Eucharist Miracle Eucharist Miracles

Homilía de S.E. Mons. Claudio Gatti del 23 septiembre 2007

I lectura: Am 8,4-7; Salmo: Sal 112; II lectura: 1Tm 2,1-8; Evangelio: Lc 16,1-13

"Un hombre rico tenía un administrador que fue denunciado como malversador de bienes. Entonces lo llamó y le dijo: ¿Qué es lo que oigo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque quedas despedido. Entonces el administrador se puso a pensar: ¿Qué voy a hacer, pues mi amo me quita la administración? Cavar, ya no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer, para que haya quien me reciba en su casa cuando no tenga la administración. Llamó a todos los deudores de su amo, y preguntó al primero: ¿Cuánto debes a mi amo? Él contestó: Cien barriles de aceite. Él le dijo: Toma tu recibo, siéntate y escribe cincuenta. Luego dijo a otro: ¿Y tú cuánto debes? Él respondió: Cien fanegas de trigo. Él le dijo: Toma tu recibo y escribe ochenta. El amo alabó al administrador infiel, porque había actuado con sagacidad. Pues los hijos del mundo son más sagaces en sus relaciones que los hijos de la luz. Y yo os digo: Haceos amigos con el dinero injustamente adquirido, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es fiel en lo poco lo es también en lo mucho, y el que es injusto en lo poco lo es también en lo mucho. Si no habéis sido fieles con el dinero injustamente adquirido, ¿quién os confiará los bienes verdaderos? Y si no habéis sido fieles en lo ajeno, ¿quién os dará lo que es vuestro? Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero".

La parábola que acabáis de escuchar ya había sido explicada, pero hoy nos detendremos más ampliamente sobre ella y lo haremos por dos motivos: el primero es que Lucas es el único evangelista que la cuenta. El segundo motivo se basa sobre el hecho de que esta parábola es de difícil interpretación y, para comprenderla mejor, es necesario hacer una introducción general. Cuando Jesús predicaba a través de las parábolas, lo que Él quería, y esto sirve también para hoy, es que las personas lo escuchasen y captasen inmediatamente el asunto del que hablaba, sin perderse en los detalles. De hecho, estos últimos, en las parábolas no son importantes, lo que cuenta es el tema de fondo que Jesús quiere tratar. La enseñanza de esta parábola está clara: hay que usar bien y de manera honesta la riqueza. Los detalles son confiados a la interpretación de quiénes lo comentan y las interpretaciones no son siempre idénticas porque reflejan el ánimo, la cultura, la sensibilidad y la espiritualidad de quien la expone. No me detengo en la narración entera porque es comprensible para todos. De hecho se habla de un administrador que es definido como deshonesto por su patrón. Este es un hombre que ha hecho de la astucia su estilo de vida, incluso yendo en contra de los intereses de su patrón y preocupándose únicamente de sus beneficios personales.

