Eucharist Miracle Eucharist Miracles

Año social 2004-2005

2004-2005: Año de la Eucaristía

El 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de la Bienaventurada Virgen María, organizamos el primer encuentro espiritual del nuevo año social. Marisa, durante la aparición, vio al lado de la Madre de la Eucaristía una cuna, en cuyo interior yacía una niña pequeña: María.

Nuestra Señora, después de haber dicho con anticipación que "Dios puede hacer todo lo que quiera", nos hizo saber que el Omnipotente "ha puesto a la pequeña María en la cuna que mi amado esposo, con mucho amor, había preparado para Jesús".

Dios puede hacer presente lo que para nosotros es pasado y actualizar en cada momento lo que ha ocurrido en otro tiempo.

De la misma manera que Dios actualiza el sacrifico de Cristo en la cruz, para los que participan en la S. Misa, igualmente puede hacer aparecer a María como una niña, como una joven, o como mujer en cinta o bien como madre que estrecha contra su corazón a su Hijo. En el mismo momento la puede hacer aparecer como Inmaculada Concepción y Madre de la Eucaristía.

En la misma aparición la Madre de Jesús hizo una afirmación que traería muchas discusiones: "Marisella es la única vidente del mundo".

Por otra parte ha reconocido que "en el lugar taumatúrgico hay seriedad: habéis tenido y tendréis todavía durante un tiempo al Obispo que ha sabido comprender y amar a todos indistintamente, incluso a las manzanas podridas que han seguido el camino del demonio". Por orden del Señor, Marisa tendrá que hablar de estas manzanas podridas en lugar del Obispo, Mons. Claudio Gatti, que tiene otras cosas que hacer. Tiene que preparase para ir a alturas estupendas. El que quiera entender que comprenda lo que quiero decir".

Con el regreso del Obispo y de la Vidente a Roma, la oposición de los sacerdotes contra ellos explotó de nuevo: aumentaron los casos de los miembros de la comunidad a los que les han negado la absolución, porque frecuentaban via delle Benedettine.

El 12 de septiembre. Fiesta del Santísimo Nombre de María, Nuestra Señora felicitó a Marisa a la que llama familiarmente Miriam, a la pequeña Mariasole y a todos los que celebraban su onomástica.

La Madre de la Eucaristía, dirigiéndose a nuestro Obispo, dijo: "Excelencia, te repito que no pienses más en las manzanas podridas, sino en ti mismo y en el camino que tienes que hacer. Sé que te estás preparando poco a poco para subir a las alturas estupendas, aunque tienes que asistir a tu hermana y tienes mucho trabajo. Dedícate completamente a ello, a las tres Encíclicas en las que has pensado con tanto amor. Adelante y valor".

Todos nosotros los de la comunidad, ya sabemos lo que quiere decir Nuestra Señora cuando habla de "alturas vertiginosas y alturas estupendas" a las que nuestro Obispo tiene que ascender, pero por motivos de reserva y para no cohibir a Don Claudio, no hablamos de ello abiertamente.

El 14 de septiembre celebramos el primer gran milagro eucarístico ocurrido en el lugar taumatúrgico, cuando del costado del Crucifijo, sostenido por Don Claudio, salió una hostia que se apoyó en las manos de Marisa. Recordamos y celebramos el evento milagroso con una solemne procesión, precedida por Marisa que llevaba el Crucifijo y cerrada por Don Claudio que sostenía la Eucaristía que había sangrado.

Mientras se desarrollaba la procesión ocurrió un nuevo milagro eucarístico, del que habló Jesús: "Vosotros no os habéis dado cuenta, pero mientras vuestra hermana llevaba el Crucifijo, de nuevo una hostia ha salido de mi costado y se ha ido hacia ella, la cual ha Comulgado. No os habéis dado cuenta, porque estabais recogidos y no mirabais a ningún lado. La hostia salida de mi costado ha fortalecido a Marisella, le ha dado la posibilidad de llevar mi cruz".

Al término de la procesión se ha manifestado Dios Padre que ha dicho: "Marisella, no me ves, porque Yo soy Dios. También Yo he querido estar presente en el Triunfo de mi Hijo. Yo, Dios, os amo inmensamente. ¿Me amáis vosotros? Los hombres, los que llevan los birretes en la cabeza, los que tienen el poder, no pueden hacer lo que quieran. Sólo Yo, Dios, puedo hacer lo que quiero".

En el día de la fiesta de la Bienaventurada María, Virgen Dolorosa, Nuestra Señora nos ha revelado que bajo la cruz ha sentido además de dolor, alegría. "Cuando estaba bajo la cruz en mi había presente mucha alegría: amaba inmensamente a los hombres y los quería ayudar a entrar en el Paraíso con mi amor, mi sufrimiento y mi abandono a Dios". En la Iglesia se habla y se piensa sólo en María Dolorosa y no en María Gozosa, llena de gozo, porque Jesús volvía a abrir el Paraíso y salvaba a muchos hombres.

Para hacernos comprender lo importante que es conocer las cartas de Dios, la Virgen ha usado también un tono bromista: "Si no os sentís capaces de leer y poner en práctica las cartas de Dios, paciencia; querrá decir que las pondremos en práctica el Obispo y yo. Es solo para hacer una broma, porque también a la Madre del Cielo le gusta hacerlas" [1]

El último domingo de septiembre ocurrió un nuevo milagro eucarístico de modo discreto y reservado: Jesús entregó una hostia consagrada y sustraída a la profanación, a la Madre de la Eucaristía que, a su vez, la ha depositado en el cáliz del Obispo, poco antes del Ofertorio. Después Don Claudio dio esta hostia en comunión a Marisa. Sabíamos que mientras el Obispo celebra la S. Misa, están siempre presentes Nuestra Señora y S. José que se colocan a su lado y ahora hemos sabido que a menudo están presentes otros santos, los últimos Papas, sobre todo Pablo VI y la abuela Yolanda, acompañada por sus nietos.

Marisa continuó viviendo la pasión todas las noches y a menudo también de día. Frecuentemente a los dolores sobrenaturales se unían también los naturales y entonces la Vidente gemía bajo el peso de tanto sufrimiento. Alguna vez las espinas de la corona le han perforado los ojos, hasta hacerle perder la vista. En estos casos el Obispo, bajo sugerencia de la Virgen, tenía que imponer las manos en la cabeza de Marisa o bañarle los ojos con agua bendita y la vista volvía inmediatamente.

También Don Claudio ha pagado su contribución en sufrimiento, como ha revelado la Virgen: "Vuestro Obispo, creedme, padece un gran tormento y es verdad todo lo que ha dicho: "Me siento como S. Sebastián, traspasado por flechas que llegan de todas partes". [2] A principios del mes de octubre a Marisa se le abrió la herida de la frente: la mucha sangre que salió se depositó en la cavidad de los ojos y recubrió la superficie de la nariz y de las mejillas.

El dos de octubre hemos recordado el cumpleaños de Yolanda. Puesto que coincidía con el día reservado al encuentro bíblico, apareció la Virgen que dijo: "Hoy nuestras felicitaciones en el Paraíso han sido para la abuela Yolanda. Si la vierais, os daríais cuenta de que es hermosa, joven y santa. Para Nosotros la abuela Yolanda es santa, santa, santa y después alguien la elevará a los honores de los altares".

Nuestra Señora ha hablado también del gran sufrimiento y de la pasión que Marisa padece día y noche. Por otra parte ha confirmado que la Vidente en bilocación ha salvado la vida primero a Pablo VI en Manila y luego a Juan Pablo II en la plaza de S. Pedro. El entonces Pontífice estaba todavía vivo por intervención divina, acelerado por las oraciones y la inmolación de Marisa. Dios ha regañado a Juan Pablo II solo porque no ha llamado ni hablado con el Obispo ordenado por Él.

La Madre de la Eucaristía ha impartido también enseñanzas que deberían ser puestas en práctica por todos los Papas. "El Pontífice no tiene que hablar solo con los grandes hombres de la Iglesia, con los reyes, las reinas, los príncipes y los ministros, sino también con los que están sufriendo, como vuestro obispo, calumniado y difamando por sus hermanos".

La abuela Yolanda recibió permiso de Dios para hablar y dijo: "Hija mía, se que tu sufrimiento es enorme, pero Dios quiere esto de ti; también yo he sufrido mucho cuando estaba en la Tierra. Nuestro sufrimiento ha arrancado de Dios gracias y milagros. Estoy al lado de mi Obispo, vuestro Obispo".

Al final de la aparición la Madre Celeste ha exhortado a su hija que sufría muchísimo: "Ánimo, Marisella, ánimo, sé feliz, pronto vendrás al Paraíso donde encontrarás a tu madre".

Nosotros invocamos a la Virgen además de como Madre también como Maestra: nos ha guiado siempre con sabiduría y nos ha favorecido continuamente con preciosas enseñanzas, como en la aparición del 3 de octubre, cuando nos dijo: "No tenéis que ser duros al responder a los que os tratan mal. No os escondáis, no tengáis miedo de decir: Voy a rezar, voy a Misa al lugar taumatúrgico, voy donde se aparece la Virgen. Como bien sabéis, yo me aparezco sólo aquí, mientras Dios quiera, mientras vuestra hermana viva".

El 14 de octubre, jueves, día reservado al encuentro bíblico, la Madre de la Eucaristía, volvió a hablar de una verdad para nosotros extremadamente consoladora: "Ahora, por todas partes, en todo el mundo hacen adoración eucarística. ¿Quiénes son los que han conseguido esta victoria? Tú, Excelencia y tú, Marisella".

El 24 de octubre celebramos la fiesta de la Madre de la Eucaristía y el onceavo aniversario de las apariciones públicas.

Los miembros de la comunidad que tenían en la mano una flor se alinearon con orden delante de la entrada de la casa, de la que, a la hora establecida, salió el Obispo que sostenía el relicario que contenían los cabellos de la Virgen. Marisa, circundada por los niños, esperaba al lado de la cruz levantada en el punto exacto en donde hubo el primer gran milagro eucarístico. Mons. Claudio se acercó a Marisa y le entregó el relicario, precisamente a aquella que abraza, besa y dialoga con la Virgen. La Vidente, acompañada por los niños, inocentes y símbolo de inocencia, sentada en la silla de ruedas, fue colocada encabezando la procesión, que transcurría con orden y recogimiento. El Obispo, asistido por los acólitos, cerraba la procesión. Después de haber recorrido el trayecto preestablecido, los fieles entraron en la basílica y depositaron las flores a los pies de la estatua de la Madre de la Eucaristía.

La Virgen nos confió un gran sufrimiento suyo: "Por desgracia hacen adoración incluso los que no están en gracia. Me refiero a los sacerdotes y cuando uso el término "sacerdotes" englobo a todos los miembros del clero, del más pequeño al más grande. A estos les digo: Si no estáis en orden, si no creéis en la Eucaristía, no organicéis la adoración eucarística, dejad que lo hagan los otros".

El 21 de octubre la Virgen nos invitó de nuevo a rezar por el Obispo, que tiene que llevar adelante una misión muy grande, pero muy dura y sufrida. "Un día comprenderéis lo que han sufrido el Obispo y la que está a su lado: la Vidente".

Nos preparamos con una novena para celebrar la fiesta de la Madre de la Eucaristía. Durante nueve días rezamos intensamente y, con la guía del Obispo, meditamos el último documento de Juan Pablo II sobre la Eucaristía: "Mane nobiscum, Domine". Leyendo los capítulos del documento pontificio, sentíamos conceptos familiares para nosotros, que ya nos habían sido presentados y explicados por las cartas de Dios y por la catequesis del Obispo.

