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Homilía de S.E. Mons. Claudio Gatti del 24 junio 2007

Primera lectura: Is 49, 1-6; Salmo 138; Segunda lectura: Hch 13, 22-26; Evangelio: Lc 1, 57-66. 8o

La Palabra de Dios, la pública, se explica durante la S. Misa mientras que la privada, aunque viene igualmente de Dios, es oportuno comentarla fuera de la Misa.

Hoy os hablaré de la bilocación proponiéndoos reflexiones lógicas y sencillas que se basan directamente en mi experiencia personal y que ciertamente en un futuro serán útiles a la Iglesia para comprender este don carismático.

El que lo vive, el que posee este don, puede hablar de la bilocación mientras que para los demás es absurdo. No todas las experiencias vividas durante la bilocación pueden ser contadas. Algunas son muy importantes, delicadas y pueden referirse a algunos episodios vividos por la vidente, pero éstos podrán ser revelados solo cuando Dios lo permita.

Todo lo que se ha escrito en el siguiente documento ha sido aprobado directamente por Dios: Él mismo ha intervenido para que quitase algunos pasajes que no era oportuno comunicar. Esto significa que este texto escrito y lo que diré, goza de la aprobación de Dios y, esto indica una confirmación para vosotros y una seguridad para mí.


Bilocación: reflexiones y experiencias

“Mi Padre no deja de trabajar y también yo trabajo” (Jn 5,17)

Esta afirmación de Jesús conserva inalterada su validez a lo largo de los siglos. Dios actúa libremente dentro de Su Iglesia y obra como y cuando quiere. Nadie puede imponer a Dios límites y prohibiciones; solo pensar esto significa ofenderle y pecar gravemente. Dios no tiene que pedir a nadie, ni siquiera a la autoridad eclesiástica, permisos o autorizaciones para realizar sus designios.

Cristo ha instituido los sacramentos, pero no está vinculado a ellos para lograr los efectos sacramentales. Los que afirman que Dios no puede ordenar obispo o consagrar la Eucaristía se oponen a Dios y se convierten en aliados del demonio.

¿Quién es el hombre para pretender imponer a Dios reglas en su trabajo continuo?

La autoridad eclesiástica tiene que limitarse a reconocer y aceptar la acción de Dios; cuando no puede hacerlo quiere decir que no está unido a Dios.

Solo el que está sostenido por la gracia y es guiado por el Espíritu Santo puede reconocer y acoger asombrado la intervención de Dios, sea la que sea.

Dios ha obrado muchas veces y de maneras diversas en el lugar taumatúrgico y ha concedido dones y carismas al Obispo Claudio Gatti y a la vidente Marisa Rossi; uno de éstos es la bilocación.

Dios tiene la ubicuidad, es decir, está presente en todas partes, en todos los lugares, mientas que el hombre puede tener la bilocación, es decir, estar presente, por intervención divina, al mismo tiempo en dos lugares, incluso muy distantes entre sí.

La bilocación es consciente o inconsciente[1]

El que tiene el don de la bilocación consciente es consciente de lo que hace en los dos lugares, incluso en diferentes estados: descansa donde vive y actúa donde está en bilocación. La bilocación consciente está siempre ligada al don de la videncia.[2]

Los videntes son personas que ven, escuchan, tocan, es decir, tienen contactos físicos, sensibles y certificados por los sentidos, con Jesús, la Virgen y otras personas del mundo sobrenatural. El que tiene el don de la bilocación consciente es siempre vidente, pero no todos los videntes experimentan la bilocación.

En cambio el que tiene el don de la bilocación inconsciente, no se da cuenta de lo que Dios le hace hacer, pero llega a saberlo o por medio de locuciones interiores o por personas que tienen el don de la bilocación consciente[3]

En este sentido, os cuento dos episodios que experimenté, en los que me sentí avergonzado.

