Homilía de S.E. Mons. Claudio Gatti del 30 noviembre 2008
I lectura Is 63,16-17.19; 64,2-7; Salmo 79; II lectura 1Cor 1,3-9; Evangelio Mc 13,33-37
Si se comparan la tres lecturas de hoy, pidiendo como de costumbre ser iluminados por el Espíritu Santo, podréis también vosotros comprender fácilmente a quien se refieren y como pueden ser aplicadas. Siempre os he dicho que es fundamental la lectura de la Palabra de Dios porque siempre es actual y puede referirse también a diferentes sujetos.
La primera lectura es de Isaías, inspirado por Dios hace casi siete siglos antes de Cristo, pero sus palabras se pueden adaptar perfectamente a la situación actual de la Iglesia que se encuentra de hecho justamente en las mismas condiciones en las que se encontraba el pueblo de Isaías en aquél período. Pero al igual que entonces Dios no se alejó de su pueblo a pesar de sus graves infidelidades, del mismo modo tampoco se alejará de la Iglesia que ha fundado incluso ante los enormes pecados cometidos en su interior. Teniendo en cuenta estos supuestos, notaréis que la lectura tendrá un sabor diferente. Uno de los errores que cometemos los sacerdotes, los Obispos que predicamos la Palabra de Dios es que a menudo hacemos discursos vagos, carentes de sustancia. Necesitaría tiempo pero quiero detenerme ahora en algunas expresiones: "¿Por qué, Señor, nos haces andar errantes en nuestros caminos y endureces nuestro corazón para que no te temamos?" En la Iglesia de hoy se cometen pecados de soberbia, de inmoralidad, y esto ante los ojos de todos. Los pastores no son según el corazón de Dios y en lugar de pastorear y cuidar su propio rebaño, sólo piensan en sí mismos y lo dejan abandonado a sí mismo. Éstos no se comportan como Jesús, el buen pastor que va en busca de las ovejas perdidas, o como el buen samaritano que cuida de la persona herida por los ladrones, sino que piensan solamente en figurar y en el reconocimiento humano. Esto hace que la Iglesia vaya cada vez más atrás porque los pastores abandonan las ovejas a su suerte, caen presa de los lobos, pierden el camino y no vuelven al redil. Son aptas en esta situación las palabras que recitamos en la oración por la Iglesia, representada como un barco del que caen los pasajeros, mientras los oficiales de la nave, en lugar de repararla, se enfrentan el uno al otro para obtener mayores intereses. Tomemos en consideración nuestra comunidad, pero pensemos en la Iglesia. Hay este sentido de descarriamiento, de vacío, porque parece casi como que Dios se haya apartado, que Jesús se haya alejado, pero es verdad exactamente lo contrario; son los fieles los que se han alejado, por lo que es necesario que sean ellos los que vuelvan, porque Dios nunca se ha movido. Por "volver" se entiende la "conversión", y mientras no la haya, la situación será siempre crítica y peligrosa. "Si tu rasgases los cielos y descendieras": sobre estas palabras los falsos profetas se han inventado muchas cosas: el retorno de Cristo sobre las nubes, los tres días y no sé cuantas otras, permitidme que lo diga, tonterías que han llevado a la desbandada; y es por esto que nosotros pedimos a Dios que intervenga de manera poderosa para restaurar Su Iglesia. La recuperación no puede depender de los mismos hombres que la han ensuciado, herido, vuelto vulnerable, aunque no la hayan destruido porque la Iglesia, firme sobre la roca, no podrá nunca derrumbarse. Ha sido, sin embargo, duramente golpeada y lo es cada vez que un Pastor suyo o un hijo suyo ofende a Dios con el pecado. Cada pecado embrutece cada vez más la Iglesia. "Cuando Tu realizabas cosas terribles que no esperábamos, Tu descendiste y delante de Ti exultaron los montes"; es siempre el poder de Dios que se manifiesta de muchos modos y nosotros deseamos que haya estas manifestaciones, porque hasta que no sean, la situación no cambiará. Tendría que proseguir pero después no tendrían el tiempo necesario para explicar cuál es el comportamiento que tendrían que tener los fieles en esta situación catastrófica. A mí no me gusta hablar de las catástrofes, de los terremotos, no es este mi estilo, pero no puedo dejar de reflexionar, y amargamente, sobre una situación verdaderamente dura, ante la cual Cristo, como explica Marcos en el fragmento que hemos leído, nos sale al encuentro de como tenemos que comportarnos. Ni siquiera este fragmento hoy se tiene que aplicar a nuestra comunidad, sino a la Iglesia entera, por tanto este verbo, este exhortativo, este imperativo tan fuerte de Cristo: "Prestad atención", quiere decir reflexionad, pensad, no seáis superficiales, meditad lo que os estoy diciendo: "Velad". Esta exhortación de hoy me gustaría gritarla a todos los pastores honestos, a todos los fieles buenos de la Iglesia que verdaderamente sufren por la triste situación de la Santa Madre Iglesia. La tristeza, y nosotros lo sabemos perfectamente, nos puede afligir y agobiar, nos puede envilecer y deprimir, es por eso que ante esta situación, el imperativo de Cristo: "Velad", tiene que partir justo de todos los que son honestos, aunque sean pocos, porque la diferencia la hace Jesucristo. Vosotros sabéis, como os he dicho muchas veces, que a un número por pequeño que sea si se le añade el infinito tiene un valor infinito. Un número, por muy grande que sea, sin el infinito añadido será siempre pequeño. Se ha hablado a menudo del "resto de Israel", constituido de aquel pequeño núcleo que, en el descarriamiento general del pueblo, ha conservado intacta la fe monoteísta en Yahveh y la fidelidad a lo que Dios había hecho conocer a su pueblo a través de los Profetas. Yo creo, y no tengo ningún motivo para dudar, que nosotros formamos parte de este "resto de Israel". Aunque, como nosotros, hay también otros, pero nosotros somos, y me permito decirlo sin orgullo, el núcleo más vivo y más vital del "resto de Israel". Eh ahí porque, la exhortación de Cristo "despertad", nosotros la hemos oído muchas veces y nos permitimos decirla a todos los que, honestos y fieles, quieren caminar verdaderamente con espíritu de fe al encuentro de Cristo, gritando Maranatha. Maranatha, niños, significa "ven señor Jesús". La imagen de este amo que confía sus propiedades es clarísima, es Cristo que se esconde detrás de esta imagen; Él ha confiado a sus siervos, la responsabilidad, el poder, el mando, para servir a los otros hermanos. Pues bien, de esto los pastores tendrán que rendir cuentas a Cristo, a Dios, cuando se manifieste. Nosotros no sabemos cuándo empezará Dios a actuar, pero con nosotros está la parte sana de la Iglesia que espera y que sufre, probablemente no tanto como nosotros pero sin duda con nosotros. Creo poder decir que ninguna comunidad, sobre todo los que las guían, puede decir delante de Dios que sufre tanto como nosotros o que sufre más que nosotros. Esto lo ha dicho incluso en una aparición privada la Virgen hace pocos días cuando afirmó: "Hay otros que sufren y lloran, pero no tanto como vosotros dos" y lo sabemos por experiencia, una experiencia terrible y cotidiana que nos aflige, nos atormenta y nos está aniquilando. "Lo que os digo a vosotros se lo dijo a todos"; éste es el final que dice Cristo que no podía ser más oportuno. Jesús en este momento nos está hablando a nosotros, núcleo pequeño de fieles, sí, pero que le quiere. Decid estas cosas también a los otros porque la palabra de Dios tiene que ser transmitida y comunicada sin que sea alterada, sin que se le añada ninguna otra palabra humana. Sólo la palabra de Dios tiene que ser luz, ánimo y tiene que indicar el camino a cada uno de nosotros. La Iglesia está en un momento de particular angustia y nosotros sabemos algo al respecto porque pagamos las consecuencias, pero toda angustia tendrá que acabar. Concentraos, aunque haya sido breve, en la lectura de hoy. La Virgen por dos veces ha dicho: "Me parece que me esté burlando de vosotros al deciros ánimo", porque sabe cuánto estamos sufriendo, sabe con qué ansia estamos esperando. Hoy la exhortación. "despertaos", "prestad atención", no eran dirigidas a nosotros, esto lo puedo decir con conocimiento de causa; nosotros estamos espabilados, estamos despiertos, nos esforzamos en escrutar desde lejos cualquier indicación, cualquier movimiento que pueda hacernos pensar y esperar que Dios esté a punto de empezar sus intervenciones. Bienvenido el año de la fe, pero una fe tiene que estar siempre orientada a tener objetivos. Fe sí, pero nosotros decimos al Señor: "Conocemos tus objetivos, que son también los nuestros, pues bien apresúrate a hacer lo que siempre hemos creído". Nos hemos lamentado, incluso fuertemente, y es justo porque la naturaleza humana tiene que encontrar desahogos, pero, en el fondo, si estamos todavía aquí es porque a pesar de todo creemos. o mejor dicho, queremos creer que Dios hará lo que tiene que hacer. Añado finalmente: "Señor nos permitimos repetirte lo que has dicho a Judas, haz pronto lo que tienes que hacer porque estamos cansados y no podemos más". Sea alabado Jesucristo. Siempre sea alabado.