Los jóvenes organizaron una maravillosa vigilia de oración, en la que mostraron a María, como Madre de la Eucaristía y de todos los hombres. Después del canto del Magnificat se apareció la Virgen. También Dios Padre hizo oír a Marisa su poderosa voz. Dios Padre y la Virgen hablaron largamente del Obispo y de su futuro con Marisa, pero en secreto: nadie oyó a la Vidente repetir lo que se le decía. Oímos sólo la conclusión de la intervención divina, repetido en voz alta por Marisa: "A ti, mi querido, dulce y santo Obispo, te digo: Ánimo, no te defraudaré, quédate tranquilo. Conoces el camino que tienes que hacer; ten fe...".

Al igual que Dios no evitó la pasión y la muerte al Hijo, tampoco evita sufrimiento y dolores a los hijos que llama a realizar en la Iglesia importantes misiones. A menudo, la causa de tantos sufrimientos es la envidia. "Mis dos hijitos están viviendo un momento muy difícil. Su conducta, casi perfecta, de verdaderos cristianos, molesta mucho". [3]

Para indicar el lugar que ocupará, el cargo que desempeñará y la responsabilidad que tendrá en la Iglesia en el futuro el Obispo ordenado por Dios, Nuestra Señora ha citado una expresión significativa: "Volará a alturas vertiginosas, a alturas estupendas", como se lee en muchas cartas de Dios. Nosotros sabemos bien cual es el significado exacto de estas expresiones y por esto hemos recogido la urgente invitación de Nuestra Señora de rezar mucho por nuestro Obispo.

En el mundo hay muchas formas de guerra, todas igualmente destructivas: "Hay guerra entre las familias, entre los pueblos y sobretodo entre los grandes hombres de la Iglesia y del Estado". [4]

En un coloquio privado con el Obispo y la Vidente, Nuestra Señora les ha desvelado que: "Los vigilantes urbanos han sido enviados por vuestros enemigos, para haceros demoler la basílica". Además de los obispos, sacerdotes y hermanas, entre los enemigos hay también personas que han formado parte del movimiento, del que se han alejado, cuando han sido descubiertas sus fechorías, realizadas por debilidad, celos y envidia.

Después de decenios de espera y de sufrimiento es natural que surja el deseo de ver apresuradas las intervenciones de Dios para restablecer la verdad. Esto lo ha manifestado Marisa más de una vez a la Virgen: "¿Tenéis un reloj para ver como transcurre el tiempo? Dices una cosa, parece que se tenga que realizar enseguida y sin embargo pasa mucho tiempo". Ésta es la respuesta que la Virgen repetirá muchas veces: "Marisella, ya te he explicado que los tiempos de Dios no son los vuestros. Vosotros lo queréis todo y enseguida. Sí, ya sé lo que piensa mi querido Obispo" .[5]

Al Obispo se le ha dicho muchas veces desde lo Alto que, después de la muerte de Marisa, tendrá que vivir todavía muchos años "para hacer renacer la Iglesia". A Marisa siempre le ha costado aceptarlo, más bien ha pedido "que sean llevados los dos". La respuesta ha sido siempre la misma: "Esto no es posible. ¿Quién haría renacer la Iglesia si os lleváramos junto a ti y al Obispo?".

Los sacerdotes de Roma, con alguna rara excepción, por miedo del card. Ruini o por convicción, han aislado a nuestro Obispo. Evitan tener, incluso telefónicamente, contactos con él. Sin embargo, muchos sacerdotes que no pertenecen a la diócesis de Roma, han venido y continúan viniendo a via delle Benedettine para demostrar amistad y solidaridad a nuestro Obispo.

"¿Cómo seremos en el Paraíso?" ¿Quién no se ha hecho a sí mismo, al menos un vez, esta pregunta? ¿Quién habría podido dar una respuesta a esta pregunta? Ningún hombre de la Tierra, pero sí personas del Cielo. Hela aquí: "Aunque muráis a los cien, o ciento veinte años, en el Paraíso no seréis ancianos, sino jóvenes y hermosos" .[6]

El gran sufrimiento vivido por el Obispo y la Vidente, compartida en nuestra pequeñez, por toda la comunidad, ha sido muy agradable a Dios. De hecho la Virgen ha reconocido que el año eucarístico extendido a toda la Iglesia y el amor a la Eucaristía que ha llegado a los lugares más alejados de la Tierra "han partido de este pequeño lugar taumatúrgico" .[7]

Marisa no ha cesado nunca de vivir la pasión, que en algunos momentos ha sido terriblemente dolorosa, como en los días 15, 16, 17 de noviembre, cuando el golpe de lanza se ha dejado sentir particularmente.

El título que Mons. Claudio Gatti le gusta más es: Obispo de la Eucaristía, título que le ha sido dado por Dios, porque, como ha explicado la Madre de la Eucaristía, "ama mucho a la Eucaristía; y yo añado "Obispo del amor" .[8] Nuestra Señora ha especificado por otra parte que la ordenación episcopal hecha directamente por Dios "ha molestado mucho a los grandes hombres de la Iglesia que han sembrado mucha cizaña". [9]

Un proverbio popular dice: "No escupáis al cielo, porque el escupitajo vuelve a la tierra". Nuestro Obispo ha experimentado la veracidad y la sabiduría de este proverbio. Un ex compañero suyo de seminario, del que, por caridad, no ha dicho el nombre, en el pasado se había ensañado particularmente contra él, cubriéndolo de calumnias y de infamias, y había sembrado cizaña y maledicencias con los altos señores de la Iglesia y hermanos de este, nuestro Obispo, que informado personalmente por Dios en coloquios privados, estaba al corriente de los pormenores. Fue una sorpresa para el Obispo ordenado por Dios, cuando le fue comunicado que aquel sacerdote había venido a hablarle. Apenas el Obispo entró en el estudio, aquel sacerdote se ha tirado de rodillas a sus pies y le ha pedido perdón por el mal hecho y por las falsedades dicha contra él. En síntesis, éstas fueron sus palabras: "Perdóname. Me he equivocado al juzgarte y condenarte. Tu eres un santo, no puedes negarme el perdón". Poco después aquel sacerdote manifestó el verdadero motivo de su visita: "Préstame 500 euros, te los devolveré la semana próxima. Tengo que ayudar a una familia necesitada". El Obispo le ha respondido: "Te regalo los 500 euros, de todos modos estoy seguro de que no me los devolverás, para demostrarte que no tengo nada contra ti".

Nuestro Obispo sufrió al ver delante de él a aquel pobre sacerdote desaliñado, maloliente, tambaleante, pesado e hinchado de modo impresionante. Dios le hizo comprender en el corazón que el motivo adoptado para justificar la petición de dinero era falsa, y "otras cosas" muy tristes y preocupantes.

El mes de noviembre terminó con la petición, por parte de la Virgen, a Marisa: "Durante el Adviento no me verás todos los días, sino sólo el jueves y el domingo, ésto te lo pide Dios". Para quien está habituado a ver y oír a la Virgen todos los días, a menudo varias veces durante el día, este sacrificio es muy doloroso.

El 2 de diciembre celebramos el primer aniversario de la muerte terrena e ingreso en el Cielo de la abuela Yolanda, la madre de Marisa, de la que la Virgen ha dicho: "Esta mujer ha demostrado mucha fuerza, valor y amor hacia todos, incluso hacia los que la han hecho sufrir". Dios ha permitido también que entre madre e hija hubiese un diálogo tierno y afectuoso. La Abuela Yolanda ha afirmado que la vida terrena del Obispo y de su hija "es muy dura, muy difícil y llena de sufrimiento".

Nosotros los obispos y sacerdotes para golpear la inteligencia de los que nos escuchan, a veces hacemos alarde de cultura e hilvanamos una citación después de la otra; nos equivocamos. A este propósito Juan Pablo I ha dicho que "las nubes demasiados altas no dan lluvia. A mi me interesa hacerme comprender por las personas y por esto hablo de una manera sencilla que luego se me critica". La Madre de la Eucaristía ciertamente ha dado la razón al Papa de la sonrisa, y nos ha recordado que "el lenguaje de Jesús era sencillo, fácil, adaptado a todos. También las cartas que Dios os da son sencillas, fáciles y adaptadas tanto para la personas que ha escogido, como para todos vosotros" .[10]

Nuestra Señora nos ha hecho saber que "Dios manda en bilocación al Obispo y a la Vidente a todos los lugares del mundo, donde haya necesidad" .[11]

En el estudio del Obispo hay un escritorio que por el Cielo ha sido llamada "la cátedra de oro": sobre ella él "escribe todo lo que ocurre en la Iglesia y en el lugar taumatúrgico, se ocupa de la correspondencia, hace las presentaciones de los libros, de las cartas de Dios que son muy hermosas y me han conmovido a mi, María, la Madre de la Eucaristía. Vuestro Obispo está curvado, diría que casi postrado, ante eso que hace".[12]

El 6 de diciembre se cumplieron diez años desde que el card. Ruini ordenó que no se celebrara más la S. Misa y que retiraran la Eucaristía de nuestra capilla. Es un triste aniversario, en el que queremos subrayar que, a pesar de que se ha movilizado contra nosotros una feroz oposición y una persecución injusta, Dios ha realizado en toda la Iglesia el triunfo de la Eucaristía.

Esta es una significativa coincidencia: al día siguiente el card. Ruini llenó las páginas de los diarios con la celebración del 50º aniversario de su ordenación sacerdotal en la basílica de S. Juan de Letrán. Para la ocasión, el Papa, o alguien por él, ha firmado una carta de felicitación. Han concelebrado con el festejado ochenta sacerdotes, cuarenta obispos y quince cardenales. Estaban presentes también numerosas autoridades civiles. Dejemos aparte todo lo que ha dicho el festejado durante la homilía y evidenciemos lo que Dios Padre ha revelado en su Teofanía Trinitaria habida el 18 de diciembre. "Ayer alguno (sic) celebró los cincuenta años de sacerdocio. ¿Para qué han servido los festejos cuando el alma no estaba en gracia? Han quedado contentos los que han sido invitados. Dejad que celebren, dejad que alaben, dejad que exalten a aquel que cumple cincuenta años de sacerdocio" .[13]

Nos hemos preparado para la celebración de la fiesta de la Inmaculada Concepción con una solemne vigila con el tema "La plenitud el amor". Al inicio de la S. Misa, Marisa se ha visto obligada a dejar la basílica y a retirarse a su habitación por una crisis respiratoria y por los agudísimos dolores. Terminada la celebración de la S. Misa, el Obispo ha sido informado de que Marisa estaba viviendo la pasión de manera atroz. El hermano ha corrido para asistir a su hermana, a la que Dios ya había mandado la Abuela Yolanda, ya que estaba en proceso el período de abstinencia de ver a la Virgen. Por la mañana del 8 de diciembre llovía y nos hemos visto obligados a cancelar la gran procesión, sustituida por otra más reducida en el interior de la basílica. A la cabeza de la procesión estaba la estatua de la Inmaculada y luego la estatua de la Madre de la Eucaristía. Seguía Marisa, rodeada de los niños, que sostenía el relicario conteniendo los cabellos de la Virgen. El Obispo, asistido por los ministros extraordinarios de la Eucaristía, cerraba la procesión. Se han efectuado cánticos y oraciones espontáneas. Como había sido preanunciado por la Virgen apareció la Santísima Trinidad: Marisa ha visto al Hijo y al Espíritu Santo salir del Padre, los tres iguales, tres Jesús. El Cristo tenía los estigmas y el Espíritu Santo la paloma. Dios Padre habló: "Yo, Dios, no aparezco en ningún otro lugar. En este lugar está encerrado todo mi amor, el amor de Jesús y el amor del Espíritu Santo. Lo que he prometido llegará. Tenéis que tener confianza en Mi y no atormentaros cada día, porque aún no realice lo que he prometido. Escuchad lo que vuestro Obispo dice y cuando habla grabadlo todo, cualquier argumento que trate hace de él un poema. Vuestro Obispo ha visto la Santísima Trinidad bajo la forma de tres palomas, la persona de S. José y de la Virgen estilizadas. Ha visto muchas escenas maravillosas en la Tierra, en el mar y en el cielo".