En el primero estábamos en Francia, en Lourdes, una persona vino a mí, llamándome por el nombre y apellido. Me dio las gracias porque el año anterior, en Inglaterra, donde había ido de excursión turística con su marido, le había dado consejos útiles para resolver sus problemas familiares y de pareja. Yo le respondí que se equivocaba, porque yo no había estado nunca en Inglaterra, no la había visto y no la conocía. A pesar de que ella insistía mucho, la vergüenza se disolvió, cuando Marisa me hizo comprender que ya me explicaría. De hecho después me dijo que iba en bilocación y las personas me escuchaban y me veían, aunque no fuese consciente y no supiese donde estaba o lo que hacía. El segundo episodio ocurrió en Roma, en la zona de Boccea. En aquel período Marisa caminaba. Acabábamos de salir de una tienda, cuando tres o cuatro hermanas, se acercaron y después de saludarme me dieron las gracias porque el año anterior, en otra localidad les había predicado ejercicios espirituales. También en este caso respondí que no había estado nunca en aquella localidad y que no las conocía. Las hermanas continuaron contando lo que les había dicho y que efectivamente formaba parte de mi patrimonio espiritual, cultural y sobrenatural. Yo insistí, pero la explicación me fue dada a continuación por Marisa y era la misma. Todo esto significa que alguna vez el Señor podría haberse servido incluso de vosotros. ¿Os asombráis de esto? Yo quiero resaltar la grandeza de Dios: para Dios todo es sencillo, todo es fácil, todo es posible.

Dios mandó a Marisa en bilocación a diversos eclesiásticos de Roma y fuera de Roma. A aquellos honestos y buenos les dirigió palabras de aprecio y de aliento, a los deshonestos y endurecidos pecadores, reproches e invitaciones a la conversión. Algunos de estos últimos reaccionaron violenta y vulgarmente.

Marisa tuvo en bilocación continuos y repetidos encuentros con los sumos pontífices empezando por Pio XII. Cuando era niña Dios la mandó en bilocación alguna vez a Pio XII. Una vez fue a Juan XXIII y una vez a Juan Pablo I. Marisa siempre acompañó a Pablo VI y a Juan Pablo I durante los viajes apostólicos, para intervenir en los momentos críticos. En Manila, Pablo VI fue herido de manera ligera, porque Marisa intervino y ralentizó la puñalada, infligida por un fanático trastornado, que de otro modo habría sido más violento e invasivo.

La Virgen habló del atentado del 13 de mayo de 1981 en San Pedro, cuando Ali Agca disparó con su pistola. El arma fue bajada para que el golpe no pudiera seguir la trayectoria deseada por el asesino que seguramente habría golpeado el corazón del Papa y lo había matado. Lo dijo la Virgen y nosotros no tenemos motivos de dudar que esta presencia invisible haya impedido la muerte del Papa.

Desde aquel día la relación con Juan Pablo II fue muy frecuente. La Virgen y Marisa estuvieron presentes durante la larga intervención quirúrgica, en el curso de la cual rezaron insistentemente y el Papa, que se había acercado al umbral de la muerte, volvió atrás, por intervención de Dios. Desde entonces ya no se dejaron. Los colaboradores no la veían, sino solo el Papa; estaba a menudo en su habitación del hospital Gemelli para rezar, hablar y animarlo. Cuando empezó de nuevo a caminar en una de las terrazas del mismo hospital, el Papa estaba flanqueado por Marisa, con la que hablaba. Mandada por la Virgen para consolar a este hijo suyo, nuestra hermana muchas veces lo encontraba llorando en el silencio de su habitación, donde vivió un sufrimiento escondido, del que nadie sabe nada. Cuántas noches pasó en el sofá en lugar de la cama, porque no podía dormir de tanta como era la angustia que tenía en el corazón por los problemas de la Iglesia. La Virgen enviaba a Marisa a consolarlo y el Papa de este modo, descansaba algunas horas. Estas cosas son grandes e indican que Dios sigue de manera particular a los que le aman. Marisa también fue enviada para decirle que hiciera o no determinadas cosas. Por ejemplo con motivo de la visita que el pontífice quería hacer a Sarajevo, cuando lo anunció por primera vez y luego se pospuso. Fue pospuesto gracias a la intervención de Dios, a través de Marisa. Nuestra hermana fue a ver al Papa para decirle que no era el momento de ir a Sarajevo, porque su vida habría estado en peligro y muchas otras personas habrían corrido el mismo peligro. Entonces el Papa decidió no ir.

