ellos son más fuertes y, humanamente hablando, continúan adelante y agrandan cada vez más su círculo. Entonces es necesario estar con ellos o en contra de ellos. Pero ¿quién está en contra de ellos?. Nadie, porque todos tienen miedo. Yo quisiera que al menos tu no te rindieras y no te convirtieras como en uno de ellos. El Papa conoce sólo lo que quieren hacerle saber. Sabe también de este comunicado, pero por ahora no puede hacer nada y no lo sabe todo. Tu sabes como lo tienen en pié y que antes era un fuerte Santo Padre y ahora es un débil Santo Padre. Ya está en las manos de estos hombres de la Iglesia que lo engañan como quieren. Se sienten fuertes y poderosos, hacen entender que también el Papa ha aprobado aquel comunicado, pero no es verdad, es todo una maniobra malvada del Sr. Ruini.

Querido Don Claudio, si quieres cierra todo. Estás pensando: "He perdido treinta años". No, no has perdido treinta años, has salvado muchas almas. Estas personas presentes ¿te dejarán cerrar o estarán contigo?. Ha llegado el momento de decidir seriamente: o estar contigo o con los masones; esto es lo que puedo decirte. Te comprendo, me pongo en tu lugar, en vuestro lugar, porque se que la Iglesia ha llegado al momento más crítico de su historia. No había ocurrido nunca que sobre una vidente y un sencillo sacerdote ordenado obispo por Dios, se acumularan tanta envidia y celos hasta llegar a la calumnia y a la difamación. El Santo Padre Pío, santa Bernardette y santa Juana de Arco, en comparación a vosotros no han sufrido nada. Ningún santo del cielo, ningún hombre de la tierra ha sufrido lo que vosotros dos. Este sufrimiento ha salvado muchas almas. Vosotros me preguntáis: ¿Por qué no vienen aquí?. No pueden, lo tienen prohibido, de otro modo para ellos, si son sacerdotes, se les impone la suspensión a divinis, si son laicos, otros castigos. Habéis salvado muchas almas, habéis llegado a 200 millones, no es poco, mi querido obispo, mi amado obispo, mi querida Marisella.

Marisa - ¿Has dicho 200 millones?

Nuestra Señora - Si, 200 millones de almas. Vosotros, pequeño rebaño, al gran sufrimiento del obispo y de Marisella, habéis añadido vuestras oraciones, sacrificios y ayunos para llegar a esta gran cifra: 200 millones de almas.

Marisa - Pero ¿no veremos nunca ni siquiera una de estas almas?

Nuestra Señora - ¿Qué ha hecho el salesiano que vino aquí?

Marisa - ¿También él?

Nuestra Señora - Si, está metido con ellos, se ha unido a ellos y además el secretario de la Congregación de la Fe, Mons. Bertone, es un salesiano.

Marisa - ¿Hemos llegado hasta este punto? Dinos como están las cosas.

Nuestra Señora - Tenéis una inteligencia muy fuerte. Don Claudio, Excelencia Reverendísima, ¿tienes algo más que decir?

Don Claudio - No, no lo sé, estoy muy confuso, estoy lacerado. Siento la alegría por las conversiones de millones de personas, pero... No puedo hablar, no soy capaz, porque tengo un nudo en la garganta.

Nuestra Señora - ¿Queréis participar a la Santa Misa y festejar a la Madre de la Eucaristía? Y tu, mi querido sacerdote predilecto, obispo ordenado por Dios, quieres celebrar la Santa Misa con todo el amor como siempre has demostrado?

Don Claudio - Sí, sí.

Marisa - Pero nosotros esperamos vuestra ayuda. Queremos saber que debemos hacer. ¿Debemos cerrar?. ¿Qué debemos hacer, debemos desmontar todo y marchar lejos? ¿Qué debemos hacer?

Nuestra Señora - Quedaos donde estáis, aunque esto os llevase a la muerte.

Marisa - Si debemos llegar a este punto yo digo que no, prefiero cerrar, no se el obispo. ¿Quieres cerrar?

Don Claudio - No, esto nunca, no es esto lo que quiero, no quiero cerrar. Repito que no quiero ser considerado el hombre que está destruyendo a la Iglesia, esto no quiero, esto no puedo aceptarlo, es más fuerte que yo. Yo amo a la Iglesia, y ser indicado por mis cofrades, por los compañeros del seminario y de los sacerdotes de Roma como el que está destruyendo a la Iglesia, esto no soy capaz de aceptarlo y tu lo sabes.

Marisa - Cierto, porque ahora os va bien aquello del superior, pero no aceptéis las decisiones de aquellos superiores, ni en los que habla el Espíritu Santo.

Nuestra Señora - No, Marisella, no habla el Espíritu Santo en ellos quédate tranquila, no es el Espíritu Santo quién habla en ellos, es más bien otro, es aquel que se rebeló a Dios el primero.

Ahora os ruego, si no tienes nada más que decirme, Excelencia, preparaos para la Santa Misa. Es más, hoy quiero que tu me bendigas, a mi amado esposo, a los ángeles, a los ángeles niños que tengo alrededor, a los santos, a los papas, te pido de rodillas que nos bendigas a todos. Animo, estoy delante de ti y de Marisella. Bendícenos, mi querido hijo predilecto.

Don Claudio - La bendición de Dios Omnipotente Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre vosotros y permanezca para siempre, Amén.

Nuestra Señora - Sea alabado Jesucristo. Marisella, ¿no me das un beso hoy?

Marisa - Si, yo siempre hago lo que dice mi director espiritual. El ha dicho sí y yo te doy el beso.

Nuestra Señora - ¿Lo has dado con el corazón, Marisella?

Marisa - Claro que sí, aunque el corazón está todo desquiciado, te lo doy.

Nuestra Señora - Samuel, canta a Dios.

Marisa - Si lo harás sufrir no se si cantará aún. Adiós. ¿He sido mala? Le he dicho todo lo que tenía en el corazón.

Don Claudio - Le has dicho lo que es justo que le dijeras.

El contenido de la carta de Dios es tan claro que nos hemos abstenido de hacer incluso el más mínimo comentario. Una vez más, el sufrimiento ha sido fértil, porque ha llevado la conversión de las almas a 200 millones.

"Mi querido obispo, mi amado obispo, mi querida Marisella, habéis salvado tantas almas, habéis llegado a 200 millones, que no es poco". Cuando Nuestra Señora ha hecho este anuncio entre lágrimas, ha despuntado la sonrisa en los labios del obispo y de la vidente.

Don Claudio ha escuchado la invitación de Nuestra Señora: "Si el obispo quiere escribir a los obispos de Italia, respondiendo punto por punto a todos los embustes que hay contenidos en el comunicado oficial de la C.E.I., que lo haga".

De hecho, ha escrito una larga carta a los hermanos obispos y la han mandado también al card. Ruini (Anexo II).

Pero el presidente de la C.E.I. no sólo, al menos por educación, no ha respondido al obispo, como lo ha hecho las otras veces, sino que además ha ordenado a los obispos de Italia y a los sacerdotes de Roma, que se comportaran como él: silencio absoluto.

Quizás no ha respondido, porque no tenía tiempo; sin embargo lo ha encontrado para escribir y felicitar las Navidades al venerabilísimo cabeza del Gran oriente, al Gran Cabeza de la masonería Gustavo Raffi, como él mismo afirma en una entrevista entregada al diario "Il Giornale" y publicada el domingo 5 de mayo del 2002.

El 29 de marzo, Nuestra Señora, ha recordado a Marisa una visión que había tenido hacía algún tiempo: visión extremadamente significativa. Había visto a todos los papas: por una parte los humildes, sencillos, pobres de espíritu, por la otra los papas que han pensado en ser grandes, en ejercer el poder, en acumular dinero; los unos y los otros estaban circundados por sacerdotes, obispos y cardenales. Los dos grupos estaban divididos por un río. Esta visión es también profética, anuncia y hace comprender acontecimientos futuros.

Se ha acentuado aún más la preocupación por la salud del obispo, cada vez más cansado y postrado.

Los médicos que han sometido a Don Claudio a cuidadosas visitas médicas y comprobaciones clínicas, no han sabido esconder su preocupación.

Don Claudio no se ha mostrado nunca preocupado por su salud. Conoce su futuro, donde el Señor quiere que llegue y ha pensado "Ya pensará el Señor en quitar este obstáculo".

Preocupada y dolorida estaba, sin embargo, Marisa, ciertamente más al corriente que los hombres de las condiciones de salud del obispo.

El 1º de abril, como ha dicho Nuestra Señora: "es un día feo y hermoso. Hace tres años, justamente el 1º de abril, vuestro obispo fue suspendido a divinis porque no había tirado la Eucaristía manchada de sangre, traída a este lugar taumatúrgico. No se puede suspender a un sacerdote por una razón semejante. Vosotros sabéis que le había sido ordenado tirar la Eucaristía, definida por los hombres de la Iglesia: "fenómeno de feria, trozo de pan". Pregunto a cada uno de vosotros, aunque no sois sacerdotes: "¿Qué habríais hecho en su lugar?. ¿Habríais cogido la Eucaristía y la habríais tirado?. Mirad: vuestro obispo no lo ha hecho y por esto ha sido suspendido a divinis".

Como S. Pablo "se ha gloriado de las tribulaciones sufridas por Cristo" (Rom. 5, 3), el Obispo Claudio se gloría de la suspensión a divinis por haber defendido la Eucaristía.

La Madre de la Eucaristía ha defendido siempre a Don Claudio y nos ha recordado varias veces que ha sido condenado "por haber obedecido siempre a Dios". Finalmente ha anunciado que después que hayamos pagado nuestro tributo con el sufrimiento "empezará una nueva era, una nueva historia".

El Señor no tiene necesidad del sufrimiento de los hombres para salvar a las almas, porque su pasión, por sí sola, ha borrado el pecado, restituido la gracia y hecho a los hombres hijos de Dios, pero pide, porque los ama, a alguna almas que se unan a su padecimiento y colaboren en la obra de la redención.

Por este motivo, la Madre de la Eucaristía se ha expresado así: "Para ti, Marisella, la pasión durará toda la Cuaresma y será dura, muy dura.

