Carta enviada por el padre Claudio Gatti el 29 de junio de 1999 a todos los Cardenales, a muchos Obispos y a las cabezas de las Ordenes Religiosas y de las Conferencias Episcopales de la Iglesia Católica Romana en todo el mundo.
A los Cardenales, a los Obispos y a los sacerdotes de la Iglesia: Una, Santa, Católica, Apostólica Romana.
Mi querido hermano en Cristo y en el sacerdocio,
En la víspera del tercer Milenio, que será profundamente Eucarístico, quiero daros a conocer los grandes milagros Eucarísticos obrados por Dios en Roma, en un lugar declarado por Dios mismo "santo y taumaturgico". El corazón del próximo año santo ciertamente será el Congreso Eucarístico Internacional que tendrá lugar en Roma: este gran evento será una de las manifestaciones del triunfo de la Eucaristía que ha empezado en el lugar taumaturgico y que se extenderá toda la Iglesia.
En Roma, en la Vía delle Benedettine, tuvo lugar y continuan ocurriendo la más importantes apariciones marianas y los más grandes milagros Eucarísticos de la historia de la Iglesia, como Jesús, Dulce Maestro y María, la Madre de la Eucaristía, repitieron muchas veces.
Muchos milagros Eucarísticos han tenido lugar, por lo cual me limito a informar acerca de aquellos que, en mi opinión, son lo más asombrosos y admirables.
El domingo, día 17 de Mayo de 1998, alrededor de las 9:30 de la mañana entré a la pequeña capilla de la Madre de la Eucaristía, que estaba ya llena de fieles, a explicar como de costumbre el último mensaje que recibió Marisa Rossi de Nuestra Señora.
Tan pronto llegué el silencia fue roto por una llamada telefónica interna: Marisa me llamó, entonces subí a casa de nuevo a toda prisa.
Aquellos que estaban presentes inmediatamente se dieron cuenta de que algo excepcional habría ocurrido y permanecieron en silencio en la capilla esperando noticias y rezando.
Mientras tanto, Marisa me comunicó que cuando estaba fuera de su dormitorio, Jesús ha depositado sobre unas flores una gran Hostia y que de su interior algunas gotas de sangre han brotado. Dos señoras han sido las primeras en darse cuenta del milagroso evento. Desde el comienzo de una serie de milagros Eucarísticos, el 14 de septiembre de 1995, esta es la séptima vez que Jesús o la Madre de la Eucaristía traen Hostias de las que brota sangre.
La gente joven del Movimiento después de haber adorado a Jesús, presente en la Hostia sangrante con Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, tomaron algunas fotos y videos para dar testimonio grafico del gran milagro Eucarístico.
Inmediatamente volví a la capilla, me llegué al altar y les explique por el micrófono todo lo ocurrido. Una vez dejé de hablar yo y los jóvenes volvimos a casa donde estaba la Eucaristía sangrante y nos dijeron que mientras la sangre estaba manando la forma original de la Hostia había cambiado.
Unos minutos más tarde, volví a la capilla: y a una distancia corta Marisa me seguía llevada en brazos por los jóvenes hasta su silla de ruedas les seguía las demás personas.
Marisa entro en la capilla sentada en su silla de ruedas, con aspecto de sufrir mucho llevando en sus manos un platito en el que se puedia ver con claridad la gran Hostia, un poco doblada en forma de concha: y por dentro del borde blanco de la Hostia se veían unas manchas de sangre.
Dije nuevamente unas palabras, luego tomé la Eucaristía manchada de sangre de las manos de Marisa y lentamente hice una procesión entre los fieles para que todos pudieran ver muy de cerca el aspecto de la Hostia. Bien, la parte central de la misma vista de cerca aparecía hinchada, húmeda y con rayas de sangre, muy similar a los bordes de la carne viva: por la parte de fuera de la Hostia, la sangre era mas espesa y formo un borde irregular y afilado.