Lamentablemente, muchos sacerdotes creen que, cuando están solos, es decir, la asamblea de fieles no está presente, es inútil celebrar la S. Misa. Para Dios, por el contrario, el sacerdote, aunque esté solo, tiene que celebrar la S. Misa porque ésta tiene un valor universal. Un martes, antes del día reservado a la audiencia pública, Dios envió a Marisa a ver al Papa para comunicarle que incluyera esta recomendación en la intervención del día siguiente. El Papa lo hizo, aunque esta recomendación no fue aceptada por los sacerdotes que todavía hoy continúan sosteniendo las mismas cosas, o, incluso que es inútil celebrar si hay pocos fieles presentes. Dios quiere, y el Papa lo confirmó, que la S. Misa se ha de celebrar siempre porque es un acto de adoración público a Dios y esta grandeza radica en el rito mismo que hace presente a Cristo, que sufre, que muere, que resucita y no en los que ayudan o en el que celebra. Nosotros hemos trabajado siempre con la Iglesia y unidos profundamente a la Iglesia y a la jerarquía eclesiástica querida por Dios. El que dice lo contrario, el que diga lo contrario, será desmentido por la Historia porque de cuanto os estoy diciendo existen documentos precisos. Otra cosa, que algunos de vosotros sabéis, es que Marisa no es vista por los colaboradores sino solo por el Papa, lo asistió durante los últimos días de su vida antes de que muriese y sabe lo que ocurrió y lo que pensó el Papa. El Papa hablaba con Marisa con el pensamiento, como hacemos cuando, rezando, nos dirigimos a Dios. Si Dios quiere, puede también permitir a los hombres que hagan lo mismo. También entre Jesús y Juan Bautista ocurrió lo mismo. Entonces ¿por qué asombrarse, por qué sorprenderse? Ya existen hechos que certifican la posibilidad de estos acontecimientos. El Papa repitió muchas veces, mientras le estrechaba débilmente la mano: “Reza y sufre por la Iglesia. La Iglesia renacerá de la sangre de sus hijos, de manera particular de la tuya y de la del Obispo ordenado por Dios con el que me han impedido siempre reunirme”.

Dios dispone de las personas que tienen la bilocación de manera libre y soberana y les hace realizar misiones de altísimo valor y de grandísima importancia para la Iglesia.

El Obispo y la vidente han estado en bilocación en muchas naciones sobre todo en aquellas devastadas por la guerra y duramente probadas por el hambre, la sed y la falta de medicinas.

Me lo creo casi todo. A veces nos hemos divertido un poco como niños al ver en el mapamundi todos los estados en los que el Señor nos ha enviado, a ella conscientemente y a mí inconscientemente y os puedo asegurar que son muchos. Hemos dado la vuelta al mundo varias veces, pero a Dios no le cuesta nada, no son viajes fatigosos. Alguna vez, he vivido como ocurre la bilocación de Marisa, sobre todo con motivo de los encuentros con algunos eclesiásticos. Encontrándose en su habitación, de repente se va a otra parte y, a veces, el Señor me ha permitido escuchar lo que ella les decía, repitiéndolo delante de mí. ¿Veis lo grande que es el Señor y cómo obra? Hemos recorrido las naciones, pero sobre todo las más pobres, en las que hay guerra, hambre, sed y carencia de medicinas. La Virgen me ha encomendado esto, que os digo, quizás, por primera vez: “Un mañana, cuando Dios te haga llegar a las alturas que quiere, acuérdate que las naciones que tienes que visitar primeramente son las pobres, no las ricas”. La mentalidad de Dios es completamente diversa de la del hombre.