Para Marisa hacer incluso pocos pasos se ha convertido cada vez más duro y difícil.

En la aparición del 9 de diciembre la Virgen se ha dirigido de manera particular a las madres, revelando: "Cuando la madre espera un niño, acaricia su vientre y habla a su pequeño, el niño lo oye, escucha, porque está con los ángeles. Madres, hablad con vuestro niño".

Al igual que las madres hablan del trabajo de los hijos, la Virgen ha hablado del trabajo del Obispo. "Cada mañana, vuestro querido Obispo, después que ha rezado y hecho compañía a mi Hijo Jesús, se sumerge en su trabajo, inclinado sobre aquella cátedra de oro y escribe palabras de amor, de bien, de felicidad, de sencillez, de mansedumbre, no de orgullo, de soberbia, de celos o de envidia; él hace siempre su deber, porque pone a Dios en primer lugar" .[14]

Por desgracia hoy muchos cristianos ya no tienen sentido del pecado. La Virgen ha revelado que "la mayor parte de las personas va a Comulgar sin haber hecho primero una buena confesión. No se confiesan cuando están en pecado, hacen lo que les da la gana y luego reciben a Jesús". La Virgen ha indicado a los responsables de esta triste situación: "Mis sacerdotes predilectos no hacen nada para corregir a estas almas. Tienen que hablarles de la confesión, del pecado mortal y del sacrilegio" .[15]

La salud de Marisa ha continuado empeorando, no había parte del cuerpo que no la hiciese sufrir. Algunos días antes de Navidad la situación se ha acelerado. Perdió primero la vista y luego entró en un estado de inconsciencia. El Obispo que la asistía se daba cuenta que estaba a punto de morir, pero sabía también que no había llegado aún su hora. Se entregó a la oración durante toda la noche. En las primeras luces del día la situación mejoró, Marisa se recobró y las primeras palabras fueron estas: "Don Claudio, vete a descansar. La Virgen me ha dicho que me has velado toda la noche y ahora estás hecho polvo..."

La Abuela Yolanda ha ido ante Dios para suplicarle para que su hija superara el momento crítico. La noche de Navidad, aunque débil y dolorida, Marisa ha querido bajar a la capilla para participar de la S. Misa y como ha ocurrido cada año, la Virgen le ha entregado al Niño Jesús: "Marisella, Jesús quiere venir a tus brazos". La Vidente ha tenido dulcemente en brazos a Dios-Niño, lo ha acariciado y besado. Terminada la S. Misa, Marisa ha vuelto a su habitación y le han arremetido dolores por todo el cuerpo tan fuertes que no ha podido descansar ni cinco minutos. Por la mañana de Navidad, agotada y quejumbrosa, no estaba en condiciones de hablar. Por este motivo no ha habido aparición pública de la Virgen que al día siguiente dijo: "Ayer vine, pero vuestra hermana estaba en condiciones tremendas, estaba muy mal. Le he hecho una caricia, la he saludado y la he dejado tranquila".[16]

Independientemente de las condiciones de salud, Marisa, junto a Obispo ha continuado yendo en bilocación a países lejanos, como nos ha hecho saber la Virgen: "Esta noche he llevado a vuestra hermana a ayudar a los niños y a vuestro Obispo a los adultos a los lugares donde hay guerra" .[17]

Se ha convertido en un tradición que los jóvenes pasen el Fin de Año con el Obispo y con la Vidente. También este año han venido para estar al lado de su padre espiritual y de su madre espiritual, pero las condiciones de salud han impedido a Marisa el poder bajar para estar entre sus propios hijos y poder pasar juntos horas de serenidad y alegría. Pocos minutos antes de la medianoche los jóvenes han subido a la habitación de Marisa y se han puesto en oración con el Obispo y la Vidente que ha tenido la aparición de la Virgen. Ha sido hermoso pasar los últimos minutos del 2004 y los primeros del 2005 en compañía de la Madre del Cielo que ha dirigido a los jóvenes su felicitación y palabras de ánimo. El nuevo año ha empezado con una larga aparición de Jesús que nos ha dado un importante mensaje, terminado con un anuncio sensacional: "Durante este año tendría que triunfar todo. Digo: tendría. Os preguntáis: ¿Por qué tendría?". Jesús no nos ha dicho por cuales motivos ha usado el condicional, ha dejado esta tarea al Obispo que nos ha explicado que antes de empezar sus intervenciones Dios quiere que se conviertan muchos sacerdotes, que empiece la obra de limpieza en la Iglesia, donde hay porquería y soberbia y que sean ordenados buenos obispos y honestos sacerdotes que tendrán que colaborar con el nuevo Papa para hacer renacer la Iglesia.

Dios ha hecho saber a nuestro Obispo que "terminado el tiempo de la misericordia, durante el cual puede atrasar, pero no abolir sus intervenciones, empezará el de la justicia donde será justo juez". Después de Jesús, ha hablado la Madre de la Eucaristía que, dirigiéndose al Obispo, ha anunciado: "Tu soledad acabará" y le ha comunicado en nombre de Dios: "No te tienes que sentir culpable si muchas personas se han marchado de estate lugar, tu has hecho todo lo que has podido por estos jóvenes y adultos. Has dado todo de ti mismo, has comprometido incluso tu salud".

El Obispo y la Vidente han acogido el consejo materno de la Virgen que les ha sugerido que vayan a descansar. Han escogido para el descanso turismo rural entre Gubbio y Nocera Umbra llamado "Torre de Cordaglie", aislado, tranquilo y, en aquel período, no frecuentado por nadie. Apenas han llegado a la meta establecida, la Virgen ha aparecido para asegurar que estaría siempre con la Vidente y con el Obispo y les ha dado este último comunicado: "Todo el Paraíso reza por ti, Excelencia".

En Umbria, Mons. Claudio y Marisa, acompañados por el buen amigo Juan, se han quedado una decena de días, durante los cuales ha habido momentos de distensión y de alegría, y otras preocupaciones y tensiones. De hecho, se han visto obligados a correr al Hospital Monte di Luce, de Perugia, porque Marisa sentía un tormento y una abundante lacrimación en los ojos. Por otra parte el dolor en el estómago y la respiración le han creado serios problemas, superados todas las veces con la ayuda de la Virgen. De todos modos durante el viaje de retorno Marisa ha confesado que, a pesar de la salud comprometida y de los continuos y fuertes dolores, ha gozado por haber podido salir de casa, se ha distraído y ha vivido más tranquila que en Roma.

Mons. Claudio nos ha educado para compartir y ser solícitos hacia el que sufre, aunque no forme parte de nuestra comunidad. Nos ha dado el ejemplo de no recluirnos en el interior del Movimiento, sino de mostrar amor y sensibilidad hacia los enfermos, los ancianos, los marginados y los que están privados de alimento, de agua y de medicinas, que viven en la miseria o son golpeados por catástrofes naturales o por las guerras. Nos ha dicho siempre: "No hay que limitarse a rezar por estos, sino que tenemos que dar limosnas de dinero para aliviarles los sufrimientos". Nuestro Obispo, que no ha pedido nunca dinero para sí, ha pedido, sin embargo para nuestros hermanos desventurados y ha llegado a renunciar a regalos y ofrendas de dinero con ocasión de fiestas y aniversarios personales para entregar la suma entera a favor de asociaciones y comunidades religiosas que se ocupan de los pobres y necesitados. El Obispo y la Vidente han podido tocar con la mano la miseria y el sufrimiento de muchas poblaciones, a las que Dios les ha mandado en bilocación, como cuando el 26 de diciembre del 2004 un violentísimo terremoto ha causado un devastador maremoto que ha provocado doscientos treinta mil muertos en muchas naciones que surgen sobre el Océano Índico,

Jesús nos ha hecho saber que: "En la última catástrofe del Sudeste asiático, vuestra hermana ha ido cada noche a ayudar a aquella población junto a mi Madre, al Obispo, a los niños y a la Abuela Yolanda" .[18]

También la Virgen ha evidenciado nuestra caridad hacia los que sufren. "Sé que estáis muy afligidos por lo que ha sucedido en el Sudeste asiático. El vuestro es un sufrimiento muy grande. Cuántas madres, cuántos padres, cuántos niños han muerto. Vuestra hermana sabe perfectamente cómo es verdaderamente la situación. Una vez más tengo que deciros que los medios de comunicación no cuentan todo lo que verdaderamente ocurre" .[19]

De regreso a Roma, el Obispo y la Vidente han organizado los festejos para celebrar el tercer aniversario del triunfo de la Eucaristía en la Iglesia. El triunfo eucarístico ha ocurrido por intervención de Dios que se ha servido para realizarlo, de nuestro Obispo, de la Vidente y de nuestras oraciones: "Vuestras oraciones han llevado a la victoria a mi hijo predilecto, a mi Obispo, vuestro Obispo. Tu, Excelencia, has vencido por tu fuerza y el coraje de combatir a los que no viven en gracia. Tu, Marisella, has vencido por tu inmolación vivida en el silencio y en el ocultamiento". [20]

Todos saben que, antes de las apariciones de la Madre de la Eucaristía y de los milagros eucarísticos ocurridos en el lugar taumatúrgico, había poco amor y escaso conocimiento a la Eucaristía, mientras que hoy la situación ha dado la vuelta, "en cada Iglesia hacen adoración eucarística". [21]

Desde que Marisa, por orden de la Virgen, lleva consigo la Eucaristía, el demonio no ha osado tocarla más y ha tratado de descargar su rabia contra el Obispo, una vez en Roma, en casa, y una segunda vez en el Santuario del Amor Misericordioso de Collevalenza.

Mientras subía las escaleras de casa, satanás asestó un fuerte golpe para precipitarlo, pero intervino la Virgen que lo sujetó y le impidió que cayera. Pocos días después, el demonio intentó una vez más, pero inútilmente, hacer daño al Obispo. Don Claudio estaba bajando las escaleras que llevan al tabernáculo, cuando sintió un inesperado empujón que le hizo perder el equilibrio y habría ciertamente caído de mala manera si, Jesús Eucaristía, al que acababa de adorar, no lo hubiese abrazado y sujetado.

La Madre de la Eucaristía ha hablado a menudo "de los sufrimientos de sus dos hijitos. El tiempo pasa y su tormento permanece, es siempre áspero y fuerte. Para ellos cada día es sufrimiento que viven con alegría, aunque a veces la tristeza los invada, pero es humano" .[22]

En el clero, entre los sacerdotes, los obispos y cardenales, hay una profunda división, que tiene muchas causas, y la última es el comportamiento hacia el Obispo ordenado por Dios. Los malos y deshonestos, "los que no viven en gracia, hacen lo que les parece, cometen pecados contra el sexto mandamientos, infringen los otros mandamientos y se adhieren a las sectas, oponen una gran lucha contra el Obispo ordenado por Dios porque tienen miedo de su triunfo, de su ascenso a lo alto".

