Eucharist Miracle Eucharist Miracles

Homilía de S.E. Mons. Claudio Gatti del 10 febrero 2008

PRIMER DOMINGO DE CUARESMA (AÑO A)

I Lectura: Gen 2, 7-9 - 3,1-7; Salmo 50; II Lectura Rm 5, 12-19; Evangelio: Mt 4, 1-11

“Entonces Yahveh Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente. Luego plantó Yahveh Dios un jardín en Edén, al oriente, donde colocó al hombre que había formado. Yahveh Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la vista y buenos para comer, y en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que Yahveh Dios había hecho. Y dijo a la mujer: «¿Cómo es que Dios os ha dicho: No comáis de ninguno de los árboles del jardín?» Respondió la mujer a la serpiente: «Podemos comer del fruto de los árboles del jardín. Mas del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: No comáis de él, ni lo toquéis, so pena de muerte». Replicó la serpiente a la mujer: «De ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal».. Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido, que igualmente comió. Entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos; y cosiendo hojas de higuera se hicieron unos ceñidores”. (Gen 2, 7-9 – 3,1-7)

Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre. Y acercándose el tentador, le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes». Mas él respondió: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios».

Entonces el diablo le lleva consigo a la Ciudad Santa, le pone sobre el alero del Templo, y le dice: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: A sus ángeles te encomendará, y en sus manos te llevarán, para que no tropiece tu pie en piedra alguna». Jesús le dijo: «También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios». Todavía le lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del mundo y su gloria, y le dice: «Todo esto te daré si postrándote me adoras». Dícele entonces Jesús: «Apártate, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto». Entonces el diablo le dejó. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y le servían.” (Mt 4, 1-11)