Tanto el uno como la otra han cumplido las tareas confiadas. Monseñor Claudio ha bautizado niños y adultos, bendecido matrimonios, dado la Confirmación, escuchado confesiones, celebrado la S. Misa y distribuido la Eucaristía a personas que no tenían la asistencia de los sacerdotes. Marisa, en compañía de la Virgen y después también de la abuela Yolanda y de San José asistieron a los moribundos, dando de comer a los niños, consolando a las madres y curando los heridos.

Hemos vivido, en bilocación, escenas horrorosas e imágenes muy crudas: cuerpos de niños y de adultos heridos y, a veces, deshechos y aplastados. Pero no hemos vivido solo cosas así de duras y dolorosas, a veces el Señor nos ha concedido el gozar de manera particular. Uno de los viajes en bilocación más deseados, aunque por el momento no estoy todavía plenamente consciente, fue en el Jordán, donde estaba Jesús, la Virgen, San José y la abuela Yolanda. Jesús entraba en el río, cogía peces con las manos, se los llevaba a su madre y decía: “Cuécelos y no los quemes”. Mirad la belleza y la sencillez. La Virgen, junto a la abuela Yolanda y, a veces ayudada también por San José, los cocía sobre un brasero que Jesús había preparado previamente. Jesús recogía piedras pesadas, él es Dios y ciertamente otros hombres no habrían podido moverlas, y, con extrema facilidad, las ponía alrededor del brasero. Después, como tenían prominencias y al sentarse se podían hacer daño, las limaba con las manos dejándolas suaves. Durante la cocción del pescado, Jesús cogía al obispo bajo el brazo, hablo en tercera persona de manera que me sienta menos avergonzado, y juntos iban a hablar de situaciones referentes a la Iglesia. Jesús decía determinadas cosas, muchas de las cuales yo os las he repetido en las homilías y en los encuentros bíblicos. Eh ahí de donde vienen todas las cosas bonitas que escucháis. No es cosecha mía, sino divina. Después, cuando el pescado estaba cocido, la Virgen como una madre, llamaba a sus hijos y antes de comer Jesús recitaba la oración de bendición. Después de la comida cantamos, recitamos himnos, salmos y continuamos hablando.

Aquí hay otra delicadeza, que tengo que deciros, por parte de Jesús. Vosotros conocéis el amor de Marisa por los niños y ciertamente conocéis el apego que tiene por los pequeños sobrinos, así que alguna vez pidió a Jesús que pudieran venir también ellos. Por tanto también ellos estaban en el Jordán en bilocación inconsciente. Los niños jugaban con las piedras, las tiraban al río, intentaban entrar dentro para coger peces, pero Jesús les aconsejaba que no se tiraran al fondo porque el agua no estaba muy caliente y podían enfermarse. No sé si podéis entrar en el mundo que estoy tratando de abriros delante de vosotros. Era hermoso ver a los niños, en el momento de la oración, con cuanta intensidad rezaban con las manos juntas y la mirada dirigida al Cielo, sobre todo cuando después nos desplazábamos a Getsemaní. Os he citado el Getsemaní, uno de los lugares más visitados, porque del Jordán a menudo el Señor nos conducía a Nazaret, o a Belén o a Jerusalén. El sitio más amado, lo sabéis, es Getsemaní porque allí Jesús se ha infligido a sí mismo la gran prueba de no sentirse amado por el Padre, ha experimentado la experiencia de la soledad, ha sido traicionado por Judas, hecho prisionero por sus enemigos, abandonado de los apóstoles. Estas experiencias, Marisa y yo las hemos sentido y por lo tanto decimos: “Estamos siempre en Getsemaní”. Alguna vez, bromeando, al que sufre le repetimos: “Bienvenido al club del Getsemaní”, el club del sufrimiento.