Los buenos y los honestos lo estiman, lo aman, oran por él, pero no se le acercan, porque tienen miedo de comprometer su carrera, de perder los cargos que tienen y de ser privados de las casas que habitan. Hoy, por desgracia, los malos y deshonestos son muy poderosos y ricos y ocupan puestos de mucho prestigio. Así los buenos pastores, aunque sean mucho más numerosos tienen que estar sometidos a las amenazas, a los atropellos y los chantajes de los mercenarios, para no ser privados de lo necesario para vivir: sueldo y vivienda. Todo esto lo ha revelado Dios Padre en coloquios privados con Mons. Claudio Gatti y Marisa Rossi. Nuestro Obispo tiene respeto y siente compasión hacia sus hermanos buenos, pero débiles que comprende y no condena. Sabe que cuando el Señor lo haga ascender "a las alturas vertiginosas" estarán de su parte y él los acogerá, sin recriminaciones, con amor fraterno. Mientras que será severo e inflexible hacia los que han ofendido, herido y saqueado a la Iglesia. Serán destituidos de los cargos, privados del poder y, si es necesario para el bien de la Iglesia, serán incluso reducidos al estado laical.

La última carta de Dios del mes de enero contiene un anuncio muy importante: "Cada hombre se verá a sí mismo tal como es". [23] Todos los hombres, por intervención divina conocerán su propia condición espiritual y verán sus pecados personales presentes en su propia alma. Este acontecimiento extraordinario, preanunciado ya por Nuestra Señora en Garabandal, en España, a los pequeños videntes, tiene que ser como un gran acto de misericordia de Dios para convertir a los hombres.

El 2005 pasará a la historia como el Año de la Eucaristía, convocado por Juan Pablo II con la Carta Apostólica "Mane nobiscum domine" en toda la Iglesia. Como es sabido, el Año de la Eucaristía ha empezado en el mes de octubre del 2004 y terminará en octubre del 2005.

La iniciativa de dedicar un año entero a la Eucaristía tiene que ser atribuida a nuestro Obispo, como ha subrayado muchas veces la Virgen. Referimos sólo algunos fragmentos de las Cartas de Dios que reconocen al Obispo de la Eucaristía el mérito de esta iniciativa.

"Este es el año eucarístico, el año que vuestro Obispo ha propuesto y declarado". "Ahora hacéis el año eucarístico como ha dicho vuestro Obispo, al cual se ha unido el Papa, porque todo lo que decimos Nosotros es tomado y repetido" .[24] "Todos saben que el Año Eucarístico parte de este lugar, pero nadie se atreve a decirlo. Todos lo atribuyen al Santo Padre; él ha convocado el Año de la Eucaristía, pero la fuente de todo es este lugar" .[25] Durante el Año Eucarístico Jesús y la Virgen volverán muchas veces a atribuirle la paternidad al Obispo de la Eucaristía.

Nuestra Señora no se ha limitado sólo a pedir al Obispo y a la Vidente oraciones y sacrificios por el Papa, sino que les ha informado constantemente de sus grandes sufrimientos morales y graves problemas de salud que comportan atroces dolores.

El 1º de febrero, poco antes de la media noche, la Madre de la Eucaristía ha invitado a sus dos hijitos a encender la televisión para oír el telediario: una noticia ha estremecido al Obispo y a la Vidente: "El Papa ha sido hospitalizado de urgencia en el Policlínico Gemelli por laringo-traqueitis aguda"

Apagada la televisión, se han puesto enseguida a rezar por el Papa y a continuación han invitado a toda la comunidad a hacer otro tanto. La Madre Celeste ha hecho saber al Obispo y a la Vidente que "había empezado la última estación del Vía Crucis de su dilecto hijo Juan Pablo II".

La salud de Marisa ha declinado cada vez más, la fuerza ha disminuido, los dolores han aumentado: además de los sufrimientos naturales, se han agudizado los dolores sobrenaturales. De hecho se han abierto y han sangrado los estigmas de las manos y de los pies, la herida del costado y las de la frente, como ha dicho Nuestra Señora: "Hoy, de nuevo, a Marisella se le han abierto los estigmas y ha sufrido por ello, porque esperaba que permanecieran invisibles, pero Dios lo ha querido así, y ella ha dicho: Que se haga la voluntad de Dios". [26]

En la misma aparición, la Madre de Cristo ha hablado de la crítica situación de la Iglesia: "Os dije hace tiempo que la Iglesia se dividiría y habría cardenales contra cardenales, obispos contra obispos, sacerdotes contra sacerdotes y laicos contra laicos, y esto se está verificando" .[27]

Rezad más por la Iglesia, por la Iglesia, por la Iglesia. Su situación ha abierto una herida muy grande que se agranda cada vez mas. El Corazón de Jesús y el mío sangran. Sabéis bastante, leyendo los diarios y viendo la televisión, pero la verdadera situación es mucho más grave de todo cuanto dicen..." .[28]

Continuamos oyendo hablar de que en otros sitios se aparece la Virgen. No es verdad, porque ella misma ha dicho: "Yo aparezco solo aquí y no en otros lugares, aunque digan que me ven en otras partes y tratan de copiar los mensajes" .[29]

A Marisa se le ha agravado la situación del aparato respiratorio. Recurrir al neumólogo era obligado, pero los tratamientos prescritos no han surtido el efecto deseado.

La Madre de la Iglesia ama mucho al Papa y nos dice: "Tenéis que amar al Santo Padre; sabéis como es tratado. Unos le dicen una cosa y otros otra. Sus colaboradores se pelean entre ellos y no resuelven nada. Dios sabe cómo y cuándo llamar al Papa. Sabe quien será elegido Papa. Habrán momentos muy duros y difíciles, habrán luchas entre los hombres de la Iglesia; esto ha sido anunciado en el lejano 1917 y ha sido repetido muchas veces por mi en este lugar taumatúrgico. Esto no lo dicen, el secreto de Fátima no ha sido revelado..." .[30]

Los sufrimientos para Marisa han aumentado aún más y ha vivido incesantemente la pasión. Los dolores le han hecho gemir como Cristo en la Cruz. Varias veces ha llegado al estado de inconsciencia: estaba ausente, no reaccionaba a los estímulos y perdía la vista; parecía en agonía. El Obispo la ha asistido, sufriendo, orando, viviendo la dolorosa experiencia del Getsemaní. Murmuraba, mientras las lágrimas le inundaban el rostro: "Dios mío, ¿dónde estás? ¿Por qué nos has abandonado?".

La Madre de la Iglesia ha confirmado: "Vuestra hermana sufre mucho, tiene una tarea muy difícil. Vuestro Obispo dice que tiene la Iglesia sobre sus espaldas. Es verdad que tiene la Iglesia sobre sus espaldas, pero también a los hombres de la Iglesia. En este momento las paredes son menos pesadas que los hombres de la Iglesia" .[31]

La Madre nos ha animado siempre a recorrer, sostenidos por la esperanza, el camino indicado por ella, aunque sea arduo y espinoso, porque al final obtendremos la victoria prometida por Dios: "Sé que esperáis con ansia el gran don que Dios os ha prometido. No sé cuándo llegará aquél día, pero no os desaniméis, orad y seguid adelante". [32]

"Cuando veáis a vuestro Obispo vestido con pompa magna, seréis todos felices. [33]

Nosotros sabemos el significado exacto de ciertas expresiones cuando la Virgen se refiere al Obispo y además de nosotros están al corriente de ello muchísimas personas, en Italia y en el extranjero, que no forman parte de nuestro Movimiento.

Dios ha continuado enviando al Obispo y a la Vidente en bilocación a las naciones donde hay guerra, sed, hambre, donde abunda la miseria y la enfermedad. Sin indicarnos los lugares donde han ido, la Virgen ha dicho que sus dos hijitos "por la noche van allí y por la mañana están en casa" .[34]

La Virgen ha vuelto a hablar de la gran intervención de Dios para convertir a los hombres: "Cuando llegue el momento en el que cada uno vea sus propios pecados en el alma, algunos se convertirán y otros llegarán a la blasfemia y a odiar a Dios" .[35]

También la Madre de la Iglesia nos ha recomendado que recemos juntos en familia y en la comunidad y ha añadido: "Los grandes de la Iglesia no rezan juntos o no rezan en absoluto" [36] No nos referimos a las oraciones impuestas por los rituales en ocasiones de encuentros eclesiásticos, sino de aquellos espontáneos y no obligatorios. Con ocasión de apariciones reservadas al Obispo y a la Vidente, la Madre de la Eucaristía ha hablado muchas veces de las condiciones espirituales del clero con tristeza y mucha pena. Mons. Claudio Gatti nos ha citado pocas frases de estas cartas de Dios: "Los sacerdotes continúan apuñalando el Corazón de Mi Hijo Jesús. A los sacerdotes no les importa salvar su alma ni si existe el Paraíso".

El 24 de febrero el Papa estuvo de nuevo hospitalizado de urgencia en el Gemelli y pocos días después, el 4 de marzo, Marisa estuvo hospitalizada en el Hospital de S. Pedro, en Cassia. El motivo de la hospitalización para el Papa y Marisa era el mismo: graves problemas respiratorios.

Al Papa le ha sido practicada una traqueotomía, para Maria empezó un nuevo Calvario hasta llegar, confirmado por los médicos, varias veces a las puertas de la muerte, que no ha ido más allá por intervención divina.

Marisa fue hospitalizada en el Hospital de S. Pedro del 4 al 27. Le dieron una habitación confortable. El prof. Alimonti, jefe del departamento, la ha vigilado y cuidado con competencia y afecto. El personal sanitario ha sido solvente y servicial. Sus condiciones, que eran graves desde el inicio, han tenido en vilo al Obispo y a los miembros de la comunidad. Por desgracia han empeorado después y no nos ha quedado otro remedio que confiar en la oración. El Obispo que, además de asistir a Marisa de día, se alternaba con su hermana Ana, en la asistencia nocturna, ha transcurrido la primera semana sin pegar ojo, rezando hasta el desfallecimiento. Y justo la primera semana ha coincidido con el aniversario de su ordenación sacerdotal, y la noche entera de la vigilia la ha pasado suplicando a Dios que hiciera estar mejor a su hermana.

La Madre ha reconocido que: "Mi Obispo había pedido con mucha insistencia y mucha oración una noche tranquila para su hermana, pero habéis vivido una noche de pasión. Dios lo ha querido, porque desea todavía salvar las almas y apresurar el renacimiento de la Iglesia. Habéis dado mucho a Dios y Él no lo olvida. Sentía tanta ternura por vosotros, parecíais dos corderitos dispuestos al sacrificio. Dios os ama con un amor tan grande, que ningún hombre ha sentido jamás. Ya lo sé, Excelencia, es muy duro inclinar la cabeza y decir: "Dios mío, que se haga tu voluntad"

El Obispo, después de haber celebrado la S. Misa en la habitación del hospital donde yacía Marisa (durante la celebración nadie ha venido a interrumpir el rito), se ha ido corriendo al lugar taumatúrgico, donde, en la capilla, lo esperaban los miembros de la comunidad. Ha celebrado también para ellos la S. Misa, seguida con amor, fe y emoción por todos. El 12 de marzo la situación de salud se ha reavivado, ha desencadenado una crisis cardiológica y pulmonar.

