Eucharist Miracle Eucharist Miracles

Homilía de S.E. Mons. Claudio Gatti del 8 marzo 2009

II Domingo de Cuaresma

I Lectura: Gen 22,1-2.9a.10-13.15-18; Salmo 115; II Lectura: Rom 8,31b-34; Evangelio: Mc 9,2-10

Hoy nos detendremos de manera particular en el fragmento de la Primera Lectura, tomado del Génesis: es conocidísimo, es un fragmento en el cual el mismo Pablo habla presentando a Abraham como el ejemplo del hombre de fe que ha creído contra toda prueba, casi contra la misma palabra pronunciada por Dios, proclamándolo "el padre de los creyentes". Y es así, la Palabra de Dios no miente; si examinamos la historia de la Iglesia, nos daremos cuenta de que el Señor ha transmitido este episodio haciendo vivir en su Iglesia, como lámparas vivas llenas de fe, muchos Abraham, tanto hombres como mujeres, tanto jóvenes como menos jóvenes. La figura de Abraham no es única y exclusiva, hay muchos Abraham. Si habéis retenido en la memoria el relato que se ha hecho al principio de cada volumen que recoge año tras año las cartas de Dios, comprobaréis que allí se puede encontrar verdaderamente a Abraham. Vosotros mismos de alguna manera podéis deducir que, si no como Abraham en su paciencia, de todos modos, como hijos de Abraham, habéis vivido experiencias personales a veces trágicas, sabiendo que tienen que realizarse ciertas promesas. El Señor quiere que creamos ciegamente en Él, aunque a menudo nos ponga en una situación de oposición, de incomprensión, de condena, de ironía por parte de los hombres. El Señor quiere una fe, un abandono pleno, total y completo. ¿Os acordáis que el viernes pasado la Virgen dijo a Marisa: "Abandónate a Dios"? Yo hago mía esta exhortación y os la traslado también a vosotros: abandonémonos completamente a Dios. Cuando las cosas van bien no cuesta, se va hacia delante incluso con entusiasmo, alegría y serenidad, pero si tenemos que contar con otras personas y nuestras posiciones y convencimientos son diferentes de los juicios de los otros, y diciendo "otros" incluyo un amplio abanico que va desde los que pertenecen a los más altos grados de la jerarquía eclesiástica hasta los grados más modestos, religiosos, hermanas y almas consagradas, nos vamos a encontrar y nos hemos encontrado en una situación de oposición total y completa. ¿Creéis que no es duro, que no es fuente de sufrimiento, que no lacera el corazón, que no desgarra el alma encontrarse en esta situación? Oh sí. La soledad de Getsemaní a la luz de Dios es un don que el Señor reserva a sus amigos más fieles. Los tres apóstoles a los que había llamado para que fueran los más cercanos non fueron capaces de compartir con Él esta angustiosa espera de Getsemaní, pero en la historia Dios ha encontrado almas que han compartido la pasión y la agonía de su Hijo en Getsemaní. Lo que más me gustaría evidenciar es que Cristo no sólo ha sufrido en Getsemaní el abandono del Padre, sino que también ha conocido la traición de amigos como Judas, ha sufrido la injusta acusación de la legítima autoridad religiosa de aquel tiempo y después la condena de la legítima autoridad civil de aquel tiempo. Es una situación increíble. Me gustaría que empezaseis a considerar la Pasión bajo una luz un poco diferente: no es sorprendente tanto el hecho del sufrimiento, que es evidente y lo sabéis desde que tenéis uso de razón, porque la imagen del crucifijo os es familiar, pero la verdadera tragedia es que Dios ha sido condenado por la legítima autoridad. Los moderados habrían podido decir que fueron los sumos sacerdotes del tiempo, el sanedrín, tribunal hebreo por excelencia, el procurador romano representante del emperador, los que consideraban a Cristo como un malhechor. ¡Es terrible! ¿Lo habéis pensado alguna vez? A menudo a los amigos Jesús, Dios les hace pasar por esta experiencia. Si yo hubiera sido condenado, acusado, escarnecido por los ateos, cosa que, absurdamente, no ha ocurrido nunca, habría dicho que era justo, normal. ¿Creéis que los ateos pueden aceptar las intervenciones de Dios en la historia, tal como las apariciones, los milagros eucarísticos, la ordenación episcopal del Obispo, la videncia de Marisa y su pasión, vivida por ella incluso visible externamente? No, pero no dicen nada. Por el contrario, ¿cuál ha sido la reacción de los que se sentaron en los diversos tronos de los que ha hablado hoy la Virgen? Han condenado. ¿Por quién he sido condenado yo? Por la autoridad eclesiástica. Cristo, ¿por quién fue condenado? Pero ellos a su vez, fueron condenados por Dios y, del mismo modo, los que han condenado a los profetas de Dios, en la larga historia de la Iglesia, serán condenados por Él.