Yo estuve hace muchos años, cuando era un joven sacerdote y sentí una atracción particular, quizás presagio de lo que ocurriría después.

Dios Papá dijo que el Obispo empezaría a darse cuenta, a ver y a sentir lo que realizaba en bilocación, a la muerte de Marisa, cuando la vidente alzara el vuelo hacia el Paraíso, acompañada de la Virgen, de San José, de la abuela Yolanda, de otros santos y de los ángeles. También el Obispo Claudio se unirá a este cortejo celeste y acompañará a su hermana al paraíso donde verá y sentirá lo que Dios querrá.

Después de haber gozado de la experiencia del Paraíso, el Obispo besará a Marisa y volverá a la Tierra para terminar la misión que Dios le ha confiado: hacer renacer la Iglesia. Para el renacimiento de la Iglesia Monseñor Claudio Gatti tendrá necesidad de colaboradores honestos, llenos de amor por Dios y las almas, dispuestos al sacrificio, desprendidos del dinero y no amantes del poder. Desde hace tiempo Dios indicó al Obispo los nombres de los cardenales y de los obispos que estarán a su lado en la gran misión. Por otra parte dijo los nombres de algunos sacerdotes italianos y extranjeros a los que el Obispo ordenado por Dios conferiría la ordenación episcopal.

El 28 de mayo del 2007 Dios Papá, durante una teofanía reservada a Monseñor Claudio y a Marisa, anunció que en la Iglesia había ocurrido un gran evento, del cual hablaría la Historia.

Este es el anuncio: “Excelencia, hijo mío, en bilocación has ordenado 51 obispos y 77 sacerdotes. Estas ordenaciones han acontecido en todos los continentes. La Madre de la Eucaristía te contará los detalles de las ordenaciones”.

El 31 de mayo siguiente la Madre de la Eucaristía habló de estas ordenaciones episcopales y sacerdotales a los que estaban presentes en las apariciones: “Hoy he ido a ver a los obispos y sacerdotes que tú, Excelencia, has ordenado en bilocación;

Son muchos. Estaban todos contentos, radiantes y luminosos. Cantaban, daban gloria a Dios y rezaban por ti. Cuando llegue el momento, los verás de nuevo y te darás cuenta lo que has hecho de grande y hermoso”.

Antes de que la Virgen hablase públicamente de estas ordenaciones episcopales y sacerdotales, el Obispo ordenado por Dios no lo había comentado con nadie, pero después del anuncio público de la Madre de la Eucaristía nos ha contado algunos detalles de este gran acontecimiento, único en la Iglesia y ocurrido por intervención divina.

El obispo nos ha comunicado que han sido ordenados.

En Brasil 4 obispos y 6 sacerdotes;

En Argentina 5 obispos y 11 sacerdotes;

En el resto de América latina 5 obispos y 11 sacerdotes;

En la República Democrática del Congo 3 obispos y 5 sacerdotes;

En África Central 4 obispos y 5 sacerdotes;

En otras naciones que no ha nombrado 1 obispo y 1 ó más sacerdotes.

Nos ha especificado que en Italia no ha ordenado ningún obispo y ningún sacerdote. Monseñor Claudio Gatti no sabe si a estas seguirán otras ordenaciones episcopales o sacerdotales, hechas en bilocación.

Todas las celebraciones de estas numerosas ordenaciones sagradas ocurrieron en presencia de las poblaciones locales que se reunieron cariñosamente alrededor del Obispo ordenado por Dios y de los pastores, sobre los que impuso las manos.

Por lo tanto no en secreto sino que hay testigos, personas que un mañana dirán lo que han visto y se repetirá el episodio de la señora y el episodio de las hermanas. Los obispos y los sacerdotes ordenados saben muy bien quien es Monseñor Claudio Gatti, y cuáles son las misiones que en nombre de Dios ha llevado y está llevando a cabo dentro de la Iglesia.