Todo el mundo con emoción lo vio. Durante la aparición que siguió al milagro Eucarístico la Madre de la Eucaristía dijo: "Esta Hostia manchada de sangre fue traída por Jesús mismo: justo cuando un sacerdote estaba consagrando por hábito y no creía en lo que estaba haciendo en ese momento, la sangre empezó a brotar y le dije a Jesús: "Tomemos esta Hostia y llevémosla al pequeño rincón del Paraíso, el prodigioso lugar. Ahí será amada, adorada y respetada". Así Jesús, con todo su amor de Padre, Hijo y Espíritu Santo, acompañado por el Espíritu Santo bajo la apariencia de doce palomas, vinieron a la habitación de Marisa y colocó a Jesús la Eucaristía sobre estas flores. La sangre siguió brotando, por lo que la Hostia empezó a hincharse, Se hinchó mucho. Colóquenla dentro de una caja de cristal y déjenla ahí".
He recibido de Nuestra Señora la orden de guardar celosamente la Eucaristía sangrante.
Delante de la Eucaristía que ha sangrado se han congregado en oración peregrinos de todo el mundo pero solo unos pocos sacerdotes vinieron al lugar taumaturgico para adorarla y ningún cardenal ni obispo vinieron a postrarse delante de Ella.
La Eucaristía ha continuado emanado un perfume particular, el cual es siempre percibido por aquellos que se acercan. La sangre se solidifico, no se ha producido ningún proceso de descomposición o de putrefacción, como hubiera sido normal que ocurriese si no se tratase de sangre divina.
Nosotros nunca pudimos imaginar que de la Eucaristía que sangró podría volver a brotar divina sangre otra vez, como ocurrió el pasado Domingo, 6 de Junio de 1999, fiesta del Corpus Domini.
A las 7:30 de la mañana, mientras estaba subiendo de mi oficina al piso superior de la casa percibí el distintivo y suave olor que señala la presencia de la Eucaristía traída por Jesús o por Nuestra Señora. Fui enseguida a la pequeña capilla provisional donde se conserva la Eucaristía que sangró el 17 de Mayo de 1998, pero no pude encontrar ninguna Hostia. Pregunté a Marisa si conocía el origen del aroma, pero ella no pudo darme ninguna explicación. Nosotros juntos observamos a través del cristal muy cuidadosamente la Eucaristía que sangro y vimos maravillados algo que permanecerá indefectiblemente en nuestras mentes para el resto de nuestras vidas.
La Hostia que después de la primera efusión de sangre había adoptado la forma de concha, se había cambiado y adoptado la forma de un corazón.
La sangre fresca que brotaba de la Hostia se superponía a la sangre seca que había manado el 17 de Mayo de 1998. Llamativas gotas de sangre habían manchado el cojin sobre el cual estaba colocada la Hostia dentro de un cáliz de cristal. Otro hecho había ocurrido: sobre el corporal que estaba debajo del cáliz de cristal, aparecía bien visible una mancha de sangre.
Marisa y yo oramos y adoramos a Jesús la Eucaristía siguiendo contemplando la divina sangre que brotaba y que formo un pequeño reguero en la confluencia de la parte transversal y de la parte horizontal de la Hostia.
Inmediatamente llamé por teléfono a mis jóvenes y a algunos adultos para que vinieran enseguida a observar y dar testimonio del extraordinario milagro Eucarístico.
Se hizo una grabación de video y tambien se tomaron muchas fotografias para tener una documentación detallada del milagro ocurido.
A las 10:00 de la mañana, seguido por mis jóvenes, llevé la Hostia manchada de sangre dentro de la capilla donde se juntó mucha gente.
Narré a los presentes el milagroy todos adoraron, rezaron y cantaron.
Yo conmovido y feliz, llevé en solemne procesión la Eucaristía, que había sangrado por segunda vez. La procesión estaba encabezada por Marisa, que llevaba sobre sus hombros una cruz, obedeciendo a lo que Jesús la ordeno. Marisa puede andar a cortos pasos, sostenida por las muletas, pero ella estaba caminado rápidamente, sostenida por el poder de Dios.