Ánimo, Dios te ayudará, no te dejará sola. Se salvarán muchas almas, tu no puedes ni siquiera imaginar cuantas.

También abuela Yolanda está haciendo cosas grandes durante esta Cuaresma para ayudar al obispo y para la salvación de las almas. Excelencia, también tu estás salvando muchas, pero no aquellas en ls que estás pensando, no hay posibilidad de salvación para ellas.

Incluso colaboran los jóvenes, también los pequeños Jacobo, David María, Samuel y Enmanuel". [39]

El obispo no nos ha revelado la identidad de aquellos, para los cuales no hay posibilidad de salvación, nos ha indicado solamente que son cardenales, obispos y sacerdotes masones que han profanado la Eucaristía y pecado contra el Espíritu Santo.

La Madre de la Eucaristía ha pedido que oremos para que la carta de Don Claudio dirigida a todos los obispos de Italia y a todos los sacerdotes de Roma "escrita de modo duro, pero con mucho amor, lleve a la conversión al menos a algunos de aquellos hijos que continúan yendo solamente donde hay la posibilidad de sobresalir. Y sobresalen fácilmente porque son seguidos por muchos y pueden traer actores, cantantes y música para reunir a muchas personas". [40]

Las conversiones en el mes de abril se han sucedido de manera rápida. Es justo añadir que hay otras almas generosas, que no pertenecen a nuestra comunidad, que colaboran al gran proyecto de las conversiones.

A la pregunta acuciante que muchos de la comunidad se han hecho: "¿Tenemos que salvar sólo nosotros a las almas?", ha respondido la Madre de la Eucaristía: "El trabajo más grande está aquí, en este lugar taumatúrgico; muchas almas os ayudarán, pero no estarán a vuestro nivel, no a un nivel tan grande, tan elevado". [41]

"Hoy el número de las almas convertidas ha llegado a una cifra muy elevada. Os ruego que no os equivoquéis con los números. Escribe 725 millones y 500 mil almas convertidas".

La alegría de Marisa al enterarse de cómo en poco tiempo se hubieron convertido tantas personas, ha sido tan grande que ha exclamado: "Si seguimos avanzando así tan rápidamente, yo prefiero tener la pasión todos los días, así llegaremos antes a la meta" y Nuestra Señora le ha respondido: "No, Marisella, has sufrido demasiado, hija mía. Has sufrido la pasión hasta esta noche, has hecho además, más de cuanto te habíamos pedido". [42]

La Madre de la Eucaristía ha sacado, del florecer de tantas conversiones, esta conclusión: "En las grandes basílicas hay muchas personas que trabajan, se comprometen y hacen entrar millones en dinero, sin embargo, de vosotros entran millones de almas convertidas. ¿Qué preferís?". Marisa ha replicado: "Respondo yo por todos: las almas convertidas". [43]

La Madre de la Eucaristía ha vuelto a hablar de las cartas expedidas por el obispo a sus hermanos de Italia y de Roma y nos ha revelado qué estilo tenían: "Las cartas del obispo han llegado; como de costumbre alguna han sido aceptadas y tenidas como reliquia, otras rotas, otras prefiero no decirlo. Aquella carta puede convertir al más encallecido pecador, al más lejano no creyente o ateo, pero los que se llaman hombres de Dios, llamados y elegidos por Dios, que han tenido el don del Espíritu Santo, continúan luchando contra el obispo. Dios continúa esperando las conversiones, su mano está descendiendo lentamente". [44]

Don Claudio ha escrito diferentes cartas a los cardenales y a los obispos, para que ninguno de ellos pueda decir un día: "Yo no sabía nada", y para que en el momento oportuno, se decidan de que parte están: o con Cristo o contra Cristo.

La falta de reposo durante muchas noches, un sufrimiento moral enorme, los dolores físicos tremendos, han consumido el físico debilitado del obispo y de la vidente.

La orden médica ha sido: interrumpir el trabajo y tomarse un descanso; también la Madre Celeste ha ordenado a sus dos hijos que se alejaran de Roma para descansar.

La meta elegida ha sido Pistoia, donde reside una pareja de nuestros jóvenes. La mejor cura han sido las sonrisas que el pequeño Enmanuel ha hecho a los tíos. Durante la permanencia en Pistoia han ocurrido algunos episodios significativos y hechos místicos que, siendo estrechamente personales, es necesario que permanezcan en silencio.

El 28 de abril, Samuel y Enmanuel, dos sobrinos de Don Claudio y Marisa, recibieron del tío obispo, el Santo Bautismo.

En la ceremonia, ha participado Nuestra Señora, que ha alargado su manto materno sobre sus dos nuevos pequeños cristianos, sus padres y parientes y sobre toda la comunidad.

Dios ha hecho a Samuel y a Enmanuel un gran don. Nuestra Señora, junto a la tía Marisa, ha llevado a los dos pequeños al Paraíso, donde han cantado, adorado a Dios y jugado con los otros niños.

Probablemente los dos pequeños no conservarán huellas de esta experiencia extraordinaria en sus mentes y en sus conciencias, pero ciertamente la recordarán cuando, si Dios quiere, vayan a gozar definitivamente del Paraíso.

El mes de abril se ha concluido con un gran anuncio de Nuestra Señora: por el sufrimiento del obispo y sobretodo de la vidente y por las oraciones, ayunos y sacrificios de la comunidad, las almas convertidas han llegado a 860.000.000.

Ha empezado el mes mariano por excelencia y Dios Padre ha mandado a San José "a llevar su carta de amor y de paz para todo el mundo".

San José ha dicho: "Este mes de mayo tiene que estar lleno de amor, de alegría, de sacrificio y de oración, tiene que ser tan grande, fuerte y poderoso que detenga las guerras, no sólo en las que luchan con armas, sino también las guerras entre sacerdotes, entre las hermanas y en las familias".

Teniendo presente la difícil situación de muchos de nuestros jóvenes en el interior de sus familias, ha añadido: "Los padres, en lugar de alegrarse porque sus hijos siguen un camino espiritual muy elevado, les gritan y casi se burlan de ellos, no están contentos si participan en la Santa Misa, reciben la Santa Comunión, o hacen un obra de caridad".

La Madre de la Eucaristía ha invitado vivamente a sus hijos de todo el mundo a respetar los Sacramentos, porque son gravemente ofendidos: "Cuando los parientes no son contrarios, es fácil recibir el bautismo y la extrema unción, pero todos los otros sacramentos son recibidos con ligereza y sin estar en gracia. Muchas personas reciben el Sacramento de la Confirmación sólo porque tienen que casarse y el del matrimonio sólo porque se han casado, pero no hay amor en ellos. El matrimonio celebrado en pecado lleva a la destrucción. En la confesión, el penitente dice lo que quiere decir y el resto le queda dentro porque le da vergüenza. Y ¡cuántos llegan al sacerdocio sin estar convencidos!. Lo reciben sólo por miedo del juicio de los amigos, de los parientes o del pueblo y después de un tiempo se retiran, o quizás hacen una doble vida.

Muchas personas entran en la Iglesia en el momento de la Santa Comunión, la reciben y salen enseguida, hablando de los problemas fútiles aún con la forma en la boca.

La Eucaristía no es un trozo de pan para tragarlo o tirarlo. Hacen la Santa Comunión en pecado. Son millones las personas que reciben la Santa Comunión sin saber lo que significa".

La Madre de la Eucaristía ha apreciado el trabajo pastoral desarrollado por el obispo para hacer crecer espiritualmente a su rebaño: "Te digo a ti, mi querido obispo, sé feliz por como eres y por como son los que vienen aquí para orar, para amar a Jesús Eucaristía"

Estas apreciaciones hechas por la Madre de la Eucaristía, nos han recordado los hechos de los Tesalonicenses, de San Pablo. Don Claudio ha demostrado siempre amar mucho a San Pablo, inspirándose en su estilo de vida y compenetrándose con su enseñanza. La figura del gran apóstol ha continuado fascinando a nuestro obispo que no ha escondido nunca que ha vivido diversas de sus experiencias y situaciones.

Atenazaba en él una pregunta a la cual, incluso habiéndosele dado una respuesta en su corazón, deseaba que le respondiese Jesús. La pregunta era: San Pablo, ¿por quién fue ordenado obispo, ya que no se encuentra respuesta ni leyendo los Actos de los Apóstoles ni sus cartas?.

El 3 de mayo, después que la Madre nos hubiese comunicado la carta de Dios, apareció Jesús, que dirigiéndose al obispo le ha preguntado: "Quién ha ordenado a San Pablo, Excelencia"

Don Claudio ha respondido a la pregunta con otra pregunta, interesado en la confirmación de cuanto ya pensaba: "¿Tú, Jesús?".

Sonriendo, Jesús continuó: "Yo, Jesús, estoy aquí y estoy al lado de la Madre. A mi lado están los apóstoles, pero sobre todo están San Pedro, primer Cabeza de la Iglesia y San Pablo. Yo detuve a Pablo que iba a matar a los cristianos. Lo cegué y después le devolví la vista. Y lo ordené obispo, como te he ordenado a ti".

La Madre de la Eucaristía ha evidenciado la bondad del Hijo: "Ved qué bueno es Jesús, ha venido a dar el anuncio deseado por vuestro obispo" y ha añadido una consideración que ha ruborizado a Don Claudio: "Tu ordenación episcopal, Don Claudio, es todavía más grandes porque ha partido de Dios, que te ha dicho: "Te ordeno obispo". Dios ha venido a este lugar, ha ordenado al obispo que un futuro ordenará a otros obispos y sacerdotes".

Sabemos que ordenar los nuevos obispos será una de las tareas más importantes que Don Claudio se reservará para sí, y pensamos que en el futuro el que sea nombrado obispo por el Papa, preferirá recibir la ordenación episcopal de quien la ha recibido directamente por Dios.

Nuestra Señora ha hablado frecuentemente también de la salud de Marisa, que va declinando cada vez más: "A vuestra hermana le faltan progresivamente las fuerzas, pero todavía no ha llegado su momento. Cuando llegue aquel día, muy pronto, ya no oiréis más las cartas de Dios, pero yo estaré igualmente presente siempre durante la Santa Misa celebrada por nuestro obispo". [45]

Para nosotros es motivo de consuelo saber que cuando Marisella vuele al Paraíso, Nuestra Señora continuará estando presente en medio de nosotros durante la Santa Misa, celebrada por Don Claudio.

