Homilía de S.E. Mons. Claudio Gatti del 8 mayo 2009
La súplica a Nuestra Señora de Pompei se recita dos veces al año: el 8 de mayo y el primer domingo de Octubre. Nosotros somos muy devotos de la Virgen, por tanto hoy recitaremos la súplica. Os pido que recéis por una sola intención, recordando lo que ha dicho la Madre de la Eucaristía a finales de marzo: "Dios está contento de las oraciones que hacéis por la única intención que ha pedido el Obispo, la partida de Marisa". Los que frecuentan habitualmente este lugar se habrán dado cuenta de la insistencia con que nuestra hermana pide irse al Padre. Habéis oído que la pasada noche, como ocurre numerosas veces, no ha hecho más que llorar por los dolores. Poneos por un momento en lugar de Marisa o en el de quien le ayuda y sacad las conclusiones. El que ama tiene que ponerse de parte del que sufre, tiene que haber respeto y comprensión.
Ahora recitemos la súplica pidiendo a Dios, por intercesión de María, lo que está en el corazón de nuestra hermana y también de la Virgen, la cual, siempre en el mes de marzo, ha dicho: "Me hubiera gustado que todo se hubiese acabado, me hubiera gustado que la vida del Obispo y de vuestra Vidente fuese hermosa. Me habría gustado". También ella tiene que inclinarse ante Dios, pero ya que es Madre de Dios Hijo, hija de Dios Padre y Esposa del Espíritu Santo, posee también un fuerte poder de persuasión sobre el corazón de Dios, al cual nos dirigimos. Jesús ha dicho que el reino de Dios se conquista con la fuerza y por eso tenemos que conquistar también el corazón de Dios con la fuerza de la oración y del amor, la fuerza de nuestros sacrificios y de nuestros compromisos. Por usar una imagen militar, tenemos que cercar el corazón de Dios con nuestros corazones. Son pequeños, pero estoy seguro de que todos juntos, sostenidos por las oraciones de la Virgen, mucho más poderosas que las nuestras, podremos conseguir que Dios sonría y diga finalmente su sí a aquella cuyo sitio ha sido preparado desde hace tiempo. Desde allí será mucho más valiosa para nosotros, porque será mucho más poderosa ante Dios.