Eucharist Miracle Eucharist Miracles

Homilía de S.E. Mons. Claudio Gatti del 24 octubre 2007

I lectura: Rm 6,12-18; Salmo: 123; Evangelio: Lc 12,39-48

La Teofanía de hoy, por tanto la aparición, se ha desarrollado en dos momentos: el primero reservado al Obispo y a la Vidente, el otro en el que también habéis participado vosotros. Habéis escuchado tanto lo que ha dicho Marisa, como lo que ha dicho la Virgen. Hoy Marisa ha hablado más porque se le ha dado la posibilidad de desahogarse. Este es un día importante porque se ha llenado oficialmente un vacío sobre lo que pasó en la Última Cena. De hecho, hoy, después de dos mil años desde que Cristo celebró la última cena, entra en la Iglesia la presencia de la Virgen en el Cenáculo y os explicaré el motivo. Es necesario hacer primeramente algunos preliminares: la Última Cena se celebró con ocasión de la Pascual judía y los judíos en tal circunstancia tenían que respetar las leyes. Una de estas, establecía que todos los miembros de la misma familia estuvieran reunidos y, que si no fuese suficiente el número de las personas para consumir íntegramente el cordero pascual, tenían que reunirse más familias. Cristo respetó siempre la familia terrena de la que formó parte y este respeto se manifestó todavía más en aquella ocasión: Jesús y la Virgen sabían que aquella sería la última Pascua vivida juntos y celebrarla lejos el uno de la otra habría sido un contrasentido. A los que afirman que el Evangelio no habla de ello, hay que responder que la Sagrada Escritura no cuenta toda la vida de Jesús y también lo dice Juan. Por otra parte uno de los padres de la Iglesia ha afirmado el que Evangelio presupone una lectura inteligente y es inteligente afirmar que María estaba al lado de su Hijo en aquel momento tan importante. Si el día en el que Jesús derramó sus primeras gotas de sangre, el día de la circuncisión, él, dirigiéndose a su Madre y, oído sólo por ella, le dijo: "Tú eres Madre de la Eucaristía", es impensable que en el día en el que Jesús instituyó la Eucaristía ella no estuviera presente. Mirad cuantos elementos tenemos para llegar a la certeza de que María estaba presente. Pero el estilo de María es el que ella misma nos ha contado muchas veces en las cartas de Dios: Jesús caminaba, obraba y actuaba rodeado de sus apóstoles y ella estaba siempre detrás, distante, porque quería dar todo el espacio a su Hijo y a los apóstoles. Como prueba de ello recordemos que el mismo Jesús a veces se paraba, se giraba, sonreía a su madre y le hacía señas de que se acercara diciéndole: "Ven Mamá, ven a mi lado". Su Madre se acercaba a Jesús, que la tomaba por el brazo, y reemprendían el camino juntos. El estilo de la Virgen fue siempre el de apartarse, de manera que las personas dirigieran toda su atención hacia Jesús. Ya os he dicho, y no es absurdo pensarlo, que en los Evangelios escritos, que son la traducción de la predicación oral de los apóstoles, fue ella misma la que dijo: hablad poco de mi, fijad la atención exclusivamente en Jesús, mi Hijo, el Mesías, el Salvador. Vosotros sabéis que, si no estoy más que seguro de lo que digo, no hago afirmaciones. Hoy, oficialmente, ha sido llenado el especio vacío, que a un artista sensible e inteligente como Leonardo da Vinci, ya le había venido en mente el llenarlo. Ya os mencioné que, según estudios recientes, en el fresco que él pintó en el refectorio del convento de las gracias en Milán, inicialmente estaba presente la imagen de una Virgen, colocada exactamente en el espacio que veis entre Jesús y Juan. Además habían indicado qué Virgen y qué fresco hubiese pintado y hubiese diseñado. Yo afirmo hoy que María ha hecho oficialmente su entrada como la Madre de la Eucaristía en la Última Cena. En el primer momento de la Teofanía y de la aparición de hoy, esta estatua de la Virgen ha sido bendecida por Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo. Nos dan su aprobación en la colocación de la Virgen, exactamente en el punto en que nosotros hemos elegido para que pudiera estar visible y estar presente en la cuadro de la Última Cena. Según mi opinión ha sido el Señor el que ha inspirado a nuestra artista Claudia a que realizara esta estatua de la Virgen en la que se ve su profundo recogimiento, a diferencia de los apóstoles que hablan y gesticulan. Eh ahí como el ejemplo es evidente, como se ha plasmado de manera visible, de manera que todos se puedan dar cuenta. Dios lo ha agradecido y para Dios es así. Hoy, 24 de octubre de 2007, oficialmente reconocemos esta presencia bendecida por Dios, sugerida por Él, y nosotros hablaremos de ello y difundiremos esta importante confirmación de la presencia de la Virgen en la Última Cena, como hemos hecho otras muchas cosas. La Madre de la Eucaristía, Jesús Eucaristía, los ministros de la Eucaristía, representan un único conjunto que se presenta no sólo a nuestra vista, sino también en nuestra meditación y reflexión. También me gusta contar un