Los médicos se han apresurado para superarla, pero ha sido del todo inútil, parecía que se acercase el final, así lo ha intuido el Obispo y ha tomado la Eucaristía que tenía consigo, y la ha colocado en el corazón de Marisa. La situación ha mejorado enseguida, la Vidente ha dicho que se sentía mejor y por la noche, por primera vez, desde la hospitalización, ha dormido durante algunas horas.

Desde entonces, en los días siguientes, se han alternado muchas crisis que eran superadas, según la opinión del Obispo, por intervención de Dios, no por la seriedad y competencia profesional de los médicos.

De todos modos, Marisa estaba cada vez más cansada y probada y la Virgen repetía continuamente: "Gracias por lo que sufres por la Iglesia. El mundo se salva por los sufrimientos de un alma pequeña y sencilla".

La Madre ha estado siempre al lado de su hija y se manifestaba de improviso en los momentos en los que estaba presente en la habitación solo el Obispo. Ha ocurrido en diversas ocasiones que estos encuentros ocurriesen mientas Marisa tenía el gotero puesto. El rostro se le iluminaba, los ojos resplandecían, la sonrisa aparecía en sus labios, mientras la Madre de la Eucaristía le hablaba, como ocurrió el 22 de marzo: "Dios tiene sus planes y tú los conoces. Dios te ama inmensamente a ti y también al Obispo; se ha servido de vuestras pequeñas, grandísimas almas para salvar este mundo tan corrupto y tan sucio. Ayudadme, para que los hombres de la Iglesia se conviertan, amen a Dios y a las almas y no a sí mismos".

Se ha repetido el mismo enojoso episodio que habíamos ya señalado: la censura en lo que se refiere al Papa. El Vaticano había puesto en Internet, en su propia web, el discurso hecho por el Papa al Colegio Capranica, que terminaba con la invocación a la Madre de la Eucaristía. Poco después, y no se sabe de quién vino la orden, quitaron la referencia a la Madre de la Eucaristía, pero ha sido una movida tonta, de descuidados, porque el Osservatore Romano ya la había reproducido y ya no era posible quitarla. Todo el día del Jueves Santo el Obispo permaneció en compañía de Marisa y la Madre de la Eucaristía desde primeras horas del día hizo compañía a sus dos hijitos.

Rezó con ellos y cantó cantos alabando a la Eucaristía, al Sacerdocio. El Obispo celebró en la habitación de Marisa (num. 212) la S. Misa en la que subrayó la unión íntima entre la Víctima divina y la Víctima humana, dándole las gracias por haber ofrecido su vida a Dios por su futura misión dentro de la Iglesia.

Acabada la celebración de la S. Misa, apareció Jesús que dijo: "Mis queridos hijitos, habéis hecho muchísimo por la Iglesia, por los sacerdotes y por todos los hombres. El gran triunfo eucarístico en la Iglesia y en el mundo ha ocurrido por medio de vosotros, la Eucaristía ha triunfado por mérito vuestro" .[37]

De regreso a casa, el Obispo celebró un segunda Misa para la comunidad. Durante la celebración eucarística Nuestra Señora y S. José estaban a la derecha, y la Abuela Yolanda y Marisa, en bilocación, a la izquierda del Obispo. Detrás del celebrante estaban los últimos cuatro Papas y alrededor suyo, los ángeles y santos. En el momento de la consagración todos se postraron en adoración. El Obispo Claudio confesó que fue el más hermoso y sufrido de todos los Jueves Santos celebrados durante su vida sacerdotal, porque lo había vivido intensamente en compañía de Jesús Eucaristía, de la Madre de la Eucaristía, del Custodio de la Eucaristía y de la Víctima de la Eucaristía.

El Señor permitió a Marisa, que ama mucho a sus sobrinos, que fuera a verlos en bilocación y ha intervenido para salvar a Sara de una fea caída de un taburete. La cogió en brazos y la depositó dulcemente en el suelo.

El 27 de marzo, Sábado Santo, Marisa fue dada de alta en el Hospital. Volvió a casa muy débil.

La Vidente en la noche del Sábado Santo al Domingo de Pascua sufrió dolores tremendos en las piernas, y ni siquiera calmantes ni masajes pudieron mitigar los sufrimientos.

Marisa invocó a su madre terrena y le suplicó que se la llevara. La Abuela Yolanda fue a presentar la petición de su hija a Dios que le dijo que todavía tenía necesidad de los sufrimientos de Marisella para convertir a los hombres de la Iglesia. De todos modos envío a la Virgen junto a Marisa, que tocándole las piernas le hizo disminuir el dolor. La Vidente pudo descansar un poco, pero no tuvo la fuerza para bajar a la basílica para participar en la S. Misa de Pascua.

Jesús, en la aparición que precedió al sacrifico eucarístico, dijo a su esposa: "Marisella esta noche has sufrido mucho por la conversión de los hombres de la Iglesia. La Madre de la Eucaristía, el Obispo de la Eucaristía y la Víctima de la Eucaristía existen por la Eucaristía; si no estuviese la Eucaristía, vosotros no seríais nada. Todo está en función de la Eucaristía, todo parte y todo lleva a la Eucaristía" .[38]

El Obispo del amor, como lo llama la Madre de la Eucaristía, nos ha dicho que para él hablar de lo que ha ocurrido en el mes de abril es muy difícil, porque no puede reformar las cartas de Dios, tiene que callar noticias que por ahora necesita guardar celosamente, defender la verdad sin sustraerse a las propias responsabilidades y evitar preocupaciones a las personas que leen ciertas afirmaciones.

Al final de marzo se agravaron las condiciones de salud de Juan Pablo II. Desde hacía muchos días los diarios, la radio y la televisión no hacían más que hablar del Papa. Marisa, que en bilocación fue diversas veces a ver al Papa durante las dos últimas hospitalizaciones en el Gemelli, durante días estuvo siempre en bilocación, constantemente al lado de su cama. Contó al Obispo el curso de la enfermedad del Pontífice, al que asistía, pero sobre todo lo que pensaba Juan Pablo II. Este no es el lugar ni el momento para revelar todo lo que ocurrió en la habitación del Pontífice, pero es legítimo hacerse preguntas:

En los últimos días, Juan Pablo II, ¿estuvo en estado consciente o inconsciente?

¿Pronunció verdaderamente lo que le atribuyen?

¿Murió el primero de abril o el día 2?

Si murió el día uno, ¿por qué han retrasado veinticuatro horas el anuncio de su muerte?

¿A quien ha beneficiado el retrasar el anuncio de su muerte?

Por ahora podemos decir que el Papa ha visto y reconocido a Marisa, a la que ha dicho: "Reza y sufre por la Iglesia. La Iglesia renacerá de la sangre de sus hijos, de manera particular del tuyo y de la del Obispo ordenado por Dios".

El Papa ha rezado junto a Marisa y ha muerto estrechándole la mano. La Virgen estaba presente en el momento de la muerte de su hijo predilecto. La Madre de la Eucaristía y Marisa han acompañado a Juan Pablo II a la Casa del Padre.

La radio y la televisión, que han interrumpido los programas, han anunciado: "A las 21:37 horas del 2 de abril ha muerto Juan Pablo II".

Marisa ha continuado sufriendo muchísimo en cada parte del cuerpo y ha pasado las noches insomne. La vida se le escapaba y ha dicho al Obispo que, antes de morir, le escribiría todos los nombres de los eclesiásticos inscritos en la masonería.

Jesús, la Virgen, S. José, la Abuela Yolanda se le han manifestado varias veces al día para ayudarla a superar los momentos críticos.

El 7 de abril estaba tan probada y agotada que hablaba con fatiga y con un hilo de voz, por lo que no pudiendo transmitir por radio la carta de Dios, la ha dictado al Obispo que la ha leído a la comunidad .

La Virgen ha hablado del Papa difunto: "Habéis perdido a una persona querida por todo el mundo: el Papa Juan Pablo II. Tenéis que pensar que estaba gravemente enfermo y era muy anciano. Ha dado todo de sí mismo por la Iglesia. Por desgracia muchos prelados han tergiversado sus enseñanzas y las han desviado del camino recto".

Marisa ha dictado también al Obispo una carta testamento para todos los miembros de la comunidad, jóvenes y adultos, que transcribimos íntegramente:

"Queridos hermanos y hermana, no tengo palabras para daros las gracias por todas las oraciones que habéis hecho por mi; no creo que merezca tanto.

Mi testamento es que os améis los unos a los otros. No tenéis que amar sólo a las personas simpáticas, sino a todos, porque Dios ama a los buenos y a los malos.

Espero que al menos pueda estar aún otra vez con vosotros para daros las gracias en persona. Nuestra Madre repite siempre: "Amemos y amémonos", sólo el amor lo vence todo y nos lleva al Paraíso.

Yo también he rezado y sufrido por vosotros, por vuestras familias y continuaré haciéndolo. Sufro y ofrezco a Dios.

No me cansaré nunca de repetiros: amaos y respetad a nuestro Obispo; Dios no podía darnos un don más grande.

No oréis por mi curación, sino por mi partida, porque estoy cansada de sufrir. Si Dios quiere que vaya al Paraíso, continuaré orando por vosotros, pero sobretodo por mi Obispo, mi padre, mi hermano, mi amigo.

Una vez más, gracias. Adiós a todos".

El día 8 de abril se celebraron el la plaza de S. Pedro, los funerales solemnes de Juan Pablo II. Ya que los diarios han hablado detalladamente y la televisión ha transmitido las imágenes, sólo añadimos que al lado del ataúd del Papa estaban Jesús, la Virgen, S. José, Marisa en bilocación, los ángeles y algunos santos.

Ha continuado el Vía Crucis de Marisa; cada día y varias veces al día han surgido graves problemas de salud y vivir, para ella, ha convertido cada momento en más duro y difícil.

Antes del cónclave, la Madre de la Eucaristía, nos ha dirigido esta petición: "Orad por el nuevo Papa, para que gobierne la Iglesia de una hermosa manera, pura e inmaculada".[39]

Recordad que si el Espíritu Santo no interviene, el que será elegido Papa, no será ciertamente el que quiere Dios y el que quería vuestro Papa, Juan Pablo II" . [40]

Por otra parte la Madre de la Iglesia nos ha comunicado que: "El 18 de abril empieza el cónclave y vosotros no podéis imaginar cuantas luchas hay entre los cardenales y cuantas miserias hay en ellos. Es un momento difícil, de gran sufrimiento. Hay una lucha continua entre las personas que están colocadas en los altos cargos, una competición tremenda entre los cardenales porque cada uno quiere su Papa, cada uno quiere mandar".[41]

Nuestra comunidad ha respondido con entusiasmo al encarecido llamamiento materno de orar por el nuevo Papa. Hemos hecho muchas veces la adoración eucarística, recitado el S. Rosario, participado en la S. Misa y Comulgado según los deseos de la Madre de la Iglesia. Por otro lado hemos añadido ayunos, florilegios y sacrificios siempre por el mismo motivo.