Cuando la procesión finalizó Jesús dio el siguiente mensaje: "Anoche Mi Corazón explotó, Mi Sangre brotó y pasó a través del cáliz de cristal, igual que lo hizo la Eucaristía que salió del crucifijo y pasó a través de la caja de cristal que lo cubre para su protección.
Mi Sangre brotó por gozo, amor y sufrimiento. Este gran milagro ocurre para mostrar al hombre que Mi Corazón explota en todo momento: cuando hay almas que aman, cuando hay almas que sufren, y cuando hay hombres que no creen.
Este regalo, este gran milagro en el milagro de los milagros, es por ti. Dad testimonio de el, pregonadlo, no tengáis miedo de lo que los hombres puedan decir o hacer.
Mi Corazón explotó y sangre y agua salieron fuera, de esta Hostia que también había sangrado el 17 de mayo de 1998, hace más de un año. Este gran milagro debería transformaros, mis queridos hijos".
Dios quiere que cardenales, obispos, y sacerdotes vengan aquí a adorar la Eucaristía, quien sangró dos veces, en el intervalo de un año, hecho único en la historia de la Iglesia.
En tiempos pasados, el clero y también el Papa cuando tenían conocimiento de algún milagro Eucarístico, inmediatamente iban al lugar para adorar a Jesús presente en la Eucaristía con Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, como ocurrió en los milagros Eucarísticos de Bolsena, Turin, Ravena, Siena, Alatri, Lanciano y por otros milagros.
Ahora permitirme defenderme: es mi derecho. Yo no quiero entrar en el tema de a quien competen las responsabilidades, yo solo quiero mostrar los eventos por los cuales fui suspendido del ejercicio de las sagradas funciones (a divinis).
Yo siempre obedecí a la Autoridad Eclesiástica: Cardenal Vicario Camilo Ruini y al Arzobispo Vicedirector Monseñor Cesare Nosiglia a los que me di a conocer. Solo ante un chantaje mi conciencia me obliga a "Obedecer a Dios antes que a los hombres". (Hch. 5, 29)
Cuando se me ordenó "No hacer actos de culto Eucarístico ni culto público en general con ocasión o como consecuencia de las presuntas apariciones de la Hostia en las manos de la señora Marisa Rossi", este es el texto del decreto del Cardenal Ruini, protocolo #306/96, yo obedecí respetando el decreto al pie de la letra.
Por el contrario, cuando la Autoridad Eclesiástica me ordenó tirar la Hostia manchada de sangre, cuando la llevé al Vicariato para permitir que fuera examinada, y se reconoció como que "Era una pieza de pan y un fenómeno de feria", y admitir que yo estaba equivocado y que engañe a los creyentes, me encontré totalmente solo para tomar una difícil y dolorosa decisión.
Si yo hubiera aceptado hacer todo lo que la Autoridad Eclesiástica me ordenaran, yo habría pecado gravemente muy grandemente contra Dios, habría violado mi conciencia, habría profanado la Eucaristía y habría incurrido en la excomunión "latae sentenciae", reservada a la sede Apostólica de acuerdo con la Ley Canónica 1376.
Por no haber obedecido a la autoridad eclesiástica que me ordenó tirar la Eucaristía que sangró he sido suspendido a divinis.
Querido hermano ¿que habrías hecho tu si la autoridad te hubiera ordenado profanar la Eucaristía? Estoy seguro de que te habrías comportado lo mismo que yo.
Yo, Marisa, los jóvenes y los adultos de la asociación "Movimento Impegno e Testimonianza - Madre dell`Eucaristia" manifestamos a todos los cardenales, obispos y sacerdotes nuestro respeto y nuestro afecto. Permitidme decir junto con San Pablo: "Os saludan todos los hermanos. Saludaos mutuamente con el ósculo santo. El saludo es de mi mano, Pablo. Si alguno no ama al señor, sea maldito. Maranatha. La gracia del Señor Jesús sea con todos vosotros. Mi amor está con todos vosotros en Cristo Jesús" (1 Cor. 16, 20-24).
Don Claudio Gatti
Roma, 29 de Junio 1999
Fiesta de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo