La noche de Navidad Dios decidió conceder la indulgencia plenaria del Jubileo a la capilla "Madre de la Eucaristía"
En la noche de Navidad el Señor nos ha reservado una gran e inesperada sorpresa.
Dios Padre, que nos pidió vivir la gran prueba de fe, con decisión libre y suprema ha concedido el regalo de ganar la indulgencia plenaria del Jubileo a aquéllos que visiten nuestra capilla "Madre de la Eucaristía". Unos minutos antes de que la vigilia de oración empezara, que nos prepararía para la Santa Misa a la medianoche, Nuestra Señora dijo Marisa por una locución interior: "Dios decidió conceder la indulgencia plenaria del Jubielo a la capilla "Madre de la Eucaristía"; de manera que le mandará al Oispo Claudio abrir la Puerta Santa de la capilla".
Ya que Marisa estaba preocupada y asustada debido a las reacciones negativas que la apertura de la nueva Puerta Santa habría causado en la autoridad eclesiástica, la Madre de la Eucaristía continuó: "No temas, Marisela, abandonate a Dios, díle al Obispo la decisión de Mi Todo y prepara sólo un martillo pequeño".
Sabemos muy bien que el Papa, para abrir la Puerta Santa de las basílicas romanas, no usó el martillo, sino que usó una coreografía nueva, solemne y preparada en los detalles; en cambio a nosotros, tomados desprevenidos, el Señor pidió tomar un martillo sencillo.
Cuando el Obispo fue informado por Marisa sobre la decisión de Dios, no le dijo nada, pero en su corazón pensó: "El Señor permitirá que entienda lo que tendré que hacer".
Durante la aparición antes de la Santa Misa, Nuestra Señora nos trajo la carta de Dios y entonces nos invitó salir de la capilla y a lo largo del corredor de la entrada. Mientras se distribuyeron las velas y alumbraron, el Obispo explicó lo que la indulgencia plenaria es y mostró las condiciones que la hacen ganan.
La coreografía para abrir la Puerta Santa fue muy simple: el Obispo hizo una oración espontánea, entonces golpeó tres veces la puerta de la capilla con el martillo y dicho el Credo y seguido por todas las personas presentes, entró a la capilla con Marisa al lado de él. Después de haber entrado a la capilla, todos nosotros continuamos orando por la Iglesia y por el Papa.
Entonces el Obispo empezó la celebración de la Santa Masa que fue asistida por las personas presentes con emoción, porque todavía aturdidos por el anuncio del regalo del Jubileo concedió a nuestra capilla. Aquí se informa de las cartas de Dios traídas por la Madre de la Eucaristía en las que se habla sobre el gran regalo de ganar la indulgencia plenaria del Júbileo concedido a nuestra capilla.
Te invitamos a leer estas cartas de Dios con atención y respeto; los hombres humildes las aceptarán, los orgullosos las negarán, pero ésta es la historia usual que se repite cada vez que Dios interviene, de cualquier forma que esas intervenciones sean.
Roma, 24 de Diciembre de 1999
Carta de Dios traída por Nuestra Señora
Marisa: "¡Están todos ustedes vestidos en su ropa de gala! José lleva al pequeño Jesús en sus brazos. Todos los ángeles, los santos y las almas salvas están cerca de José, María y el pequeño Jesús".
Nuestra Señora: "Vi que fuiste a soportar la pasión y cada sufrimiento con voluntad".
Marisa: "La soporté, porque me ayudaste".
Nuestra Señora: "Mis hijos queridos, Dios les ha dado una gran prueba, pero esta noche El les dará también una gran alegría. No todos ustedes entenderán la gracia y el regalo que Dios le dará a este thaumatúrgico lugar.
Ahora quiero agradecerles por lo que han hecho, por lo que hacen y harán. Quisiera que hicieran una cadena fuerte alrededor de su obispo para protegerlo, defenderlo y ayudarlo. La misión del obispo y de la vidente es muy grande, muy bella y sufrida, pero Dios les ha pedido una muy gran prueba.
Estoy aquí con ustedes, no estoy en otros lugares. Podría estar en muchos otros lugares, pero esta noche solo estoy aquí, en este thaumatúrgico lugar, con ustedes, mi pequeño rebaño. En la carta de Dios está escrito con letras doradas que en esta capilla pequeña, la Basílica "Madre de la Eucaristía", Dios quiere que el obispo abra la Puerta Santa.
¿Estás emocionada, Marisela?".
Marisa: "Sí, un poco estoy emocionada y un poco no entiendo".
Nuestra Señora: "No te preocupes. Jesús está en tu obispo y tu obispo está en Jesús, así es que el sabe que hacer. Quiero que continúes orando tanto como sea posible.
Sé que muchas discusiones se producen en las familias, ésto no es bello, pero es entendible, porque aquél que fue por el sendero espiritual creció en amor y él que no fue les dice palabras no bellas sobre el que caminó hacia mi hijo Jesús.
Marisela, te hablo a ti: la pasión continuará, la abstinencia continuará, pero te daremos fuerza para seguir. Mi pequeño rebaño, Dios los ama tanto que también les pide la gran prueba, pero si han entendido todo bien podrán hacer la voluntad de Dios completamente; además no les pide vivir la pasión, no les pide grandes sacrificios o grandes renuncias, les pide orar, ayunar a veces, hacer vigilias de oración; porque Dios sabe a quien pedir grandes sufrimientos. Les confía esta tarea: orar y ayudar a mis dos niños. Esta noche, mientras esperaban al Santo Niño en este thaumatúrgico lugar, Me han mostrado que han aceptado la gran prueba de Dios.
¡A cuántas personas les gustaría saber qué está en la mente de Dios! ¿No te gustaría a tí, Marisela? ¿Qué es en la mente de Dios? ésta es la prueba de fe. Dios probó su fe, y lo superarán si continúan adelante, sobre todo sin escuchar a aquellos que se reirán y se complacerán y alegrarán, porque supondrán que han ganado. Siempre deben mirar hacia adelante, miren hacia el cielo y adoren a Jesús la Eucaristía, porque será el pequeño rebaño que convertirá a muchas personas.
Les doy otra gran alegría: a través de sus oraciones y sufrimientos, sacerdotes, obispos, cardenales, laicos se han convertido: un millón tres".
Marisa: "¿Todos junto?".
Nuestra Señora: "Desde que has empezado la novena a mí, la Inmaculada, y después has continuado y juntado la novena de la Santa Navidad. ¿Te das cuenta de ésto? ¡Uno millón tres personas se han convertido! ésto debe darte mucha alegría. Sí, alguien se reirá, se carcajeará, dirá muchas perversidades, pero ésto no debe afectarte, porque estás con Jesús la Eucaristía.
El Santo Niño que mi amado esposo José sostiene firmemente en sus brazos tiene amor, paciencia, humildad, suavidad, todas las virtudes, porque El es Dios, pero también tiene la cruz violeta detrás de su espalda, no la tiene, Marisela?".
Marisa: "Sí, siempre tiene la cruz detrás él".
Nuestra Señora: "Ninguno de estos santos sufrió tanto como ustedes dos, mis hijos queridos. Ninguno tuvo sus grandes pruebas y sus grandes sufrimientos.
Ahora por favor, hagan lo que la Madre les dice, no teman al frío porque Jesús los calentará. Salgan de esta capilla, vayan a lo largo del corredor de la entrada y siguan al pastor. Les indicaré poco a poco todo lo que tienen que hacer. El obispo santo abrirá la Puerta Santa de esta pequeña, pero gran capilla.
Vamos, tomen las velas, enciéndanlas y muy despacio, con amabilidad alíniense a lo largo del corredor, en silencio. Navidad no es confusión y no consiste en comer mucho. Navidad es nada si dentro de ustedes no hay silencio interior, paz y amor.
Vamos, Marisela, levántate, te permitiré que camines, levántate".
Marisa: "¿Ahora que tengo que hacer?".
Don Claudio: "PreguntaLe lo que tenemos que hacer".
Marisa: "Enciendan las velas y traiganlas afuera.
Estamos un poco emocionados. Ves cómo estamos hechos, nos entusiasmamos inmediatamente".
Nuestra Señora: "Salgan todos en silencio y con atención.
Toma el martillo, entonces lo darás al obispo".
Roma, 25 de Diciembre de 1999
Carta de Dios traída por Nuestra Señora
Marisa: "Estás mucho más bella que esta noche. Hoy llevas cargando al pequeño Jesús. ¿Puedo pedirte, ya que hoy mis parientes están aquí, estar un poco mejor? Aun cuando sufro, no me gusta que se den cuenta de éllo. ¿Puedo pedirte esto?".
Nuestra Señora: "Mis hijos queridos, los mejores deseoa para todos ustedes por una Santa Navidad.
Tengo conmigo al Santo Niño, Quien con su mano pequeña los bendice a todos. Ustedes son pocos, pero no me importa, de todas maneras vengo, aun cuando estén dos o tres; porque cuando dos o tres personas se reúnen para orar, Jesús está entre ellos. Traje conmigo a las almas salvas, los santos, los ángeles que me rodean y cantan: "Hosanna al Niño Dios, al Mesías".