Analicemos la frase: "El patrón alabó a aquel administrador deshonesto"; generalmente nosotros damos al término "alabar" un sentido muy positivo, pero en este caso el verbo que se usa, en mi opinión, tiene una acepción diferente. El patrón "alaba" al administrador deshonesto en el sentido de que lo reconoce, no que lo aprecie, pero admite: "Has sido astuto". Si miramos alrededor nuestro, nos damos cuenta de que esta afirmación, en toda la historia de la Iglesia tiene un derecho de ciudadanía muy claro. Preguntémonos quiénes son los que hoy hacen carrera. ¿Son quizás los buenos, los honestos, los que aman al Señor? ¿Son los que se esfuerzan en respetar los mandamientos y que hacen de la palabra de Dios su propia regla de vida y, como dice San Pablo, se comprometen en predicar el Evangelio en toda su autenticidad, sin olvidar ni siquiera el más pequeño detalle? ¡No! Además, hoy los administradores deshonestos, o buena parte de ellos, son los que tienen más poder en la Iglesia. No soy yo el que afirma esto, sino Dios Padre, el Espíritu Santo y la Virgen, lo han dicho Pedro, Pablo y San José. Si recordáis la carta de Dios, habréis notado ciertamente con cuanta insistencia se pide que recemos por la conversión de los grandes hombres de la Iglesia. Si fuesen honestos, si usaran el poder para servir y no para imponer sus puntos de vista, no habría, por parte de Dios, este continuo llamamiento a que rezásemos por su conversión, desde el superior hasta el más pequeño de los sacerdotes. Tengo que reconocer que han sido hábiles para llegar donde han llegado, pero como el patrón en la parábola ha reconocido al administrador deshonesto, también yo, y vosotros conmigo, no podéis dejar de reconocer que hoy los administradores son deshonestos. Pero ¿cómo se combaten los deshonestos? Esto nos enseñan el Señor y la Virgen, cuando tantas veces nos han repetido: "Despertad del largo sueño"; es decir:"Luchad, actuad". Cuantas veces se nos ha dicho: "Obediencia sí, chantaje no" y estas palabras son la traducción práctica de las enseñanzas que Jesús nos ha dado en el Evangelio. La Virgen es la criatura que, mejor que nadie, conoce el auténtico significado de las enseñanzas de Jesús, y cuando ella usa estas expresiones nosotros tenemos que reflexionar y preguntarnos si somos locos o insensatos. Para defender y servir a la verdad no hace falta estar pendientes de nadie; no tenemos que dejarnos condicionar por el trabajo, por el cargo que "los astutos" tapan, por el poder o por las personas que siguen a éstas. Dante afirmó: "Sois hombres, no ovejas locas". No tenemos que ser ovejas que van detrás del primero que pasa, sino tomar en nuestras manos la vida y compararlo siempre con el Evangelio y si fuera transgredido, aunque sea mínimamente, tenemos que decir con todas nuestras fuerzas: "El que es fiel en lo poco, es fiel también en lo mucho", significa justamente esto, es decir que si somos fieles en defender las pequeñas verdades, seremos fieles también en defender las grandes verdades. Nosotros lo hemos hecho. Nuestra fidelidad se manifiesta en defender la Eucaristía, los milagros eucarísticos, las apariciones de la Madre de la Eucaristía y al Obispo de la Eucaristía, ordenado por Dios. Todas estas son obras de Dios y nosotros las defendemos incluso si esto nos tuviese que comportar persecuciones, condenas y a veces incomprensiones por parte de nuestros parientes. No tenemos que dar explicaciones a nadie y tenemos que seguir adelante con serenidad y con valor. El administrador deshonesto ha sido alabado, por lo tanto, aprobado, se reconoció que había actuado con astucia y eh ahí que: "Los hijos de este mundo, de hecho, van hacia sus semejantes" es decir hacia sus hermanos, que somos nosotros, "son más astutos que los hijos de la luz". Si esta enseñanza de Cristo fuese puesta en práctica, si se tuviese siempre el valor de corregir a los que van contra el Evangelio, hoy la Iglesia no se encontraría en estas condiciones. Lo absurdo es que a veces los buenos y los honestos son numéricamente superiores a los deshonestos, pero tienen que sucumbir a cuanto dicen estos últimos. Releed las cartas de Dios, encontraréis confirmación a todo esto. No es posible que un hombre solo, porque tiene poder, tenga que infundir miedo y terror a decenas de hermanos. Uníos, no para combatir a la autoridad, sino para defender la verdad. Muchas veces estos administradores astutos y deshonestos ni siquiera tienen autoridad válida y auténtica delante de Dios, ya que han sido excomulgados, pero se continúa agachándose ante ellos, se continúa sonriendo porque no hay fuerzas para luchar. No es posible que un administrador, que en el fondo es un empleado, sea más fuerte y más experto que el jefe, que el patrón. Nosotros no tenemos que permitirlo. No hemos sido llamados, y esto lo digo claramente, a llevar una vida cómoda, de