Marisa ha gozado muchas veces de la experiencia sobrenatural de ser llevada al Paraíso, pero recientemente ha pedido a Nuestra Señora: "No me lleves más, porque cuando vuelvo, veo todavía más oscuridad". Comprendemos esta petición de Marisa; tiene que ser muy duro, después de haber gozado en el Paraíso, volver a la Tierra para sufrir.

Pero el día 13 de mayo, aniversario de la pronunciación de los votos y fiesta de las almas consagradas, la Madre de la Eucaristía, ha llevado a su hijita a gozar del paraíso: "Hacía mucho tiempo que no subía con Nosotros y hoy, Dios, ha permitido esto, porque le espera una vida muy difícil y a menudo tiene que venir conmigo a lugares donde hay guerra y sufrimiento".

Marisa, junto a Nuestra Señora, ha estado recientemente en lugares donde impera la guerra, el hambre y la miseria y sobre todo en Rumanía "donde hay miseria y mucha maldad en las personas. Los niños crecen como si fuesen bestezuelas, sin embargo parecen decir: "¿Qué podemos hacer?". Muchos no han sido bautizados. Los niños sienten la falta de afecto, de alimento, de vestidos y de todo lo que sirve a toda criatura del mundo". [46]

Durante el mes de mayo, la Madre de la Eucaristía ha hablado también de dos dolorosos problemas:

§ Videntes que ya no ven a Nuestra Señora y hacen creer que la ven:

§ La traición de un arzobispo que ha entrado en una secta anticatólica y se ha casado.

Acerca del primer punto ha dicho: "Algunos videntes ya no me ven y algunos sacerdotes organizan grandes reuniones y piden que las personas que participan para oírlos hablar, paguen la entrada. Mucha gente ha acudido a estas reuniones, pero yo no he aparecido. Ahora estas personas se han hecho un nombre tan grande que muchísimos fieles van donde están ellos, dispuestos a pagar la entrada. Pagan para oír a un sacerdote que habla, par asistir a una aparición que no es auténtica". [47]

Del arzobispo, que ha traicionado, la Madre de la Eucaristía ha dicho: "Muchos sacerdotes, obispo, arzobispos y cardenales son como el que ha traicionado a la Iglesia. Son muchos, incluso si, siendo poco conocidos, no hacen ruido. Este arzobispo es conocido en todo el mundo y la situación es preocupante porque puede derribarse todo y llevar tras de sí a muchas almas. A vosotros os pido que recéis por estas almas, por estas personas que ingenuamente han seguido al que dice que está con Dios. Todo puede cambiar si él quiere". [48]

También durante el mes mariano el sufrimiento natural para Marisa ha sido muy fuerte y, tremendo, el sobrenatural, como ha reconocido la Madre de la Eucaristía: "Marisa esta noche has sufrido la verdadera pasión, la que sufre cada poco. La espada le penetraba el pecho y la espalda, causándole dolores agudísimos. Vuestra hermana ha sido heroica al aceptar y no decir nada, antes bien ha tratado de animar al hermano obispo". [49]

Don Claudio, de hecho, nos ha confesado que para él es de extremo tormento asistir a Marisa mientras vive la pasión.

De todos modos, por la inmolación de Marisa, el sufrimiento de Don Claudio, las oraciones y los ayunos de la comunidad, las conversiones han aumentado notablemente. De ellas nos ha hablado la Madre de la Eucaristía: "Son 920 millones las almas convertidas: las hay de todas partes. La mayor parte de ellas son salvadas por mérito de vuestra hermana, del obispo y de vuestras oraciones. Cuando la conversión es auténtica, el ama no vuelve nunca atrás". [50]

"Gracias a Marisella se han convertido otros 10 millones de almas". [51]

"Habéis llegado a 940 millones de almas convertidas que comprenden hermanos sacerdotes, obispos y cardenales". [52]

Hemos sabido por Jesús que el obispo y la vidente, a causa de las persecuciones que sufren por parte de los hombres de la Iglesia, de las traiciones y de las calumnias, a veces, en secreto, desahogan su dolor llorando.

"Cuando me encontraba sólo en Getsemaní o en cualquier otro lugar, derramaba lágrimas por las personas que no se convertían. Así también vosotros, mis dos queridos hijitos, sonreís y dais alegría cuando estáis con las personas, pero cuando os retiráis y estáis solos, lloráis sobre mi corazón". [53]

A los jóvenes que están amargados, porque son acusados de no formar parte de la Iglesia, Jesús ha asegurado: "La Iglesia está salvada, porque es de Dios y ningún hombre, aunque sea grande y poderoso, puede destruirla. Mis queridos hijos, vosotros sois la Iglesia, estáis todos con la Iglesia". [54]

El 27 de mayo hemos festejado a Marisa y orado por las almas consagradas. Para la ocasión han venido al lugar taumatúrgico personas provenientes de diversas regiones de Italia.

Hemos introducido en la fiesta un triduo, durante el cual ha venido Jesús cada día para animarnos a orar por las almas consagradas y sobre todo por Marisa, que en la vigilia "había pasado una noche terrible".

Tantos sufrimientos han provocado el gran anuncio hecho por Jesús el día de la fiesta: "Habéis llegado a mil millones de almas convertidas. Mis queridos hijitos, no sois muchos, sin embargo, habéis llegado a convertir en poco tiempo a mil millones de almas de toda religión y raza, no solamente católicos. Eh ahí la gran gracia, el milagro grandísimo que en vuestra pequeñez, en vuestra humildad y sencillez, habéis obtenido: mil millones de convertidos".

Durante la misma celebración, hemos inaugurado una estatua de bronce de la Madre de la Eucaristía, obra de nuestro escultor Manfrini, donado por benefactores milaneses que querían permanecer anónimos. La estatua ha sido colocada frente "a la basílica" como si quisiera dar la bienvenida a los que entran para orar.

Durante el mes de mayo, Dios ha hecho a nuestros jóvenes una gran gracia.

La Madre de la Eucaristía ha dirigido a los solteros, a cada pareja de novios y a cada matrimonio, un mensaje, en el cual ha expuesto su situación y dado los consejos oportunos.

El mes de mayo ha terminado con otro anuncio que ha alegrado inmensamente el corazón de nuestro obispo: "Excelencia, di la Santa Misa como si fuese la última de tu vida, aunque ya sé que lo haces. Sabes, cada Santa Misa tuya, salva a un alma". [55]

El mes de junio ha iniciado con un agradable anuncio: "Hoy tenéis que añadir otros veinte millones de conversiones".

Don Claudio ha tenido otra gran alegría cuando Jesús ha afirmado que los papas Pío XII y Pablo VI, a los que ama muchísimo, "son santos para Nosotros y si la Iglesia tarda en declararlos santos, no importa".

Después, Jesús, ha proseguido con el tema sobre la santidad: "Para vosotros es difícil comprender que pueda existir un santo viviente. Sobre la Tierra hay dos personas declaradas santas por el Paraíso; estos dos santos han sido elegidos por Dios y sufren y oran por todos. Vosotros los veis bromear, reír, hacer algún chiste e incluso algún corte; también yo he hecho muchos y he frustrado a las personas que no se comportaban bien. El que no respeta a los que Dios ha declarado santos en la tierra, el que los pisotea, comete pecado, porque es pecado pisotear y ofender a los santos".

Finalmente, dirigiéndose al obispo y a la vidente, les ha comunicado: "Mañana iréis a Gaza. No padeceréis nada físicamente, ni os cansaréis; volaréis y estaréis allí: os dolerá sólo el ver a las personas que sufren". [56]

El 2 de junio ha venido Dios Espíritu Santo a comunicarnos la carta de Dios. Ha empezado diciendo: "Pedid el don de la paz y de lenguas, como alguno desea desde hace tiempo".

Sabemos que "el que desea desde hace tiempo el don de lenguas" es nuestro obispo. De hecho, Don Claudio, no sabe ninguna lengua extranjera, pero tiene un fuerte deseo de dirigirse a todos los hombres para hacer conocer y amar a Jesús Eucaristía y a la Madre de la Eucaristía, que ha pedido al Espíritu Santo el don de lenguas.

Después, el Espíritu Santo, ha dirigido esta pregunta a los miembros de la comunidad: "¿Qué uso habéis hecho de todas las cartas de Dios?". Y ha dado él mismo la respuesta: "Muchos han caminado, poco a poco han ido adelante, otros han vuelto atrás y otros, sin embargo, por fortuna poquísimos, no caminan en absoluto".

Al día siguiente, fiesta de Pentecostés, ha vuelto de nuevo Dios Espíritu Santo para decirnos: "EL Espíritu Santo no es conocido como Dios Padre y Dios Hijo, antes bien muchos lo combaten y pecan con facilitan contra Él. Vosotros no podéis imaginar cuántas personas instruidas, cuántos altos prelados pecan contra el Espíritu Santo. Invocadlo, permitidme también a Mi hacer mi parte. No existen sólo Dios Padre y Dios Hijo, sino también Dios Espíritu Santo".

Durante la Santa Misa de Pentecostés, Marisa ha sufrido intensamente la pasión. Apenas ha terminado la celebración eucarística, ha sido llevada en brazos a su habitación donde se ha desmayado más veces a causa de los terribles padecimientos.

El 4 de junio, Jesús, ha dicho: "Disfrutad de este día, porque Dios ha concedido una gracia muy grande; a su debido tiempo la sabréis"

El misterio ha durado poco; de hecho, algunos días después, Don Claudio, por orden de Nuestra Señora, ha referido a la comunidad que el Señor lo había curado de un cáncer al hígado, que ya había afectado al aparato principal. El obispo estaba al corriente de su mal desde hacía pocos días, mientras que Marisa ya lo sabía desde hacía mucho tiempo por la Madre de la Eucaristía, pero estaba obligada a mantener el secreto.

Había ofrecido a Dios muchas oraciones, ayunos y los dolores de la pasión, para obtener la curación del hermano obispo y estaba dispuesta a arrancar la gracia a Dios.

El 6 de junio, la hostia que había derramado sangre un año antes, una vez más ha vuelto a derramarla y de concha se ha transformado en corazón.