El día 19 de abril se ha elevado el humo blanco de la chimenea de la Capilla Sextina y poco después el card. Protodiácono ha anunciado que había sido elegido Papa el card. Ratzinger que había tomado el nombre de Benedicto XVI. La Madre Celeste ha dicho a sus dos queridos hijitos: "Tengo que decir que una vez más Dios os ha pedido una gran prueba, bastante dura y pesada. ¿Por qué lo ha hecho Dios? No podéis saberlo, pero es cierto que no os abandonará, vosotros lo sabéis, espera los momentos favorables para intervenir y espera la conversión de los grandes hombres de la Iglesia. El que paga por todo esto es vuestro Obispo y vuestra hermana. Orad por la conversión del Papa y de los otros grandes prelados".[42]

La Madre de la Eucaristía ha hecho saber: "Vuestra hermana sabía desde hacía tiempo, por revelación sobrenatural, quien sería elegido Papa y se lo ha comunicado a vuestro Obispo. También otros, especialmente extranjeros, sabían desde hace años, pero no de lo alto, quien sería elegido. Meditad sobre esto". [43]

Los dos hijitos, Claudio y Marisa, han recibido en los días sucesivos al cónclave, mensajes secretos de la Virgen, de Jesús y del Espíritu Santo sobre la situación actual y futura de la Iglesia que implica y se refiere a nuestro Obispo.

Marisa ha continuado sufriendo la pasión, a veces el dolor era tan fuerte que le temblaba todo el cuerpo.

El inicio del mes de mayo ha sido para Marisa particularmente probado y sufrido. Sus condiciones de salud eran muy críticas y la doctora Selenia, la sobrina que la cuida, no excluía una nueva hospitalización.

El 1º de mayo tres parejas de nuestros jóvenes, durante la S. Misa, se han prometido, y con ello se han comprometido a prepararse para el matrimonio del mejor modo. Marisa no estaba presente en la ceremonia. Su hilo de voz apenas se sentía cuando transmitía la carta de Dios. Era breve, contenía las felicitaciones para los jóvenes. La Madre Celeste ha hecho saber que las parejas se habían formado "por las oraciones y sufrimientos de la Vidente". Los jóvenes interesados han comprendido exactamente lo que la Virgen ha dicho.

El Obispo, que durante la S. Misa, ha rezado muchísimo por su hermana, cuando ha subido a la habitación de Marisa, con sorpresa y alegría ha visto que estaba mejor. La doctora Selenia ha confirmado la mejora; Dios ha intervenido para que no fuera hospitalizada, porque habría sido inoportuno y contraproducente para ella.

Tal como ha intervenido esta vez, Dios intervendrá muchas otras veces, no sólo para evitar la hospitalización, sino también para impedir que muera, como ha ocurrido apenas algunos días después. El Paraíso entonces bajó al lecho de Marisa: Jesús, la Virgen, S. José, la Abuela Yolanda, los ángeles, los Santos, los últimos Papas y los sobrinos han vigilado y orado por ella. Juan Pablo II, al que Marisa había asistido en bilocación, durante los últimos días de su vida, la estrechaba la mano, sin decirle nada. La Madre de la Eucaristía ha hablado y ha dicho a su hija: "Ángel mío, estos sufrimientos son para la Iglesia y para la conversión del Papa, de los cardenales, de los obispos y de los sacerdotes. Dios Padre te pide la inmolación total.

Habrá todavía momentos dolorosos y mi Obispo tiene que vivirlos serenamente, porque Nosotros te los haremos superar. Tu salud va empeorando cada vez más".

Juan Pablo II había muerto hacía poco más de un mes y la Madre de la Iglesia nos ha hecho saber que los hombres de la Iglesia hablaban mal de él y le dirigían feroces críticas y también a Benedicto XVI.

"Los hombres de la Iglesia hacen competiciones a ver quien habla peor el uno del otro. Juan Pablo II está aquí a mi lado. Está triste por todas las maldades que se dicen en contra suya y por el daño que continúan haciendo los cardenales y los obispos, que dicen que aman a Dios y sin embargo no aman a nadie. No os maravilléis si digo que recéis por la conversión del S. Padre, también él es un hombre" .[44]

Marisa no ha dejado de vivir la pasión ni si quiera un día: durante uno de estos tremendos momentos el hijo Claudio se ha lamentado así con la Madre del Cielo: "Tu has asistido a la pasión y muerte de tu Hijo una sola vez, yo he asistido a la de mi hermana muchas veces y no puedo más viéndola sufrir". he aquí la respuesta: "Hijo mío, yo estoy siempre al lado de Marisa cuando vive la pasión y a tu lado para ayudaros a ambos a hacer la voluntad de Dios".

Nuestra Madre Celeste ha continuado informándonos sobre la situación del vértice de la iglesia: "Un Papa muerto y ya en el Paraíso es criticado por lo que ha hecho; otro Papa, acabado de elegir, trata por todos los medios de imponerse a la atención de todos los fieles, para que se dirijan a él. No podéis ni siquiera imaginar lo que puede ocurrir: luchas en la Iglesia, los cardenales que se pisotean y los obispos que se vienen abajo. La búsqueda del poder va siempre a la vanguardia de todo". Después dirigiéndose a nosotros ha dicho: "Vosotros estáis impacientes como lo estoy también yo, de que vuestro Obispo sea reconocido por el Papa. A veces esta jornada grandiosa se acerca, a veces se aleja, como ahora: al Papa le hace falta que se le hagan muchas correcciones, en todo y por todo. No os dejéis engañar por tanta gente que va a S. Pedro. No sabéis lo que hay dentro de aquél que ha sido elegido Papa". En fin estas han sido las palabras dirigidas a nuestro Obispo: "Al menos tu, Excelencia, no te tienes que abatir si vuestra situación no se arregla. ¿Como se puede arreglar? ¿Quieres ir enseguida dentro de la cueva de vívoras o quieres estar todavía donde estás para ayudar a la Iglesia a renacer?.

Cuando te quedes solo, y tu hermana vuele al Paraíso, llegarás donde ya sabes. Al principio, tu trabajo será muy difícil y comprenderás porque Dios ha esperado tanto".

Todo esto es lo que la Madre de la Eucaristía ha comunicado a toda la Iglesia, durante la importantísima aparición del 8 de mayo del 2005. Invitamos a todos a leer la carta particular de Dios con respeto y sin juzgar.

El 13 de mayo, Marisa cumplió 50 años de sus bodas místicas con Jesús. Hubiera querido celebrar este importante aniversario en el silencio y reservadamente, como ha subrayado la Virgen: "Ninguno de vosotros sabe que hoy Marisella celebra las bodas de oro: 50 años de dedicación a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo. Es una gran alegría para Nosotros en el Paraíso tener almas que durante 50 años han ofrecido su vida a Dios, se dedican a Él y lo aman. Sólo Dios, vuestra hermana y Su Excelencia saben lo que ha sufrido, cuanto ha sufrido Marisella y cuanto silencio ha habido en torno a ella".

Jesús se ha dirigido a Marisa de modo dulcísimo: "Yo soy tu amado esposo. Ven, dilecta, entre mis brazos y te llevaré conmigo a las alturas estupendas del Paraíso".

La situación de la Iglesia les preocupa sobre manera a Jesús y a la Virgen. El Cabeza y Fundador de la Iglesia nos ha dirigido un acalorado llamamiento: "Tenéis que salvar a la Iglesia, conseguiréis salvarla si oráis, os amáis y continuáis haciendo adoración Eucarística y ayuno". [45]

La Madre de la Iglesia nos ha hecho saber que: "La situación de la Iglesia continúa empeorando. Los eclesiásticos hablan continuamente y es difícil creer cuanto dicen. ¿Cuándo saldrá la verdad? ¿tendrá que hablar Dios en persona para que salga? Hablan del secreto de Fátima y no dicen la verdad". [46]

El 24 de mayo, fiesta de María Auxiliadora, los sastres de la comunidad han entregado al Obispo la sotana confeccionada por orden de Dios. El Obispo se pondrá esta sotana cuando Dios haya obtenido la victoria sobre sus enemigos en el interior de la Iglesia.

El 28 de mayo a Marisa se le han abierto los estigmas de las manos y de los pies y las heridas de la frente y del costado. Cuando el Obispo ha sido avisado ha acudido inmediatamente, ha visto en el suelo un mar de sangre y ha sentido el perfume que emanan los estigmas cuando se abren y sangran.

Con ocasión de la fiesta del Corpus Domini, ha aparecido Jesús que nos ha hablado de la Eucaristía y ha afirmado: "Mis dos hijitos han salido adelante durante todos estos años porque, Yo, Jesús, entrando en sus corazones, les he dado la fuerza para luchar contra todos. Vosotros sabéis que su sufrimiento es grande; si no Me hubiesen recibido a Mi, Jesús Eucaristía, no habrían podido llevar adelante la misión" .[47]

Durante el mes de mayo, Dios y la Virgen han entregado "a sus dos hijitos" mensajes secretos. Nosotros solo sabemos que hacen referencia al futuro de la Iglesia y al del Obispo.

En tono menor, sin solemnidad, por motivo de las precarias condiciones de Marisa y del agotamiento del Obispo, hemos clausurado el mes de mayo que "ha sido muy difícil y penoso para el Obispo y la Vidente que sufren por culpa de las personas que no aman, especialmente a causa de los parientes. Mis parientes también me han dicho a mi palabras nada bonitas" .[48]

El mes mariano se ha concluido con el apesadumbrado llamamiento de la Madre Celeste: "Hijos míos, orad mucho por el nuevo Papa y por los obispos, para que puedan salvar la Iglesia, de otro modo todo recaerá sobre las espaldas de vuestro Obispo" .[49]

A nuestro Obispo, se han dirigido para desahogarse y para encontrar palabras de consuelo, diversos sacerdotes injustamente suspendidos a divinis por sus obispos. La Madre de los sacerdotes ha hablado de estos hijos golpeados "por venganza y por despecho de los obispos". Nadie mejor que Mons. Claudio Gatti, que también él ha sido suspendido a divinis primero y reducido al estado laical después, como ya es sabido, puede comprender a estos hermanos. Sus condenas han sido juzgadas por Dios de "injustas e inválidas".

El 5 de agosto ha ocurrido un hecho que ha tenido para Marisa consecuencias extremadamente dolorosas. Es necesario hacer antes una introducción. La Madre de la Eucaristía había ordenado a Marisa que tuviera siempre consigo la Eucaristía, porque éste era el único modo de impedir a los demonios que la golpearan. Desde entonces Marisa guardaba un pequeño fragmento de la hostia en un minúsculo corazón de oro. La Eucaristía era sustituida periódicamente, porque, sometida al sudor y calor del cuerpo y sobre todo al calor del agua caliente usada para lavarse, se consumía.

Todos saben que cuando la especie eucarística está consumida, la presencia real de Jesús, cesa, como ocurre con la S. Comunión.

Pues bien, ya que no se había previsto con el tiempo suficiente el sustituir la Eucaristía ya consumida, los demonios aprovecharon el momento favorable para ellos y asaltaron a la Vidente con odio y rabia.

La arrojaron por el suelo y la golpearon en todas las partes del cuerpo, especialmente en las piernas ya torturadas, con ferocidad inaudita. La habrían ciertamente matado, si Dios no hubiese mandado a los ángeles a expulsarlos.

Cuando el Obispo acudió, reclamado por los fuertes lamentos de la Vidente, vio a Marisa tendida en el suelo del baño. La ha levantado, ayudado por un miembro de la comunidad, pero poco después ha sabido que habían sido los ángeles los que habían levantado a Marisa.

Es normal preguntarse: ¿Por qué Dios no ha intervenido antes? Hay sólo una respuesta: ha pedido a Marisa un nuevo y gran sufrimiento para salvar a las almas.

