Eucharist Miracle Eucharist Miracles

Homilía de S.E. Mons. Claudio Gatti del 25 mayo 2007


Cuando es elegido el Papa se usa la expresión “Habemus Papam”, en cambio yo creo que puedo empezar la homilía diciendo: “Habemus gratiam”, hemos recibido la gracia. En la carta de Dios hoy la Virgen nos ha hecho comprender que, finalmente, las oraciones que tenemos desde hace tiempo ensalzando a Dios Papá con insistencia han encontrado acogida en Su corazón. Puedo confiaros que desde hace ya dos años estaba pidiendo a Dios que el último período de la vida de Marisa, aunque no sé todavía el momento de su partida, fuese lo más sereno y tranquilo posible. Pedí a Dios en mi oración que pueda recordarla serena, contenta, tranquila porque no quiero vivir hasta el final de aquellos momento dramáticos, que han sido numerosísimos, en la que la veía destruirse por el dolor y el sufrimiento, en los que sentía sus lamentos y recogía sus lágrimas y esto ha ocurrido demasiadas veces y durante demasiado tiempo. Sé que todo el Paraíso, empezando por la Madre de la Eucaristía, dándonos la mano ha rezado por esta intención, para que finalmente Dios Papá interviniese y hiciese estar mejor a Marisa. Continuará teniendo dolores, pero ya no tendrá aquellos dolores y aquellos sufrimientos tan fuertes, esto ya es mucho. Claramente no se le ha quitado todo, sino solo los peores sufrimientos, los más duros. No nos hemos dado cuenta porque desde hace tres días, respecto al pasado reciente en el que estaba además a punto de morir, la situación ha cambiado y ya no pasa aquellas largas noches y aquellas largas jornada, en el sufrimiento tremendo que algunos de vosotros han visto. Ahora lo soporta todo mejor, tiene los sufrimientos y los dolores naturales, pero va más allá y no tiene nuevos y grandes sufrimientos. Como sabéis, ahora la misión ya ha terminado por cuanto se refiere a la situación de los sacerdotes y Dios Padre esta mañana ha pedido sólo la oración, eh ahí porque hoy, para nosotros, es una jornada particularmente alegre y gozosa. Esta mañana estábamos rezando y, sin preaviso, sin que ni siquiera pudiésemos imaginarlo ni de lejos, Dios Papá ha venido, y no es la primer vez, y ha dicho exactamente las cosas que os estoy diciendo. A continuación, antes de la comida, ha venido la Virgen y nos ha vuelto a decir las mismas cosas, por lo tanto yo he dicho al Señor que ésta será una Misa de agradecimiento que Le ofrezco a Él, justamente por la gracia recibida, por el don recibido que, repito, ha sido solicitado ciertamente por todas vuestras oraciones y por vuestro amor respecto a ella. Ofrezcamos a Dios en agradecimiento esta Misa que queremos también regalar a Marisa, para que pueda estar finalmente más serena, a pesar de los problemas de una persona que no goza de buena salud, pero ciertamente será de la alegría, en la serenidad y en el reconocimiento. Esta gracia ha llegado en un momento en el que casi había perdido las esperanzas pero, en honor a la verdad, debo deciros que he sido tenaz y a pesar de todo continuaba rezando para esto. Veía la obtención de esta gracia una cosa casi imposible, pero cuando más imposible la veía más me decía a mí mismo que Dios tenía que poder concederla. Solo Dios puede arreglarlo todo y lo ha hecho con gracia, con amor, con serenidad, con alegría y de esto yo tengo que rendirle un testimonio completo y debo decir públicamente: "Gracias, Dios Papá, porque esta gracia para nosotros es una incitación a seguir adelante, a proseguir la misión, a aceptar Tu voluntad y vivir finalmente poquito más serenos, porque creo poder decir que nos lo merecemos”.