Durante la aparición, Marisa ha visto esta transformación. "Una concha llena de sangre poco a poco se ha transformado en un corazón y dentro está Jesús".

El domingo 10 de junio conmemoramos el gran milagro eucarístico ocurrido un año antes, durante la Santa Misa celebrada por nuestro obispo.

Jesús nos ha puesto en guardia del peligro de vivir las emociones del momento y después volver a comportarnos como al principio: "Aquel día habéis exultado de alegría, habéis llorado, os habéis conmovido, pero después de un corto tiempo casi os habéis olvidado del milagro que es el más grande de la historia de la Iglesia".

Después nos ha estimulado a convertirnos en cada vez mejores. "Vosotros, en comparación a muchas otras almas, sois mejores, pero no por esto os tenéis que dormir"

A pesar de que Don Claudio hubiese sido curado por intervención divina, del cáncer, se sentía débil y muy cansado. También sobre esto ha hablado Jesús: "Continuad orando por vuestro obispo, ahora su salud va bien pero le ha aparecido un cansancio no indiferente, un poco extraño".

Desde el principio de junio Marisa ha vivido la pasión todos los días para la conversación de los sacerdotes.

El 13 de junio, celebrando su fiesta litúrgica, San Antonio nos ha traído la carta de Dios y nos ha comunicado que muchas iglesias han seguido nuestro ejemplo de hacer la adoración eucarística: "Desde que vosotros habéis empezado a hacerla, como lo han pedido Jesús y Nuestra Señora, ahora también, en diversas parroquias se hace la adoración eucarística.

¿Recordáis cuánto tiempo hace que vuestro obispo había dicho: "Cuando tenga mi iglesia, habrá adoración eucarística las 24 horas?". Pues bien, también esta idea ha sido robada. El obispo anuncia muchas iniciativas hermosas que son robadas por grandes y pequeños sacerdotes, pero no os preocupéis por esto, lo importante es que las almas se conviertan y, como ha dicho nuestro Jesús y la Madre de la Eucaristía, que las oraciones continúen y la adoración se haga siempre".

Jesús ha indicado qué cualidades tiene que tener el sacerdote para salvar a las almas: "Tiene que ser fuerte, duro y dulce al mismo tiempo". [57]

El 17 de junio hemos festejado la fiesta del Corpus Domini. Hemos llevado solemnemente en procesión la Eucaristía que ha sangrado y hemos elevado oraciones a Dios y súplicas por las conversiones de las almas.

Al día siguiente, la Madre de la Eucaristía nos ha dado otra alegre noticia: "Ciertamente estaréis contentos si la Madre os dice en lugar de Jesús que se han convertido 100 millones de almas, dentro de las cuales hay protestantes que han vuelto al catolicismo".

El 18 de junio, Jesús ha anunciado: "Mañana el obispo y Marisella se van de nuevo al Africa, vosotros tenéis que acompañarlos con la oración.

Los niños, las madres y los padres de Africa, donde mis dos hijos han estado muchas veces, no tienen nada. cuando alguno les habla de Jesús, los niños abren lo ojitos y preguntan: "¿Quién es Jesús?". Mis hijos tratan de explicarlo con palabras sencillas. Algunos de estos niños se abandonan entre los brazos de mis hijos y mueren".

La vidente nos ha descrito la mísera situación de millones de personas que viven en el tercer mundo. No tienen nada y sufren de todo.

Con ocasión del segundo aniversario de la ordenación episcopal de Don Claudio y del cumpleaños de Marisa, ha venido Jesús para felicitarles y para darles las gracias por el gran trabajo que han hecho por la Iglesia y por las almas.

Jesús nos ha comunicado que el obispo ha recibido de Dios, de modo habitual y permanente, el don de la bilocación, antes ejercida sólo en algunas ocasiones: "Ahora Dios quiere que él vaya en bilocación a los países pobres del mundo para acompañar a la Madre de la Eucaristía, su hermana y todos los niños del Paraíso, según las necesidades. Esta noche han ido a Africa y han visto el dolor, el hambre y la sed que padecen madres y niños, han visto lo que significa sufrir y no tener a su lado quien pueda ayudarles. Nuestros niños del Paraíso ayudaban, daban de beber y de comer a los que están muriendo". [58]

Después, entre Jesús, Don Claudio y Marisa ha habido un coloquio, tan simpático, sencillo y cordial, que hemos pensado en ponerlo íntegramente. Para gustarlo, hace falta hacer una precisión. Era tan grande el ansia del obispo de llegar a la meta establecida por Dios: tres mil millones y medio de almas convertidas, que desde hacía días repetía la misma oración: "Señor, Tú no tienes necesidad de nosotros, pobres criaturas, para convertir a las almas, puedes hacerlo perfectamente solo. Por esto, te ruego, salva Tú directamente quinientos millones de almas; en pocas palabras, abónanos una parte de los tres mil millones y medio, así llegaremos antes a la meta".

Dios ha escuchado la oración hecha por el obispo ordenado por Él.

Jesús - ¿Querías que perdonara a las almas, don Claudio, Excelencia Reverendísima?. Las almas a salvar se han reducido a tres mil millones.

(La comunidad da las gracias a Dios, aplaudiendo)

No confundáis; he dicho que he disminuido las almas a salvar, en vez de tres mil millones y medio, el número ha bajado a tres mil millones, ésta es la condonación. ¿Habéis comprendido esto?.

Don Claudio - ¿Puedo hablar, Jesús?.

Jesús - Habla, Excelencia Reverendísima.

Marisa - Jesús, el obispo está como un globo.

Don Claudio - Te doy gracias, Jesús, por tu don, porque hacía días te estaba pidiendo : "Ya que tres mil millones y medio son muchos, ¿nos abonas una parte?". Tú, en tu bondad, de tres mil millones y medio lo has bajado a tres mil millones y a nosotros nos parece más cercana la meta, por esto nosotros te damos las gracias y te hemos aplaudido porque…

Jesús - Habéis comprendido lo contrario. De todas forma tenéis que aplaudir y cantar porque ahora son 1.800.000.000 las almas convertidas.

Es tan grande la alegría que tenéis en el corazón que no podéis comprender ni siquiera a vuestro Jesús. No son tres mil millones los convertidos, pero habéis hecho un bonito paso adelante. Haced las cuentas en casa, hijitos, haced el cómputo en casa, porque yo, Jesús, debo irme.

Marisa - ¿Pero dónde vas cuándo dices que tienes que irte?

Jesús - ¿Cómo qué dónde voy?. Dios Espíritu Santo, Dios Padre, todos los ángeles y los Santos me están esperando, me tengo que ir.

Marisa - Vete, Jesús, y nosotros haremos las cuentas con el bolígrafo.

Jesús - ¿Es posible, Excelencia, que tu no hayas comprendido cuántas almas han quedado?

Don Claudio - ¿Mil millones ochocientas mil?, ¿mil millones setecientas?. Jesús, yo soy licenciado en letras, no en matemáticas.

Jesús - Yo no tengo ninguna licenciatura, sin embargo, hago bien las cuentas.

Don Claudio - ¿Nos dices, por favor, cuántas almas quedan para convertirse?

Jesús - Mirad que paciencia tengo esta mañana: mil millones, ponedlos a aparte, como decís vosotros, en la caja fuerte. ¿Se han convertido otras?.

Don Claudio - Trescientas.

Jesús - Y hoy, Dios, os ha perdonado quinientas.

Don Claudio - Y son ochocientas

Jesús - Pero si contáis los quinientos millones perdonados, debéis llegar a los tres mil millones y medio, por tanto, ¿o contáis quinientos antes o contáis quinientos después?.

Don Claudio - Han quedado mil millones setecientos mil.

Jesús - Han quedado poquitos, ánimo, hijitos, ánimo.

Don Claudio - Gracia, Jesús.

Marisa - Te quería decir una cosa, Jesús, pero es mejor que te la diga a solas.

Jesús - Pero, ¿ahora ya no me cantáis el aleluya?.

Don Claudio - Sí, sí.

Marisa - Te han aplaudido, ya has visto, Jesús, no comprenden nada más cuando oyen hablar de millones.

(Marisa hace un momento de pausa)

Jesús - Ánimo, Marisella, ánimo, ¿qué te ocurre?.

Marisa - Ahora me estoy emocionando yo.

Jesús - Cantad y bendecid a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, gritando con todo el Paraíso: Aleluya.

Marisa - Adiós Jesús, ¿no te esperas ni siquiera a que te dé un beso?. Adiós.

Nuestra Señora - Yo, vuestra Madre, no tengo nada que decir si no es felicitar a los dos diamantes, de los que ha hablado Jesús.

Al día siguiente, la Madre de la Eucaristía nos ha hablado nuevamente de la condonación concedida por Dios.

"En este momento Jesús está en oración. ¿Por quién ora Jesús?. Por todos los que tienen necesidad. Pero no tenéis que aprovecharos y pedirle otras condonaciones, porque no las puede dar, de otro moto terminarían las oraciones, los sacrificios y los florilegios, el amor y el sufrimiento. Jesús no tiene necesidad de todo esto, puede hacerlo también él solo, pero ya que os ama, os invita a trabajar en su mies con Él, así trabajáis con Él y por Él". [59]

Después ha hablado, uniéndolo a él, del rostro surcado por el dolor de Jesús y del obispo. "Yo estoy mirando a mi Jesús que continúa orando con el rostro surcado de dolor, también vuestro obispo tiene el rostro surcado de dolor, pero tiene mucha alegría, mucho amor, muchos deseos de salvar almas. Esta mañana en Kenia, ha bautizado al menos a quinientos. Bautizaba, hablaba de Jesús y sembraba las palabras del Santo Evangelio. ¡Qué alegría ver un amor tan grande!".

Marisa no ha dejado nunca de sufrir la pasión, como ha recordado Jesús: "Hoy es viernes, vosotros sabéis que todos los días, vuestra hermana sufre la pasión, pero hoy es todavía más fuerte de lo habitual; por esto no está con vosotros, pero vosotros podéis ayudarla con la oración.