éxitos y de triunfos, aunque llegarán, pero no es este el momento; ahora es el momento de la lucha y de la coherencia, es el momento de manifestar fuerza y valor. "Haceos amigos con el dinero injustamente adquirido, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas". Jesús utiliza un adjetivo muy significativo: "injusto", porque ya lo ha dicho, la riqueza, que por sí misma no es ni buena ni mala, puede convertirse en mala o en buena según el uso que se haga de ella. Esta frase, por lo tanto, se tiene que entender como: "haced el bien con la riqueza, sed generosos, ayudad a los pobres, socorred a quien está necesitado". El rico no entra en el reino de los cielos, o mejor: "Es más fácil que un camello pase por el agujero de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos". Estos administradores deshonestos de los que os he hablado son ricos, pero a ellos no les interesa dar a los demás. Jesús habla claramente, los que son generosos son acogidos en las moradas eternas; es decir que Dios, justamente por esta caridad, por este amor, abre las puertas del Paraíso y esto lo hemos visto muchas veces. Sabéis cuantas personas, incluso no viviendo en la plena observancia de los mandamientos o incluso yendo contra algunos de estos, han respetado de todos modos el gran mandamiento del amor, han sido muy generosos, han hecho el bien y, después de una permanencia de purificación en el Purgatorio, Dios les ha abierto las puertas del Paraíso. Ahora la palabra está clara, es exactamente como cuando sintonizamos los canales de radio, si no hemos sintonizado bien o nuestra radio no es perfecta, las palabras no se comprenden; en cambio si estamos sintonizados y la radio es buena, comprendemos bien. Si somos honestos, buenos, estamos en gracia de Dios y unidos a Dios, entonces comprenderemos este concepto: "Te doy gracias Padre porque has manifestado estas cosas a los pequeños, humildes y débiles que las han comprendido, ciertamente no las han comprendido los cultos, los poderosos y los ricos, sino sólo los que se abandonan a Ti". Estos "pequeños" somos nosotros cuando estamos en condiciones de comprender a Dios y de poner en práctica lo que dice. Una vez más las cartas de Dios nos ayudan a entender esta realidad y esta verdad. Uno de mis trabajos más difíciles es el ir contra corriente, pero tengo el apoyo y el aliento de las palabras de Jesús: "Habéis oído lo que han dicho los antiguos"; ésta es la palabra nueva, la interpretación nueva, el significado nuevo. Hasta ahora en la Iglesia hemos ido adelante por lema, por afirmaciones repetidas que, mira por donde, favorecen siempre a la cúspide, nunca a la base. Hay que empezar a actuar de manera diferente, porque delante de Dios somos todos iguales. Para Dios el Papa no es más importante que un basurero, que un cardenal o que una inculta madre de familia. Un obispo no tiene más derecho de acceso delante de Dios que un niño, porque el Señor nos juzga y nos respeta por lo que somos, eh ahí porque en el Paraíso encontramos personas que han sido olvidadas en su vida terrena y a las que no se les ha dado ni importancia, ni fama, ni resonancia mediática. Éstas, delante de Dios, son consideradas santas, Él las llama a Su lado y tiene con ellas un diálogo muy afectuoso y respetuoso. En cambio, los grandes, que han llenado páginas de historia o los artistas que han dejado obras que forman parte de nuestra cultura, si han sido honestos están en el Paraíso al lado de los sencillos y de los humildes, pero si han sido orgullosos y soberbios, y si de todos modos han conseguido entrar en el Paraíso en el último instante, quizás con algún empujón, ciertamente no están en los primeros lugares. Se repite el concepto expresado en la parábola de Lucas: "Amigo, cede el lugar, hay alguien más importante que tu". Ved como la palabra de Dios es verdadera y vital, por lo que incluso una sencilla abuelita viuda puede oír de Dios: "Hija mía, ven, adelante, tú me has amado más que todos estos y Yo te doy lo que te has merecido porque Yo soy Dios y nadie se Me puede resistir o permitirse cambiar mis juicios y mis decisiones". Hubiera querido hablaros también del fragmento sacado de la carta a Timoteo que es muy importante, pero ahora os pido que centréis vuestra atención sobre esta lectura del Evangelio; releedla atentamente, comparadla con la explicación que os he dado y recordad que Dios habla a los humildes y a los sencillos, que el Espíritu Santo da su luz a quien se pone en contacto con Él. Recordad que Dios Hijo está presente en el corazón de quien lo ama, no en el corazón de quien tiene poder. Todo vaya siempre para la gloria del Padre, al que llamamos Papá, del Hijo, al que llamamos Hermano, del Espíritu Santo, al que llamamos Amigo, para el renacimiento y la gloria de la Iglesia, por la salvación de la Iglesia y del mundo. Sea alabado Jesucristo.