Consideremos el tercer secreto de Fátima: "Los soldados que disparan con los fusiles y que lanzan flechas". Los eclesiásticos han dicho que esta frase representa a los sistemas ateos que combaten a la Iglesia. Sin embargo Dios ha dicho que son los miembros de la autoridad eclesiástica que a lo largo de todos los siglos (la distinción nos hace comprender a través de las imágenes de las flechas, armas de un cierto periodo histórico, y de las pistolas, armas de otro periodo histórico) han condenado injustamente a los profetas de Dios, para disculparse a sí mismos. Éstos son verdaderamente, a lo largo de la historia de la Iglesia, los Abraham a los que Dios ha hecho promesas y que no se sabe cuando se harán realidad. Por otra parte hay que añadir que sólo Abraham sabía la orden de Dios de sacrificar a su hijo. No lo sabía Sara y mucho menos Isaac. ¿Pensáis que Sara, como madre, no se habría opuesto? Nadie sabía nada, sólo él estaba dispuesto, capacitado. ¿Veis como es importante estudiar también a los grandes personajes del Antiguo Testamento? Os digo estas cosas porque quisiera haceros comprender que la situación de Abraham estaba circunscrita, mientras que los Abraham en la historia de la Iglesia se han encontrado en situaciones diversas, conocidas y discutidas por muchas personas, por tanto la condena ha venido no por parte de una persona, sino de muchas personas, no de parte de una autoridad, sino de todos los que pensaban del mismo modo. Por lo tanto hoy la Virgen ha dicho una frase muy significativa, que tiene que ser interpretada: "Dios está trabajando desde hace años en el silencio para quitar…" ¿Cómo puede ocurrir esto? Yo tengo una interpretación propia, pero no puedo decirla porque espero siempre el visto bueno de lo Alto, pero es un hecho. Vosotros os habéis sorprendido, y es normal, pero esto ¿no es quizás creer en lo absurdo? Incluso vosotros sois llamados a creer en algo que va contra la lógica, la racionalidad, el conocimiento, la experiencia, contra todo. Por tanto somos una comunidad de Abraham; el que quiera perseverar sea bienvenido, pero, ya que el Señor nos pide a cada uno de nosotros que nos despojemos de nuestras convicciones, de nuestras ideas, de nuestras certezas, el que no sea capaz, se puede ir. Abraham no llegó a sacrificar a su hijo, nosotros estamos llamados a cuestionar todo lo que está humanamente presente en nosotros y creer ciegamente en lo absurdo. De hecho ninguno de nosotros, ni siquiera el que habla, que ha preguntado a Dios cómo ocurrirá el cese de las situaciones, puede comprender humanamente cómo pueda realizarse. Dios me ha respondido sencillamente: "¡Cómo sucederá! Yo soy Dios, sé lo que digo y lo que hago" y una vez más ha pedido el completo y total abandono. Pidámoselo una vez más: humanamente ¿hay motivos para darle la vuelta a nuestra situación? ¡No hay siquiera ni la mitad! Y cuando Cristo fue clavado y muerto en la cruz, humanamente hablando, ¿había quizás las condiciones para su victoria, su triunfo, su resurrección, si no hubiese habido la fe de que Él era Dios? Tanto es así que sus enemigos se frotaron las manos, pensando que se habían librado de él, salvo que luego se dieron cuenta de que Cristo continuaba estando presente de manera todavía más poderosa que durante el periodo de su vida pública. Veis, ¡este es Dios! Es inútil hacer discursos teóricos, abstractos y sin contenidos concretos, porque lo que os estoy diciendo es la historia, es la vida. Tiene razón la Virgen cuando dice que entender los porqués de Dios es imposible. No soy capaz ni siquiera yo, pero no porque soy inepto: non soy capaz porque me encuentro ante cosas que ponen en dificultad mi inteligencia. La inteligencia deduce ciertas situaciones de manera lógica, por lo que se refiere a las intervenciones de Dios, sin embargo, no está presente ni siquiera la lógica. ¿Os parece lógico, de hecho, que Dios haya reducido, como dice Él mismo, al Obispo más importante del mundo y a la vidente más importante del mundo, a vivir en esta situación? ¿Veis alguna lógica en esto? Yo tampoco, pero esto no significa que Dios no sea racional, significa que está tan por encima de nosotros, que no podemos comprender Su manera de actuar. Eso es todo. Dios es tan perfecto y tan infinito que a nosotros se nos escapan todas las descripciones y todos los criterios, porque entre nuestro razonamiento y el suyo hay un abismo insondable, un abismo infinito. Yo no puedo comprender a Dios, ni comprender su manera de razonar. Nos podría molestar, pero es normal que sea así. Cuando los niños reciben de sus padres unas órdenes que no comprenden y se rebelan, ¿significa acaso que el niño no ame a su padre o a su madre? No, pero está presente en él la exigencia de entender, aunque no sea capaz. Nosotros con Dios estamos en la misma situación; en nosotros está presente la necesidad de entenderLe, de alterar las situaciones: Dios dice una cosa, pero se verifica otra, estas cosas las hemos vivido todos, el Obispo y la Vidente de manera ciertamente más trágica que vosotros, pero en parte las habéis vivido también vosotros.