Orad, para que tenga la fuerza de aceptarlo todo por la conversión de los hombres de la Iglesia". [60]

El 24 de junio, el obispo ha dado la Primera Comunión a algunos jóvenes de origen sudamericano, procedentes de Suecia y privados de guía espiritual; su preparación había sido hecha con catequesis improvisadas y ultimadas por el obispo, que en los días precedentes a la Primera Comunión, se había reservado encuentros de preparación.

El obispo ha insistido siempre en enseñarnos a ser siempre humildes y sencillos y nos ha dado un gran ejemplo del desapego del dinero y del poder, como ha reconocido Jesús: "Me gusta este lugar: aquí no pensáis en el poder, en tener mucho dinero, permanecéis siempre humildes y sencillos en todo y para todo". [61]

Como San Pablo, no ha querido que los Tesalonicenses estuviesen en la ignorancia sobre los difuntos, también Jesús ha querido iluminarnos sobre la suerte de los niños muertos sin bautizar, ya que continúan circulando al respecto opiniones "extrañas",

"Alguno continúa diciendo que cuando muere un niño, sin haber recibido el bautismo, va al limbo. No, esto no es verdad: sube enseguida al Paraíso y goza de la visión de Jesús y de María. Los niños en el Paraíso son muchos y felices, disfrutan muchísimo y oran por sus padres. El limbo no existe. Cuando una madre pierde a un niño, aunque esté todavía en el seno materno, decidle: "Tu ángel está en el Paraíso". [62]

En la misma aparición, Jesús ha anunciado que el obispo y la vidente irían a Kenia, junto a la Madre Celeste.

Marisa nos ha sorprendido de nuevo con su sencillez e inmenso amor diciendo: "El obispo está un poco cansado, ¿Podemos evitar el mandarlo?".

Jesús ha respondido así a su dulce esposa: "No, él tiene que ir, tiene que bendecir a los matrimonios y confesar".

Marisa ha continuado sufriendo la pasión, fuertes dolores físicos y destructivos dolores morales. Ha bebido el cáliz amargo de las tribulaciones junto a su madre, la abuela Yolanda. Por esto Jesús ha dicho: "Hoy mi saludo es para la abuela Yolanda, que continúa sufriendo con mucho amor. Vosotros no podéis imaginar como estas dos criaturas, madre e hija, afrontan el dolor de la mañana a la tarde y a veces también por la noche. Viven un sufrimiento duro y atroz, pero son capaces de ofrecerlo a Jesús y salvar muchas almas". [63]

El 29 de junio, hemos celebrado solemnemente el segundo aniversario de la ordenación episcopal de nuestro obispo. Jesús, la Madre de la Eucaristía, San José, los apóstoles Pedro y Pablo, todos los ángeles y santos han venido al lugar taumatúrgico para felicitar al obispo ordenado por Dios.

El Sumo y Eterno sacerdote ha empezado diciendo: "Mi felicitación, Excelencia Reverendísima, es para ti por todo el amor que tienes hacia las almas. Has vivido tu segundo año de episcopado entre luchas y sufrimientos, entre alegrías y dolores".

La Madre de la Eucaristía se ha unido a su Divino Hijo: "Felicidades vivísimas a mi amado obispo, Su Excelencia Mons. Claudio, y gracias por todo lo que haces por la Iglesia, por las almas, en el ocultamiento, en el silencio, como quiere Jesús, porque es así como se salvan las almas, en el ocultamiento y en el silencio.

Pedro y Pablo han admirado la fuerza de vuestro obispo al llevar adelante él solo esta misión tan grande y combatida por los hombres de la Iglesia, tan escondida e incomprendida".

Jesús se ha dirigido a los jóvenes: "Delante de Mi están arrodillados, los que hace una año fueron ordenados Ministros Extraordinarios de la Eucaristía. Mis queridos hijitos, estáis todos en buena disposición. Me habéis llevado con vosotros, habéis llevado la Eucaristía a las personas enfermas y a los que no podían acercarse a la Iglesia. Alegraos si vuestro Jesús os dice que todos estás en la condición de ser ministros extraordinarios de la Eucaristía y estáis en gracia para llevarme a las almas que tienen necesidad. Mi felicitación para todos vosotros".

Finalmente, la Madre de la Eucaristía ha dado el gran anuncio que todos esperábamos. Después de habernos dado las gracias por las oraciones hechas y por los sacrificios realizados, nos ha comunicado: "Por esto merecéis la conversión de dos mil millones de almas. ¿Os dais cuenta que cuándo queréis sabéis dar, sabéis hacer y en poco tiempo habéis llegado a esta estupenda meta?".

Marisa había dado su oro para hacerlo fundir y obtener un anillo episcopal para Don Claudio, con la reproducción de la imagen de la Madre de la Eucaristía: era el regalo que la hermana había preparado al hermano obispo, para su segundo aniversario de episcopado. Nuestra Señora ha bendecido este anillo y ha querido que fuese la misma donante la que lo pusiera en el dedo del obispo.

"Bendigo este anillo que tu, Don Claudio, llevarás siempre en el dedo, y por esto sabrán que tu eres el obispo de la Madre de la Eucaristía.

Ánimo, Marisella, ponlo en el dedo del Obispo".

El calor bochornoso y húmedo de Roma, a primeros de julio, es siempre contraproducente para la salud, ya muy precaria de Marisa y para la situación física de Don Claudio. Así también este año, el obispo y la vidente se han visto obligados, por orden médica, a alejarse de Roma.

Por motivos de reserva y discreción, contaremos sólo aquellos hechos y sucesos que el obispo ha decidido que sean conocidos.

En cuanto a las cartas de Dios, conteniendo referencia y situaciones personales, sobre el presente de la Iglesia y del futuro del obispo, Don Claudio ha decidido publicar sólo lo concerniente al treintavo aniversario de la llamada por parte de Dios para desarrollar la gran misión.

El 7 de julio, con ocasión de la onomástica de Don Claudio, han aparecido Jesús, Nuestra Señora, San Claudio, obispo y mártir y San Claudio Colombiere para felicitarlo.

El obispo y la vidente han continuado trasladándose en bilocación a Palestina, Kenia, Rumanía y a zonas de guerra para socorrer a los pobres, prestar ayuda a los heridos, dar consuelo y ánimo a los necesitados.

El 15 de julio, precedido por un triduo, que ha sido seguido por todos los grupos de oración "Madre de la Eucaristía", esparcidos por Italia, Don Claudio y Marisa han celebrado el 30º aniversario de su llamada por parte de Dios.

Por motivos de distancia y logística estaban presentes sólo los jóvenes, que han recibido el agradecimiento de Nuestra Señora: "Os doy las gracias por todos los sacrificios hechos para venir a festejar a nuestros dos hijitos tan queridos de Dios, que están llevando sobre sus espaldas un peso muy grande".

Después, Nuestra Señora, ha querido hacer saber que para este aniversario, en el Paraíso, había una gran fiesta: "Hoy, para vosotros, el Paraíso hace una gran fiesta, que ningún hombre de la Tierra puede comprender".

Finalmente el gran anuncio tan esperado y suspirado: "Vuestro trabajo de estos treinta años os hace llegar a tres mil millones de conversiones. Hemos llegado a un buen número de almas convertidas, gracias sobretodo a vosotros dos, que en estos años habéis dado muchísimo, no os habéis pavoneado nunca ni enorgullecido, no habéis tratado nunca de sobresalir, habéis permanecido siempre en el silencio y en el ocultamiento. En vuestros viajes, en vuestro peregrinar de una ciudad a otra, de una nación a otra, sembrando rosarios y oraciones por todas partes, habéis salvado muchas almas".

También la Santísima Trinidad se ha hecho presente para bendecir al obispo y a la vidente. Jesús y Nuestra Señora han dado también las gracias a la abuela Yolanda: "Con un cansancio y un sufrimiento que no podéis imaginar, continua sembrando oraciones en la Tierra para Don Claudio y Marisella. Vosotros no sabéis que la mitad de las conversiones de este último momento está sobre las espaldas de una señora de 95 años".

La Madre de la Eucaristía nos ha animado a proseguir con más empeño en la obra de la conversión de las almas: "Ahora es el momento de intensificar la oración, porque los que se tienen que convertir ahora son los más duros. Entre ellos están, sobretodo, los que celebran la Santa Misa por deber, no están en gracia de Dios y reciben, por tanto, a Jesús sin estar en gracia".

Durante los días de la reunión del G8 en Génova, se han verificado violentos encuentros entre policías y manifestantes que ha provocado un muerto y más de quinientos heridos. El obispo y la vidente han ido en bilocación a la capital de provincia ligurino para prestar ayuda a los heridos y han visto escenas de guerra.

Dios ha permitido que el demonio continuase agrediendo a Marisa y la golpeara ferozmente. El padre de la mentira, además, ha intentado matar al obispo y a la vidente. Don Claudio y Marisa estaban nadando tranquilamente, cuando el demonio ha agredido de repente a ésta última y la ha golpeado duramente, haciéndola perder el sentido. Don Claudio, pensando que Marisa había sido presa de una indisposición repentina y viendo que empezaba a hundirse bajo el agua, ha acudido a ayudarla. Pero el demonio, aprovechando una depresión marina profunda, ha agarrado al obispo por las piernas y ha comenzado a arrastrarlo bajo el agua. Don Claudio ha advertido que se precipitaba velozmente bajo la superficie del mar, como un torpedo, y no era capaz, por más esfuerzos que hacía de detener la carrera.

De repente, ha percibido que era devuelto a la superficie con una velocidad superior a la de la bajada y apenas ha emergido, ha visto que Marisa estaba en éxtasis y estaba tranquilamente dialogando con Nuestra Señora, que le estaba diciendo: "Mis queridos hijitos, el demonio ha intentado ahogaros en el mar, pero Dios ha mandado a su ángeles a salvaros. El demonio está muy enfurecido contra vosotros, a causa de tantas almas como les estáis sustrayendo".

El 1º de agosto, acompañados por nuestros jóvenes, el obispo y la vidente, se han trasladado a la montaña, a Fontignano, donde, por voluntad de Dios, se habían encontrado treinta años antes.

El 4 de agosto del 2001, el obispo y la vidente, acompañados por algunos miembros de la comunidad, se han acercado al maravilloso valle que se extiende entre Castelluccio di Norcia y la Forca Canapina par dar un paseo distendido y respirar el aire saludable de las montañas circundantes.