Están listos para unirse a él cuando los llame a Roma.

Mientras tanto llevan a cabo el ministerio entre las poblaciones que se les han confiado, teniendo presente las enseñanzas y los consejos que el Obispo ordenado por Dios les ha impartido. Podemos concluir que entre Monseñor Claudio Gatti y los obispos y los sacerdotes que ha ordenado en bilocación se ha instaurado la misma relación cariñosa y respetuosa que ha caracterizado el ocurrido entre Pablo y Timoteo y Tito.

En la voz de nuestro Obispo sentimos siempre un toque de emoción cuando nos recomienda: “Rezad por mis obispos y mis sacerdotes”.

Estos obispos y sacerdotes son las primicias de los pastores que en el futuro guiarán la Santa Iglesia y representan la realización de la promesa de Dios: “Os daré pastores según mi corazón, los cuales os apacentarán con inteligencia y sabiduría” (Jer 3, 15).

Ha habido muchas otras ocasiones en las que el Obispo y la Vidente han actuado en bilocación, pero nosotros, por ahora, no podemos contarlas todas. Será nuestro compromiso actualizar y completar este documento, para que los hombres puedan llegar a la certeza de que Dios Papá está mucho más cerca de ellos de lo que enseñan los pastores de la Iglesia.

Lo que hemos escrito lo hemos sacado de las catequesis y confidencias del Obispo Claudio Gatti y de la Vidente Marisa Rossi que han sido autorizadas por Dios a levantar el velo sobre un mundo desconocido para los hombres.

Otras cosas, quizás más grandes y más importante se dirán a continuación, si ésta es la voluntad de Dios. Por ahora creo que os habéis alegrado y gozado, creo que sois felices de estas confidencias, muchas de las cuales os las he hecho a vosotros por primera vez después de años. Esto es lo que Dios quería, esto es lo que he hecho, porque puedo afirmar que he cumplido junto a Marisa siempre la voluntad de Dios, incluso cuando nos ha pedido realizar acciones que después se han vuelto contra nosotros por la maldad y la dureza de los hombres de la Iglesia, como la famosa celebración del 8 de marzo de 1998. Lo importante es hacer siempre la voluntad de Dios, la de los hombres viene luego. El que diga lo contrario es ignorante o de mala fe. Lo que cuenta es ser obedientes y dóciles a Dios. No os asombréis de nada y recordad las palabras de Jesús: “Haréis cosas más grandes que yo” (Jn 14,12). Jesús es Dios: ha realizado milagros, ha realizado la redención que nadie podía igualar porque tiene un valor infinito; Él es Dios por lo tanto cada uno de sus atributos es infinito, pero ha querido subrayar que los hombres enviados por Él, pueden hacer en el mundo, cosas que Él no ha realizado en el restringido ámbito de Palestina porque no era ni el momento ni su voluntad. ¡Qué grande es Dios! A veces delega a los hombres para hacer cosas más grandes que podría haberse reservado para Sí mismo.

Todo debe suceder siempre con honestidad, con humildad, con profunda sinceridad y todo debe ser amalgamado por el amor. Si no hay amor, no hay nada, si hay amor, hay de todo, porque donde está Dios hay de todo. Desearía poder volver a hablaros porque mi corazón está lleno de alegría y gratitud hacia Dios, pero es demasiado tarde para continuar.



[1] Esta distinción es muy importante

[2] Ésta es la primera vez que se dice, en la ascética y mística cristiana. Son dos realidades diversas e iguales. La misma persona, y Dios puede hacer todo, que se encuentra al mismo tiempo tanto en un lugar como en el otro, es consciente de eso que hace en el primer lugar y de lo que hace en el segundo.

En la bilocación consciente ven a la Virgen, a Jesús y a los santos, porque en la bilocación a menudo intervienen también ellos.

[3] La locución interior es personal, concierne solo al interesado