Vayamos ahora al Evangelio. Si me hubiera transfigurado, habría llamado a todos, a la televisión, a los periodistas, a la prensa: esta es la lógica humana. Si pudiéramos tener manifestaciones fuertes, poderosas, nosotros los hombres lo haríamos así. En cambio ¿qué hace Dios? Ni siquiera llama a todos los apóstoles, sólo a tres. Por otra parte, después que ha ocurrido el hecho, los obliga a guardar silencio. Es absurdo este modo de hacer las cosas, pero es Dios quien se comporta así y nosotros tenemos que adecuarnos a su estilo. Me gustaría haceros otra precisión. Ha llegado una hermosa nube (también Marisa ha visto manifestarse a Dios en las nubes, sobre todo cuando estábamos en la montaña), que era diferente de las otras por los contornos luminosos y por ciertas luces en su interior. Si no me equivoco, Dios se ha manifestado por dos veces de manera física, escondiéndose en una miríada de luces de variada y maravillosa intensidad, porque no puede ser visto hasta que no estemos en el Paraíso. Los tres apóstoles tuvieron la experiencia de esta nube, aquella que acompañó al pueblo hebreo durante el trayecto para volver de Egipto a Palestina. Para ellos estaba claro que allí estaba el Señor, no lo dudaron en absoluto. Pero hay algo más: la nube envolvió a los tres en su sombra, de aquella manera Dios los abrazó. Viviendo tantas experiencias junto a Marisa, varias veces Dios nos ha abrazado también a nosotros y nos ha besado, no sé como ha ocurrido esto, pero es significativo que haya ocurrido, y os lo digo a vosotros para que podáis comprender que Dios se adapta a los hombres. Nuestras expresiones de afecto son éstas: el abrazo, el beso, el apretón de manos, la sonrisa, la mirada. De este modo Dios adapta y manifiesta abiertamente su afecto. La grandeza de una manifestación de Dios no depende del número de testigos humanamente cualificados o no cualificados, cada acción de Dios es infinitamente grande e importante por sí misma, aunque ocurra en presencia de uno sólo o de poquísimos testigos. ¿Cómo razonan los hombres? Alguna vez también caemos nosotros en esta trampa, ya que hemos pensado que somos tan pocos y cada vez somos menos, pero ¿acaso la acción de Dios se valora por el número de personas presentes? Extrañamente ocurre que son decenas de miles los que van tras un hombre, un artista por ejemplo, mientras que los que siguen a Dios son muchos menos, pero la acción de Dios se valora a sí misma. No somos nosotros los que dan importancia a la acción de Dios, a las apariciones, a los milagros eucarísticos cuando se han verificado, no sois vosotros los que dais importancia al Obispo ordenado por Dios y a la vidente más importante, según Dios, de toda la historia de la Iglesia; no sois vosotros los que dais importancia a la Puerta Santa que Dios ha querido que permaneciese abierta en la capilla de este lugar taumatúrgico. No sois vosotros, ¡es Dios! Y aunque los otros no nos crean, la realidad, la acción de Dios es siempre importante. ¿Veis cuántas cosas hay que cambiar en la Iglesia? Es el hombre el que tiene que adecuarse a Dios y a Su voluntad, y esto es lo que me ha dicho Dios a mí y a Marisa hace pocos días.

Esta semana tenéis mucho material sobre el que reflexionar. Mirad todo lo que Dios ha realizado y preguntaos: ¿Cómo me he puesto y me pongo hoy ante las obras de Dios, ante la acción de Dios que ha realizado en el lugar taumatúrgico? La respuesta se la tenéis que dar vosotros a Él y tenéis que ser a la fuerza honestos, porque Él entra dentro y nos conoce mejor de lo que nosotros mismos podamos conocernos. Por lo tanto, si ha habido incertidumbres, vacilaciones o incluso dudas, admitámoslas y pidamos perdón. Yo no hablo de los estados de ánimo, que normalmente tenemos todos, sino que hablo de aquellas dudas que se han conservado, gestado y repetido en el interior de nosotros y que contaminan el corazón y todas sus manifestaciones.