Cuanto más pasaban los días, más hematomas le salían y aumentaba el dolor. "Marisella, acuérdate que si hubieses tenido la Eucaristía te habrías salvado, pero la Eucaristía se había consumido y ha sucedido lo que ha sucedido. Tu cuerpo está martirizado por todas partes", así le había dicho la Virgen.[50] En su cama, para intentar remediar y aliviar sus numerosos, graves y grandes dolores, se alternaron además del médico de base, numerosos especialistas: el estomatólogo, el neumólogo, el cardiólogo, el dermatólogo, el angiólogo y el otorrino. La Madre ha dicho a su hija: "Marisella, tu estás pasando un período bastante arduo y difícil y lo ofreces todo por la salvación de las almas. Tienes dolores en los pies, en las manos, en la cabeza, en la espalda, en el costado: todo tu cuerpo está martirizado, pero nadie puede comprender hasta qué punto" .[51] Ha continuado también viviendo la pasión de manera particularmente dolorosa. A veces la simultaneidad de los dolores naturales y sobrenaturales causaba a Marisa una postración tal que yacía sobre su lecho como muerta. No respondía a los estímulos externos, giraba la mirada en el rostro y no era capaz de pronunciar ni siquiera una palabra. El Obispo, que no se ha alejado nunca de su habitación, la miraba empalidecido y, mientras oraba intensamente, ha preguntado a Dios: "Dios mío, ¿por qué tanto sufrimiento? ¿No ves cuánto padece mi hermana? ¿No ves que yo estoy agotado y sin fuerzas?" Esta es la respuesta: "Así, Marisella, ha convertido a muchas religiosas, religiosos, sacerdotes, obispos y cardenales".

El día 11 de junio celebramos el quinto aniversario del milagro eucarístico, ocurrido durante la S. Misa en las manos del Obispo ordenado por Dios. La Madre de la Eucaristía nos ha hecho saber que: "Los sacerdotes delante de los fieles dicen una cosa y entre ellos dicen otra. Ellos creen en todo lo que ha ocurrido en el lugar taumatúrgico, pero no quieren dar satisfacción y tienen miedo de que todo el pueblo vaya detrás de vuestro Obispo". Ha añadido también: "Vosotros no os dais cuenta de cuantas personas roban lo que vuestro Obispo dice, lo que la Vidente dice cuando os comunica la carta de Dios. Roban vuestras poesías y oraciones, las catequesis y las homilías del Obispo, pero mis dos hijos son buenos, no dicen nada, dejan que hagan, porque saben que el buen tiempo, el tiempo de verano llegará y entonces será muy difícil que estas personas se conviertan" .[52]

La Madre de la Eucaristía ha informado siempre "a sus dos queridos hijitos" de lo que ocurre en el Vaticano y les ha hecho saber que Benedicto XVI había tenido recientemente una crisis cardiaca, pero de ésta no habían sido informados los medios de comunicación. La edad avanzada y la salud débil hacen pensar que Benedicto XVI no reinará durante mucho tiempo.

¿Quién será el sucesor? Sabemos que en el Vaticano han empezado ya las grandes maniobras para elegir al sucesor de Benedicto XVI, pero esta vez las maniobras de los hombres serán desbaratadas por Dios.

La Madre de la Iglesia, ha indicado al Obispo y a la Vidente, desde hace mucho tiempo, quien será el futuro Papa y qué nombre tomará, durante las apariciones reservadas. A nosotros, durante las apariciones públicas, nos ha dado muchos elementos para determinar quien será el próximo Cabeza de la Iglesia. Helos aquí: Nuestra Señora: "Marisella, ofrece tu gran sufrimiento por la Iglesia y por el Obispo, que en el futuro tendrá mucho que hacer. Espero que vosotros jóvenes estéis a su lado, porque tendrá necesidad de vosotros. Cuando Don Claudio subirá a las alturas estupendas y tu, Marisella, volarás donde Dios quiere, será todo hermoso, satisfactorio y vosotros estaréis contentos" .[53]

Dios Padre: "Cuando lleve conmigo a vuestra hermana a las alturas estupendas, vuestro Obispo subirá a alturas vertiginosas" .[54]

Nuestra Señora: "Amad como ama mi Obispo, el que ha sido ordenado Obispo por Dios. Un mañana, ¿dónde subirá? Esperad que suba aún más en la jerarquía, por esto tenéis que amarlo y rezar por él" .[55]

El año social, un año de sufrimiento, de tribulación, pero también de alegría, ha terminado con una orden de la Virgen a nuestro Obispo: "Tendrás que escribir, no enseguida, pero sí en el futuro, una carta a Benedicto XVI. Por ahora reza, reflexiona y piensa en lo que tendrás que escribir. Como de costumbre te ayudaré y te inspiraré, para que puedas cumplir del mejor modo, la orden de Dios".

A diferencia de cuanto ha ocurrido en los años precedentes al empezar el mes de julio, este año el Obispo y la Vidente no han podido dejar Roma para ir a un lugar más fresco a causa de las precarias condiciones de Marisa, que le impedían afrontar incluso el viaje más pequeño. Por otra parte tenía que ser vigilada por varios doctores que todavía no la autorizaban a marchar, porque decían: "El viaje sería muy arriesgado"

El 7 de julio celebramos la onomástica de Don Claudio. La Virgen apareció para felicitarle y precisar que Dios deseaba que nuestro Obispo fuese llamado así: San Claudio mártir.

El 13 de julio, la Madre se ha dirigido a su hija y le ha dicho: "Querida Marisella, dulce criatura del Cielo, dulce criatura que vives en el mundo de Dios, tu eres un ángel en el Paraíso de Dios, el más grande, el más hermoso y el más santo. Ningún santo ha sufrido como tu".

Después de muchos años, Mons. Claudio y Marisa han recordado el aniversario de su encuentro, el treinta y cuatro avo, en Roma. Fue un triste aniversario, a causa de las condiciones de salud de la Vidente, todavía muy críticas que, por debilidad, se amodorraba a menudo, no comía nada y solo era capaz de beber un poco.

Hablando de Marisella, la Virgen ha dicho: "La salud de vuestra hermana declina, la enfermedad es grave. Es cierto que no sanará: rogad para que tenga la fuerza de andar y tomar un poco el fresco. En el Paraíso hay gran fiesta por ella y por vuestro Obispo por sus 34 años de vida comunitaria de sufrimiento, de amor y de oración" .[56]

También Dios Padre se ha manifestado para dar las gracias al Obispo y a la Vidente por cuanto estaban haciendo y sufriendo por el renacimiento de la Iglesia y ha prometido a Marisella: "Hijita mía, quiero ayudarte a superar este momento de gran dolor. Tu sabes que no te curarás, pero con la ayuda de los que están en el Paraíso conmigo, pequeños y grandes, tendrás la fuerza de seguir adelante. Tu serás ayudada hasta el final. Ayudaré a mi Obispo y a ti a estar bien aquel poco que hace falta. No os dejaré solos, hijos míos, ánimo y valor. Yo soy Dios y lo que prometo lo cumplo" .[57]

Las palabras de Dios se comprenden mejor si se conoce una importante escena anterior: la gran renuncia que el Obispo había hecho cuando había comprendido que su hermana estaba al final de la vida. Sin decir nada a nadie, en una cálida y conmovedora oración dirigida a Dios había renunciado a ascender a las alturas vertiginosas, tantas veces anunciadas por Dios, con tal de que Marisa no muriese y pudiese estar mejor.

De hecho, la Virgen ha revelado que: "Vosotros no lo sabéis, pero vuestro Obispo ha renunciado al... con tal de tener a Marisa todavía en la Tierra durante el tiempo que hace falta. Esto es un gran don de amor, pero Dios no lo escuchará" .[58]

Como han prometido de lo Alto, Marisa ha mejorado aquel poco, por el cual los médicos la han autorizado a ir a la montaña, con todas las precauciones necesarias.

El Obispo y la Vidente ha vuelto a Frontignano a la misma casita que ocuparon el año anterior.

La última semana de julio transcurrió entre problemas y tormentos. Marisa sufría mucho durante el día y muchísimo durante la noche, que pasaba, sin cerrar lo ojos, en compañía del Obispo. Se unían a ellos también algunos jóvenes que se habían quedado para ayudarlos y se alternaban orando y cantando. A menudo venía la Virgen para consolar y animar "a sus dos hijitos que llevan sobre sus espaldas una pesada cruz".

Los días de padecimiento para Marisa y Don Claudio se han prolongado también durante el mes de agosto.

Los peores momentos, en los que la extrema debilidad de Marisa y el agotamiento del Obispo llegaban al máximo, ocurrían de noche. ¡Cuántas noches han transcurrido Mons. Claudio y Marisa sufriendo, gimiendo y orando!

Una vez, no siendo ya capaces de ver a Marisella sufrir tan duramente y dándose cuenta de que estaba sucumbiendo bajo el peso del cansancio, el Obispo ha gritado: "Dios mío, ¿dónde estás? ¡Ayúdanos!". El Padre Celestes ha respondido: "Os estoy ayudando y no os dais cuenta". Jesús y la Virgen han estado al lado de Marisa y de Don Claudio, con los que han tenido frecuentemente coloquios afectuosos. Transcribimos, con el permiso del Obispo, algunos párrafos de uno de estos encuentros celestiales.

Marisa: "Jesús, mi esposo dilecto, me has escogido entre tantos hombres. Desde niña y hasta ahora te he dicho siempre que sí. No creía que tenía que sufrir tanto; ayúdame en este largo calvario, ya no puedo más sufrir tanto. Jesús, ¿te das cuenta que junto a mi haces sufrir al Obispo? No quiero ver su extenuación; lo habéis agotado. Todos se han dado cuenta que ya no tiene fuerzas".

"Jesús, no quiero venir a gozar del Paraíso, quiero continuar sufriendo en la Tierra junto a mi hermano. Son 34 años que estamos juntos, pero es desde mi nacimiento que me has hablado de él. Lo he visto nacer, he orado y sufrido mucho por él. Ha abrazado la misión con mucho amor. Yo tenía que sufrir penas y él tenía que triunfar en medio de la gente. ¿Por qué lo habéis ordenado Obispo? ¿Para hacerle sufrir? Ha padecido siempre. Vosotros queréis mandarlo al... No, no, yo no lo mando. No quiero que vaya a aquella madriguera de lobos, a aquella cueva de víboras, en medio de personas que no aman la Eucaristía, ni a tu Madre ni a las almas, porque se aman sólo a sí mismos, el poder, la riqueza y el sexo".

Jesús: "Mis queridos hijitos, Yo os amo mucho. Dulce Marisella, entiendo tu amargura, entiendo tu sufrimiento, pero tu sabes que Dios te ha escogido, como ha escogido a otras personas, pero ninguna ha aceptado, porque todos pensaban en vivir bien, en las ganancias, en sobresalir y ser importantes. No es verdad que no te queramos. No puedes decirle a tu Obispo que renuncia al.... Ahora, Marisella, trata de descansar tranquila, verás como descansarás un poco"

Al final del mes de agosto, por orden del Señor, Marisa ha ido a ver a un sacerdote, del que, por el momento, callamos el nombre por motivos de prudencia y reserva. Podemos decir sólo que es un óptimo sacerdote, que ama mucho a Dios y a las almas, es muy buscado por las personas y por esto es perseguido por la envidia y los celos de los hermanos. Ha hablado de buena gana con Marisa, ha escuchado con humildad y reconocimiento cuanto le decía y le ha hecho muchas preguntas, porque ha comprendido que se encontraba ante una vidente.

Mientras los dos hablaban, el Señor ha hecho comprender a Mons. Claudio Gatti que aquel sacerdote sería el primer Obispo que ordenaría, cuando subiría a las alturas estupendas.

