Decreto de reconocimiento eclesiastico de las apariciones de la Madre de la Eucaristia a la vidente Marisa Rossi, de los milagros eucaristicos y de las teofanias trinitarias que ocurrieron en el taumaturgico lugar
Claudio Gatti
Obispo ordenado por Dios
Obispo de la Eucaristía
Yo Claudio, obispo ordenado por Nuestro Señor Jesucristo, habiendo recibido todos los poderes de Dios, después de haber invocado el Espíritu Santo por mucho tiempo, de manera que me guiara, iluminara y consolara y después de haber orado insistentemente la Madre de la Eucaristía, de manera que me asistiera con su protección maternal, seguro de tomar una decisión agradada por Dios Uno y Trino e importante para toda la Iglesia, pienso que el tiempo ha llegado para dar mi juicio sobre las teofanías trinitarias y las apariciones de Jesús, Nuestra Señora, los ángeles y los santos que Marisa Rossi por muchos años ha tenido y que continua teniendo.
Además es mi deber preciso dar un juicio sobre los numerosos y magníficos milagros eucarísticos acontecidos en el taumatúrgico lugar, en Roma y fuera de Roma.
Desde aproximadamente treinta años yo sigo con atención Marisa Rossi y afirmo delante de Dios y de la Iglesia que nunca he notado en ella la sombra más pequeña de exaltación, fanatismo, engaño, mistificación, autosugestión, histeria, como se escribe en el diagnóstico emitido por hábiles clínicos de la Universidad de Roma "La Sapienza" que se puede sintetizar como sigue: "Ausencia de patología psiquiátrica y neurológica".
Absolutamente rechazo que en los fenómenos indicados arriba exista la presencia o la influencia del diablo, porque, para quitar cualquier duda, recité en ellos oraciones de liberación y exorcismos.
Excluida la decepción humana y la presencia del diablo, el origen divino y la presencia sobrenatural deben ser reconocidas para ser las únicas alternativas.
La aserción de Jesús: "Todo árbol bueno da fruta buena" (Matt 7,17) se puede aplicar a las teofanías trinitarias, a las apariciones de Jesús, Nuestra Señora, los ángeles y los santos que Marisa Rossi gozó y a los numerosos y magníficos milagros eucarísticos, porque causaron abundantes frutos espirituales en las almas y curaciones físicas asombrosas en los cuerpos.
Desde principios de 1971 he estado presente en todas las teofanías trinitarias y en todas las apariciones de Jesús, Nuestra Señora, los ángeles y los santos y desde 1995 que he sido testigo de los numerosos milagros eucarísticos, así es que puedo exclamar como a Juan: "Vi y creí".
También muchas personas, presentes en las apariciones sobrenaturales y testigos de los grandes milagros eucarísticos, pedido por mí, llegaron a mi misma conclusión: "Vimos y creímos".
Cada uno de nosotros puede afirmar: "Él que lo vio da testimonio, su testimonio es verdadero, y sabe que dice la verdad, para que creas" (John 19,35).
Por las razones explicadas arriba y por otras omitidas por causa de más brevedad decido:
1 - reconocer el origen sobrenatural de las teofanías trinitarias y de las apariciones de Jesús, María, Madre de la Eucaristía, los ángeles y los santos dadas por Dios a la vidente Marisa Rossi;
2 - reconocer auténticos, digno de fe y asunto de culto los numerosos y extraordinarios milagros eucarísticos acontesidos en el taumatúrgico lugar, en Roma y fuera de Roma que se manifestaron de las siguientes maneras:
a) El 14 de septiembre de 1995 la Eucaristía salió del pecho de un crucifijo y se acostó en las manos extendidas de Marisa Rossi. El 29 de junio de 1997 la Eucaristía salió del pecho del mismo crucifijo, pasó a través de la caja de vidrio puesta allí para protección, sin romperla y terminó su vuelo en las manos de Marisa.
b) La Eucaristía fué llevada al taumatúrgico lugar por Jesús, Nuestra Señora, los ángeles y los santos o fué retirada de los tabernáculos de Iglesias cercanas o lejanas o sacadas de profanación o ya profanadas; en este caso mostrando quemaduras, puñaladas de instrumentos sin filo, laceraciones causadas por puñales y otras señales de acciones sacrílegas. La Eucaristía fué dada a Marisa Rossi o fué depositada dentro del tabernáculo y en el altar de la capilla "Madre de la Eucaristía" o en estatuas sagradas, flores, plantas pequeñas y otros objetos. Estos milagros son tan numerosos que no es posible hacer una lista completa, porque se pondría hacer sumamente larga.
c) La Eucaristía llevada por Jesús, Nuestra Señora, los ángeles y los santos sangraron once (11) veces. Estos extraordinarios milagros eucarísticos ocurrieron el 6 de febrero de 1997, el 21 de febrero de 1997, el 27 de marzo de 1997, el 17 de abril de 1997, el 31 de mayo de 1997, el 22 de marzo de 1998, el 17 de mayo de 1998, el 11 de noviembre de 1999, el 16 de mayo del 2000. La Eucaristía que había sangrado en el 17 de mayo de 1998 sangró por segunda vez el 6 de junio de 1999 y la Eucaristía que había sangrado el 11 de noviembre de 1999 sangró por segunda vez el 18 de mayo del 2000. Guardé las hostías que sangraron dos veces, caso único en toda la historia de la Iglesia, la hostía que sangró el 22 de marzo de 1998 y la hostía que sangró el 16 de mayo del 2000. Estas cuatro hostías consagradas y manchadas de sangre están intactas, no muestran ninguna señal de descomposición y continuan emitiendo un olor particular, en oposición a las leyes de la naturaleza.
d) La Eucaristía sangró durante la santa Misa celebrada por mí, después de haber dicho las palabras de la consagración, en presencia de muchas personas, el 11 de junio del 2000, fiesta de Pentecostés. Con este último milagro eucarístico, definido por Jesús "el más gran en toda la historia de la Iglesia", Dios puso su sello en todo los previos. Todas aquéllas personas que recibieron la comunión con la Eucaristía, llevada por Jesús, Nuestra Señora, los ángeles y los santos, testimoniaron que al tragarlo, olieron un perfume característico y un calor particular se penetró en ellos. Estos fenómenos se han percibido por un período considerable de tiempo.
3 - de permitir oficialmente el culto de la Madre de la Eucaristía. Se reserva al Papa la decisión de extenderlo a toda la Iglesia.
Recomiendo a los fieles leer las cartas de Dios, porque en ellas pueden encontrar ayudas e incentivos para crecer en la vida espiritual individual, familiar y de comunidad.
Afirmo de nuevo mi obediencia al Papa y mi unión con los obispos y los sacerdotes que aman la Eucaristía y que creen que en la Eucaristía, Jesús está presente verdaderamente con su cuerpo, sangre, alma y divinidad.
Roma, 14 de septiembre del 2000
Fiesta de la exaltación del Cruz
+ Claudio Gatti
Obispo ordenado por Dios
Obispo de la Eucaristía