Llegados a un tramo de calle tranquila y solitaria, todos se han bajado del coche y han empezado a pasear. Marisa caminaba fatigosamente, sostenida por las muletas, cuando, de repente, las ha dejado caer a tierra y ha empezado a recorrer la calle con paso esbelto y seguro.

Había venido Nuestra Señora, la había cogido de la mano y la hacía caminar. Madre e hija, siempre cogidas de la mano, han dialogado largamente, han reído y bromeado. Para el obispo no era una novedad lo que estaba ocurriendo, lo era para las demás personas presentes que lo seguían felices y conmovidas. Después de cerca de media hora, Nuestra Señora ha invitado a Marisa a sentarse de nuevo en el coche, la ha abrazado y se ha ido.

Cuando Marisa ha vuelto en sí del éxtasis, se ha dirigido a los presentes y ha contado todo lo que había vivido. La atención del obispo ha sido atraída por un cabello negro que, apoyado en el pecho de la vidente, hacía contraste con la blancura del jersey que llevaba puesto. Ninguno de los presentes, observados con atención por el obispo, tenía cabellos negros. Ha sido espontáneo para el obispo preguntarse: "¿De quién es este cabello?", que además emanaba un perfume particular e intenso.

No ha sido posible ni siquiera esbozar una respuesta, pues una oleada de viento ha hecho volar el cabello, entre el desconcierto de los presentes.

El más apesadumbrado era el obispo, había intuido que se trataba de un cabello particular y ha exclamado: "Esperemos que alguien nos haga saber al menos a quién pertenecía".

Mientras todos se disponían a coger sitio en el coche, el obispo ha gritado: "Míralo"; de hecho, sobre el pecho de Marisa había comparecido de nuevo. Don Claudio no teniendo otra cosa a disposición, ha envuelto el cabello en un pañuelo de papel y se lo ha guardado en el bolsillo.

Llegados a casa, el obispo y la vidente han examinado atentamente el cabello y se han dado cuenta que en algunas partes había cambiado de color.

Más tarde ha aparecido Nuestra Señora: "He querido regalar un cabello mío a mi hijo: el obispo Claudio Gatti. El cabello, que al principio era todo negro, se ha ido aclarando en algunas partes asumiendo el color de los cabellos del pequeño Jesús y de mi amado esposo José".

Este don es único y exclusivo, porque la misma Madre de la Eucaristía ha dicho que "no ha sido hecho nunca a nadie".

El obispo ha depositado el cabello en un improvisado relicario: una cajita de cartón.

Don Claudio y Marisa deseaban, desde hacía tiempo, volver a la Fuente San Lorenzo, donde 30 años antes el obispo empezó a presenciar las apariciones de Nuestra Señora. A aquel lugar están ligados los recuerdos de las primeras experiencias sobrenaturales vividas juntos.

Allí han ocurrido las más largas apariciones, tres horas, de las que han gozado Don Claudio y Marisa.

Allí, Nuestra Señora ha empezado a hablar a sus dos hijitos de la gran misión que Dios había decidido confiarles.

Don Claudio y Marisa recordaban el nombre del lugar, pero no sabían cómo llegar.

Ayudados por Juan, un querido amigo, han conseguido encontrar la calle para llegar y finalmente han podido apagar el gran deseo.

Apenas llegados a la fuente San Lorenzo, mil recuerdos han aflorado a la mente del obispo y de la vidente y una gran emoción ha invadido su corazones.

Invocada y aparecida, Nuestra Señora, que ha querido compartir la alegría de sus dos hijitos, les ha dirigido palabras de aliento, de ánimo y de agradecimiento.

El 26 de agosto, el obispo y la vidente, acompañados por algunos miembros de la comunidad, se han ido a la Forche Canapine.

Marisa estaba en su silla de ruedas; de repente se ha levantado y, en éxtasis, se ha dirigido hacia un precipicio. Llegada a la altura de la empalizada de protección, hablando con Nuestra Señora, le ha dicho: "En el paraíso no hay empalizadas". Después, mirando el cielo ha exclamado: "El rostro de Cristo"

Nuestra Señora le ha anunciado: "Tu partida está cercana, aunque los tiempos de Dios no son los vuestros. Tu sufres mucho y a menudo, a tu lado, comparto el dolor de la pasión de mi Hijo Jesús para permitir al obispo que descanse".

La Madre del Cielo ha recordado también la promesa de Dios: "Ahora sois pocos en el lugar taumatúrgico, pero un día vendrán muchas personas para orar".

Finalmente ha hablado del gran amor del obispo por su rebaño: "Vuestro obispo os ama con un amor inmenso y alguno de vosotros dará testimonio de esto a toda la comunidad".

Terminada la aparición, Marisa ha continuado caminando con soltura, jugando feliz con el pequeño Enmanuel al que estrechaba entre sus brazos, permaneciendo de pie.

La alegría de poder caminar autónomamente ha durado hasta la noche, después la vidente ha vuelto a las condiciones físicas en las que estaba antes de la aparición.

Desgraciadamente también en el mes de agosto la salud de Marisa ha dejado mucho que desear. Fuertes dolores naturales se han unido al sufrimiento de la pasión. Tampoco Don Claudio ha podido recuperarse a nivel físico, como ha reconocido Nuestra Señora: "No tienes fuerza, estás cansado, no pienses en el mañana, piensa en el hoy". [64]

El 30 de agosto, Marisa, en la cama, sufría muchísimo por una contractura muscular que desde la parte izquierda de la espalda se le esparcía al cuello y a la cabeza, extendiéndose también al lado derecho. El obispo y algunos miembros de la comunidad hacían lo mejor que podían par aliviar sus sufrimientos pero con escasos resultados. En un momento dado, Marisa ha empezado a advertir un pinchazo en el pié derecho.

El obispo ha exclamado: "Dios mío, no es posible que, ya con tantos dolores naturales, Tu le pidas que sufra también la pasión".

Pero era justo lo que se temía…

En el paso de pocos minutos, Marisa ha entrado en un estado de sufrimiento terrible, viviendo todos los dolores que Jesús ha padecido durante su crucifixión. Sus manos y sus pies se han contraído como si fueran traspasados por los clavos, a duras penas conseguía reprimir los gemidos que se le escapaban. Se quejaba también de las espinas que le traspasaban la cabeza, penetrándole hasta dentro de los ojos.

Sus labios se habían vuelto, en poco tiempo, completamente resecos y agrietados, la garganta enardecida. Ha pedido agua y azúcar que le ha sido traída enseguida.

Su rostro deshecho y sus ojos dulcísimos, ¡verdaderamente parecían los de Jesús muriendo en la cruz!. El obispo, que estaba a su lado, ha mirado a los presentes y ha exclamado: "Mirad, ésta es Marisa, cuando por la noche sufre la pasión".

En un momento dado ha ocurrido un fenómeno místico que no es nuevo para Marisa.

Para ella, el obispo ya no estaba, en su lugar estaba Jesús y entre ellos se ha desarrollado un coloquio dulcísimo:

Marisa - ¿Has venido, Jesús?

Jesús - Sí, he venido para ayudarte, ¿sufres mucho, esposa mía?.

Marisa - Sí, pero ¿tratas así a todas tus esposas?

Jesús - Son verdaderamente pocas las que aceptan el dolor por amor, se pueden contar con los dedos de una mano. No querría hacerte sufrir, pero tengo que hacer la voluntad del Padre.

Marisa - ¿Por qué no vas al Padre y le dices que no me haga sufrir más?.

Jesús - ¿No quieres salvar las almas?.

Marisa - Sí, lo acepto todo, me inspiran tanta compasión la almas, ¡pobrecitas!.

Jesús - ¡¿Pobrecitas!?

Marisa - Sí, no digo las que tu sabes, sino las que hacen todo lo posible, pero son débiles, todos somos pobres y débiles.

Jesús ha preguntado a Marisa: "¿Quieres mi bendición" y sin esperar respuesta, ha trazado la señal de la cruz en la frente y las manos, exclamando: "Esta bendición no te quitará el sufrimiento, pero te ayudará a soportarlo".

En efecto, durante todo el coloquio, el sufrimiento de Marisa ha aparecido menos espasmódico, señal de la intervención divina para que pudiese soportar los terribles dolores a los que su cuerpo estaba sometido.

Después de la bendición, a Marisa le ha parecido estar un poquito mejor, al menos en el plano de los dolores sobrenaturales. La visión de Jesús ha desaparecido, ha reconocido al obispo y se ha dado cuenta de la presencia de algunos amigos.

El Señor no ha dejado que nunca faltase su ayuda al obispo y a la vidente, incluso de modo extraordinario: "Los ángeles viene a ayudaros, Yo los veo, vosotros no los veis, pero sentís esta ayuda.

Nadie puede salir adelante durante treinta años él solo. ¿No pensáis que Jesús, Yo y los ángeles os damos la fuerza y el valor de seguir adelante?". [65]

Finalmente, hay que decirlo, ha llegado el momento de volver a Roma para empezar el nuevo año social.

Nosotros sabemos, porqué el preanuncio de Nuestra Señora de que "será muy duro". [66]

Roma, 8 de diciembre del 2002

Fiesta de la Inmaculada Concepción

A cargo del Comité Cultural

Del Movimento Impegno e Testimonianza

"Madre dell'Eucaristia"


Anexo I

Desde hace varios años opera en Roma un grupo denominado "Movimento Impegno e Testimonianza - Madre delle'Eucaristia" animado por un sacerdote del clero diocesano, Don Claudio Gatti, y por la presunta vidente Marisa Rossi. La finalidad principal del Movimiento es la de difundir revelaciones marianas manifestadas a la Rossi, avaladas por supuestos hechos taumatúrgicos ligados al culto eucarístico. El Movimiento está presente también fuera de Roma pero en forma muy marginal.

Desde 1994 he intervenido prohibiendo a Don Gatti que celebrara la Eucaristía y que presenciara o presidiera todo acto de culto eucarístico y de culto público en general, en el oratorio ubicado cerca de la sede el Movimiento.

