Homilía de S.E. Mons. Claudio Gatti del 13 septiembre 2008
I lectura: 1Cor 10,14-22; Salmo 115; Evangelio: Lc 6,43-49
(El Obispo se dirige a una pareja de jóvenes esposos, amigos de Cerdeña)
Habíamos prometido que estaríamos presentes espiritualmente en vuestro matrimonio y en el de tu hermana y lo hemos mantenido, porque nos hemos acordado y creo que se ha constituido como una pasarela entre nosotros y vosotros. Un puente a través del cual ha pasado el amor, el respeto y los muchos deseos que se transfieren y se transforman en vuestra casa y no me refiero a la material, sino a la familia. El Evangelio de hoy nos da la posibilidad de hablar de ello: ""No hay ningún árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos. El árbol se conoce por sus frutos. Porque no se cosechan higos de los espinos, ni se vendimian uvas de los zarzales. El hombre bueno saca el bien de la bondad que atesora en su corazón, y el malo saca el mal de la maldad que tiene, porque de la abundancia del corazón habla la boca".
"¿Por qué me llamáis ¡Señor! ¡Señor!, y no hacéis lo que os digo? Os diré a quién se parece todo el que viene a mí y escucha mi palabra y la pone en práctica. Se parece a un hombre que al construir su casa cavó, profundizó y puso el cimiento sobre la roca; cuando luego vino la crecida y el río se precipitó contra la casa, no pudo derruirla porque estaba bien cimentada. Pero el que escucha mis palabras y no las pone en práctica se parece al que construyó una casa sobre la arena, sin cimiento; chocó el río contra ella, y rápidamente se cayó y se arruinó totalmente". (Lc 6,43-49).
La familia ha sido representada con muchos símbolos y uno de estos, quizás no se ha explicado nunca, es la casa. Si esa se construye sobre los fundamentos resiste, de lo contrario se derrumba. ¿Qué representan los fundamentos? El amor. Todo parte del amor, todo tiene que ser vivido en el amor y tiene que volver al amor. Un matrimonio sin amor es una casa sin fundamento y se derrumba; de hecho, si miráis a vuestro alrededor e indagáis sobre los fallos del matrimonio de las personas que conocéis, incluso de vuestros parientes, os daréis cuenta de que el matrimonio se ha derrumbado porque no tenía ningún fundamento. En vuestra comunidad, de hecho, bajo indicación y enseñanza de lo Alto, estamos empezando también a modificar el lenguaje del noviazgo y del matrimonio. El concepto de enamoramiento está superado, porque es poco consistente. Continuamos oyendo aquella expresión "Me he enamorado", "Ya no estoy enamorado", "ya no estoy enamorada"; pero éstas, son afirmaciones típicamente humanas, que no tienen fundamento, porque el enamoramiento es diferente del amor. Esto no lo afirmo solamente yo, sino también algunos sicólogos modernos: el enamoramiento dura mientras se mantienen las causas que lo han producido. Eh ahí porque se rompen tantos matrimonios, se arruinan, se deshacen y truncan, pero si en vosotros está presente el amor que viene de Dios no ocurrirá.
El secreto para una pareja cristiana, y vosotros lo sois ciertamente, es vivir en gracia de Dios. Los que lo son, tendrán una relación privilegiada entre ellos, porque teniendo una buena relación con Dios, tendrán también una buena relación recíproca. Si no existe una relación con Dios, tampoco existe entre el hombre y la mujer, y ya que el matrimonio ha sido querido por Dios, tiene que ser vivido como Él enseña. El amor es una potencia que puede crecer y tiene que crecer, es una realidad que tiene que ser alimentada y vosotros, esto, ya lo habéis entendido. El que puede alimentar vuestro amor es Jesús Eucaristía y eso vale para cualquier persona: para los sacerdotes, los profesionales, los esposos, todos.
Yo necesito a Dios, tengo necesidad de recibir de Él para poder dar a los demás, también a los hijos. Los hijos, y espero que pronto Dios os los conceda hermosos y sanos, se pueden amar de manera humana y de manera sobrehumana. La manera sobrehumana es con el amor de Dios, la manera humana es con el afecto que a veces no existe. ¿Podéis explicaros como es que muchas veces ocurre que los padres traten mal a sus hijos, los violenten, los ofendan, los malogren? Porque no aman. Cuando no hay amor se puede llegar a esto. Si hay amor, queridos míos, hay todas las garantías recíprocas y, respeto a los demás, viviréis vuestra relación de manera correcta, limpia y honesta.
Habéis recibido de Dios, Dios os ha puesto el uno en el camino del otro. Te conozco desde hace muchos años (Se refiere a la esposa N.d.R.), mientras que a ti te conozco menos (Se refiere al esposo N.d.R.), pero sé que Dios ha bendecido vuestro matrimonio. Por esto tenéis que sentiros responsables y deudores hacia Dios por este gesto paterno. Creced en Su amor, vividlo, dialogad entre vosotros y respetaos. Termino afirmando aquella enseñanza que he recibido de la Madre de la Eucaristía y que transmito a las parejas de Roma: amor no significa uniformidad, recordadlo bien, cada uno tiene su patrimonio de ideas, de experiencias, y esto puede provocar incluso diversidad de opiniones, además alguna chispa o discusión. Lo que preocupa a Dios no es esto, sino el no ser capaces de superar el momento de conflicto. Si hubiera algún momento de discusiones, el consejo que saben las parejas de Roma formadas en este lugar taumatúrgico, es: "No vayáis a la cama sin antes haber aclarado las cosas", y Dios Padre ha dicho: "Os dais un beso, lo aclaráis, y se acabó todo". Las otras parejas lo han experimentado, saben que funciona, por tanto será así también para vosotros.
Queridos míos, la vida es dura, por tanto y a veces, puede ocurrir que nos empuje a estar nerviosos, ser duros y además repelentes. Hay que saber limar tales momentos de este modo: que no transcurra una noche sin que estéis en paz, unidos, serenos y confiados; sólo así al día siguiente será otro día en compañía de Dios, de la Madre de la Eucaristía y, deseo, que de vuestros hijos.
Vivid el matrimonio serenamente, no tengáis miedo del mañana, no os preocupéis de nada y recordad que sois vosotros los que tenéis que dirigir vuestro matrimonio, no permitáis interferencias de ninguna parte; escuchad y recibid consejos, pero las decisiones son exclusivamente vuestras y no de los demás. Y quien sabe si un día nos encontraremos en Cerdeña, finalmente libres para poder celebrar, bendecir, bautizar, porque yo sé que el Señor nos está preparando un hermoso futuro pero necesita recibir algo de nosotros, que cada uno de nosotros se lo dé a la espera de días mejores.
Ahora arrodillémonos, os doy la bendición.
Dios Papá, Dios Hermano, Dios Amigo, yo Obispo ordenado por Ti, te encomiendo a estos dos jóvenes que se han unido en matrimonio hace quince días. Haz que su matrimonio se asemeje cada vez más al de María y José en el entendimiento, en la oración, en el amor recíproco, en soportar recíprocamente el uno los defectos del otro.
Señor, haz que en ellos la alegría del matrimonio no se apague nunca. El mundo intenta continuamente amortiguar la llama del amor conyugal sustituyéndolo con otras luces que son frías y no iluminan. La luz y el calor, Dios mío, vienen sólo de Ti, así pues, haz que en ellos haya siempre esta alegría y que la puedan transmitir un día también a sus hijos.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Felicidades.