Estoy feliz porque todos ustedes aceptaron la prueba, aun cuando dentro de alguien mucha tormenta ruge, pero es normal, porque serían personas subnormales si no sintieran nada, como su obispo dice. Mientras que estén en la Tierra, oirán mucha perversidad y verán mucha madad. No les gusta algo, algo les lleva a refunfuñar también contra él, Quien les pidió la gran prueba, pero Quien también les dió el regalo de la Puerta Santa. Lo que les dio, nunca Se lo dio a nadie mas. Abrir las Puertas Santas siempre causa emociones, pero no tan honda como abrir su Puerta Santa. Consideren que bueno es Dios. Hizo uso de un pequeño rebaño, hizo uso de un pequeño obispo a los ojos de los hombres, pero grande a los ojos de nosotros para abrir la Puerta Santa. Cada vez que entren y hagan lo que el obispo dijo, tendrán la indulgencia plenaria".
Marisa: "Quería saber sólo ésto. Ves, entre más crezco lo más que no sé nada".
Nuestra Señora: "Ahora, Marisela, te doy al pequeño Jesús, sostenLo firme a tu corazón y pídele algo que necesites".
Marisa: "No quiero pedir nada para mí, sólo para el obispo. ¿Puedo pedir sólo para el obispo? Permítele siempre seguir siendo obediente a Dios".
Nuestra Señora: "Espera, Marisela, ahora te doy al pequeño Jesús".
Marisa: "También quisiera pedirTe darle algo de alegría a nuestro obispo, que siempre fue obediente a Dios y que nos guia hacia el camino de santidad.
Debemos aceptar la gran prueba, así es que danos la fuerza y el valor que requerimos. Gracias, Jesús".
Jesús: "Mi hermana pequeña, los sufrimientos que experimentas se usan para salvar muchas, muchas almas. Hoy trescientas almas se han convertido".
Marisa: "Tengo que dar el pequeño Jesús a José?".
Nuestra Señora: "Sí, dáselo a mi amado esposo.
En este thaumatúrgico lugar, donde las personas pueden recibir la indulgencia plenaria, donde las personas pueden pedir gracias, si están de acuerdo con la voluntad de Dios, todo es santo, todo el lugar es santo, también mis dos estimados niños y mi estimada abuela Jolanda es santa.
Marisela, Dios te escogió a tí, Dios te llamó, y hasta que todo no haya triunfado, siempre tendrás la pasión y la abstinencia. Me verás muy pocas veces, pero en dado caso de necesidad siempre estaré a tu lado para ayudarte.
Mis hijos queridos, disfruten este gran regalo que Dios les dio. Les dio la gran prueba, pero también un gran regalo, un muy gran regalo. Repito las palabras del obispo: "Esta noche en Roma, en San Pedro, en Belén y en esta capilla pequeña, oasis de paz, donde mucho hay silencio, donde las personas oran con mucho amor, donde pueden tener todo que necesitan para alcanzar la santidad, el jubileo ha empezado". Mis hijos queridos, gracias por su presencia aquí. Los mejores deseos a la abuela Jolanda, a Jacopo y al pequeño Samuele que está en el vientre de su madre. Los mejores deseos para ustedes todos los aquí presentes, a sus seres queridos. Junto con mi y su obispo, con los santos, los ángeles y las almas salvas que están presentes aquí, y tú, Marisa, conoces a varios de ellos, con mis Papas los bendigo, a sus seres queridos, a sus artículos sagrados. Los traigo a todos firmes en mi corazón y los cubro con mi manto maternal".
Marisa: "Puedo venir a abajo para celebrar con mis parientes?".
Nuestra Señora: "Sí, si Dios quiere, pero recuerda que los sufrimientos son fuertes.
Vayan en la paz de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Alabado sea Jesucristo".
Marisa: "El pequeño Jesús juega con la Madre; también Jacopo juega con su madre, pero no lo hace tan dulcemente".
Nuestra Señora: "Bien. Ahora asistan a la Santa Misa con todo el amor que puedan.
Adiós, mi dulce ángel!".
Marisa: "Yo? Te equivocaste esta vez. ¿Yo soy dulce? Pero si siempre me enfado, si siempre estoy nerviosa".
Nuestra Señora: "éste es tu carácter. ¿Supones que esos que gritan cuando hablan y esos que son miel-dulzura, pero que no son sinceros, son mejores? Por lo menos las personas entienden lo que dices, no es así Selenia?".
Marisa: "Pero Yo soy Marisa".
Nuestra Señora: "Sí lo sé, eres idéntica".
Marisa: "Escuchame bien, no permitas que se cruce en mi camino, no estoy de acuerdo".
Nuestra Señora: "No, no lo permitiré, estáte tranquila.
Espera, porque el pequeño Jesús, José y Yo queremos besarte.
Alabado sea Jesucristo".