Carta mandada el 14 de septiembre de 2005 por el Obispo Claudio Gatti al Papa Benedicto XVI
Esta carta ha sido escrita por S.E. Mons. Claudio Gatti al Papa por orden del Señor, pero no ha sido entregada al ilustre destinatario. Sin embargo ha sido leída por sacerdotes, obispos y cardenales que trabajan en el Vaticano; muchos de éstos han emitido juicios positivos y pronunciado palabras de consideración referente al Obispo ordenado por Dios. Esperemos que alguno de estos eclesiásticos a los que no les interese la carrera y el poder, tenga la fuerza y el valor de informar al S. Padre de la existencia de esta carta, cuyo contenido es muy importante para el presente, pero sobretodo para el futuro de la Iglesia.
Beatísimo Padre,
Ciertamente V.S. conoce mi caso, porque ha tenido en él un papel importante y decisivo cuando era Prefecto de la Sagrada Congregación de la Fe.
Soy Claudio Gatti, el Obispo ordenado por Dios y me dirijo al actual Cabeza visible de la Iglesia, para que escuche todo lo que en el pasado no me fue permitido exponer a la Autoridad Eclesiástica.
V.S. sabe muy bien que fui reducido al estado laical sin ser sometido al proceso regular. El Card. Ruini se limitó a comunicarme que esta dolorosa decisión había sido firmada por Juan Pablo II, durante una audiencia concedida al entonces Prefecto del ex Oficio.
Me parece imposible, más bien absurdo, que el Papa que tiene el deber de hacer respetar las leyes de la Iglesia, haya firmado el documento de mi dimisión del estado clerical, sin haber tramitado primero todo lo que establece el C.I.C.
Por otra parte me he preguntado muchas veces porque no me ha sido reconocido el derecho de defenderme y no se me ha comunicado nunca la causa de mi condena.
En la decisión de reducirme al estado laical han estado involucrados dos Papas, pero probablemente su predecesor y V.S. no han sido bien informados sobre mi caso por quien tenía el deber de hacerlo.
Nuestra Señora ha revelado que haber reducido al estado laical al Obispo ordenado por Dios es un grave error que, si no se corrige, causará en la Iglesia un grave escándalo.
De hecho, su sucesor del cual, no sólo yo, sino también otras personas conocen, por revelación sobrenatural, la identidad y el nombre, reconocerá ciertamente, cuanto Dios ha obrado en el lugar taumatúrgico de vía delle Benedettine y a donde irá a orar, acompañado de los responsables de la Curia Romana y del Vicariato.
Para evitar que V.S. y su sucesor tomen decisiones opuestas y en contraposición, que puedan confundir a los fieles, Nuestra Señora me ha ordenado, en nombre de Dios, que conjure a V.S. a que reconozca que mi ordenación episcopal es de origen divino.
Puedo demostrar con pruebas inconfundibles que Dios me ha ordenado Obispo. De hecho, tal como los milagros descritos en el Evangelio son pruebas (signos) de la divinidad de Cristo, así también los 150 milagros eucarísticos ocurridos de diversas maneras en mi capilla y en mi casa y que han implicado a mi modesta persona, son pruebas (signos) de que Dios me ha ordenado Obispo. El Señor ha afirmado que la emanación de Su sangre de la hostia, que sostenía entre mis manos después de haber pronunciado la fórmula de consagración, es el milagro eucarístico más grande de toda la Historia de la Iglesia y es el sello que da fe del origen divino de todos los milagros eucarísticos precedentes y de mi ordenación episcopal. Este milagro eucarístico ha ocurrido en presencia de doscientas personas que pueden atestiguar que han visto en la hostia la sangre divina y percibido su perfume particular.
Dios no hace milagros en manos de impostores.
Padre Santo, si toma la decisión de reconocerme Obispo ordenado por Dios, será seguido por la mayoría de los miembros del Colegio Cardenalicio y del Colegio Episcopal, pero sí por el contrario no escucha la petición de Nuestra Señora, el Señor se reserva para Sí mismo el modo y el tiempo para intervenir en mi defensa y cumplirá su palabra "los últimos serán los primeros".
Espero que V.S. me conceda el honor y la alegría de poder ir a su encuentro para resolver mi caso como Dios quiere.
Postrado a los pies de V.S., invoco sobre mí la bendición apostólica.
Claudio Gatti
Ordenado Obispo Por Dios
Roma, 14 de septiembre 2005
Exaltación de la Santa Cruz
10º Aniversario del primer milagro eucarístico