Después de sucesivas amonestaciones, resultando por otra parte ineficaces, en el decreto de fecha 6 de marzo de 1998, n. 251/98, he hecho hincapié en la prohibición, mencionada más arriba, advirtiendo a Don Gatti que en caso de ulterior inobservancia de las disposiciones dadas, incurrirá en la censura de la suspensión latae sentenciae, con la consiguiente prohibición de poner en práctica actos conectados a la potestad del orden, de conformidad con el can. 1334, § 2, 1319 y 1331, § 1, nº 1º.

Contra el decreto, Don Gatti, ha presentado recurso a la Congregación para el clero. La misma Congregación, en el decreto de fecha 4 de julio de 1998, n. 98001404, ha rechazado el recurso; ha confirmado "la decisión del Excmo. Cardenal Vicario en cuanto al mérito y en cuanto a la legitimidad"; ha impuesto al recurrente el "obedecer las disposiciones que le serán impartidas [...] retractándose de la contumacia, dando signos de arrepentimientos y de penitencia".

Habiendo convocado a Don Gatti para dar cumplimiento a la petición de la Congregación para el clero, persistiendo su contumacia, agravada por las declaraciones del mismo de "interrumpir [...] cualquier informe y diálogo hasta que no sean retirados los decretos promulgados en contra de nosotros y que Dios ha declarado nulos, inválidos e ilegítimos", en el decreto de fecha 22 de octubre de 1998 n. 1263/98, he intimado copia al interesado del decreto de la Congregación para el clero, de conformidad con el can. 56; he declarado que, efectivamente, él había incurrido en la suspensión latae sententiae; he impuesto la prohibición de poner en práctica actos conectados a la potestad del orden hasta nueva disposición; hago notar que la inobservancia de las disposiciones comunicadas es susceptible de ulteriores sanciones penales según la norma del can. 1326, §, n. 1º; he dispuesto la publicación en la "Revista diocesana de Roma" de una nota de S.E. Mons. Cesare Nosiglia, Vicegerente de Roma, por la cual se da divulgación al decreto, a fin de tutelar el bien espiritual de los fieles.

Las medidas preventivas penales, sin embargo, no han detenido la actividad de Don Gatti, el cual, declarándose entretanto "obipso ordenado por Dios - obispo de la Eucaristía", ha abierto un sitio en Internet y ha tratado de difundir el Movimiento y sus actividades en otra Dióciesis (Bolonia, Chiavari, Vicenza) determinando inmediatamente intervenciones de los respectivos obispos, uno de los cuales ha hecho propias las sanciones decididas por mi.

En el caso se ha interesado recientemente también la Congregación para la Doctrina de la Fe, la cual, "vista la notable publicidad que el Rev. Gatti ha dado y continúa dando" a las presuntas revelaciones y a los supuestos prodigios, ha reconocido la oportunidad de "dar cuenta de las medidas preventivas adoptadas en lo que respecto al Rev. Claudio Gatti y de su Movimiento, en todo el territorio nacional", a través de un comunicado oficial de la Conferencia Episcopal Italiana.

Otro tanto se da cuenta para el oportuno conocimiento y para la adopción de eventuales medidas preventivas para la tutela del bien espiritual de los fieles.

Roma, 12 de enero de 2001

Camilo Card. Ruini

Presidente C.E.I.


Anexo II

Reverendísimo y queridísimo hermano Obispo,

Le escribo para impedirle que saque conclusiones equivocadas después de haber leído el comunicado oficial de la C.E.I. "acerca del Movimento Impegno e Testimonianza - Madre dell'Eucaristia" firmado por el Card. Ruini y fechado el 12 de enero de 2001.

Nuestra Señora ha anunciado a la vidente Marisa Rossi: "La Eucaristía, sacramento de unión, se convertirá en causa de división" y había dicho precedentemente a los tres pastorcillos de Fátima: "La Iglesia se romperá en dos: de una parte y de otra habrá sacerdotes, obispos y cardenales que se combatirán encarnizadamente".

Por tanto la causa de la futura división de la Iglesia será la Eucaristía que, por algunos eclesiásticos será amada y adorada y por otros negada y combatida.

¿Este es el tercer secreto de Fátima? Ahora no es el momento de hablarlo.

La entera controversia entre el presidente de la C.E.I. y yo, obispo ordenado por Dios, gira en torno al culto que se ha de atribuir a la Eucaristía que ha derramado sangre y a otros numerosos milagros eucarísticos.

Hasta hace poco tiempo esta controversia estaba limitado al Card. Ruini y al abajo firmante, ahora en cambio se ha extendido hasta involucrar a todos los obispos de Italia.

De hecho, después que el Card. Ruini firmara el comunicado como presidente de la C.E.I. y presentara tal documento como "comunicado oficial de la C.E.I.", significa que todos los obispos italianos me han condenado, porque he adorado a la Eucaristía que ha sangrado durante la Santa Misa celebrada por mi y atribuido el debido culto a los otros numerosos milagros eucarísticos.

Me alegro, por otro lado, de tener motivo para pensar que también en mi caso haya ocurrido lo que ha declarado el 7 de marzo de 2001 al Corriere della Sera, Mons. Giuseppe Casale, obispo emérito de Foggia: "Las reuniones de los consejos permanentes y las asambleas de la C.E.I. se resuelven en una profusión-monólogo del Card. Ruini que, como profesor, da su lección, a la cual se hacen solo observaciones de cortesía: no es un debate serio ni siquiera en el cotejo de las opiniones y a menudo, reenviándolo todo al consejo, la asamblea se decapita".

Estoy obligado por tanto, por amor a la verdad y para defender a la Eucaristía, a dirigirme a todos los obispos de Italia para dar mi versión de los hechos, en cuanto que al comunicado oficial de la C.E.I. está lleno de mentiras y manipulación de la verdad.

Yo amo y no temo al poderoso Card. Ruini y se que Dios es Omnipotente e intervendrá en el momento oportuno para demostrar quién está en la verdad.

El Card. Ruini ha definido a Marisa Rossi "presunta vidente". Y bien, después que el C.I.C. prohibiese al juez formular presunciones (can. 1586), yo me pregunto: ¿Cómo ha llegado el susodicho cardenal a definir a Marisa Rossi "presunta vidente" sin haber desarrollado en ella las comprobaciones pedidas, las indagaciones necesarias y los interrogatorios debidos?

Los miembros de la comisión, nombrada por el Card. Vicario, se han encontrado con Marisa Rossi una sola vez y durante el interrogatorio han mostrado: planteamiento agresivo, acritud en las afirmaciones, plagio, calumnia, manipulación, extorsión de afirmaciones y contradicciones, yendo manifiestamente contra el can. 1564.

Por otra parte han ofendido a Marisa Rossi llamándola "herética, endemoniada, sacrílega" y han faltado gravemente a la caridad y al can. 220. Por último, no han levantado ningún acta del interrogatorio como prescribe el can. 1569; por este motivo Mons. Nosiglia, presidente de la comisión, interrogado por mi en presencia de los comisarios, ha declarado nulo este único interrogatorio.

En este punto es lícito preguntarse: ¿Sobre qué apoya el juicio del Card. Ruini sobre Marisa Rossi? Sobre nada, porque nada ha hecho de cuanto ha establecido el C.I.C. y la praxis de la Iglesia.

Por tanto el Card. Ruini ha abusado de su poder.

Afrontemos ahora el delicado argumento de los "supuestos hechos taumatúrgicos ligados con el culto eucarístico"

Cada vez que he comunicado al Vicariato de Roma los eventos milagrosos eucarísticos, el Card. Vicario y sus colaboradores lo han liquidado siempre, sin hacer indagaciones ni interrogatorios, como: efectos de patología religiosa, fenómenos de feria, consecuencia de intervenciones diabólicas.

Diversas veces, personalmente y por escrito, he pedido al Card. Ruini que mandara expertos y exorcistas para evaluar los milagros eucarísticos y siempre me ha dado respuestas negativas, "porque no veía la necesidad".

Yo mismo he llevado al Vicariato una hostia ensangrentada para que la examinaran y Mons. Nosiglia me ha ordenado: "Tira aquel pedazo de pan ensangrentado", orden que no he cumplido por no ir contra mi conciencia y para no incurrir en la excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica (can. 1367).

Yo y muchas personas somos testimonios de muchísimos milagros eucarísticos.

Jesús y la Virgen han transportado al lugar taumatúrgico, así la definido Jesús a nuestra casa, centenares de hostias consagradas o profanadas o sustraídas a la profanación o tomadas de las iglesias, donde la Eucaristía no era amada por los sacerdotes ni por los laicos. Estas hostias, depositadas en el tabernáculo o sobre el altar de la Iglesia y sus flores o imágenes sagradas en casa, han sido dadas en comunión a los que participaban en nuestros encuentros de oración. Todos los que las han recibido están dispuestos a testimoniar que las hostias traídas por Jesús o por la Virgen emanaban un perfume particular o desprendían un agradable calor que se advertía cuando eran introducidas en la boca.

Algunas de las hostias transportadas por Jesús o por la Virgen han sangrado en nuestra presencia. Nosotros conservamos cuatro hostias ensangrentadas y cuya sangre no ha sido sujeta a descomposición. Dos de estas hostias han sangrado más veces en una separación de meses, este hecho es único en la historia de la Iglesia. Además tenemos un corporal y un cojincillo mojado de sangre salida de la hostia transportada por el Sumo y Eterno Sacerdote.

Han ocurrido también milagros eucarísticos de otro género. En presencia de muchas personas una hostia ha salido del costado de un crucifijo, ha pasado a través del cristal de la vitrina, puesta para protección y se ha depositado en las manos de Marisa Rossi.

Varias veces se ha verificado la multiplicación de la Eucaristía en mis manos; con pocas hostias, traídas por la Madre de la Eucaristía, he dado la Santa Comunión a alrededor de doscientas personas.

El Vicariato, frente a los repetidos milagros eucarísticos, sin interrogar nunca a los testigos de estos milagros ni hacer indagaciones, ha reaccionado anegándome de decretos que contenían la orden de abstenerme "de realizar actos de culto eucarísticos y de culto público en general, con ocasión o a consecuencia de presuntas apariciones de hostias" y la amenaza de suspenderme a divinis, si desobedeciera.