episodio que de alguna manera recuerda este acontecimiento y este hecho. Es un episodio que hace referencia a mi persona pero vosotros los sabréis el sábado próximo, cuando continúe contando la vida de la Virgen. No os hablaré de ello hoy, si tenéis curiosidad en saberlo, satisfaceréis vuestra curiosidad el sábado, por lo tanto tenéis tres días para pensar. Si os preguntáis qué quería decir y contar el Obispo, venid y lo sabréis. Revivamos lo que ocurrió con los primeros apóstoles, Juan y Andrés, cuando preguntaron a Jesús: "Maestro, ¿dónde vives?". Él respondió: "Venid y lo veréis", y estuvieron juntos, hablaron y se convirtieron en apóstoles. Yo espero que también para vosotros haya el mismo camino: convertirse en apóstoles antes que nada con la vida, con el ejemplo, con el testimonio y con la palabra. Convertirse en apóstoles de la Madre de la Eucaristía, de Jesús, de la Eucaristía, de la importancia del amor hacia la Eucaristía que, finalmente, ha empezado a estar presente de manera sólida y real también en la Iglesia: este es el fruto más hermoso que ha salido de estas apariciones, de los milagros eucarísticos ocurridos en este lugar, pequeño, humilde, sencillo pero santo y taumatúrgico. Todo ha salido de aquí y aquí tiene que volver todo y ciertas respuestas indudablemente las conoceremos un mañana. Mensajes, anuncios, profecías, catequesis y oraciones han salido de este lugar como palomas y a este lugar volverán, acompañadas de todas aquellas personas que han sido visitadas por ellas y que desean volver al nido de las palomas, es decir, al lugar taumatúrgico. Han transcurrido catorce años desde el 24 de octubre de 1993 al 24 de octubre del 2007. Me ha gustado mucho un pensamiento que está contenido en la carta que Teresa ha escrito para felicitarnos; en esta carta hay una imagen, una comparación muy bonita: los misterios del rosario son quince, nosotros estamos en el catorceavo año de las apariciones públicas y hoy empieza el quinceavo año, por eso quince misterios, quince años desde las apariciones públicas de la Madre de la Eucaristía. El quinceavo misterio glorioso es la coronación, por tanto la conclusión de esta vida maravillosa de la Virgen, de esta mujer grande y excepcional. Quinceavo año del inicio de las apariciones públicas que empieza hoy, por tanto hemos entrado ya en el quinceavo año, y es legítimo preguntarse, o al menos esperar, que algo ocurrirá. Creo que habéis oído vosotros también eso que Marisa ha dicho muchas veces, sobre todo en el primer momento de la aparición: "Basta de palabras, queremos los hechos". Espero que estos "hechos" ocurran y que las promesas se realicen, espero que lo que ha sido anunciado con tanta anticipación pueda encontrar un inicio y continuación después en el tiempo que Dios mismo ha establecido. Esto es lo que os pido, el motivo y la intención por la que pido oficinalmente que recéis. Hoy he dicho muchas más cosas a Dios de las que os estoy diciendo a vosotros. Para nosotros hoy ha sido una jornada dolorosa, sufrida, dura, difícil y entonces es lógico dirigirse a Dios para pedir fuera, ayuda y valor. Desde esta mañana, cuando me he parado ante la Eucaristía, hasta esta tarde, durante la Teofanía Trinitaria y la aparición de la Madre de la Eucaristía, he rezado mucho y ahora os pido a vosotros que hagáis otro tanto, poned en vuestras oraciones esta intención: que Dios realice lo que ha prometido. Podemos decir y lo reconocemos humildemente, que no nos lo merecemos, que no tenemos ni siquiera derecho de pedir esto porque, si miramos nuestra conducta, vemos en ella una serie de faltas, de imperfecciones y de debilidades. Al hacer esta petición no podemos apoyarnos en nuestras cualidades espirituales, sino en lo que ha dicho Dios y Él es fiel. No tenemos que ponernos en el estado de ánimo de quien dice: tengo derecho de recibir, sino sencillamente en el de quien dice: "Dios mío, Tu lo has prometido, mantén tu promesa". Observad cuán diferente tiene que ser la actitud y la manera de pedir a Dios. Quizás, hasta hace algunos días, era más fuerte el sentirse en orden y el pretender. Nosotros no pretendemos, sino que pedimos con humildad y reconocimiento que Dios haga lo que ha prometido. Que haya siempre este espíritu en la oración y no la presunción que ha demostrado la madre de los hijos del Zebedeo, cuando pedía que pusiera a sus hijos uno a la derecha y el otro a la izquierda. Pero ¿Qué derecho tenemos nosotros de pretender eso de Dios? Alguno quizá lo tiene, pero no es la comunidad la que tiene este derecho y entonces rezad con humildad, con amor, con sencillez y diciendo a Dios: "Yo te pido lo que Tu voluntad nos ha manifestado", ni más ni menos. Que el Señor nos ilumine y nos anime, oremos para nos haga seguir siempre adelante. Tened presente que no solo es importante recordar, sino también poner en práctica aquel lema que he puesto en marcha hace algunos años: "Volar al contacto de las alas".

Sea alabado Jesucristo.