El 3 de septiembre hemos hecho la peregrinación al segundo lugar taumatúrgico, a la Fuente de S. Lorenzo, en las Marcas, donde el Obispo y la Vidente habían llevado a cabo la primera actividad formativa en beneficio de los jóvenes difíciles.

Los miembros de la comunidad de Roma y de otras comunidades de fuera de Roma, junto a algunos extranjeros de Albania, Eritrea y Rumania y algunos italianos, invitados por nuestros hermanos y hermanas, han salido de sus diversas localidades y han alcanzado en Frontignano a Mons. Claudio y Marisa, porque la Vidente, a causa de sus difíciles condiciones, no podía ir a Fuente S. Lorenzo. Los peregrinos se han recogido en el jardín de la casita en la que se hospedaba la Vidente y después del S. Rosario han recibido una importante carta de Dios. Al inicio de la aparición Marisa ha presentado a la Virgen la carta escrita por el Obispo al Papa, por orden del Señor. Tal carta publicada ya en nuestra Web, está también relacionada en este volumen, como anexo. También la Santísima Trinidad se ha manifestado y ha bajado en medio de sus hijos para bendecirlos.

Terminada la aparición, todos los peregrinos se han desplazado al segundo lugar taumatúrgico, donde el Obispo ha celebrado la S. Misa para ellos.

Ya que en el primer lugar taumatúrgico, en Roma, estaban haciendo trabajos de limpieza y pintura en algunos lugares de la casa y rehaciendo la pared del cercado, Mons. Claudio y Marisa se han visto obligados a aplazar el regreso a Roma y no pudiendo permanecer por mas tiempo en la montaña a causa de la temperatura, que había disminuido notablemente, se desplazaron al mar, a Alba Adriática.

Todos esperaban que a Marisa el clima marino le reportara beneficios, pero, por desgracia, no ha sido así.

Las condiciones de salud de Marisa han empeorado aún más y Mons. Claudio ha llamado al doctor para someter a la Vidente a una visita médica. La respuesta del médico ha sido estremecedora: "Tiene dificultades respiratorias y el corazón débil; tiene que ser hospitalizada urgentemente".

Pero la hospitalización ha sido contraproducente para ella, así que el Obispo la ha hecho hacer una radiografía a los pulmones y un electrocardiograma. Realizados los reconocimiento médicos, la Virgen le ha dicho a su hija: "No te preocupes, todo está bien". Los partes médicos, para nuestro gran alivio, han confirmado lo que Madre Celeste había dicho. La Virgen ha estado siempre al lado de su hijita, y un día paseando a lo largo del mar, se levantó de improviso un viento gélido, y Ella la ha protegido del frío, cubriéndola con su manto.

El Señor ha mandado a sus dos hijitos, durante los meses de verano, muchas veces en bilocación a los países pobres y donde había guerra para asistir a los que sufrían, a los niños, a las madres y a los heridos.

Dios Padre ha preservado una vez más la vida a Marisa, pero no le ha quitado nunca los sufrimientos, que a veces eran tan espasmódicos que le quitaban la vista. En aquellos casos el Obispo, después de haber orado, colocaba la Eucaristía sobre los ojos de su hermana y decía: "Jesús Eucaristía, te lo ruego, restituye la vista a tu esposa" y Marisa volvía a ver inmediatamente.

El 22 de septiembre mientras preparaba la ropa blanca, Marisa vio un cabello oscuro en forma de M que destacaba sobre la blancura de la sábana y con gesto espontáneo estaba a punto de quitarlo, cuando ha oído a la Virgen que le decía: "¿Por qué lo quitas? Es un cabello mío que te doy a ti y al Obispo". El Obispo a continuación ha engarzado el cabello en su anillo episcopal.

Finalmente los trabajos de la casa han acabado y el Obispo y la Vidente han vuelto a Roma, esperados con los brazos abiertos por todos los miembros de la comunidad.

Roma, 24 octubre 2007

Fiesta de la Madre de la Eucaristía

A cargo del Comité Cultural del Movimento Impegno e Testimonianza - Madre dell'Eucaristia


Aquí se citan las cartas de Dios de las que se han trascrito los fragmentos contenidos entre comillas

[1] Carta de Dios del 19 Septiembre 2004

[2] Carta de Dios del 26 Septiembre 2004

[3] Carta de Dios del 28 octubre 2004

[4] Carta de Dios del 4 noviembre 2004

[5] Carta de Dios del 6 noviembre 2004

[6] Carta de Dios del 2 noviembre 2004

[7] Carta de Dios del 11 noviembre 2004

[8] Carta de Dios del 18 noviembre 2004

[9] Carta de Dios del 21 noviembre 2004

[10] Carta de Dios del 4 diciembre 2004

[11] Carta de Dios del 4 diciembre 2004

[12] Carta de Dios del 4 diciembre 2004

[13] Carta de Dios del 8 diciembre 2004

[14] Carta de Dios del 9 diciembre 2004

[15] Carta de Dios del 12 diciembre 2004

[16] Carta de Dios del 26 diciembre 2004

[17] Carta de Dios del 26 diciembre 2004

[18] Carta de Dios del 1° enero 2005

[19] Carta de Dios del 1° enero 2005

[20] Carta de Dios del 10 enero 2005

[21] Carta de Dios del 16 enero 2005

[22] Carta de Dios del 16 enero 2005

[23] Carta de Dios del 30 enero 2005

[24] Carta de Dios del 2 enero 2005

[25] Carta de Dios del 16 enero 2005

[26] Carta de Dios del 9 febrero 2005

[27] Carta de Dios del 9 febrero 2005

[28] Carta de Dios del 11 febrero 2005

[29] Carta de Dios del 9 febrero 2005

[30] Carta de Dios del 11 febrero 2005

[31] Carta de Dios del 13 febrero 2005

[32] Carta de Dios del 23 febrero 2005

[33] Carta de Dios del 13 febrero 2005

[34] Carta de Dios del 13 febrero 2005

[35] Carta de Dios del 20 febrero 2005

[36] Carta de Dios del 20 febrero 2005

[37] Carta de Dios del 24 marzo 2005

[38] Carta de Dios del 27 marzo 2005

[39] Carta de Dios del 10 abril 2005

[40] Carta de Dios del 14 abril 2005

[41] Carta de Dios del 14 abril 2005

[42] Carta de Dios del 21 abril 2005

[43] Carta de Dios del 24 abril 2005

[44] Carta de Dios del 7 mayo 2005

[45] Carta de Dios del 15 mayo 2005

[46] Carta de Dios del 22 mayo 2005

[47] Carta de Dios del 29 mayo 2005

[48] Carta de Dios del 31 mayo 2005

[49] Carta de Dios del 31 mayo 2005

[50] Carta de Dios del 11 junio 2005

[51] Carta de Dios del 11 junio 2005

[52] Carta de Dios del 12 junio 2005

[53] Carta de Dios del 19 junio 2005

[54] Carta de Dios del 20 junio 2005

[55] Carta de Dios del 29 junio 2005

[56] Carta de Dios del 15 julio 2005

[57] Carta de Dios del 15 julio 2005

[58] Carta de Dios del 17 julio 2005


Anexo

Esta carta ha sido escrita por S.E. Mons. Claudio Gatti al Papa por orden del Señor, pero no ha sido entregada al ilustre destinatario. Sin embargo ha sido leída por sacerdotes, obispos y cardenales que trabajan en el Vaticano; muchos de estos han formulado juicios positivos y pronunciado palabras de consideración respecto al Obispo ordenado por Dios. Esperemos que alguno de estos eclesiásticos al que no le interese la carrera y el poder, tenga la fuerza y el valor de informar al S. Padre de la existencia de esta carta, cuyo contenido es muy importante para el presente, pero sobre todo para le futuro de la Iglesia.

Beatísimo Padre,

Ciertamente V.S. conoce mi caso, porque ha tenido en él un papel importante y decisivo cuando era Prefecto de la Sagrada Congregación de la Fe.

Soy Claudio Gatti, el Obispo ordenado por Dios y me dirijo al actual Cabeza visible de la Iglesia, para que escuche todo lo que en el pasado no me fue permitido exponer a la Autoridad Eclesiástica.

V.S. sabe muy bien que fui reducido al estado laical sin ser sometido al proceso regular. El Card. Ruini se limitó a comunicarme que esta dolorosa decisión había sido firmada por Juan Pablo II, durante una audiencia concedida al entonces Prefecto del ex Oficio.

Me parece imposible, más bien absurdo, que el Papa que tiene el deber de hacer respetar las leyes de la Iglesia, haya firmado el documento de mi dimisión del estado clerical, sin haber tramitado primero todo lo que establece el C.I.C.

Por otra parte me he preguntado muchas veces porque no me ha sido reconocido el derecho de defenderme y no se me ha comunicado nunca la causa de mi condena.

En la decisión de reducirme al estado laical han estado involucrados dos Papas, pero probablemente su predecesor y V.S. no han sido bien informados sobre mi caso por quien tenía el deber de hacerlo.

Nuestra Señora ha revelado que haber reducido al estado laical al Obispo ordenado por Dios es un grave error que, si no se corrige, causará en la Iglesia un grave escándalo.

De hecho, su sucesor del cual, no sólo yo, sino también otras personas conocen, por revelación sobrenatural, la identidad y el nombre, reconocerá ciertamente, cuanto Dios ha obrado en el lugar taumatúrgico de vía delle Benedettine y a donde irá a orar, acompañado de los responsables de la Curia Romana y del Vicariato.

Para evitar que V.S. y su sucesor tomen decisiones opuestas y en contraposición, que puedan confundir a los fieles, Nuestra Señora me ha ordenado, en nombre de Dios, que conjure a V.S. a que reconozca que mi ordenación episcopal es de origen divino.

Puedo demostrar con pruebas inconfundibles que Dios me ha ordenado Obispo. De hecho, tal como los milagros descritos en el Evangelio son pruebas (signos) de la divinidad de Cristo, así también los 150 milagros eucarísticos ocurridos de diversas maneras en mi capilla y en mi casa y que han implicado a mi modesta persona, son pruebas (signos) de que Dios me ha ordenado Obispo. El Señor ha afirmado que la emanación de Su sangre de la hostia, que sostenía entre mis manos después de haber pronunciado la fórmula de consagración, es el milagro eucarístico más grande de toda la Historia de la Iglesia y es el sello que da fe del origen divino de todos los milagros eucarísticos precedentes y de mi ordenación episcopal. Este milagro eucarístico ha ocurrido en presencia de doscientas personas que pueden atestiguar que han visto en la hostia la sangre divina y percibido su perfume particular.

Dios no hace milagros en manos de impostores.

Padre Santo, si toma la decisión de reconocerme Obispo ordenado por Dios, será seguido por la mayoría de los miembros del Colegio Cardenalicio y del Colegio Episcopal, pero sí por el contrario no escucha la petición de Nuestra Señora, el Señor se reserva para Sí mismo el modo y el tiempo para intervenir en mi defensa y cumplirá su palabra "los últimos serán los primeros".

Espero que V.S. me conceda el honor y la alegría de poder ir a su encuentro para resolver mi caso como Dios quiere.

Postrado a los pies de V.S., invoco sobre mí la bendición apostólica.

Roma, 14 de septiembre 2005

Exaltación de la Santa Cruz

10º Aniversario del primer milagro eucarístico

† Claudio Gatti

Obispo ordenado por Dios

Obispo de la Eucaristía