Hay dos pequeñas expresiones que, probablemente, en una lectura apresurada no se tengan debidamente en cuenta, pero que dan la clave para comprender e interpretar la escritura de hoy y para hacer una reflexión que, iluminada por la palabra de Dios, nos lleva también a hacer propósitos de cambio y de conversión. La primera expresión es la de la serpiente dirigiéndose a nuestros padres: “Seréis como Dios” y la otra también del demonio, cuando dice a Cristo: «Todo esto te daré si postrándote me adoras». En estas dos expresiones hay la exacta comprensión del sentido y del concepto del pecado. Sabéis la fórmula y la definición de pecado, pero el concepto base, que nos hace comprender la verdadera esencia del pecado, está contenido exactamente en estas dos expresiones. El pecado significa sustituir a Dios por uno mismo y pretender prescindir de Él, pretender regular la propia vida como uno quiere, echar fuera a Dios y vivir como si Él no estuviera. Hoy el demonio tiene un largo séquito de fieles y de simpatizantes porque existen, en el mundo, una serie de pecados debidos al hecho de que los hombres se han alejado de Dios, dándole la espalda. Los hombres se sienten orgullosos, soberbios, independientes y autónomos. Están imbuidos de presunción y, como resultado, sienten que pueden vivir como les plazca, independientemente de otras leyes e indicaciones fuera de sus elecciones. El demonio es un engañador, pero es también inteligente y vosotros habéis tenido prueba de su inteligencia; es capcioso, furtivo, sabe irrumpir e insinuar desconfianza y duda. Consigue además, porque la conoce bien, utilizar la palabra de Dios para sus fines y sus metas, pero este juego, aunque conducido por una mente inteligente, ante quién está con Dios, es un juego que, inmediatamente, manifiesta su precariedad y debilidad. Nosotros podemos y debemos resistir al demonio. Si hay resistencia, no hay rebelión contra Dios. Adán y Eva no resistieron, en ellos brotó, lo que arruinó incluso a los demonios en su tiempo. Algunos padres, de hecho, dicen que los ángeles, y me refiero también a los que después se convirtieron en demonios, fueron puestos a prueba por Dios y la prueba era un acto de aceptación, un acto de humildad. Dios hizo brillar ante su mente a un hombre-Dios, su Hijo. En Dios todo está siempre presente, no hay distinción entre pasado, presente y futuro y ante esta realidad, que desde un cierto punto de vista, era inferior a su dignidad, los espíritus orgullosos y soberbios se rebelaron y Dios los castigó. Esta soberbia está todavía presente, no puede dejar de estar presente, y el demonio la ha manifestada también respecto a Cristo. El demonio tenía que haber comprendido, justamente porque era inteligente, que se encontraba ante Aquel que el pueblo judío esperaba como Mesías, liberador y salvador, sin embargo, ¿qué dijo? Quiso afirmar su superioridad: “Si postrándote me adoras…”. De la misma manera el diablo actúa con nosotros, reclama nuestro orgullo, nuestra arrogancia y presunción y, si le escuchamos, empezamos el descenso que nos lleva cada vez más abajo, hasta horrorizarnos cuando somos capaces de tomar conciencia de nuestra situación. ¿Cómo se resiste al demonio? Nos lo ha enseñado Cristo. La página de la tentación que acabáis de leer es extremadamente elocuente. Nosotros, para resistir al demonio, debemos nutrirnos de la palabra de Dios, usándola bien y procurando que esta palabra sea luz, faro y consuelo en nuestra vida; por lo tanto, hablamos de la importancia de conocer la palabra de Dios. ¿Y después? Después está el último versículo que, en mi opinión, se puede leer de una determinada manera que ahora os explico. Cuando el demonio es echado fuera, dice el Evangelio que los ángeles se Le acercaron y Le servían; del mismo modo cuando nosotros luchamos contra el demonio, cuando expulsamos al diablo de nuestra vida y no le permitimos entrar en nuestra alma, nos ponemos en la situación de ser ayudados, apoyados, guiados y por qué no, incluso servidos por los ángeles. Esta es básicamente la tarea del ángel de la guarda. Hablando de los ángeles a mi me viene a la mente otra expresión: “El pan de los ángeles”. Creo que todos vosotros conocéis el hermosísimo himno “Panis angelicus”, y nos preguntamos: ¿Es la Eucaristía? Claro que lo es. ¿Por qué se llama pan de los ángeles? A la respuesta habréis podido llegar vosotros mismos con lo que ya habéis oído y sabéis bien. La Eucaristía es presencia real del Hombre-Dios, cuerpo, sangre, alma y divinidad de Cristo. La Eucaristía que se da como alimento al hombre es un don gratuito, libre y soberano de Dios. Pero el hombre ¿es digno de recibirlo? ¡No! La dignidad y la grandeza humana, comparadas con la dignidad y grandeza de Dios, están muy por debajo, la una limitada y finita, la otra ilimitada e infinita. Pero también hay que añadir otra cosa: los ángeles son superiores como dignidad y como naturaleza; la naturaleza angélica es superior a la naturaleza humana y entonces yo hago una distinción y especificación. Por sí mismos ni siquiera los ángeles serían dignos de recibir la Comunión pero, comparados con nosotros, lo son más; por tanto, si realmente queremos hablar de dignidad y la importancia de recibir la Eucaristía, entre todas las criaturas solo los ángeles podrían tener algún derecho, aunque no todo el derecho, a recibir la Eucaristía. Por otra parte, nadie lo dice porque nadie lo puede saber, es Dios quien hace cumplir y hace conocer las experiencias sobrenaturales, como el hecho que los ángeles Comulguen. Marisa ha participado alguna vez a la celebración Eucarística hecha y realizada por Jesús, sumo y eterno sacerdote. Nos sorprende, nos escandaliza diciendo: “No es posible. Solo en la última cena”. Pero ¿quiénes sois vosotros para decir a Jesús lo que puede o no hacer? ¿Tiene que venir a pediros permiso? Pues bien, presente en estas celebraciones está también la Virgen que comulga. La Virgen comulga todos los domingos o todas las veces que celebro la Misa. No hay necesidad de que yo le dé la partícula, es Madre de la Eucaristía, no es sacerdote, por tanto, como la Eucaristía ha sido dada tantas veces de manera invisible a Marisa antes de que se volviera visible delante de todos, Dios puede hacer lo mismo con la Virgen. Yo, alguna vez, he visto a la hostia salir del píxide e ir hacia Marisa, y lo puedo testificar. El hombre rechaza a Dios, y toma su lugar y cae: eh ahí el pecado. Para no caer hace falta la palabra de Dios y la Eucaristía. Hace pocos días leí, solo el título porque, por desgracia, no tuve tiempo de leer el contenido del texto que ya de por sí es elocuente: “La palabra de Dios no puede dividirse ni separarse de la Eucaristía”. Pero esto ya lo habéis oído muchas veces. ¿Os acordáis de aquellas iglesias en las que se empezaba, alguna vez durante la semana, a no celebrar la Santa Misa y era sustituida por la palabra de Dios? Esta decisión encontró mi desaprobación, pero no es la mía lo que importa, sino la desaprobación de ellos. Y hoy, después de años de lucha y sufrimiento, vienen a decir, presentándola como una conquista suya, que la palabra de Dios y la Eucaristía tienen que estar unidas indisolublemente y que no se puede orientar la una independientemente de la otra. Pero yo también os digo que esta es la manera de luchar contra el demonio, para vencer al demonio. Recordad siempre aquella expresión, que puede parecer pueril, infantil, del diez más infinito, pero tenemos necesidad de estar unidos, apegados a Cristo y lo que es verdad para un miembro del cuerpo místico, es verdad para todo el cuerpo místico de la Iglesia. Si todos los miembros que formaban parte del cuerpo místico, cuando estaban en condiciones de formar parte de él, hubiesen dado este claro testimonio de acoger la palabra y la Eucaristía, el cuerpo místico no hubiese sido mutilado y desfigurado. Por desgracia, lo es por este motivo, así pues acoged con humildad y sencillez la invitación y la exhortación que os dirijo. No vengáis a decirme: no puedo, soy débil, porque cuando uno es débil hace una cura reconstituyente, toma alimentos particularmente eficaces y calóricos y reconquista la fuerza. No os lamentéis si espiritualmente no tenéis fuerza, porque Dios os ha dado, nos ha dado el alimento y sustento necesario. Entonces también a vosotros, como el ángel le dijo a Elías después de haberle refrescado con el pan y el agua que trajo, dijo: reanuda tu viaje y ve hacia el monte de Dios, el monte Sinaí. Yo os digo lo mismo: cada vez que vayáis a comulgar, reanudad el camino y seguir adelante porque la gracia, el amor y la ayuda de Dios estará con cada uno de vosotros, cuando sintáis débiles las rodillas, sintáis dolor en el corazón, o que el cansancio adormece vuestros miembros y músculos, esta nueva vida y vitalidad, linfa y energía, os llevará de nuevo no sólo a retomar el camino sino a retomarlo con paso decidido y rápido, porque donde está Dios, allí está la vida, gracia y amor. Sea alabado Jesucristo.