El Card. Ruini, a través de Mons. Nosiglia, ha llegado al famoso chantaje: "Si niegas que aquellas hostias, incluso la que ha sangrado, son Eucaristía y que te has engañado y has engañado, porque son obra del demonio, no te suspendemos". Era demasiado, porque si hubiese aceptado, además de incurrir en la excomunión, habría pecado contra el Espíritu Santo, por haber atribuido al demonio lo que es obra de Dios.

He respondido: "Haced lo que queráis. Prefiero ser suspendido a divinis que profanar la Eucaristía".

Por tanto el verdadero motivo por el cual el Card. Ruini me ha suspendido a divinis no es porque haya celebrado la Santa Misa en contra de una orden suya, ya que, desgraciadamente, no ha tenido en cuenta que Cristo me había ordenado que celebrara, sino porque no he cedido a su chantaje.

Jesús ha dicho que la suspensión a divinis "es ilícita, ilegítima y nula" y para demostrar que estaba perfectamente de conformidad frente a la Iglesia y por otros motivos que he expuesto en el libro "Tu eres Obispo ordenado por Dios, Obispo de la Eucaristía", me ha dado la plenitud del sacerdocio.

Cuando el 20 de junio de 1999 el Señor me ordenó obispo, lloré y temblé, porque estaba perfectamente consciente que nueva feroz persecución, por parte de los hombres de la Iglesia, tendría que afrontar.

Yo no quería ser ordenado obispo, pero el Señor no me concedió la facultad de elegir si ser o no obispo, ni me pidió permiso para ordenarme obispo. Cuando Jesús ordenó a Pedro y a los otros apóstoles obispos no les impuso las manos en la cabeza, no recitó ninguna fórmula de consagración, no cumplió con ningún rito, pero manifestó su voluntad y dió una orden: "Haced esto en memoria mía" (Lc. 22,14). También conmigo el Señor se ha comportado del mismo modo, "Te ordeno Obispo, te doy la plenitud del sacerdocio y te doy todos los poderes", así ha dicho Jesús, mientras yo lloraba y sufría.

He dicho sí a Dios y los hombres de la Iglesia me han ensartado.

Sin embargo, Jesús es el Fundador y Cabeza de la Iglesia, es el Sumo y Eterno Sacerdote, porque "tiene un sacerdocio no transitorio" (Hb. 7, 34)

Jesús no es la Cabeza emérita de la Iglesia, como algunos eclesiásticos querrían, no ha abdicado a su papel de cabeza, y sin pedir permiso a ninguno, puede perdonar los pecados, consagrar la Eucaristía y ordenar a los obispos. Dios lo puede todo, a Dios nada le es imposible. El que sostiene que Dios no puede ordenar a un obispo peca gravemente y demuestra ignorar la Sagrada Escritura.

Jesús ha unido la Eucaristía y el sacerdocio, instituyendo los dos sacramentos en la Última Cena.

Jesús ha unido mi episcopado y los milagros eucarísticos, y ha puesto su sello sobre el uno y sobre el otro el día 11 de junio de 2000, fiesta de Pentecostés, cuando ha obrado el último gran milagro eucarístico, en la presencia de más de cien personas.

Había apenas terminado de recitar la fórmula de consagración del pan cuando de la hostia ha comenzado a salir la sangre.

Para mí el tiempo se ha detenido. Estaba inclinado sobre la hostia que estrechaba entre mis manos y me fijaba en la sangre divina que se difundía por buena parte de su superficie. Me he quedado inmóvil por un tiempo que a los presentes les pareció interminable, porque pensaban que me sentía mal, ya que en mi rostro se alternaban una palidez impresionante y una fuerte rojez.

Cuando me he repuesto un poco, he elevado lentamente la hostia. Entre los presentes se ha creado mucha emoción, pero todo se ha desenvuelto en un clima de profundo recogimiento y viva emoción. Mientras bajaba mi hostia manchada de sangre, he visto sobre la patena otras dos hostias grandes que, como dirá más tarde la Madre de la Eucaristía, fueron sustraídas a la profanación y traídas al lugar taumatúrgico, porque "el Obispo, la vidente y los miembros de la comunidad aman muchísimo a la Eucaristía y están dispuestos a dar la vida por defenderla".

Después de haber recitado la fórmula de consagración del vino y hecha la elevación del cáliz, he tomado la patena que contenía la hostia consagrada por mí manchada de sangre y las otras dos hostias sustraídas a la profanación y he pasado a lo largo de los bancos de la iglesia, para que los fieles pudiesen verla de manera cercana, constatar la veracidad del hecho milagroso y percibir el perfume que emanaba de la hostia manchada de sangre, para testimoniar en un futuro el milagro ocurrido.

¿El Señor habría obrado un milagro eucarístico tan grande en mis manos si yo no fuese obispo, y fuese un impostor?

El que niega que la hostia consagrada por mí sea verdadera Eucaristía y afirma que la sangre salida de esta hostia sea efecto de un invento diabólico, peca contra el Espíritu Santo, profana la Eucaristía e incurre en la excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica (can. 1367).

Ya que en el comunicado oficial de la C.E.I., fechado el 12 de enero de 2001 es posterior al milagro eucarístico del 11 de junio de 2000, el Card. Ruini continua hablando de "supuestos hechos taumatúrgicos ligados con el culto eucarístico", yo pregunto al presidente de la C.E.I. si reconoce que la hostia consagrada por mi es verdadera Eucaristía y que la sangre salida de la hostia consagrada es obra de Dios.

Si dice sí, debe reconocer el origen sobrenatural del milagro eucarístico, porque el demonio no tiene poder sobre la Eucaristía, y por consiguiente de todos los precedentes milagros eucarísticos.

Si dice no, profana la Eucaristía, peca contra el Espíritu Santo e incurre en la excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica (can. 1367).

Ahora ya no está en discusión mi persona, sino el misterio eucarístico, del cual los obispos son los custodios.

Ya que el Card. Ruini, según su estilo, no responderá a mi petición, sino que tratará por otros medios reducirme al silencio, es deber de cada obispo pedir explicaciones al presidente de la C.E.I. sobre su comportamiento frente al milagro eucarístico ocurrido durante la Santa Misa celebrada por mi.

Que recuerde lo que ha dicho Cristo: "El que se declarará por mi delante de los hombres, también yo me declararé por él delante de mi Padre que está en el cielo; el que, en cambio, me habrá negado delante de los hombres, también yo lo negaré delante de mi Padre que está en el cielo" (Mt. 10, 32).

Reafirmo mi comunión con el Papa y con los Obispos que aman, adoran y creen en la Eucaristía.

La Madre de la Eucaristía proteja a la Iglesia Italiana.

Cordiales saludos.

Roma, 8 de abril de 2001

Domingo de Ramos

+ Claudio Gatti

Obispo Ordenado por Dios

Obispo de la Eucaristía


Aquí se citan las cartas de Dios de las que se han transcrito los fragmentos entre comillas

[1] Carta de Dios del 8 octubre 2000

[2] Carta de Dios del 15 octubre 2000

[3] Carta de Dios del 15 octubre 2000

[4] Carta de Dios del 24 octubre 2000

[5] Carta de Dios del 2 noviembre 2000

[6] Carta de Dios del 16 noviembre 2000

[7] Carta de Dios del 19 noviembre 2000

[8] Carta de Dios del 19 noviembre 2000

[9] Carta de Dios del 16 noviembre 2000

[10] Carta de Dios del 19 noviembre 2000

[11] Carta de Dios del 19 noviembre 2000

[12] Carta de Dios del 26 noviembre 2000

[13] Carta de Dios del 14 diciembre 2000

[14] Carta de Dios del 31 diciembre 2000

[15] Carta de Dios del 31 diciembre 2000

[16] Carta de Dios del 2 diciembre 2000

[17] Carta de Dios del 8 diciembre 2000

[18] Carta de Dios del 10 diciembre 2000

[19] Carta de Dios del 14 diciembre 2000

[20] Carta de Dios del 14 diciembre 2000

[21] Carta de Dios del 24 diciembre 2000

[22] Carta de Dios del 25 diciembre 2000

[23] Carta de Dios del 31 diciembre 2000

[24] Carta de Dios del 31 diciembre 2000

[25] Carta de Dios del 1° enero 2001

[26] Carta de Dios del 7 enero 2001

[27] Carta de Dios del 18 enero 2001

[28] Carta de Dios del 4 febrero 2001

[29] Carta de Dios del 8 febrero 2001

[30] Carta de Dios del 15 febrero 2001

[31] Carta de Dios del 22 febrero 2001

[32] Carta de Dios del 22 febrero 2001

[33] Carta de Dios del 1° marzo 2001

[34] Carta de Dios del 1° marzo 2001

[35] Carta de Dios del 4 marzo 2001

[36] Carta de Dios del 9 marzo 2001

[37] Carta de Dios del 15 marzo 2001

[38] Carta de Dios del 25 marzo 2001

[39] Carta de Dios del 4 abril 2001

[40] Carta de Dios del 5 abril 2001

[41] Carta de Dios del 7 abril 2001

[42] Carta de Dios del 15 abril 2001

[43] Carta de Dios del 12 abril 2001

[44] Carta de Dios del 15 abril 2001

[45] Carta de Dios del 5 mayo 2001

[46] Carta de Dios del 13 mayo 2001

[47] Carta de Dios del 22 mayo 2001

[48] Carta de Dios del 29 mayo 2001

[49] Carta de Dios del 17 mayo 2001

[50] Carta de Dios del 13 mayo 2001

[51] Carta de Dios del 17 mayo 2001

[52] Carta de Dios del 26 mayo 2001

[53] Carta de Dios del 24 mayo 2001

[54] Carta de Dios del 26 mayo 2001

[55] Carta de Dios del 27 mayo 2001

[56] Carta de Dios del 1° junio 2001

[57] Carta de Dios del 16 junio 2001

[58] Carta de Dios del 20 junio 2001

[59] Carta de Dios del 21 junio 2001

[60] Carta de Dios del 22 junio 2001

[61] Carta de Dios del 25 junio 2001

[62] Carta de Dios del 26 junio 2001

[63] Carta de Dios del 27 junio 2001

[64] Carta de Dios del 8 septiembre 2001

[65] Carta de Dios del 8 septiembre 2001

[66] Carta de Dios del 8 septiembre 2001